EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

SANTIFICACIÓN, SU SIGNIFICADO (H. A. Ironside)

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Santificación, su Significado

 

H. A. Ironside

 

Libro: Santidad: la Falsa y la Verdadera

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

Al comenzar nuestra indagación acerca del tema de la santificación como es enseñada en las Escrituras, es importante, en primer lugar, que haya una clara comprensión del significado que el escritor y el lector le atribuyen a la palabra. Pues si el escritor tiene un pensamiento en su mente cuando usa esta expresión, y el lector está pensando en algo totalmente diferente mientras lee el tratado, se ha de suponer que nunca se llegará a una común conclusión.

 

Yo propongo entonces, en primer lugar, dejar que los teólogos y los enseñantes de santidad definan la palabra para nosotros; y después pasar a la Escritura, para cotejar allí sus definiciones. Ejemplos: «En un sentido doctrinal la santificación es hacer verdadera y perfectamente santo lo que antes estaba contaminado y era pecaminoso. Es una obra progresiva de la gracia divina en el alma justificada por el amor de Cristo. El creyente es limpiado gradualmente de la corrupción de su naturaleza, y al final es presentado "sin mancha delante de su gloria con gran alegría". (Judas 24).» Esta es una aceptable declaración de las opiniones sostenidas por comunes teólogos Protestantes, y es tomada del Diccionario Bíblico editado por W. W. Rand, y publicado por la Sociedad Americana de Tratados.

 

Las definiciones del diccionario secular generalmente coinciden en que, «la santificación es un acto de la gracia de Dios mediante el cual los afectos del hombre son purificados y exaltados.» Y se observará que esto prácticamente concuerda con la definición ya presentada.

 

Los que escriben acerca de la santidad son muy explícitos, y generalmente atraen la atención a lo que ellos suponen que es la diferencia entre justificación y santificación. Yo no citaré ninguna de sus menciones en cuanto a esto, sino más bien expresaré la enseñanza, tal como yo la enseñé a menudo en años pasados. Mi motivo para hacer esto es que todos los que profesan santidad que lean estas páginas puedan juzgar por sí mismos si yo fui 'claro' con respecto al asunto cuando estuve entre ellos.

 

Se suponía, entonces, que la justificación es una obra de gracia mediante la cual los pecadores son hechos justos y libres de sus hábitos pecaminosos cuando vienen a Cristo. Pero en el alma meramente justificada queda un principio corrupto, un árbol malo, o "una raíz de amargura", que incita continuamente a pecar. Si el creyente obedece este impulso y peca voluntariamente, deja de estar justificado; de ahí el aliciente de su remoción, para que la probabilidad de recaída pueda disminuir en gran medida. La erradicación de esta raíz pecadora es santificación. Por tanto, es la limpieza de la naturaleza de todo pecado innato por medio de la sangre de Cristo (aplicada por la fe cuando se hace una consagración completa), y el fuego refinador del Espíritu Santo, el cual quema toda la escoria, cuando todo es puesto sobre el altar del sacrificio. Esto, y sólo esto, es santificación verdadera — una evidente segunda obra de gracia, posterior a la justificación, y sin la cual es muy probable que esa justificación se pierda.

 

Yo creo que la exactitud de la definición será reconocida por incluso el más radical de la escuela de la "santidad".

 

Pues bien, pongamos a prueba estas declaraciones por medio de la Escritura. Y para hacerlo de manera inteligente propongo considerar en primer lugar un número de pasajes en ambos Testamentos, y ver si en alguno de ellos cualquiera de las definiciones arriba presentadas tendría sentido y sería una sana doctrina. Yo comentaría que santidad y santificación son términos equivalentes; siendo ambas palabras usadas para traducir el sustantivo Griego (jagiasmós) o el Hebreo (códesh). Doce ejemplos prominentes pueden ser suficientes para mostrar de qué manera el término es usado en nuestras Biblias.

 

(1) La santificación de objetos inanimados es claramente enseñada en la Palabra, leemos, "Ungirás también el altar del holocausto y todos sus utensilios; y santificarás el altar, y será un altar santísimo. Asimismo ungirás la fuente y su base, y la santificarás". (Éxodo 40: 10 y 11).

 

¿Debemos suponer que algún cambio tuvo lugar en la naturaleza de esos utensilios? ¿O que algún elemento maligno fue desarraigado de ellos?

