CÓMO VENCER
Pláticas acerca
del Libro de Jueces
J.
T. Mawson
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("")
y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960
(RV60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles
("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser
consultadas al final del escrito.
4.ª Plática: Cómo Vencer al Diablo
Lectura Bíblica: Jueces 4: 1 a 16
Los
Cananeos, con Sísara como capitán de su ejército, son una figura del diablo y
su poder, y nosotros veremos en la victoria de Débora y Barac la forma en que
el diablo ha sido, y aún puede ser, un enemigo derrotado.
Hay varios rasgos en la historia que demuestran que
tenemos ante nosotros la dominación y la derrota del diablo.
En primer lugar, Sísara era el gran líder y su nombre
significa «El que ata con cadenas», y todos estamos enterados de que el gran
hacedor de cautivos es el propio Satanás. Él fue destruido finalmente por lo
que era muy débil en sí mismo, su cabeza fue herida hasta la muerte por una
mujer y una estaca de la tienda (Jueces 4: 17 a 24), y JESÚS, la Simiente de la
mujer, ha herido la cabeza de la serpiente. Los hombres Le despreciaron porque
Él era manso y humilde; Su muerte fue debilidad y locura a sus ojos, pero—
«Por lo que pareció una derrota, Él obtuvo la
recompensa y la corona,
y al ser Él hollado, puso a todos nuestros enemigos bajo
Sus pies.»
En
segundo lugar, Fue una mujer quien elevó el cántico de acción de gracias ante la
derrota de Sísara, y esto vincula nuestra historia con la derrota de Faraón en
el Mar Rojo, y de Goliat en el valle de Ela. Cada uno de estos incidentes
exponen una fase diferente de la victoria del Señor sobre Satanás, pero todos
ellos tienen este sorprendente rasgo único, a saber, mujeres que aprecian la
grandeza del triunfo. En la derrota de Faraón, "María… tomó un pandero en
su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. Y
María les dirigía diciendo: "¡Cantad a Jehová, pues se ha enaltecido grandemente!
(Éxodo 15: 20, 21 – RVA). En la derrota de Goliat, "Las mujeres… se
respondían en coro unas a otras, cantando… ¡Hirió… David, sus diez miles!"
(1º Samuel 18: 7 – VM). Y ahora, ante la derrota de Sísara, Débora canta:
"Yo a Jehová, sí, yo le cantaré; cantaré alabanzas a Jehová, el Dios de
Israel!". (Jueces 5: 3 – VM). Esto expone la gracia de Dios de manera muy
hermosa pues la mujer fue la primera en caer ante las asechanzas de Satanás, y
la mujer es un tipo de la Iglesia, la Esposa de Cristo, la cual está formada
por todos los que han creído el evangelio de nuestra salvación. Nadie apreciará
el triunfo del Señor sobre la muerte y sobre el diablo como esta hueste
rescatada y desde ellos se elevará el más pleno y más dulce cántico de
alabanza. Los ángeles deben regocijarse ante la derrota de Satanás, pero
nosotros, los que hemos sido engañados mediante sus mentiras y que hemos
conocido la amargura de su esclavitud, podemos considerar muy auténticamente el
triunfo del Señor sobre él. Podemos decir, "Donde abundó el pecado,
sobreabundó la gracia". (Romanos 5: 20 – VM).
En tercer lugar, en el cántico de Débora nosotros
tenemos por vez primera en la Escritura la mención de los "cautivos",
lo cual se refiere indudablemente a la victoria del Señor sobre Satanás y de lo
cual hablaremos en breve. Leemos, "¡Despierta, despierta, Débora!
¡despierta, despierta, entona un cántico! ¡Levántate, Barac, y lleva cautivos a
tus cautivos, tú, hijo de Abinoam!" (Jueces 5: 12 – JND).
Cómo Actúa Satanás
Será bueno que nosotros entendamos claramente cuál es la verdadera obra de
Satanás y de qué manera él ha logrado esclavizar la raza humana. Desde el
principio mismo su esfuerzo ha sido cegar los ojos de los hombres al verdadero
carácter de Dios, para que en vez de amar y alabar a Dios ellos Le aborrezcan y
Le maldigan, y en lugar de andar por el camino de Su voluntad ellos deambulen
por las sendas oscuras y torcidas de su propio deseo inicuo. Y así, en la
historia que tenemos ante nosotros no obtenemos el canto de alabanza hasta que
Sísara es derrotado; y Débora tiene que confesar que a lo largo de los veinte
años de cautiverio de Israel bajo el rey de Canaán, quedaron desiertos los
caminos, y los viajeros andaban por sendas tortuosas. (Jueces 5: 6 -
NBA).
