ENSEÑANZAS TÍPICAS DEL LIBRO DEL ÉXODO (Edward Dennett)

17.- EL TABERNÁCULO (Éxodo 25:1-9)

ÍNDICE DEL CONTENIDO
ÉXODO 1
ÉXODO 2
ÉXODO 3 Y 4
ÉXODO 5 Y 6
ÉXODO 7 - 11
ÉXODO 12
ÉXODO 13
ÉXODO 14
ÉXODO 15:1-21
ÉXODO 15:22-27
ÉXODO 16
ÉXODO 17
ÉXODO 18
ÉXODO 19 y 20
ÉXODO 21 - 23
ÉXODO 24
ÉXODO 25:1-9
ÉXODO 25:10-22
ÉXODO 25:23-30
ÉXODO 25:31-40
ÉXODO 26:1-14
ÉXODO 26:15-30
ÉXODO 26:31-37
ÉXODO 27:1-8
ÉXODO 27:9-19
ÉXODO 28
ÉXODO 29:1-35
ÉXODO 29:38-46
ÉXODO 30:1-10
ÉXODO 30:11-16
ÉXODO 30:17-21
ÉXODO 30:22-38
ÉXODO 31
ÉXODO 32-34
ÉXODO 35-40

 

EL TABERNÁCULO

 

 

Éxodo 25: 1-9

 

 

Enseñanzas Típicas del Libro del Éxodo

Edward Dennett

 

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y  han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:

 

LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.

 

 

Con este capítulo empezamos un nuevo tema —el del Tabernáculo. No se termina hasta el final de Éxodo 30. Pero este, nuevamente, se divide en tres partes. En primer lugar, en las instrucciones para la edificación del Tabernáculo y sus utensilios y su mobiliario, se describen esos utensilios que manifiestan a Dios. Esta parte abarca hasta Éxodo 27:19. En segundo lugar, se presenta las vestiduras y la consagración de los sacerdotes, en Éxodo 28 y 29. Luego, por último, los utensilios de acercamiento —es decir, los que eran necesarios para acercarse a Dios, son detallados en Éxodo 30. Se observará que algunos de los que manifestaban a Dios —alguna parte de Su gloria—se usan también para el acercamiento; pero si se recuerda el diseño principal de cada uno, se evitará la confusión, y el arreglo será comprendido fácilmente. Tendremos ocasión, mientras se pasa revista a las varias partes del Tabernáculo, de indicar más precisamente el significado de cada uno. Mientras tanto, la división presentada puede ayudar al lector a emprender con más inteligencia el estudio de esta sección del libro.

 

"Jehová habló a Moisés, diciendo: Dí a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda. Esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, cobre, azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral. Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis." (Éxodo 25: 1-9).

 

Hay tres cosas en estas instrucciones en las que hay que poner la debida atención. La primera es el objeto de ellas —el cual es hacer un santuario. "Harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos." La idea primordial del Tabernáculo es, por tanto, que era la morada de Dios. Tal como se observa en Éxodo 15:2, Dios nunca moró en la tierra con Su pueblo hasta después que cruzaron el Mar Rojo —hasta que la redención, en figura, fuese cumplida. Él visitaba a Adán en el huerto, aparecía y se comunicaba con los patriarcas; pero hasta que Él hubo redimido a Su pueblo fuera de Egipto, nada se dice de hacer un santuario en que Él pudiese morar. El Tabernáculo fue así una prueba de la redención, y la señal de que Dios había traído a un pueblo redimido a relacionarse con Él, siendo Él el Centro alrededor de quien ellos eran reunidos. Tal es el pensamiento de Dios en la redención. No sólo salvará a Su pueblo, según Sus propios propósitos, sino que también, conforme a Su corazón, desea tenerlos en un lugar de cercanía, reunidos a Su alrededor —siendo Él mismo su Dios, y ellos Su pueblo. Sabemos, en los resultados, cuán imperfectamente se hicieron realidad los deseos de Su corazón, por el fracaso del pueblo bajo responsabilidad. Aun así, Él tuvo Su santuario en medio de ellos, tanto en el desierto como durante el reino. En la dispensación Cristiana, Su pueblo forma Su casa; en el milenio tendrá otro santuario material en Jerusalén; y, finalmente, en el estado eterno, la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descenderá del cielo, de Dios, y formará sobre la tierra nueva el tabernáculo de Dios con los hombres (Apocalipsis 21: 2, 3). Entonces los consejos del corazón de Dios serán mostrados en su perfección completa, y, puesto que las cosas anteriores, con todos los dolores relacionados con ellas por el pecado del hombre, habrán pasado, no habrá nada que impida el disfrute pleno, perfecto, y bienaventurado surgiendo del libre manantial del corazón de Dios a Su pueblo, y de sus corazones a Él, y de Su manifestación perfecta, y la adoración y servicio perfectos de ellos. Pero el tipo de todo esto se encuentra en este santuario, del cual Israel recibió instrucciones para hacer, de modo que Dios pudiese morar entre ellos.

