EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

EL EVANGELIO, LA IGLESIA, Y EL SIERVO (W. T. P. Wolston)

INICIO / AUTORES y SECCIONES
Escritos de H. C. ANSTEY
Escritos de J. G. BELLETT
Escritos de J. N. DARBY
Escritos de EDWARD DENNETT
Escritos de W. W. FEREDAY
Escritos de F. W. GRANT
Escritos de F. B. HOLE
Escritos de WILLIAM KELLY
Escritos de C. H. MACKINTOSH
Escritos de J. T MAWSON
Escritos de F. G. PATTERSON
Escritos de SAMUEL RIDOUT
Escritos de H. H. SNELL
Escritos de G. V. WIGRAM
Escritos de G. C. WILLIS
Escritos de W. T. P. WOLSTON
Escritos de otros Autores: A.E.BOUTER, E.N.CROSS, A.C. GAEBELEIN, F.WALLACE, N. NOEL...
ENLACES/LINKS

MOBI

EPUB

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y  han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:

 

BTX = Biblia Textual, © 1999 por Sociedad Bíblica Iberoamericana, Inc.

LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso

RVA = Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano; conocida también como Santa Biblia "Vida Abundante")

VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza)

EL EVANGELIO, LA IGLESIA, Y EL SIERVO

 

Efesios 4: 1-16

 

 

Capítulo 25 de "Manojos de Propósito" Parte 3 (Misceláneo, capítulos 15 - 30)

 

Dejados caer para anhelantes Espigadores.

 

Treinta Mensajes sobre Varias Verdades e Incidentes de la Escritura.

 

por W. T. P. Wolston, M.D.

 

 

"Efesios 4:1  Por eso yo, prisionero en el Señor, os exhorto a que andéis como es digno del llamamiento con que fuisteis llamados:

4:2  con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos los unos a los otros en amor;

4:3  procurando con diligencia guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

4:4  Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como habéis sido llamados a una sola esperanza de vuestro llamamiento.

4:5  Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,

4:6  un solo Dios y Padre de todos, quien es sobre todos, a través de todos y en todos.

4:7  Sin embargo, a cada uno de nosotros le ha sido conferida la gracia conforme a la medida de la dádiva de Cristo.

4:8  Por esto dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres.

4:9  Pero esto de que subió, ¿qué quiere decir, a menos que hubiera descendido también a las partes más bajas de la tierra?

4:10  El que descendió es el mismo que también ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo.

4:11  Y él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros,

4:12  a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,

4:13  hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, hasta ser un hombre de plena madurez, hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

4:14  Esto, para que ya no seamos niños, sacudidos a la deriva y llevados a dondequiera por todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar, emplean con astucia las artimañas del error;

4:15  sino que, siguiendo la verdad con amor, crezcamos en todo hacia aquel que es la cabeza: Cristo.

4:16  De parte de él todo el cuerpo, bien concertado y entrelazado por la cohesión que aportan todas las coyunturas, recibe su crecimiento de acuerdo con la actividad proporcionada a cada uno de los miembros, para ir edificándose en amor."

                            (Efesios 4: 1-16; RVA)

 

 

         Tengo ante mi mente, ayudándome el Señor, la intención de examinar algo del modo en que el evangelio y la Iglesia, la Asamblea, están relacionados en la Escritura, con el servicio que nos es confiado por el Señor en Su gracia. Es de vital importancia tener claridad con respecto al servicio que está relacionado, por una parte con el evangelio, y, por la otra, con la Asamblea, como el Cuerpo de Cristo, y conocer cuál es la relación del siervo con Cristo, como su Señor, y con la Asamblea, de la cual él es una parte integrante.

 

         Ahora bien, amados amigos, es un error inmenso separar el evangelio de la Iglesia. Yo no veo cómo puede entrar eso en la mente de alguien. El evangelio es la revelación del corazón y la naturaleza de Dios. La Iglesia en el tierno objeto del amor de Cristo. En ella tenemos, asimismo, la realización, en poder absoluto, de lo que eran los propósitos y los consejos eternos de nuestro Dios. Estos consejos han sido desarrollados en poder, de modo que con posterioridad a la muerte y resurrección del Señor Jesús, y al descenso del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, nosotros tenemos esta maravillosa nueva estructura, la Iglesia de Dios, la Asamblea, llamada también la Casa de Dios. Esta Iglesia es el objeto de la profunda y tierna solicitud del bendito Señor Jesús.

 

         Es una cosa bienaventurada saber qué es la Iglesia para Cristo. Yo me siento totalmente incompetente para tratar el tema tal como me gustaría hacerlo, pero yo cuento con la ayuda del Señor. El apóstol Pablo, escribiendo a los Efesios, reveló el misterio, la verdad de la Iglesia como el objeto del amor y del cuidado de Cristo, debido a que ella es Su cuerpo. Pablo fue el "instrumento escogido" (Hechos 9:15)

 - un siervo de Dios llamado especialmente - para revelar esta verdad. Pero su ministerio tuvo dos facetas, ya que él fue "apartado para el evangelio de Dios" (Romanos 1:1), como él dice, "del cual yo Pablo fui hecho ministro" (Colosenses 1:23), y tuvo que sufrir "por su cuerpo, que es la iglesia; de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios" (Colosenses 1: 24, 25).

 

         Si yo hablo del evangelio, ¿me refiero meramente las nuevas o noticias que dirían a un pobre pecador o a una pobre pecadora de qué manera librarse de sus pecados? ¡En ninguna manera! Está allí el pensamiento de lo que es tener al Dios bendito, revelado en toda la magnificencia de Su amor y gracia, y dado a conocer aquí, a los corazones de los hombres, y a ellos llevados a conocerle a Él mismo, y llevados al gozo de Su amor. Todos estos, tan bienaventurados, forman la Iglesia. Ustedes no pueden tener sólo la posición del evangelio, y dejar fuera el pensamiento de la Iglesia. Y yo creo que el hombre que procura hacer eso está haciendo una obra muy pobre y muy insatisfactoria. No, ellos son realmente uno. El evangelio produce la Iglesia, y la Iglesia es sostenida, o ampliada, mediante el evangelio.

 

         Pienso que la manera en que los dones son introducidos en este cuarto capítulo de Efesios es muy interesante. Pablo fue escogido para dar a conocer la verdad de la Iglesia. Con este propósito en perspectiva, él llevó el evangelio a los Gentiles, y los Judíos no permitirían esto, sino que lo encarcelaron. Fue su amor mismo por las almas que lo llevó a llevar adelante el evangelio.

 

         Como un prisionero en cadenas, él escribe esta hermosa epístola. "Por eso yo, prisionero en el Señor, os exhorto a que andéis como es digno del llamamiento con que fuisteis llamados" (Efesios 4:1 - RVA). Hacemos bien en poner atención a la Palabra de Dios, y ocuparnos de andar como es digno, porque hemos sido llamados a esto. Es el llamamiento de Dios. Nosotros hemos sido llamados a la asociación con Cristo. Hemos sido llamados, asimismo, a una esfera que es absoluta y bienaventuradamente divina. La Escritura llama a este llamamiento un "llamamiento celestial." (Hebreos 3:1). Es un llamamiento maravilloso, y Pablo les suplica que anden como es digno de él.