 

Además, en Éxodo 19: 23 leemos, "Señala límites al monte [Sinaí], y santifícalo". ¿Se efectuó algún cambio en la composición del monte cuando Dios dio la ley sobre él? Que el lector responda con imparcialidad y honestidad, y él debe confesar que aquí al menos ni las definiciones teológicas ni las de la escuela de "santidad" son aplicables a la palabra "santifícalo". Lo que ello significa lo veremos más tarde, cuando hayamos oído a todos nuestros doce testigos.

 

(2) Las personas pueden santificarse a sí mismas, sin ningún acto de poder divino, o alguna obra de gracia que tenga lugar dentro de ellas. Leemos, "Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová". (Éxodo 19: 22). ¿Debían estos sacerdotes cambiar sus propias naturalezas de malas a buenas, o destruir de adentro de ellos mismos el principio del mal? Una vez más es competencia del lector juzgar. Yo cito a los testigos: ellos deben ser el jurado.

 

(3) Un hombre podía santificar a otro, "Santifícame todo primogénito… mío es" (Éxodo 13: 2 – VM); y además, "Y Jehová dijo a Moisés: Vuelve al pueblo y santifícalos… y laven ellos sus vestidos" (Éxodo 19: 10). ¿Qué cambio interior, o limpieza, Moisés debía realizar con respecto al primogénito, o a todo el pueblo de Israel? Del hecho de que él no eliminó el pecado innato de ellos los capítulos siguientes testifican ampliamente.

 

Las personas pueden santificarse a sí mismas para hacer iniquidad. Leemos, "Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, unos tras otros, los que comen carne de cerdo y abominación y ratón, juntamente serán talados, dice Jehová" (Isaías 66: 17). ¡Cuán monstruosa era esta santificación, y cuán absurdo es el pensamiento acerca de cualquier limpieza interior aquí!

 

(5) El Hijo fue santificado por el Padre, leemos "¿Al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?" (Juan 10: 36). Ellos blasfemaban, no Él; e igualmente vil sería la blasfemia de cualquiera que dijera que para Cristo la santificación implicó una naturaleza corrupta erradicada, o una voluntad perversa cambiada. Él fue siempre "el Santo Ser… llamado Hijo de Dios" (Lucas 1: 35).

 

No son escasos los defensores de la "santidad" que de manera impía se atreven a enseñar que la mancha del pecado estaba en Su ser, y necesitaba eliminación; pero a ellos se les niega con razón la comunión y su enseñanza es aborrecida por todos los Cristianos enseñados por el Espíritu. Sin embargo, el Santo, fue santificado por Dios el Padre", tal como Judas escribe acerca de todos los creyentes. ¿Debemos suponer que la expresión significa una cosa en relación con Cristo, y otra muy distinta con respecto a los santos?

 

(6) El propio Señor Jesús se santificó a Si mismo. Leemos, "Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad" (Juan 17: 19). Si alguna de las definiciones arriba presentadas se va a mantener, entonces, ¿qué debemos entender del hecho de que Aquel que había sido santificado por el Padre, no obstante después se santificó a Sí mismo? ¿Acaso no es evidente que hay aquí alguna gran discrepancia entre los teólogos, los perfeccionistas, y la Biblia?

 

(7) Los incrédulos a veces son santificados. Leemos, "Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos [o santificados]. (1ª. Corintios 7: 14). Aquí se dice que el cónyuge de vida de una Cristiana, aunque no sea salvo, es santificado. Entonces, ¿está un tal libre del pecado innato, o está experimentando un cambio gradual de naturaleza? Si esto es demasiado absurdo para ser considerado, la santificación no puede significar ninguna de las experiencias especificadas.

 

(8) cristianos carnales son santificados. Leemos, "Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús". (1ª. Corintios 1: 1 y 2). Por otra parte leemos, "De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo… porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?" (1ª. Corintios 3: 1 y 3). ¿Carnales, y sin embargo libres del pecado innato? ¡Imposible! No obstante, de los que son declarados santificados en el capítulo 1 se dice que son carnales en el capítulo 3. Mediante ningún sistema de razonamiento lógico se puede considerar que la clase de personas del primer capítulo es diferente de aquellas a las cuales se les habla en el capítulo 3.

 

(9) Se nos dice que sigamos la santificación. "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor". (Hebreos 12: 14). ¿En qué sentido podrían los hombres seguir un cambio de naturaleza, o de qué manera seguir la eliminación de la mente carnal? Yo sigo lo que está delante de mí — aquello que aún no he alcanzado plenamente en un sentido práctico, como el Apóstol nos dice que hacía, en Filipenses 3: 13 a 16.