Nosotros sabemos que el hombre fue hecho recto y mientras permaneció fiel a
su Creador él poseyó todo lo que podía hacer que su vida fuera un himno
apasionante. Dios contempló la obra de Sus manos y vio que todo era bueno en
gran manera, pues Su criatura más noble estuvo de pie ante Él como un
instrumento de alabanza bien afinado. Pero Satanás logró apartar a los hombres
de Dios y de la luz y la libertad y del cántico. Él contempló esa hermosa
escena con ojos de maldad y, para poder estropearlo todo, mintió con respecto a
Dios. Él difamó el carácter de Dios ante la mujer y demostró así su derecho al
título, "Mentiroso, y padre de mentira". (Juan 8: 44). Su propuesta
fue, «Quebrantad el mandamiento de Dios y seréis como dioses», queriendo decir,
«Dios no era tan bueno como Él pretendía serlo, oídme y haréis más por vosotros
mismos que lo que Dios ha hecho por vosotros; poned el yo en primer lugar, y
dejad a Dios y Su voluntad fuera de vuestra estima.» La tentación tuvo éxito;
la mentira fue creída; el pecado entró y la luz se apagó. La cuerda se perdió,
la música dejó de ser oída, y el hombre, aquel hermoso instrumento de alabanza,
yació roto y estropeado en poder del enemigo. Pareció como si Dios se había
encontrado con la derrota y que Satanás era dueño del campo de batalla, pues él
hizo que el corazón del hombre, en el que Dios debiese haber sido venerado,
fuese su recinto fortificado, y logró enrolar a los hombres en su rebelión
contra Dios; y hasta el día de hoy él los tiene en cautividad manteniéndolos en
tinieblas; pues leemos, "Pero si nuestro evangelio está aún encubierto,
entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo
cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz
del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios". (2ª
Corintios 4: 3, 4). Y nuestro Señor declaró, "Y los de junto al camino son
los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para
que no crean y se salven". (Lucas 8: 12). De modo que vemos claramente que
Satanás obtuvo su poder sobre los hombres al principio cegándolos a la verdad
del carácter de Dios y los mantiene en esclavitud de la misma manera.
Cómo ha sido Derrotado el Poder de Satanás
Pero, ¿cómo ha sido derrotado el poder de Satanás? Hay tres cosas que son
prominentes en conexión con la derrota de Sísara. En primer lugar tenemos a
Débora. Débora
significa «actividad» o, «semejante a una abeja.» Ella estaba casada con
Lapidot, nombre que significa «luz»; y en el cántico de Débora ella encuentra
mucho motivo para la acción de gracias en el hecho de que el pueblo se ofreció voluntariamente.
Leemos, "Por haberse ofrecido voluntariamente el pueblo, Load a
Jehová". (Jueces 5: 2). "Mi corazón es para vosotros, jefes de
Israel, Para los que voluntariamente os ofrecisteis entre el pueblo".
(Jueces 5: 9). "Pueblo que despreció su vida hasta la muerte".
(Jueces 5: 18 – NBA).
Entonces, tenemos aquí las tres cosas que son esenciales para la victoria
sobre Satanás, a saber,
en primer lugar, Luz,
en segundo lugar, Actividad,
y en tercer lugar, La Ofrenda Voluntaria.
Estas tres cosas fueron vistas de manera muy bienaventurada en el Señor
Jesucristo, y Él, mediante ellas, venció completamente al diablo. Es en el
Evangelio de Juan donde nosotros tenemos la afirmación, "Ahora el príncipe
de este mundo será echado fuera" (Juan 12: 31); y es en el mismo Evangelio
donde son hechas prominentes estas tres cosas de las cuales he hablado,— a
saber,
en primer lugar, "Yo soy la luz del mundo". (Juan 8: 12; Juan 9:
5),
en segundo lugar, "Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo"
(Juan 5: 17), "Me es necesario hacer las obras". (Juan 9: 4),
y en tercer lugar, "Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da
por las ovejas" (Juan 10: 11), "Yo pongo mi vida" (Juan 10: 17).
Tinieblas es ignorancia con respecto a Dios, y cuando Jesús vino a la
tierra, densas tinieblas cubrían a las personas. Él vino a manifestar el
verdadero carácter de Dios y a dar a conocer Su corazón de amor. Pero esta luz
no era pasiva, ella resplandecía en todas las actividades del amado Hijo de
Dios. La luz y la actividad estaban unidas en él, ni pueden estar desunidas.