 

         La manera de hacer eso es dada a continuación: "con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos los unos a los otros en amor; procurando con diligencia guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz." (Efesios 4: 2, 3 - RVA). Ahora bien, yo he asistido a un buen número de disertaciones sobre este capítulo, y por lo general han adoptado esta forma. Primero, «¿Qué es el llamamiento?» (versículo 1). Cuando eso ha sido discutido se ha presentado la pregunta, «¿Qué es la unidad del Espíritu?» (Efesios 4.3). Y yo pregunto, «¿Por qué ha dejado usted afuera el segundo versículo?» Nosotros queremos el segundo versículo. "Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor." (Efesios 4:2). Nosotros nunca captaremos el significado de la unidad del Espíritu a menos que nuestras almas estén inundadas de lo que presenta el segundo versículo. Ese es el Espíritu de Cristo, la gracia de Cristo, la paciencia de Cristo. Y, ¿piensa usted que va a ser un hombre de iglesia sin que este segundo versículo le circunde a usted? No se engañe a usted mismo. Usted jamás tocará la verdad de la unidad del Espíritu, ni tampoco estará en el poder de lo que esa verdad es, a menos que su alma se haya empapado de la verdad del segundo versículo y que permanezca en dicha verdad.

 

         La humildad le guardará a usted de golpear su cabeza contra el dintel de una puerta que no es alta. ¿Capta usted la figura? Y si yo estoy andando en mansedumbre, me conduciré correctamente cuando otras personas no estén actuando correctamente hacia mí. Cuán hermoso encontramos presentado esto en la Escritura como siendo aquello que caracterizó al Señor Jesús. Usted y yo tenemos que ser exhortados a ser mansos, pero el bendito Señor fue siempre la expresión de la mansedumbre. Él pudo decir verdaderamente, "Soy manso y humilde de corazón." (Mateo 11:29). Es doloroso ver cuán pronto nosotros podemos ser lo opuesto. Que un santo pueda parecerse a Cristo en esta cualidad es manifiesto, ya que "aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra." (Números 12:3).

 

         Usted me dirá quizás, «Yo estoy rodeado de personas con las cuales es muy difícil llevarse bien.» Muy probable. ¿Cree usted que ellas son peores que las que murmuraron de Moisés? Si es así, hay una buena oportunidad para que usted les muestre paciencia, soportándose con paciencia los unos a los otros en amor. Es lo que el amado pueblo de Dios necesita por todas partes, y lo que todo Cristiano necesita el Señor lo dará, si nosotros buscamos Su rostro.

 

         Es sólo cuando el alma está en este espíritu que ella es capaz de guardar la unidad que el Espíritu ha formado. Usted no puede hacer esta unidad, y usted no la puede romper. "Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como habéis sido llamados a una sola esperanza de vuestro llamamiento. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, quien es sobre todos, a través de todos y en todos." (Efesios 4: 4-6; RVA). El apóstol habla aquí de tres círculos:

1. El del Espíritu - realidad -

         2. El del Señor   - profesión,

                   3. y el de Dios el Padre - ubicuidad universal.

 

         Él dice a continuación, en el versículo 7, "a cada uno de nosotros le ha sido conferida la gracia conforme a la medida de la dádiva de Cristo." (Efesios 4:7 - RVA). Yo entiendo que esto significa que a cada uno el Señor da esa gracia a manera de don o dádiva, el cual Él ve adecuado conceder. Con respecto a nuestro servicio, cada uno de nosotros tiene un don y un lugar individual, conforme a Su voluntad soberana, y sabiduría infinita en la elección de Sus instrumentos. Toda gracia viene de Él, todo don, pero ello es para el bien de todos. Esto es evidente a partir de la lectura de Efesios 4:16.

 

         Pero noten que es sólo por amor que nosotros crecemos, y que nosotros desarrollamos lo que se nos da, a manera de don, solamente mediante el uso. "Dios es amor. Y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él." (1 Juan 4:16 - BTX). El mero conocimiento envanece, pero el amor edifica, y construye. Es sólo mediante el ejercicio del amor que nosotros podemos edificar.

 

         "Por esto dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres. Pero esto de que subió, ¿qué quiere decir, a menos que hubiera descendido también a las partes más bajas de la tierra? El que descendió es el mismo que también ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo." (Efesios 4: 8-10; RVA).

 

         Usted observará aquí el ejercicio de la soberanía de la Cabeza ascendida en gloria, la cual comunica un cierto don a usted o a mí, como Él quiere. Todo es hecho por Él. Si Él le ha hecho a usted un evangelista, o un pastor, o un maestro, o si Él sólo ha hecho de usted una pequeña ayuda en la Asamblea, todo es hecho por Él, todo ello viene de Él. Si usted obtiene cualquier cosa que ayude a los santos, dele gracias a Él y úselo. Recuerde que en todos hay algo. Que no olvidemos eso, porque todos estamos aquí para ayudarnos los unos a los otros. "A cada uno de nosotros le ha sido conferida la gracia." (Efesios 4:7 - RVA).

 

         Ahora bien, vea cuán hermosamente el apóstol sigue la huella de todo don hasta el Cristo ascendido. Él descendió, asumió la humanidad, y venció absolutamente a aquel que había sido el vencedor del hombre. Al principio, en el desierto, Él lo derrotó moralmente, y luego salió en Su propia gracia bendita a encontrar al hombre cautivo, y a librarlo en todo aspecto de la esclavitud del pecado (ver Mateo 4: 23-25). Pero ahora Él ha pasado, a través de la muerte y resurrección, de esta escena, y Él ha subido a lo alto, y aunque los poderes del mundo venidero se encuentran en suspenso, y los milagros han cesado, se nos permite tener una parte muy bienaventurada en lo que Él está haciendo ahora, y Él cuenta con que nuestros corazones estén interesados en todo lo que Él está interesado.

 

         Hay tres cosas en el versículo ocho de este capítulo, a saber:

(1) Él subió a lo alto;

         (2) Él llevó cautiva la cautividad;

                   (3) Él dio dones a los hombres.

        

         Cuando Él vino a este mundo, Él encontró a Satanás el captor y al hombre encadenado, por decirlo así, a las ruedas de su carro triunfal. El hombre estaba en cautividad, conducido o llevado a través de la escena por el diablo. Toda la cosa se ha invertido ahora. Satanás no es ahora el captor teniendo al hombre en cautividad, sino que Cristo ha sido el Vencedor. Él ha resucitado de los muertos, el poderoso Vencedor, y Satanás está encadenado a las ruedas de Su carro. "Llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres." Estas son dos cosas maravillosas. Satanás vencido, y el hombre liberado, para convertirse en vasallo voluntario de Cristo.

 

         Él da dones a los hombres. Es decir, Él le hace a usted depositario de un cierto don, y luego Él le toma a usted, con don y todo, y hace de usted un presente o regalo a la Asamblea. Él se dedica a usted y a mí, quienes hemos estado bajo el poder de Satanás, Él nos salva, nos libera, rectifica nuestros corazones para con Dios, y nos acerca a Él. Y no sólo eso, sino que Él nos da el Espíritu Santo, de modo que nuestra eternidad de alegría comience aquí, mientras atravesamos esta escena, y nos hace depositarios de algún don mediante el cual hemos de ser los exponentes de Su gracia en esta escena. Él "anduvo haciendo bienes" (Hechos 10:38), y nosotros hemos de andar en Sus pisadas. Eso es Cristianismo, y si no lo comprendo así, entonces yo no entiendo lo que el Cristianismo es.

 

La declaración de que Él ha subido a lo alto es una cita del Salmo 68, que dice también:

 

"Adonay emite el parte de guerra: ¡De las evangelizadoras hay gran multitud!

Reyes y ejércitos huyen precipitadamente, Y la que se queda en casa reparte despojos.

Mientras dormís entre los apriscos, Las alas de la paloma se cubren de plata, Y el oro refulge en sus plumas.

Cuando ’El-Shadday desbarataba a los reyes, Una nieve blanca caía en el Valle de la Oscuridad.

Monte de Dios es el monte de Basán; Monte alto el de Basán.

¿Por qué, oh montes altos, miráis con envidia, Al monte que 'Elohim escogió para su morada? Ciertamente YHVH habitará en él para siempre.