 

(10) Los creyentes son llamados a ¡santificar a Dios! Leemos, "Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros". (1ª. Pedro 3: 15). ¿Cómo debemos entender una exhortación como esta si la santificación implica una limpieza interior, o hacer santo lo que antes era inmundo y maligno? ¿Acaso no es evidente que una definición tal conduciría a las más estrambóticas divagaciones y a los más grotescos disparates?

 

(11) Las personas a las cuales se les habla como santificadas son exhortadas después a ser santas. Leemos, "Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo… como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo". (1ª. Pedro: 1 y 2; 15 y 16). Piensen en la incongruencia aquí si la santificación y la santidad se refieren a una obra interior mediante la cual el pecado innato es desarraigado del propio ser de una persona. Los santificados son exhortados a ser santos, en lugar de ser informados de que ellos ya han sido hechos absolutamente eso, y que por tanto no necesitan tal exhortación.

 

(12) Sin embargo, se declara que los santificados han sido hechos perfectos para siempre. "Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados". (Hebreos 10: 14). ¿Quién de entre los perfeccionistas puede explicar esto de manera satisfactoria? Nada es más común entre los enseñantes de esta escuela de la perfección que la doctrina de la posibilidad de la eventual apostasía y la final perdición de los que han sido justificados, santificados, y han disfrutado de las más maravillosas experiencias; no obstante, aquí se dice que los santificados han sido hechos perfectos para siempre — consecuentemente, nunca se perderán, ni perderán esa santificación de la cual una vez fueron el objeto.

 

Después de oír atentamente a estos doce testigos, pregunto a mis lectores, ¿Es posible que ustedes puedan deducir de estos variados usos de la palabra "santificación" algún indicio de un cambio de naturaleza en el creyente, o de una eliminación del mal implícito en ella? Yo estoy seguro que toda mente sincera debe confesar que la palabra evidentemente tiene un significado muy diferente, y hago un breve esquema para señalar cuál es ese significado.

 

Libertados de todas las adiciones teológicas, el verbo escueto "santificar" significa separar, apartar, y el sustantivo "santificación" significa literalmente, separación. Esta sencilla llave desbloqueará cada versículo que hemos estado considerando, y llevará todo a la armonía donde el desacuerdo parecía completo.

 

Los utensilios del tabernáculo fueron separados para el servicio divino, así como el monte Sinaí fue apartado para Jehová para la dación de la ley. Los sacerdotes en Israel se separaron ellos mismos de su contaminación. Moisés separó al pueblo de la inmundicia, y puso aparte el primogénito como dedicado a Jehová. Los apóstatas en el día de Isaías se apartaron ellos mismos, por el contrario, para obrar iniquidad ante los ojos de Jehová. El Padre apartó al Hijo para que llegara a ser el Salvador de los perdidos; y al final de Su vida en la tierra, consumada Su obra, el propio Señor Jesús se apartó (Juan 17: 19) y ascendió a la gloria, para llegar a ser allí el objeto de los corazones de Su pueblo, para que ellos pudiesen ser apartados del mundo que había rechazado y crucificado al Redentor de ellos. La esposa incrédula o el marido incrédulo, si están ligados a un cónyuge de vida salvado apartado para Dios, es situado por este motivo en una relación externa con Dios, con sus privilegios y sus responsabilidades; y los hijos también son separados de los que nunca llegan a someterse a la voz de la verdad. Todos los Cristianos, independientemente de su verdadero estado, sean ellos carnales o espirituales, con todo, están apartados para Dios en Cristo Jesús; y de esto brota la responsabilidad de vivir para Él.

 

Esta separación debe ser seguida diariamente, procurando el creyente llegar a ser cada vez más conformado a Cristo. Las personas que profesan ser Cristianas y no siguen la santificación, no verán al Señor; porque ellas son irreales y no tienen vida divina. El Señor Dios debe ser apartado en nuestros corazones si nuestro testimonio ha de contar para Su gloria. Uno puede estar apartado para Dios en Cristo, y sin embargo necesitar la exhortación a una separación práctica de toda inmundicia y mundanalidad. Y, por último, todos los así apartados han sido, a los ojos de Dios, hechos perfectos para siempre, en cuanto a la conciencia, por el sacrificio de Cristo en la cruz; pues ellos son aceptos en el Amado, y están eternamente unidos a Él. Obtengan la llave y toda dificultad desaparece. Por tanto, la santificación, en el sentido Cristiano, es doble — absoluta y progresiva.

 

H. A. Ironside

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Diciembre 2019.-

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:


VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).

Título original en inglés:
Santification, Its meaning, by H. A. Ironside
Traducido con permiso
Publicado por:

Versión Inglesa
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