Nosotros vemos esa luz en las obras y palabras de Jesús. Él alimentó a la
multitud cuando ellos desfallecían a causa del hambre. Él dio alivio donde el
dolor ejercía dominio. Los enfermos recibieron salud, y los muertos, vida. Él
bendijo a los niños y lloró por los pecadores; pero en todas estas cosas Él no
hizo más que mostrar el carácter de Dios. Las palabras y obras eran todas de Su
Padre, de modo que Él pudo decir, "El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre". (Juan 14: 9). Ahora bien, la luz que resplandeció en las
actividades de Su gracia fue para libertar a los hombres de la esclavitud de
Satanás, el cual los había mantenido en tinieblas y en ignorancia con respecto
a Dios; y el resplandor de Su luz no fue en vano, pues algunos pudieron decir:
"(Vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y
de verdad". (Juan 1: 14). Pero fue necesario más que la exhibición de Dios
en Su vida: Él tuvo que llegar a ser un sacrificio voluntario, pues solamente
mediante Su muerte el príncipe de este mundo podía ser echado fuera y el poder
de la muerte quitado de su mano. Fue solamente mediante la muerte de Cristo que
la Luz del amor de Dios pudo llegar a usted y a mí; pero en esa muerte se
combinaron la luz del amor, la actividad de la compasión infinita, y la ofrenda
del consagrado sacrificio.
Recordemos esa escena notable. Cuando Pilato llevó fuera a Jesús llevando
la corona de espinas y lo presentó a la multitud, exclamó, "¡He aquí el
hombre!" — el mundo estaba siendo juzgado. En ese momento supremo, ¿volvió
el mundo a su lealtad a su Creador y la significó inclinándose en humilde
sumisión a Su Hijo que estaba de pies ante ellos? Nada de eso, ellos gritaron:
"¡Fuera, fuera, crucifícale!" "Así que entonces lo entregó a
ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron".
(Juan 19: 15, 16). En ese acto culminante de rebelión vemos la manera en que Satanás
dominaba a los hombres. Ellos estaban tan completamente bajo su yugo que allí
mismo intentaron el homicidio de Uno que era el Dios de ellos.
Yo soy firmemente de la opinión de que, si el Señor hubiese utilizado Su
poder y destruido esa multitud diabólicamente engañada y rebelde mediante el
aliento de Su boca, Satanás habría logrado su objetivo; pues entonces los
hombres habrían permanecido para siempre en ignorancia con respecto al amor de
Dios, y el pecado habría demostrado ser mayor que la gracia de Dios. Todos los
poderes de las tinieblas fueron movilizados contra el Señor y los hombres
estaban tan cegados e impulsados por esos mismos poderes que nada detendría el
frenesí de ellos excepto Su sangre. ¿Esperaba el diablo que aquel sería el
pecado imperdonable, y que al derramar su propio odio inveterado contra el Hijo
de Dios él estaba involucrando a toda la raza de los hombres en su propia irremediable
ruina eterna? Cuan completa ha sido su derrota pues, en lugar de que Jesús
manifestara Su gloria como Juez de todos, nosotros leemos, "El, cargando
su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota".
(Juan 19: 17). Él salió a aquel lugar para que la sangre que hombres pecadores
estaban determinados a derramar pudiese ser eficaz para la redención de ellos.
Ellos, "le llevaron" (Juan 19: 16) y haciendo eso la culpa de
ellos alcanzó su clímax. Él, "salió" (Juan 19: 17) y haciendo eso fue
manifestada la gran victoria del amor divino sobre el odio humano. Él no fue
arrastrado, ni impelido: Él salió. Ningún hombre Le quitó la vida: Él mismo la
puso. Los gritos de la turba golpearon Sus oídos y con santa sensibilidad Él lo
sintió todo intensamente y, aun así, no hubo en Su corazón ningún pensamiento
acerca de salvarse a Sí mismo. En majestuosa soledad Él salió, llevando Su
cruz, para consumar aquello para lo cual Él vino.
Él conocía, hasta su última amargura, todo lo que la cruz significaba. Él
no fue tomado por sorpresa ni salió por un impulso momentáneo. En la noche que
pasó en el huerto de Getsemaní Él había escrutado dentro de las tinieblas y
había considerado plenamente el costo. Él había hablado de ello en el monte
santo con Moisés y Elías. (Lucas 9: 28 a 31). Esta hora había sido planeada en el
'salón de consejo' de la Eternidad antes de que Él viniera, y Él no podía
retroceder. No hubo resistencia alguna, ningún arrepentimiento, y cada paso que
Él dio hacia el Gólgota hizo temblar el reino del diablo. "Y allí le
crucificaron"; y el Cristo crucificado es la respuesta de Dios a las
mentiras del diablo en Edén. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna". (Juan 3: 16). Si Dios nos hubiese dejado recoger
la amarga cosecha de nuestra rebelión y de nuestro pecado, no podríamos
habernos quejado; pero, en lugar de esto, Él acometió la obra de disipar las
tinieblas y derrotar el poder del diablo mediante esta poderosa y convincente
demostración de Su amor por nosotros. Satanás había hecho creer a los hombres
que Dios era un amo severo que recoge donde Él no había esparcido. Dios había
demostrado que Él está lleno de amor al dar el mejor don que el cielo contenía,
a saber, Su propio Hijo amado, para llevar sobre Sí el castigo de nuestro pecado,
y la esclavitud de Satanás llega a su fin cuando la luz gloriosa de este amor
resplandece en los corazones de los hombres.