Los carros de Dios son miríadas, y millares de millares, Desde el Sinay Adonay avanza entre ellos al Santuario.

Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, Tomaste dones y los diste a los hombres, incluso a los rebeldes, Para habitar entre ellos, ¡oh YH ’Elohim!" (Salmo 68: 11-18; BTX).

 

         "El Señor daba palabra", y a nosotros nos es concedido el inmenso favor y privilegio en esta escena, conforme a nuestra pequeña medida, de asirnos de la Palabra de Vida (Filipenses 2:16). No se trata sólo de predicar. Pero el santo es una luz en esta escena de profundas tinieblas. Una luz que viene de Cristo en gloria. Él regresará, pronto, y Él corregirá todas las cosas, y Él no necesitará nuestra ayuda en aquel día de poder manifiesto, pero ahora, durante Su ausencia, Él nos usará si nos rendimos a Él. ¿Hubo alguna vez un Amo semejante? ¿Hubo alguna vez gracia como la Suya?

 

         "Pero esto de que subió, ¿qué quiere decir, a menos que hubiera descendido también a las partes más bajas de la tierra?" (Efesios 4:9 - RVA). Esa es la base de toda esta revelación acerca del don. Él ha descendido directamente a las mismas profundidades donde Él venció a Satanás, y ha subido a la diestra de Dios. Su posición actual y Su gloria Le dan el privilegio de hacer que aquellos que eran cautivos de Satanás, sean ahora los instrumentos de Su poder para librar a otros. Nosotros le seguimos Él en una guerra santa contra el enemigo común de Dios y del hombre. Dios llena aquí todo el horizonte del alma con Cristo. Mire usted tan abajo como desee, Él ha estado allí. Mire usted tan alto como quiera, Él está allí. Nada es puesto delante del alma sino Cristo en poder victorioso.

 

         Y ahora, Él revela lo que Él dio. "Él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros." (Efesios 4:11 - RVA). Usted tiene en su Biblia en Español, muy probablemente, una coma (,) delante de cada uno de estos dones, pero ella no debería estar allí. Yo no pienso que el punto en el verso 11 sea que Él dio a algunos el ser apóstoles, o el ser profetas, sino que en el conocimiento que Él tenía, de lo que era necesario para que Sus propios propósitos fuesen llevados a cabo, Él dio las personas, en quienes Él había depositado estos varios dones, a la Asamblea. Ahora bien, en cuanto a apóstoles y profetas, nosotros no los tenemos a ellos en persona hoy en día, ni tampoco de hecho, los necesitamos. Ellos han existido, y han hecho su obra. "Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu." (Efesios 2: 19-22). El resultado en pleno de la obra de ellos será vista, pronto, en la "la santa ciudad, la nueva Jerusalén." (ver Apocalipsis 21).

 

         La obra de los apóstoles y de los profetas fue poner el fundamento. Eso, entiendo, nosotros lo tenemos en los escritos del Nuevo Testamento, sobre el cual la fe de nuestras almas es edificada ahora, y una vez que el fundamento, o cimiento, de una casa está puesto, usted no necesita ningún fundamento o cimiento nuevo. El punto es este, a ellos no se les necesita más. Por consiguiente, la idea de que hay ahora apóstoles y profetas, en su sentido primario, es claramente un error. Nosotros, indudablemente, tenemos aún ministerio profético en el sentido de "el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación." (1 Corintios 14:3). El ministerio que alcanza la conciencia, que edifica, o construye, despierta, y consuela, es profético. El hombre que puede hablar de esa manera es un don muy útil. Todos nosotros lo necesitamos. Y si hay un profeta aquí, gracias a Dios por ello. Pero pongan atención, él no es un profeta si a usted no lo edifica, no lo despierta, y no le venda las heridas. Los profetas de este orden se evidencian hoy en día cuando la Asamblea funciona, es decir, se reúne; pero en cuanto a apóstoles, no hay ninguno. Ellos han hecho su obra - pusieron el fundamento - y salieron de la escena.

 

         Pero, ¿qué podemos decir en cuanto a la sucesión apostólica? Ella es una ficción de la mente del hombre, y no hay rastros de ella en la Escritura. Ha habido sucesores, indudablemente, y hay dos Escrituras muy solemnes que se refieren a ellos. Pablo, dirigiéndose a los ancianos de la asamblea a quienes él escribió la epístola que estamos considerando, describe así a sus sucesores. "Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos." (Hechos 20: 29, 30). El Señor también elogió a la misma Asamblea - en la segunda epístola a ellos - por haber detectado a los impostores. "Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos." (Apocalipsis 2: 1, 2). Los hombres, por tanto, que asumen hoy en día ser apóstoles, o sus sucesores, están en un caso serio. O son ellos "lobos rapaces" que están despedazando el rebaño de Dios, o "mentirosos", fácilmente, y ciertamente a ser puestos en evidencia. Estas Escrituras zanjan todo el asunto en lo que se refiere a la cuestión de la sucesión apostólica. Aparte de estas no hay mención del tema en la Palabra de Dios.

 

         Pero si los apóstoles y profetas han pasado, agradezcamos a Dios de que hay aún evangelistas, y pastores, y maestros, permanentes. No se puede prescindir de tales dones, y el Señor continúa dándolos directamente hasta el fin. Mientras el cuerpo de Cristo esté aquí en la tierra, el Señor siempre dará estos dones. La confusión es tal, ¡lamentablemente! en la Iglesia hoy en día  que cada don puede no estar haciendo su obra en el orden divino, y como consecuencia, yo pienso que el siervo de Dios hoy en día, tiene que ser un 'factótum'. Es decir, aquel que es un evangelista puede tener que hacer un poco de obra pastoral, y procurar enseñar también, simplemente porque todos los pastores y maestros no están ejercitando sus dones respectivos según las líneas establecidas en la Palabra de Dios.

 

         Demos una mirada a los pastores y maestros. El maestro se ocupa del Libro, el pastor se ocupa más de la necesidad del alma. Este último es un don poco frecuente, mientras que el maestro es un don muy útil. En Efesios 4 usted observa que ellos están unidos, en una manera bastante diferente de los otros dones. ¿Ora usted por los maestros? Nosotros debiéramos orar grandemente por los maestros, pero tendemos a olvidar nuestro privilegio en ese respecto. Un pastor ama a los santos, se les acerca individualmente, y así los ayuda y los conduce. Usted puede reconocer un pastor en un minuto, por la manera en que él ora por las ovejas.

 

         Los pastores y maestros, no obstante, tendrían poco que hacer si no fuera por los evangelistas. La posición de ellos es muy bienaventurada, porque "¿cómo oirán sin haber quien les predique?" (véase Romanos 10: 14, 15).

 

         Consideremos lo que la Escritura nos dice acerca del evangelista, y observen que este don entra entre los apóstoles y los profetas por una parte, y los pastores y maestros por la otra. Existe una gran diferencia en la obra del evangelista, el pastor, y el maestro. Yo pienso que quizás podría expresar esta diferencia de tal manera que el más simple pueda comprender. ¿De qué se ocupa el evangelista? Su ocupación es con el alma. ¿De qué se ocupa el pastor? Su ocupación son las ovejas. ¿Y el maestro? Su ocupación es el Libro. Los hombres tienen almas inmortales, y lo que marca a un evangelista es el amor intenso a las almas. El amor por las almas debería marcar a todo hijo de Dios, y si usted no lo tiene, ¿acaso no hay una grave duda acerca de si usted es o no es uno de ellos?

 

         El amor desea la bendición de los demás. Si usted mismo tiene el disfrute del amor de Dios, usted no puede estar en un estado correcto si no es solícito en que otros lo disfruten también.