 

El Tabernáculo puede, no obstante, ser visto de otra forma. La casa en que Dios moraba debería ser, necesariamente, la escena de la revelación de Su gloria. Por eso, como se verá cuando lo consideremos en detalle, cada una de sus partes entraña alguna manifestación de Él. Como otro escribe: «Las glorias, en cada forma, de Cristo el Mediador son presentadas en el tabernáculo; no precisamente, todavía, la unidad de Su pueblo, considerado como Su cuerpo, sino en cada manera en que los modos de obrar y las perfecciones de Dios son manifestadas por Él, ya sea en el pleno alcance de la creación, en Su pueblo, o en Su Persona. La escena de la manifestación de la gloria de Dios, Su casa, Su dominio, en que Él muestra su ser (en la medida que se puede ver), los modos de obrar de Su gracia, y Su gloria, y Su relación por medio de Cristo con nosotros —pobres y débiles criaturas, pero que se acercan a Él—nos son reveladas en él, pero aún con un velo sobre Su presencia, y con Dios, no con el Padre.» Por esta razón, la mente espiritual sigue el rastro con deleite en las enseñanzas típicas de los pequeños detalles de este santuario, aprendiendo de ellas las varias medidas y los varios métodos en que Dios se ha revelado, y que sólo se han de comprender cuando la llave de cada secreto que contienen es poseída en la Persona de Cristo. Recordando esto, controlaremos, por una parte, todos los vuelos de la imaginación, e investiremos, por la otra, nuestras meditaciones con un interés nuevo, en la medida que Cristo mismo esté siempre ante el alma.

 

Hay aún un tercer aspecto del Tabernáculo. Es una figura de los cielos mismos. Estaba el atrio, el lugar santo, y el lugar santísimo. Así, el sacerdote pasaba a través del primero y del segundo al tercer cielo —la escena de la presencia especial de Dios. Pablo habla de que fue "arrebatado hasta el tercer cielo" (2ª. Corintios 12:2). Hay una alusión a esta significancia del Tabernáculo en la epístola a los Hebreos —"Por tanto, teniendo un gran Sumo Sacerdote que ha traspasado (lit.: a pasado a través de) los cielos: Jesús el Hijo de Dios" (Hebreos 4:14). Cristo es considerado en esta Escritura como habiendo pasado, como el sumo sacerdote Judío en el día de la expiación, a través del atrio, el lugar santo, al lugar santísimo (todos los cuales son simbólicos de los cielos), a la presencia de Dios.

 

En relación con esto se puede mencionar, y este es el segundo punto, que el Tabernáculo fue hecho según el modelo mostrado a Moisés en el monte (Éxodo 25: 9, 40, etc.), y era, por tanto, tipo de cosas celestiales. Esta enseñanza se desarrolla en la epístola a los Hebreos. Leemos ahí acerca de Cristo como "ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre" (Hebreos 8:2); y se dice otra vez, "Por tanto, fue necesario que las representaciones de las cosas en los cielos fueran purificadas de esta manera," (la sangre de sacrificios de animales), "pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que éstos. Porque Cristo no entró en un lugar santo hecho por manos, una representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora en la presencia de Dios por nosotros." (Hebreos 9: 23, 24 – LBLA). Se comprende fácilmente, por tanto, que el Tabernáculo fue la escena de la ministración sacerdotal; ya que al ser la morada de Dios, fue también el lugar del acercamiento del pecador a Dios (o más bien, del acercamiento de un pueblo traído a una relación con Él) en la persona del sacerdote. De hecho, el sumo sacerdote entraba sólo una vez al año en el lugar santísimo (véase Levítico 16); pero esto fue a consecuencia del fracaso del sacerdocio, y no empañaba, de manera alguna, su diseño original. Todo esto, en efecto, junto con el velo, y la exclusión del lugar santo de todos exceptuando los sacerdotes, no hará más que enseñar, aun por medio del contraste, los más plenos y más bienaventurados privilegios de los cuales disfrutan los creyentes de la presente dispensación (o época). Tienen libertad de acceso, en todo tiempo, al Lugar Santísimo, habiéndose rasgado el velo, puesto que son hechos perfectos para siempre, no teniendo ya más conciencia de pecados, por el solo sacrificio de Cristo (Hebreos 10), y se acercan, no a Jehová, sino a su Dios y Padre en Cristo Jesús.

 

El último punto a mencionar es la invitación dirigida al pueblo para que trajese ofrendas de materiales de los que se iba a componer el Tabernáculo. Se trata de una exhibición resplandeciente, de parte de Dios, asociando así al pueblo con Él en Su deseo de tener un santuario para morar en medio de ellos. De ahí que dichas ofrendas se tuviesen que tomar sólo de corazones dispuestos. Esto es extremadamente hermoso. Dios produce en primer lugar la disposición, y luego les atribuye la ofrenda que entregaban. Él contaba con la comunión del pueblo, esperando una respuesta a los deseos expresos de Su corazón. El pueblo respondió, como se verá más tarde en el libro, y tan plenamente que se tuvo que hacer una proclamación para detener las ofrendas. Un buen ejemplo de esto se vio también en David con respecto al templo: "De cómo juró a Jehová, Y prometió al Fuerte de Jacob: No entraré en la morada de mi casa, Ni subiré sobre el lecho de mi estrado; No daré sueño a mis ojos, Ni a mis párpados adormecimiento, Hasta que halle lugar para Jehová, Morada para el Fuerte de Jacob." (Salmo 132: 2-5). Si bien en menor medida de lo que caracterizaba al rey de Israel, con todo, las ofrendas solicitadas fluyeron en abundancia de corazones dispuestos, corazones cuya disposición fue hecha por la gracia de Dios, que disfrutaron así el privilegio de contribuir con materiales que, cuando se utilizaron conforme a las instrucciones dadas, formarían la morada de Jehová, y que se emplearían, separadamente, como un emblema, y una manifestación de algún rayo de Su gloria.

 

La significancia típica de los varios materiales ofrecidos será explicada en relación con su lugar especial en el Tabernáculo. Bastará ahora decir que todos ellos señalan a Cristo.

 

Edward Dennett

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Noviembre 2012.-

Título original en inglés:
TYPICAL TEACHINGS OF EXODUS - The Tabernacle (Exodus 25: 1-9) , by Edward Dennett
Traducido con permiso

Versión Inglesa
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