Jesús fue levantado en la cruz y ese levantamiento ha manifestado toda
la verdad, y nosotros los que creemos hemos sido atraídos a Él. Él se ha
convertido ahora en nuestro gran centro atractivo y el diablo ya no nos
mantiene como su presa. La mentira ha quedado al descubierto, las tinieblas de
la ignorancia han pasado, y Dios ha triunfado; porque el príncipe de esta obra
ha sido expulsado de los corazones de los que creen. Ya no los tiene como su
recinto fortificado. Ellos se han entregado al Dios cuyo amor perfecto ha sido
demostrado en la cruz de Cristo.
¡Cuán grande es el esplendor del Calvario! Mediante su luz gloriosa
nosotros hemos sido despertados de nuestro sueño nocturno como por el sol
naciente de la mañana. Nos hemos visto obligados a exclamar, «"¡Entonces
Dios nos amó, después de todo!» La entrada de Su palabra ha dado luz y con la
luz ha llegado la libertad. Las cortinas de tinieblas han sido rasgadas y
nuestras almas han salido al día.
La ciencia nos ha revelado el hecho de que la luz, al igual que el sonido,
es causada por vibraciones, y con toda vibración hay música, y si el nervio
auditivo fuera tan sensible como el nervio óptico nosotros también deberíamos
oír la música de la luz así como ver su hermosura. Ciertamente la luz del amor
de Dios trae con ella la melodía más dulce, la melodía del cielo, y el acorde
que había sido perdido en Edén es encontrado nuevamente; sólo que la música es
más dulce, la melodía es más elevada, y la gloria de la alabanza es más
maravillosa. Mientras nosotros Le contemplamos, mientras contemplamos a Aquel
que está ahora en el trono, y en cuya faz resplandece todo el fulgor de la
gracia de Dios, nuestros corazones son mantenidos afinados y todas nuestras
almas vibran en responsiva alabanza al amor de Dios.
Tampoco tenemos duda alguna en cuanto a la integridad del triunfo de Jesús
pues Él está vivo luego de estar muerto, y Sus palabras gloriosas son: "No
temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he
aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la
muerte y del Hades". (Apocalipsis 1: 17, 18).
Ya que el Señor ha obtenido una victoria tan notable sobre Satanás, vencer
es también el privilegio de aquellos que han sido libertados de su poder, — a
saber, ser "más que vencedores por medio de aquel que nos amó".
(Romanos 8: 37). Y si volvemos a la derrota de Sísara, ello nos ayudará a ver
de qué manera esto puede suceder.
Barac fue llamado Estando él en Cedes
Barac vivía en Cedes que significa, «santuario, — el lugar de refugio.»
Cedes era, de hecho, la primera nombrada de las ciudades de refugio que debían
ser reservadas para los homicidas en Israel y en las que los tales vivían de
manera segura. (Josué 20). Nosotros no podemos decir si Barac se había visto
obligado a buscar allí refugio contra el vengador de la sangre o no; pero es
ciertamente cierto que es desde esa posición tipificada en Cedes que nosotros
salimos actualmente al conflicto con el enemigo. Cristo es el verdadero y gran
antitipo de Cedes. La muerte fue la pena debido a nuestros pecados, y nosotros
estábamos mantenidos en esclavitud por el terror a ella, pero, hemos huido a
buscar refugio a la única esperanza de los pecadores condenados a muerte, — a
saber, el Señor Jesucristo. En Él tenemos salvación y una liberación perfecta
del temor a la muerte. El diablo ya no puede mantenernos en abyecta esclavitud
mediante el pensamiento acerca de ella, porque Jesús murió para "librar a
los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la
vida". (Hebreos 2: 15 – NBA). Y estando a salvo en Cristo, — morando en la
verdadera Cedes, — nosotros podemos afrontar al enemigo audazmente y adoptar el
cántico de triunfo: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh
sepulcro, tu victoria?" (1ª Corintios 15: 55, 56).
Pero, nuestro gran enemigo está lleno de asechanzas. Las actividades de
Satanás son incansables y muchas son las emboscadas que tenderá para
atraparnos; y si hemos de ser vencedores, necesitaremos ser sobrios, vigilantes
y velar.