 

         Permítanme que llame a poner su atención a los Hechos de los Apóstoles. Lo que me interesado grandemente últimamente es el modo en que la verdad salió a la luz al principio.

 

         Una vez cumplida la redención, y habiéndose marchado el bendito Señor a lo alto, el Espíritu de Dios descendió en el día de Pentecostés sobre los ciento veinte que estaban reunidos (ver Hechos capítulos 1 y 2). No olviden ustedes que ellos estaban reunidos orando cuando el bendito Espíritu de Dios descendió sobre ellos, y la Casa de Dios fue formada en la tierra. El resultado de eso fue que "se juntó la multitud", y el Espíritu de Dios llevó a Pedro a predicar, y tres mil hombres fueron llevados al Señor aquel día. Fue un hermoso triunfo de la gracia.

 

         El día que la Ley fue quebrantada, ¿sabe usted qué sucedió? Se manifestó un resultado muy diferente. Moisés clamó, "¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví. Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres." (Éxodo 32: 26-28). Todos los hijos de Leví vinieron a la ayuda del Señor en aquel día, y tres mil hombres murieron. Cuán hermoso es el contraste en el día de Pentecostés. El día que el Espíritu Santo desciende, Simón el hijo de Jonás (¿era acaso él un Levita?), o Pedro, como él es llamado ahora, esgrimió su espada - "la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Efesios 6:17) - dio un testimonio esplendido de Cristo, y tres mil hombres fueron salvos y se añadieron a la Asamblea del Señor aquel día.

 

         ¿Qué fue Pentecostés? Fue la 'ceremonia de apertura' del día del Espíritu. El Espíritu Santo estaba en la tierra. ¿Está Él aún en la tierra? «Sí», dice usted, «pero Él no está obrando ahora como Él obraba en aquel entonces.» Yo admito eso, ¿pero le vamos a culpar a Él? ¿Vamos a culpar a Dios? Yo creo que si volviéramos la mirada a ello sería mejor para nosotros. Una Iglesia sin fe, una Asamblea que ha perdido el sentido de lo que es pertenecer a Cristo, impide, fuera de toda duda, Su actividad. No olvidemos, sin embargo, que nosotros estamos en el día del Espíritu Santo.

 

         Yo creo que lo que nos falta hoy en día es la oración. Si usted alguna vez ha indagado a través de los Hechos de los Apóstoles, se sorprendería cuánta oración hay en todas sus escenas. Si usted lee el Evangelio según Lucas, donde usted obtiene la amorosa historia de Jesús, como el Hombre dependiente, usted encuentra que el Aquel bendito se inclinó siete veces en oración. Tres veces siete, y más, los santos se inclinan en oración en los Hechos. La debilidad de nuestro día puede ser explicada fácilmente. Pero queremos ser animados, y, entonces, ciertamente lo que leemos debería animarnos.

 

         En los Hechos tenemos la historia de un hombre - y el único hombre que yo sepa - que es llamado en la Escritura un evangelista. Era Felipe. Él era uno de los que fueron seleccionados, si lo recuerdan, para cuidar del dinero, y de los pobres. "En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos." (Hechos 6: 1-6).

 

         En el capítulo 7 de los Hechos, tenemos el testimonio de Esteban, y por su testimonio él pierde su vida. ¿Pero cómo murió él? Él murió exactamente como su Maestro, orando por sus asesinos. ¿Qué dijo el bendito Señor, cuando estaba en la cruz? "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." (Lucas 23:34). ¿Y qué dice Esteban? "Señor, no les tomes en cuenta este pecado." (Hechos 7:60).  Hermoso testimonio rendido a Cristo.

 

         Ahora bien, el resultado de esto fue que la persecución se desató, y todos ellos fueron esparcidos, y los discípulos fueron a todas partes llevando el evangelio con ellos. "Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. Y hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él. Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel. Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio." (Hechos 8: 1-4). ¿Por qué permite el Señor esa persecución? No tengo ninguna duda acerca de que Él tuvo un propósito divino permitiéndola, porque usted sabe muy bien que el Señor, al final de Lucas, había dicho a la compañía de apóstoles y discípulos reunida, "que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén." (Lucas 24:47). Así como está expresado al final de Lucas.

 

         Pero cuando usted llega al capítulo inicial de los Hechos de los Apóstoles, usted encuentra que ellos debían esperar en Jerusalén hasta que el Espíritu Santo descendiera, y se les dijo entonces, "recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra." (Hechos 1:8). Pues bien, ¿qué estaban haciendo ellos? Los apóstoles y todos los hermanos se habían quedado inmóviles en Jerusalén. Ellos hicieron de dicha ciudad una especie de metrópolis espiritual. Es sorprendente cómo nos gusta apegarnos al lugar antiguo, a la antigua habitación, en lugar de salir. Ellos estaban allí, ellos no saldrían de Jerusalén. El Señor dice, «Yo voy a espabilarlos, enviando persecución.» Probablemente usted dice, «Los apóstoles se habían quedado allí todavía. Ellos se quedaron quietos, pero no creo que ellos estuvieran obedeciendo al Señor en su acción, y Él levanta otros siervos, menores, como Felipe (Hechos 8:6), o más grandes, como Pablo (Hechos 9). Si usted va a gran distancia usted estará obedeciendo al Señor.»

 

         Un evangelista correcto trabaja siempre desde el centro divino. Él trabaja desde Cristo, y desde la cosa que está más cerca, y que es más querida para Cristo, y eso es la Asamblea. Felipe estaba en contacto pleno con la Asamblea más cercana cuando él descendió a Samaria, y "les predicaba a Cristo", tal como está registrado en el capítulo 8 de los Hechos. Al final de ese capítulo, la calidad de un evangelista es vista dulcemente en él. Mandado por el Señor, él deja la floreciente obra en Samaria, y viaja ciento cincuenta kilómetros para encontrar a una pobre alma ansiosa que había viajado más de mil quinientos kilómetros para obtener luz de parte de Dios. Él se encontró con aquel pobre eunuco solitario, y "le proclamó a Jesús." (Hechos 8:35 - BTX). A mí me agrada oír a un hermano proclamando a Jesús. No pienso que haya muchos que puedan hacerlo. Usted necesita estar muy cerca del Señor para ir y proclamar a Jesús. Es fácil hablar acerca de Cristo. Cuando yo era un Cristiano recién convertido, yo oía más acerca de Jesús de lo que oigo hoy en día. No tenemos suficiente de Jesús en nosotros, ni de la gracia de Jesús, ni de los modos de obrar de Jesús. Todos nosotros necesitamos muchísimo más de Jesús.

 

         Felipe pescó muchos peces en Samaria, uno en el desierto, y después que hubo ayudado al eunuco el comenzó en "Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea." (Hechos 8:40). Por lo tanto, este evangelista precedió a Pedro en su notable misión para con Cornelio, y yo me atrevo a pensar que tuvo que ver con esa hermosa obra en Cesarea, registrada en Hechos 10. En el capítulo 21 de los Hechos, usted encontrará que él vivió allí, y cuando Pablo llegó allí, él se alojó en casa del cabal graduado en el evangelio "Felipe el evangelista." "Al día siguiente, partimos y llegamos a Cesarea. Entramos a la casa de Felipe el evangelista, quien era uno de los siete, y nos alojamos con él." (Hechos 21:8 - RVA). Los apóstoles tenían una idea más grande del evangelista que la que muchas personas tienen hoy en día.

 

         Los evangelistas no siempre pueden ser muy inteligentes. Si este es el caso, ayúdeles. Si me equivoco, corríjame. Quiero conocer realmente el pensamiento del Señor, y hacerlo. Posiblemente Felipe necesitaba y deseaba ayuda; de todos modos, estoy muy asombrado por el hecho de que los hombre más grande que alguna vez ha vivido, salvo el bendito Señor, cuando llega a Cesarea no va a un hotel, ni a la mansión del noble centurión Cornelio, sino que se hospeda con un evangelista. A usted le haría bien ir y hospedarse con un afectuoso evangelista.

 

         Yo he estado muy interesado últimamente considerando cuatro cosas en relación con el evangelio:

1. ¿Qué predicar?;

         2. ¿Dónde predicar?;

                   3. ¿Cuándo predicar?; y

                            4. ¿Cómo predicar?

 

         ¿Qué predicar? Bueno, usted estará interesado en ver las variados tipos de predicación en esos días. Era polifacética. Era hermosamente variada. Usted encontrará que ella era así, si se toma el trabajo de ver lo que la predicación era. Pero todos tenemos que ser como Jonás. El Señor le dijo, "Levántate, vé a Nínive, aquella gran ciudad, y predícale la predicación que yo te diré." (Jonás 3:2 - VM). Joven predicador, predique lo que Dios le diga; no lo que sus hermanos le sugieran, o lo que ellos esperen que usted predique, o aquello que les gusta oír a los que le oyen. Obtenga sus órdenes desde arriba, y apéguese a ellas. Usted debe obtener la clase correcta de cebo si es que va a pescar. Lo que necesitamos es que nuestros corazones se amplíen. ¡Oh, suspiremos por la ampliación de corazón! Eso es lo que todos nosotros necesitamos, mis queridos amigos. Es, hablando físicamente, una enfermedad mortal, pero es la cosa misma que todos necesitamos espiritualmente. Un santo con corazón amplio capta el propósito de Dios, el pensamiento de Dios, y la gracia de Dios, y, estando a Su servicio proclama toda la verdad de Dios.

 

         La esfera del evangelista es el mundo. Él lleva a Cristo al mundo, y procura sacar las almas del mundo y llevarlas a Cristo. Pero, si el evangelista es instruido, él obra siempre desde la Asamblea, y conduce las almas a ella. ¿Sabe usted cómo funciona un sencillo compás? Un evangelista es como eso - o debería ser. Una pierna del compás queda fija, y usted estira la otra tan lejos como pueda ir. ¿Dónde está la pierna fija del evangelista? En la Asamblea; y su otra pierna, para usar mi figura, rodea el mundo. Él sale en celo ardiente, y afectuosa energía, a buscar almas, dondequiera Dios le guíe. Su parroquia es el mundo.

 

         Mis amados hermanos, oigamos la Escritura en este asunto: "Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera." (Mateo 13: 47, 48). Cuando la red se llenó, ellos la sacaron a la orilla. Ellos trabajan muy duro. Y presten atención, hay un trabajo categóricamente duro relacionado con el evangelio. Es una cosa muy fácil quedarse en casa, y calentar los pies, y decir, «Gracias Dios, yo voy al cielo.» Pero salir, y trabajar para el Señor, y ganar almas, no es tan fácil. Pero ellos tuvieron su recompensa. Ellos recogieron el pescado, y recogieron lo bueno en cestas, y lo malo lo echaron fuera. La cesta es la Asamblea. Usted no puede pretender recoger pescado en la Asamblea. Usted debe salir a las oscuras aguas alrededor para pescarlos. ¿Y qué es el agua? Es el mundo, amados amigos.

 

         Todo es en la perspectiva de la Asamblea, y conduce a ella. Pero surge la pregunta, ¿Es el evangelista para la Asamblea? Se ha de tomar nota que en la lista de dones que la edifican, en 1 Corintios 12, el don de evangelista no se nombra. ¿Es esta la razón para que los santos no necesiten y no disfruten el evangelio? Pienso que no. Siento pena por el santo que no disfruta el evangelio. No hay nada que me agrade más que sentarme y oír el evangelio, y debemos tener en mente que nosotros vivimos en un día cuando almas no establecidas rondan, y quizás incluso entran en la Asamblea. Para todas ellas, el sencillo evangelio es divinamente adecuado.

 

         El Señor dijo a Simón y a Andrés, "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres." (Mateo 4:19); y yo entiendo que un pescador es uno que pesca - no meramente un hombre que sale a pescar con una caña de pescar, o una red. La obra del evangelista es, antes que nada, traer almas a Cristo, y luego traerlas a la puerta de la Asamblea. Mi consejo para usted es: No introduzca usted sus propios convertidos. Deje que los porteros los hagan entrar. Nosotros leemos acerca de los porteros en los días de Salomón. Sus nombres son presentados en 1 Crónicas 9: 17, 18; el número de ellos, cuatro mil, es presentado en 1 Crónicas 23:5; el turno de ellos lo leemos en 2 Crónicas 8:14; y el servicio de ellos en 2 Crónicas 35:15. ¿Es usted un buen portero? Unos pocos buenos porteros en la Asamblea son de gran servicio, porque los porteros mantienen afuera lo que no debiera estar adentro, y dejan entrar a los que tienen derecho a entrar. Es una gran alegría para un alma recién convertida cuando los porteros pueden decir, "¡Entra, bendito de Jehová!" (Génesis 24:31 - VM). Me agrada un portero afectuoso.

 

         A todos nosotros se nos ha asignado una obra, pero recordemos que todos estamos sometidos a Cristo. El evangelista pesca los peces, otros han de determinar si ellos son buenos o malos. Entonces, ¿cuál es la relación del evangelista con la Asamblea? ¿Está él bajo el control de la Asamblea? ¡Bajo el control de la Asamblea! ¿Qué, Mis siervos bajo el control de ustedes? Mi casa y Mis siervos me pertenecen a Mí, y no a ustedes. El evangelista es de la Asamblea, y, obviamente, si su andar y sus modos de obrar no son correctos, él cae bajo la disciplina de la Asamblea, pero él es un siervo del Señor Jesucristo.

 

         Entonces, ¿yo no debo lealtad a nadie? ¡Sí! a mi Señor y Maestro, a ningún otro, ciertamente. Entonces, ¿y en cuanto al control? "Uno es vuestro Maestro, el Cristo." (Mateo 23: 8-10). En cuanto a doctrina, obviamente, se trata de otra cosa. Siendo de la Asamblea, si la doctrina del evangelista no es sana, él es responsable allí. Pero el hecho de que la Asamblea piense que la labor del evangelista es de ellos es un profundo error. Por otra parte, el hecho de que un evangelista procure trabajar en un espíritu de independencia aparte de la Asamblea, yo debería condenarlo con todo mi corazón.

 

         Si las almas son alcanzadas por el evangelio, ¿qué es lo natural que usted desea? Que ellas se desplacen al lugar donde está el Señor. Nosotros podríamos ayudar a estos queridos siervos - los evangelistas - y deberíamos ayudarles si nosotros orásemos más por ellos. Ellos, no obstante, deben ser dejados libres para llevar a cabo el ejercicio del don que el Señor les ha dado, dónde, cuándo, y cómo Él los guie. El hecho de que la Asamblea ore mucho por ellos es una cosa muy bendita y feliz.

 

         Si algunos de aquellos a los que me dirijo siente que Dios los ha llamado a este servicio bienaventurado, permítanme que les urja con afecto a que se consagren a él. Ríndanse ustedes al Señor. Ustedes tienen solamente una vida, y si el Señor ha puesto en su corazón predicar el evangelio, vayan y háganlo. No prediquen sermones; sean como Felipe, prediquen a Cristo.

 

         Jóvenes, salgan al campo, y cuenten a las personas, las cuales quizás jamás han oído el sencillo evangelio, la historia del amor de Cristo. «¡Oh», dice usted, «yo predico, pero no pesco ningún pez - no logro ninguna conversión.» No permita que su mente se ocupe del éxito. El Señor dice, "¡Muy bien, siervo bueno y fiel!" (Mateo 25:21 - VM). Él no dice, «¡Muy bien, siervo bueno y exitoso!» La gran cosa es ser sencillo.