Cómo Vencemos
Existen los que imaginan que la senda Cristiana es una senda fácil;
imaginan que ya que el futuro está asegurado para ellos todo debe ser paz para
siempre, y que ellos pueden soñar estando ellos mismos en el cielo sin problema
o ejercicio algunos. Cuán equivocados están los tales. Nosotros tenemos paz con
Dios y podemos tener siempre paz en cuanto a nuestras circunstancias pero no
debe haber paz con el enemigo. Somos exhortados a lo siguiente—
A fortalecernos "en el Señor…".
A vestirnos "de toda la armadura de Dios…".
A estar "firmes contra las asechanzas del diablo".
A luchar "contra principados, contra potestades". (Efesios 6: 10
a 12).
A no dar "lugar al diablo". (Efesios 4: 27).
A resistir "al diablo, y huirá de vosotros". (Santiago 4: 7).
A resistir "firmes en la fe". (1ª Pedro 5: 8, 9).
Este no es lenguaje de mullido diván sino de campo de batalla, y nosotros
necesitamos estar plenamente equipados si es que hemos de ser vencedores en la
lucha.
Ustedes recordarán que tres cosas ya han sido hechas prominentes en la
derrota de Sísara, a saber: Luz, Actividad, y Sacrificio voluntario. Sera
necesario que estas tres cosas, tan perfectamente exhibidas en el Señor, se
reproduzcan en nosotros si hemos de llegar a ser vencedores.
(1) Nosotros vencemos al Diablo por Medio de la Palabra de
Dios
Nuestro texto para esta primera afirmación será: " Os he
escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios
permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno". (1ª. Juan 2: 14).
Esto es luz pues la Escritura dice: "La exposición de tus palabras alumbra".
(Salmo 119: 130). Los "jóvenes", en el sentido Cristiano, conocen a
Dios en Su carácter verdadero. Esta luz está en ellos y son fortalecidos y
afirmados por ella, y el diablo no puede hacerlos cambiar su posición. Además,
ellos son capaces, por medio de la palabra de Dios, de vencerle y hacerle huir
de ellos. El diablo sólo puede vencer mediante la oscuridad y la mentira, pero
éstas deben huir delante de la luz y de la verdad.
Las Escrituras deben ser nuestro estudio constante, y de este modo podremos
edificarnos en nuestra santísima fe; y entonces la verdad de Dios será nuestro
escudo y nuestra coraza. Jesús venció al diablo mediante la palabra de Dios, y
como la palabra de Dios está oculta en nuestros corazones, la tendremos siempre
preparada para afrontar al enemigo.
Miles que han confiado realmente en
el Salvador aún son acosados por el diablo y son mantenidos en constantes duda
y temor porque la luz plena del evangelio no es de ellos. Si ella lo fuera, sus
ataques serían en vano. Cuando el diablo trajo el largo catálogo de los pecados
de Martín Lutero ante él mismo en la esperanza de vencerle y atemorizarle, su
respuesta fue, «la sangre de Jesucristo su Hijo me limpia de todo pecado.» (1ª.
Juan 1: 7). Y con esa verdad bienaventurada permaneciendo en él fue capaz de
vencer al diablo.
Pero hay otros que en tiempos de estrés y prueba son atacados por el
enemigo de otra forma. Él los tentaría a dudar del amor de Dios hacia ellos. «¿Cómo
puede Dios amarme y permitir que yo esté en estas difíciles circunstancias?» es
la pregunta en muchos corazones. Un cristiano que conocemos, que fue tentado,
exclamó «Aunque Él me mate yo confiaré en Él» y el demonio fue hecho huir.
Pero, si todos los Cristianos que son tentados creyeran verdaderamente que
ellos son amados por un amor inmutable y todopoderoso, ¿cederían ellos a la
tentación, y permitirían que las murmuraciones y las quejas tuviesen un lugar
en sus vidas? No, porque sus corazones estarían guarnecidos por el conocimiento
de que si Dios los ama perfectamente, eso que Él permite debe ser lo mejor para
ellos, y así Satanás no tendría poder para hacerles dudar del Dios que conocen.
Nosotros debemos recordar que Satanás consigue la victoria si él
nos hace
dudar de Dios. Fue así
como él triunfó en Edén; y es así que
aún triunfa; y sólo en la medida que la verdad de Dios permanece en nosotros
seremos fuertes para resistir sus ataques.