 

         Recuerdo lo que sucedió poco después de que yo me convertí. Me convertí en la tarde de un Día del Señor, y estuve a la Mesa del Señor el siguiente Día del Señor. Ese fue un gran favor de parte del Señor, situarme de inmediato entre Sus santos, y yo pienso que puedo decir verdaderamente que he sido un hombre de iglesia desde que me convertí. Pues bien, después de dos o tres meses, yo comencé a predicar un poco en el campo. Pero algunos de los santos dijeron, «Ven y predica en el salón de reunión.» ¡Justo, de entre todos los lugares, en el salón de reunión! El pensamiento de predicar a estos hermanos de mayor edad, inteligentes, y posiblemente críticos, me dejó grandemente perplejo. No obstante, me presionaron tanto que yo, al fin, consentí y, obviamente, preparé un sermón muy elaborado. Gracias a Dios, fracasé en aquel sermón, lo cual me fue muy útil, ya que yo estaba confiando en mi preparación, y no en el Señor. Fue el único sermón en que he fracasado, en todos los días de mi vida, ya que, desde aquella noche, aprendí a confiar en el Señor para Su apoyo y ayuda al ministrar Su Palabra.

 

         Si usted va a ser un pescador exitoso, usted tendrá que mantener su 'yo' fuera de su vista. Espere mucho en Dios, y recuerde que los hombres tienen almas inmortales, y se están apresurando a una eternidad perdida. Vaya entonces, y tiernamente, amorosamente, y en tono suplicante predique a Cristo. Cuénteles acerca de Cristo, y, mi querido amigo, usted estará seguro de pescar hombre para Él.

 

         Los Hechos de los Apóstoles nos presentan una gran variedad en el modo de presentar el evangelio, y es muy interesante ver la manera en que el evangelio está relacionado con la Asamblea, y la manera en que la obra avanzó. El evangelio y la Iglesia jamás se separaron en los días de los apóstoles. La razón de eso era el interés de ellos en la obra de cada uno de los demás, y su sencillez manifiesta. Consideren a Felipe yendo a Samaria con esa hermosa obra, cuando tantos fueron bendecidos. Pedro y Juan descendieron a Samaria. ¿Piensa usted que ellos fueron a examinar la obra del evangelista? Yo no lo creo. El Espíritu Santo no descendió sobre los convertidos hasta que ellos descendieron. Dios no permitió eso hasta que estos hombres descendieron, e impusieron sus manos sobre ellos. La razón es simple. La obra de Dios es una, aunque los instrumentos varían. Había Una Cabeza en el cielo, y Un Espíritu en la tierra, y la obra en Samaria era una con aquella en Jerusalén, ya que no había más que "un solo cuerpo." La acción de los apóstoles, por lo tanto, fue mostrar la identificación de la obra. La Asamblea en Jerusalén tomó gran interés en la obra del evangelista en Samaria.

 

         Felipe necesitaba, indudablemente, y recibió gustosamente la ayuda de los apóstoles. Él pensaba que Simón el mago se había convertido, pero él no se había convertido. Un evangelista debe ser un hombre cordial, optimista, de lo contrario no tendrá éxito. Es parte de su don ser exactamente eso. Nada le desanima. Él es como un corcho sobre el agua, mientras más se lo sumerge, más alto sale a flote. Él siempre sale sonriendo. Él está establecido en el nombre del Señor, y por la gracia del Señor, para ganar almas para el Señor, y mientras él esté aquí usted encontrará que eso es lo que él hará. Predicar no es evangelizar. A muchos hombres les gusta predicar a una compañía grande, pero, ¿lo encuentra usted alguna vez tratando con almas? Una persona semejante no es de mucha utilidad. Él es, quizás, un espléndido predicador, pero él no es un evangelista. El descenso de los apóstoles a Samaria, en el caso que hemos mencionado, fue, indudablemente, una expresión de dulce y hermoso interés en la obra del evangelista.

 

         Cuando Pablo se convirtió, "En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios" (Hechos 9:20), antes de que llegara realmente a la Asamblea. Él fue aceptado en la Asamblea en Jerusalén por recomendación de Bernabé, y los santos pronto reconocieron su valor, ya que él "hablaba denodadamente en el nombre del Señor." (Hechos 9: 20.29).

 

         ¿Por qué informó Pedro en Jerusalén las maravillosas nuevas de que "los gentiles habían recibido la palabra de Dios"? (Hechos 11:1). Para compartir con la Asamblea las victorias del evangelio. Ojalá hubiese más de esa clase de cosas hoy en día, pero lamentablemente, nosotros estamos ocupados, demasiado a menudo, como para interesarnos en la obra de otro. Ellos eran en aquel entonces de un solo corazón, una sola mente, y una sola alma. Con ellos no se trataba acerca de este don o de aquel don. Dios estaba obrando, y sin importar por medio de quien lo hiciera, todos los demás estaban interesados.

 

         Vean de qué manera se ilustra esto en el capítulo 11 de los Hechos: "Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos. Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor. Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía. Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor. Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor." (Hechos 11: 19-24).

 

         Cuando las felices noticias de estas cosas llegaron a oídos de la Iglesia de Jerusalén, ellos enviaron a Bernabé, hasta Antioquía, una distancia de alrededor de seiscientos kilómetros. Ellos estaban interesados en ello. Cuando ustedes oyen acerca de una hermosa obra de Dios que está sucediendo a setenta y cinco, o a setecientos cincuenta kilómetros de distancia, ¿envían ustedes a alguien a ver de qué manera esta obra avanza? Si lo hacen, preocúpense que el enviado sea un hombre bueno. El hombre que ellos enviaron "era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe." (Hechos 11:24). Esa es la clase de hombre que se debe enviar. Si él no es un hombre de este tipo, él hará mucho daño. Ellos envían aquel hombre para ayudar a los predicadores, y a los convertidos, y cuando llegó, nosotros leemos que él se regocijó. Es una gran cosa estar siempre dispuestos a ayudar a todos los demás. Bernabé viene y ve una compañía de santos felices, y, obviamente, él se regocijó. Una cosa maravillosa es la gracia de Dios cuando obra. ¿Por qué dicha gracia no obra más en medio nuestro? Esta es una seria pregunta.

 

         Vayamos ahora al capítulo 13 del libro de los Hechos, y veamos de qué manera el evangelio se propaga desde esta misma ciudad de Antioquía. "Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre." (Hechos 13: 1-4). Observen ahora que no fue obra de la Asamblea. Sino que a la Asamblea se le permitió tener comunión con lo que el Espíritu Santo estaba haciendo. El Espíritu Santo guió a estos siervos, pero Él deja que la Asamblea tenga comunión. ¿No podrían ustedes hacer lo mismo? "Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron." (Hechos 13:3). Yo me regocijaría si ustedes hicieran eso conmigo. Pongan atención a esto: sin hipocresía alguna. Si yo oro, y pongo mis manos sobre un hombre, yo me identifico con él. Si pongo mis manos sobre mi hermano en oración, debería poner, acto seguido, mi mano en mi bolsillo, para ayudarle, porque "el obrero es digno de su salario." (Lucas 10:7). Ellos se identificaban con estos dos hombres, e indudablemente, los sustentaban.

 

         En el capítulo 14 de los hechos, ustedes encuentran a Pablo y a Bernabé de regreso en Antioquía. Cuando ellos llegan allí, ¿qué hacen de inmediato? Leamos: "habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia. De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido. Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles." (Hechos 14: 25-27). Ellos hicieron que la Iglesia se reuniese, y les informaron todo lo que Dios había hecho con ellos. Cuando ustedes regresan de una feliz y exitosa campaña de evangelismo, ¿reúnen ustedes, queridos evangelistas, a la Iglesia para compartir las buenas noticias? Ustedes dicen, «¡Oh, no quisiéramos llamar la atención de esa manera. Los santos no se van a reunir con ese propósito!» Lo siento mucho por los santos. Eso es todo lo que yo puedo decir. Si ustedes tuvieran que ir al hogar a hacer esto, probablemente alguien diría, «Él piensa en grandes términos acerca de él mismo.» Si esto es así, a lo menos algo se manifiesta, y es que la Asamblea ha dejado hoy en día su primer amor por el evangelio, y sus triunfos. En lenguaje sencillo, no somos tan sencillos como ellos eran en aquel día. Que Dios amplié nuestros corazones, porque lo necesitamos.

 

         Pasemos ahora a Hechos 15: "Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos." Ahí tienen, nuevamente, a los siervos compartiendo su común gozo con los santos, y causándoles gran gozo. Eso es lo que tuvo lugar en aquellos tempranos días de frescura y sencillez. Sólo les estoy diciendo lo que el Señor ha registrado, justamente para despertarnos a todos. Y si ustedes no están contentos, yo lo estoy. Yo conozco el secreto de toda esta comunión en los resultados del evangelio. Todos ellos tenían un solo corazón para con Cristo. Ellos pensaban sólo en la gloria de Cristo. Oh, hermanos, que el Señor nos conceda que estemos más en el disfrute de Su amor.

 

         Me ha llamado grandemente la atención, asimismo, el modo en que el Señor procuró educar, y luego enviar a Sus siervos cuando Él estuvo aquí. "Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega." (Juan 4: 34-37). ¡Oh, qué evangelista era Él! Venido del corazón del Padre, y cargado con todo el amor de aquel corazón, Él viajó a través de todo ese desierto ardiente para alcanzar, y llenar un corazón vacío, pecador. ¡Hijo de Dios, te adoramos! Él fue a la muerte por usted y por mí. Amados hermanos, ¿qué es lo ustedes van a hacer por Él? ¿Acaso las almas no están pereciendo por todas partes? ¿Qué estamos haciendo nosotros? ¿Les estamos llevando la luz, el bendito evangelio de la gracia de Dios? Presten atención, es una responsabilidad puesta sobre nosotros. El Señor dice aquí, «MIRA, los campos están blancos para la siega.» Que Él pueda instar estas palabras sobre sus corazones y sobre el mío.

 

         Si nosotros vamos a otra parte, encontramos escrito: - "Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies." (Mateo 9: 36-38). "ROGAD." ¡Oh, cuán hermoso! En el capítulo 4 de Juan era, "Alzad vuestros ojos"; aquí es, "Rogad." Él, por decirlo así, dice, «Yo te tomaré en comunión conmigo en la obra.» Yo no estoy al tanto de si ellos oraron o no, pero de todos modos, Él envió a doce: "Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia . . . A estos doce envió Jesús." (Mateo 10: 1-5). Oh, amados, a la verdad los obreros son pocos. ¿Oramos nosotros conforme a esto?

 

         En el capítulo 16 de Marcos, Le encontramos resucitado de los muertos, y Él dice allí en el versículo 15, "ID por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura." (Marcos 16:15). De eso se trata. Las personas me dicen algunas veces, «¿Dónde predicaremos?» Él les dice a ustedes, "Id por todo el mundo." Yo admito muy bien, si ustedes lo discuten, que ello fue un mandato especial a los doce. Pero, ¿limitarían ustedes este mandato a ellos? Hemos estado tomando nota que "Y [Él] constituyó a algunos apóstoles; y a otros, profetas; y a otros evangelistas; y a otros, pastores y maestros; para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo." (Efesios 4: 11, 12 - VM). Es decir, Él da en Su gracia bendita, todo lo que es necesario para la senda de los santos, y para el avance de Su obra aquí abajo, sea en la Asamblea, o fuera de ella en el mundo. "Id por todo el mundo", es un mandato imperativo. ¿Tenemos nosotros corazones que obedezcan este mandato? ¿Están nuestros corazones tan dulcemente a tono con Él como para estar dispuestos a ir?

 

         Esto responde la pregunta - «¿Dónde predicar?» Si yo considero al apóstol Pablo, le encuentro predicando en toda clase de lugares. Cerros, riberas de río, mercados, prisiones, palacios, y sinagogas, y su propia casa alquilada, todos oyeron su voz. El punto es que el siervo ha de estar a la orden del Señor para realizar el testimonio. Su único ejercicio consistía en cuanto a cómo se debía proclamar la Palabra del Señor a aquellos a quienes su Maestro le había enviado. Tampoco se trataba esto de un asunto de comunión con la Asamblea, aunque su petición constante de sus oraciones mostraba de qué manera valoraba él la comunión de ellos. Si sus corazones están bien, ellos estarán rogando al Señor por bendición.

 

         El siervo obtiene su comisión de su Amo. Él no necesita ninguna otra autorización o recomendación. El Hijo del Hombre "es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase." (Marcos 13:34). El siervo tiene autoridad dada por su Señor: eso es suficiente. ¿Cuál será el resultado? Habrá, de aquí a poco tiempo, una recompensa para todo servicio rendido a Él. El capítulo 32 de Isaías nos presenta una buena ilustración de la pregunta, «¿Dónde predicaremos?» "¡Bienaventurados vosotros que sembráis junto a todas las aguas; que enviáis a tales labores el pie del buey y del asno!" (Isaías 32:20 - VM). Sembrar junto a todas las aguas. ¿Qué significa eso? Trabajo diligente.

 

         Pero no sólo existe la pregunta acerca de dónde predicar, sino cuándo predicar. Salomón proporciona una buena respuesta; "Echa tu pan sobre las aguas, que después de muchos días lo hallarás. Reparte tu porción con siete, o aun con ocho, porque no sabes qué mal puede venir sobre la tierra. Si las nubes están llenas, derraman lluvia sobre la tierra; y caiga el árbol al sur o al norte, donde cae el árbol allí se queda. El que observa el viento no siembra, y el que mira las nubes no siega. Como no sabes cuál es el camino del viento, o cómo se forman  los huesos en el vientre de la mujer encinta, tampoco conoces la obra de Dios que hace todas las cosas. De mañana siembra tu semilla y a la tarde no des reposo a tu mano, porque no sabes si esto o aquello prosperará, o si ambas cosas serán igualmente buenas." (Eclesiastés 11: 1-6; LBLA). En el Este (Oriente) ellos siembran la semilla sobre las aguas, las aguas son absorbidas por la tierra, y la semilla cae en una suave y fértil cama de tierra húmeda. Esto no es predicar. Esto equivale a usted y a mí estando dispuestos a dejar caer la bendita semilla de la Palabra de Dios en el alma, dondequiera que Dios nos lleve. Usted debe ser una persona que va de un sitio a otro con la celestial cesta de semillas sobre su brazo, dejando caer la semilla dondequiera que  usted vaya. Puede ser a un santo. Puede ser a un pecador. El hecho es que se deja demasiado a los predicadores. El versículo 4 de Eclesiastés 11 nos enseña a no ser gobernados por las circunstancias. Yo creo que Dios nos da a menudo un viento favorable. A Pablo necesitó sólo un día y medio para llegar a Filipos desde Troas con el evangelio (Hechos 16: 11, 12). Pero necesitó cinco días para regresar nuevamente a Troas (Hechos 20:6). ¿Creen ustedes que Dios nos ha dicho esto sin algún motivo? Dios no escribió eso en Su libro sin propósito.