(2) Nosotros vencemos al Diablo por las Actividades de la
Gracia Divina
Sería un error que nosotros nos sentáramos cómodamente y, siendo nosotros
mismos bendecidos, comiésemos nuestro bocado a solas. Hacer eso sería una
demostración indudable de nuestro completo fracaso en ser lo que Dios quiere
que seamos, y así demostraríamos también que Satanás ha ganado una ventaja
sobre nosotros; porque Satanás triunfa si nosotros falsificamos el carácter de
Dios pues estamos aquí para mostrar este carácter.
"Como me envió el Padre, así también yo os envío" (Juan 20: 21)
son palabras maravillosas que debemos oír, y ellas establecen el elevado
estándar para nuestra vida aquí abajo. Es la intención de Dios que nos
mantengamos en las actividades de Su gracia exhibiendo Su carácter en aquel
rincón donde Él nos ha colocado.
Yo sé que algunas personas son aficionadas a recordar Lucas 10: 30 a 42, y
a poner a María, sentada a los pies de Jesús, en contraste con Marta, la cual
estaba ocupada sirviendo; pero la historia a menudo es presentada bajo una luz
equivocada y, consecuentemente, la interpretación queda muy empañada. Retrocedamos
y consideremos las palabras del Señor que preceden a este incidente. En el
versículo 37 hay dos palabras que pondremos en letras mayúsculas, y ellas son,
"VÉ", y, "HAZ". Usted no podría encontrar dos palabras más
pequeñas que estas en el idioma Castellano, pero sería imposible encontrar
alguna más contundente y vigorosa. Ellas palpitan con vida; vibran con energía;
y son el mandamiento de Jesús. Pero, Él añade la expresión, "haz lo
mismo", y cuando nos damos cuenta del significado de ese requisito, vemos
de inmediato la necesidad de sentarnos a Sus pies. ¿Cómo podemos ir y hacer
como Él hace a menos que aprendamos de Él? Fue aquí donde Marta falló. Ella
tuvo las palabras "vé", y, "haz", pero olvidó la expresión calificativa,
"haz lo mismo", y como consecuencia su servicio se vio empañado por
la preocupación y la turbación y ella servía en un espíritu enfadado y quejoso.
El lugar de María a los pies de Jesús debe ser realmente el nuestro. Debe ser
siempre la actitud de nuestras almas. Pero estén ustedes seguros que los que
allí se sientan se encontrarán verdadera y constantemente en las actividades de
la gracia de Dios.
Esta gracia debe mostrarse a sí misma en primer lugar en el círculo más
íntimo, entre nuestros compañeros Cristianos. Si fracasamos aquí quedaremos
terriblemente impedidos en el círculo más amplio del mundo; y el hecho de que el
diablo está ansioso por hacernos tropezar en este círculo interno es evidente a
partir de la lectura de la segunda epístola a los Corintios. En esa iglesia
había un hermano que había pecado gravemente, pero el arrepentimiento había
hecho su obra, y él estaba lleno de tristeza y anhelaba ser restaurado al
consuelo y a la comunión del pueblo de Dios. Pero, evidentemente, ellos lo
mantenían alejado y no estaban dispuestos a perdonarlo. El perspicaz apóstol ve
en esta renuencia de ellos una asechanza del diablo, y les escribe encarecidamente
que dejen fluir la gracia o Satanás obtendría una ventaja. Si ellos hubieran
hecho algo distinto de lo que Pablo les pedía no habrían mostrado el carácter
de Dios, y el hermano arrepentido habría sido abrumado por la tristeza, y
Satanás habría triunfado sobre ambos. (2ª Corintios 2).
Evidentemente Pedro se había dado cuenta de que éste era el espíritu con el
que el Señor quería que sus discípulos actuaran cuando dijo, "¿Cuántas
veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo:
No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete". (Mateo 18: 21,
22). No debe haber límite a las actividades de la gracia en este círculo. No
debemos cansarnos de hacer el bien, pero tengamos siempre presente esa palabra,
"haz lo mismo".
Despertemos al hecho de que la dureza y la legalidad en nuestro trato de
unos con otros implica victoria para Satanás. Tengamos también en cuenta que la
mesura, la paciencia y el amor son para la gloria de Dios.
Pero estas actividades se manifiestan también en procurar el bien de las
almas. Cuando Cristo ascendió a lo alto Él cumplió el cántico profético de
Débora y llevó cautiva la cautividad. Recordemos, "¡Despierta, despierta,
Débora! ¡despierta, despierta, entona un cántico! ¡Levántate, Barac, y lleva
cautivos a tus cautivos, tú, hijo de Abinoam!" (Jueces 5: 12 – JND). Desde
aquel lugar de poder Él ha concedido dones a los hombres para la edificación de
Su propio pueblo, de tal modo que, a pesar de todos los intentos del enemigo
por derribarlos, y de su astucia en las artes sutiles del error, ellos
no pudieran ser engañados por él ni desviados de la verdad (Efesios 4: 9 a 14 -
VM). Está al alcance de todos los que están cerca del Señor llevar los dulces
pensamientos de Cristo a los demás con el resultado de que el gozo sustituye a
la depresión en los corazones de los que oyen y las tentaciones de Satanás
pierden así su poder.
La Gracia de Dios para el Mundo.
Es también nuestro privilegio andar en las pisadas de Jesús, nuestro
Señor
y Modelo, y llevar a los que han caído bajo el poder del diablo aquello que
puede libertarlos completamente. "«¿Se le podrá quitar la presa al
poderoso, O rescatar al cautivo del tirano?»", se
preguntó hace mucho tiempo. (Isaías 49: 24 – NBA).
Nosotros tenemos la respuesta a esa pregunta hoy en día pues el evangelio
concerniente al Hijo de Dios tiene poder libertador, y cada alma salvada es
un trozo nuevo de territorio arrebatado al dominio de Satanás, — un trozo nuevo
añadido al reino del Señor. Cuán glorioso es ver la negra enseña arriada y
el diablo expulsado; ver cómo el Señor entra y toma posesión y utiliza ese
nuevo trozo de territorio como una posición privilegiada desde la cual nuevas
victorias pueden ser obtenidas.
Esta es la obra propia del Señor, pero Él se complace en ponerla en las
manos de aquellos que Él ha libertado pues leemos: "¿Cómo oirán sin haber
quien les predique?". (Romanos 10: 14 – NBA).
"Hablaron de tal manera que creyó una gran multitud, tanto de judíos
como de griegos". (Hechos 14: 1 – NBA).
"El que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de
muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados". (Santiago 5: 20).
Pero, el conflicto es real y feroz y el diablo contenderá paso a paso por
el terreno que tiene en su poder. Nosotros debemos darnos cuenta que nos
enfrentamos a su poder y entonces nos alejaremos de cualquier sabiduría y
fortaleza que nos imaginamos que son nuestras y acudiremos sólo al Señor.
Desearemos fervientemente llevar a efecto las buenas nuevas pero buscaremos
constantemente el lugar donde se encuentran el verdadero poder y la verdadera
sabiduría, — a saber, la presencia del Señor, — y demostraremos así que
depender sólo de Él es la senda a la victoria.
"Por lo demás, hermanos, esforzaos en el Señor y en el poder de su
fortaleza. Revestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes
contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos nuestra lucha contra carne
y sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los
gobernantes de las tinieblas de este mundo, contra las huestes espirituales de
iniquidad en las regiones celestiales. Por lo cual, tomad toda la armadura de
Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo hecho todo, estar
firmes. Estad pues firmes, teniendo los lomos ceñidos de la verdad, y
habiéndoos vestido de la coraza de la justicia, y habiéndoos calzado los
pies de alegre prontitud para propagar el evangelio de la paz; y sobre
todo, embrazando el escudo de la fe, con el cual podréis apagar todos los
dardos encendidos del maligno. Tomad asimismo el yelmo de la salvación, y la
espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en Espíritu con toda
forma de oración y plegaria, en todo tiempo; y velando para ello con toda
perseverancia y plegaria por todos los santos, y por mí para que se me
conceda libertad de palabra, en abrir mi boca con denuedo, para dar a conocer
el misterio del evangelio". (Efesios 6: 10 a 20 – VM).
El evangelio de la gracia de Dios abre paso a lo que está detrás de él; y
con este objetivo en perspectiva, los Cristianos son exhortados a luchar y
orar, pues el resultado fundamental de la predicación es el triunfo de lo que
Dios es en Su naturaleza y en Sus actividades, y la confusión total del
enemigo.
"Maldecid a Meroz". ¿Hay alguno que profesa el Cristianismo y es
indiferente en cuanto a este conflicto? Que ellos oigan las palabras solemnes: "Maldecid
a Meroz, dijo el ángel de Jehová; Maldecid severamente a sus moradores, Porque
no vinieron al socorro de Jehová, Al socorro de Jehová contra los
fuertes". (Jueces 5: 23). ¿¡Oh! Por qué Rubén se quedó entre los rediles
mientras el gran conflicto se encarnizaba? (Jueces 5: 16). Preguntémonos: ¿Por
qué los Cristianos de hoy en día, amando la comodidad y el confort permanecen
en la seguridad de los rediles cuando el glorioso evangelio de Dios está
avanzando y recibe la oposición de todo el poder y el ingenio de Satanás? Ciertamente
allí donde prevalece tal indiferencia las asechanzas de Satanás han tenido
éxito y él ha obtenido una ventaja. Que el Señor nos otorgue gracia para que
nos olvidemos de nosotros mismos y salgamos al conflicto guiados por la luz del
conocimiento de Él mismo y por las actividades de su gracia hasta que amanezca,
cuando todos sus enemigos perecerán y cuando los que le aman serán como el sol
cuando sale en su fuerza. (Jueces 5: 31).