 

         Continúe con su obra. Que nada le obstaculice. Esa es la gran cosa para el santo hoy en día. "De mañana siembra tu semilla y a la tarde no des reposo a tu mano." Eso indica cuándo predicar. "Predica la Palabra, insiste a tiempo y fuera de tiempo." (2 Timoteo 4:2 - BTX). ¿Dónde predicar? Todo el mundo es su parroquia. ¿Cuándo hacerlo? Mañana y tarde, siempre ocupado en ello.

 

         Cómo predicar es asimismo importante, y la Escritura nos dice cómo hacerlo. "Los que siembran con lágrimas, segarán con regocijo. Aunque vaya llorando el que lleva la preciosa semilla, volverá cargando sus gavillas con regocijo." (Salmo 126: 5, 6 - BTX). Los que siembran con lágrimas segarán con regocijo. Yo pienso que eso es el Cómo. Hay un estado moral. Hay un ejercicio de alma. Y, por tanto, usted siembra con lágrimas, y siega con regocijo. Esa es una respuesta hermosa a la pregunta acerca del Cómo, tanto en la manera en que usted sale, como en la manera en que usted presenta la verdad.

 

         Una vez más obtenemos una ilustración de esto en la historia de Pablo. "Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos." (Hechos 14:1). Conecten eso con "de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Juan 3:16). Y Pablo y Bernabé hablaron de tal manera que una multitud creyó. Se dice acerca de George Whithefield que él sentía de tal manera el amor de Dios, por una parte, y la necesidad de las almas por la otra, que él a menudo lloraba por ellos al predicar. Resulta poco extraño que ellos llorasen al oírle. Que el Señor le ayude a usted y me ayude a mí a predicar de esa manera.

 

         Lo que Dios busca es un corazón dispuesto. Usted puede ser tan consagrado como desee serlo, y no será más. Usted puede ceder todo a Cristo. No existe un 'debo' cuando se trata de consagración a Cristo. Yo nunca digo a una persona, «Usted debe consagrarse.» Pero digo, a veces, «Usted puede consagrarse.» Todos nosotros tenemos la oportunidad de hacerlo, y es un error fatal si perdemos esa oportunidad.

 

         Hay una ilustración sorprendente de esto en el libro de Jueces. Algunos del pueblo respondieron espléndidamente al llamamiento de Barac, los demás vacilaron. Esto se celebra en el cántico del capítulo 5, el cual yo les pediría que estudiaran cuidadosamente en relación a la pregunta acerca de consagrarse al Señor. "Despierta, despierta, Débora; despierta, despierta, entona un cántico. Levántate, Barac, y lleva a tus cautivos, hijo de Abinoam." (Jueces 5:12 - LBLA). Ellos estaban anticipando el capítulo 4 de Efesios incluso en aquel día. Ya no eran más cautivos, sino que habían sido liberados, un único cántico llegó a ser el de ellos. Pero algunos no tuvieron parte en la batalla, y no tuvieron corazón para el cántico, y así, ¡lamentablemente! es hoy en día.

 

         "Los príncipes de Isacar estaban con Débora; como Isacar, así también Barac; al valle se apresuraron pisándole los talones; entre las divisiones de Rubén había grandes resoluciones de corazón. ¿Por qué te sentaste entre los rediles, escuchando los toques de flauta para los rebaños? Entre las divisiones de Rubén había gran escudriñamiento de corazón. Galaad se quedó al otro lado del Jordán. ¿Y por qué se quedó Dan en las naves? Aser se sentó a la orilla del mar, y se quedó junto a sus puertos. Zabulón era pueblo que despreció su vida hasta la muerte. Y también Neftalí, en las alturas del campo." (Jueces 5: 15-18; LBLA). Rubén pensó que era muchísimo mejor cuidar sus ovejas, que arriesgar la pérdida de ellas, mientras estuvieran lejos ocupados en los asuntos del Señor. ¿Cómo es esto entre nosotros? ¿Estamos buscando ganancias materiales o almas? ¿Cuál es nuestra actitud? ¿Estoy yo interesado en Cristo, en el pueblo de Cristo, y en el servicio de Cristo? Y para ampliar el asunto, ¿salgo yo a ganar a los demás para Él? Si usted se ha dispuesto agradarle y servirle a Él, usted tendrá el doble de gozo en su propia alma. Cuando nosotros amamos escuchar "los toques de flauta para los rebaños", es decir, cuando somos mandados por nuestros propios intereses, nuestros negocios, nuestras familias, nuestro éxito mundano, etc., estropeamos nuestro gozo y no 'entonamos un cántico' a menudo. Es decir, Rubén tuvo una oportunidad de consagrarse, y la perdió.

 

         Pues bien, esto es verdaderamente solemne, efectivamente, ya que si yo pierdo la bendición, yo me expongo a lo opuesto. "¡Maldecid a Meroz, dice el Ángel de Jehová, maldecid amargamente a los habitantes de ella; porque no acudieron en ayuda de Jehová, en ayuda de Jehová contra los poderosos!" (Jueces 5:23 - VM). Es decir, si yo no respondo al llamamiento de Dios, el cual lleva siempre a la bendición, yo vengo a estar, experimentalmente, bajo una maldición, bajo una plaga.

 

         Pero usted dice, «¿necesita el Señor mi ayuda?» Bueno, usted puede tomar lo que desee de esa Escritura. Que Dios le guarde de la maldición de Meroz. "No acudieron en ayuda de Jehová, en ayuda de Jehová contra los poderosos." (Jueces 5:23 - VM). Sus corazones no estaban libres y consagrados totalmente a Cristo. ¿Están los nuestros? En Su gracia bendita Él nos da el privilegio de ser así Sus colaboradores. Es un privilegio maravilloso estar entre Sus ayudadores, aunque lo que podemos hacer es poco, en efecto. Yo espero encontrar a Lázaro en el cielo. Para él fue un día maravilloso cuando fue resucitado de los muertos. ¿Cómo sucedió? Usted dice, «El Señor le resucitó.» Muy cierto, pero ¿acaso no dijo Él, "Quitad la piedra."? Muy probablemente más de uno prestó su mano para ello. ¿Qué hicieron ellos?  Ellos ayudaron a empujar la piedra.

 

         Si usted no puede hacer nada más, usted podría ser como un niño pequeño que el Señor había salvado. Vivía allí en el villorrio un hombre grande, grueso, y muy perverso. Este pequeño muchacho le persuadió a asistir con él a una reunión de evangelio. Cuando ellos llegaron a la puerta del salón de reunión, el pequeño le dio un empujón, y dijo, «¡Aquí está, Jesús, sálvalo!» ¡Y el Señor salvó a aquel hombre! Era todo lo que el pequeño podía hacer, pero él lo hizo. Él vino "en ayuda de Jehová [el Señor] contra los poderosos."

 

         Que el Señor le ayude a usted y me ayude a mí para rendirnos sin reserva a Él. Yo tomo mis órdenes desde arriba, y le recomiendo a usted que haga lo mismo. Si lo hace, usted está seguro de estar bien, usted está obligado a estar bien. Él dio "a cada uno su obra." (Marcos 13:34). Que cada uno de nosotros hagamos nuestra obra, y procuremos complacerle sólo a Él, hasta que le veamos cara a cara. ¡Oh!, de qué manera nos regocijaremos al oír al Señor decir, "¡Muy bien, siervo bueno y fiel!" (Mateo 25:21 - VM) acerca de otros, si Él no puede decirlo a nosotros. Será bueno, sin embargo, consagrarnos de tal manera a Él, para que Él pueda tener la oportunidad de decirlo incluso a nosotros.

 

W. T. P. Wolston

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. - Enero 2011.-

Título original en inglés: 
"THE GOSPEL, THE CHURCH, AND THE SERVANT", by W. T. P. WOLSTON
Traducido con permiso 
Publicado por:
www.STEMPublishing.com
Les@STEMPublishing.com

Versión Inglesa
Versión Inglesa