(3) Nosotros Vencemos a Satanás al estar Dispuestos a Sacrificarnos
Ahora bien, si el diablo no logra hacernos dudar del amor y la bondad de
Dios e impedirnos buscar el bien de los demás, él se esforzará para vencernos
haciéndonos pensar mucho en nosotros mismos poniendo primero el yo en lugar de
Dios. Esta fue la primera evidencia de alejamiento de Dios en Edén. Eva pensó
en ella misma y cuando extendió su mano para tomar el fruto del árbol ella
demostró que había comenzado a amar al YO en vez de amar a Dios, y esto ha sido
siempre natural para los hombres desde ese triste día. Esto fue con lo que
Satanás enrostró a Dios cuando él dijo en la presencia del Todopoderoso: "Piel
por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu
mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma
presencia". (Job 2: 4, 5). Satanás comprendió bien el carácter de la
caída. Él sabía que los hombres eran totalmente egoístas; que sacrificarían
todo, incluso a su Dios, para salvarse ellos mismos.
En nuestro Señor Jesucristo, nuestro Modelo y nuestro Guía, tenemos un
ejemplo perfecto. Él sacrificó todo voluntariamente, incluso Su vida. Cuando
fue tentado por Satanás a compadecerse de Sí mismo y rehusar la cruz Él mantuvo
Su bienaventurada senda de consagración perfecta a Dios. Él amaba al Señor Su
Dios, con todo Su corazón, con toda Su alma, con toda Su fuerza; y Su respuesta
perfecta a la gran tentación fue: "La copa que el Padre me ha dado, ¿no la
he de beber?" (Juan 18: 11).
Los santos de Dios tienen la victoria por medio de Él y Satanás será herido
bajo los pies de ellos. Nosotros tenemos el carácter de esta victoria aclarado
en Apocalipsis 12 donde leemos, "Y oí una gran voz en el cielo, que decía:
¡Ahora han venido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios, y la
soberanía de su Cristo; porque ha sido derribado el acusador de nuestros
hermanos, que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche! Y ellos le
vencieron por medio de la sangre del Cordero, y por medio de la palabra de su
testimonio, y no amaron sus vidas, exponiéndolas hasta la muerte".
Apocalipsis 12: 10, 11 – VM). Aquí se trata, realmente, de victoria sobre
Satanás, pues están aquí los que pese a toda su sutileza y sus tentaciones
amaron más a Dios que a ellos mismos, y pusieron sus vidas voluntariamente por
Su testimonio. Para ellos Dios era más que la vida misma. Este es el triunfo de
Dios sobre Satanás en los corazones de Su pueblo. Ellos aman a Dios: pero este
es el resultado de Su amor hacia ellos manifestado en la sangre del Cordero.
Esa sangre es la muestra innegable para nosotros de un amor que venció toda fuerza
opositora; un amor que no pudo ser apagado por las muchas aguas de la muerte. Y
este amor triunfa de tal manera sobre ellos y lleva cautivos sus corazones que dicho
amor y la verdad de Dios, de quien el amor es, llega a ser todo para ellos y
todo lo demás no tiene importancia. Fue así con los mártires que cantaron el
cántico de triunfo entre las llamas de la hoguera. Siempre será así donde el
amor de Dios gobierna.
Pero, ¿cómo nos situamos en este asunto? En estos días no se nos pide que
vayamos al martirio real por causa de Cristo pero es nuestro privilegio
demostrar cada día que Le amamos más que a nosotros mismos. ¿No es éste el
secreto del verdadero discipulado? ¿acaso no lo encontramos en las palabras del
Señor? "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer,
e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi
discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi
discípulo". (Lucas 14: 26, 27).
"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su
cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el
que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará". (Marcos
8: 34, 35). Aquí no hay negación de uno mismo sino la completa negación del
yo,— el sacrificio continuo del yo, si usted desea expresarlo así, pues llevar
la cruz significa esto; y al hacerlo, — al perder así nuestras vidas, —
nosotros andamos en las pisadas de Uno que fue siempre victorioso, pues Él—
«Holló a todos Sus enemigos bajo Sus pies
Por haber sido Él hollado.»
Mientras andamos por esta senda somos más que vencedores por medio de Él.
(Romanos 8: 37). «¿Qué es ser más que un vencedor?» fue la pregunta que fue
hecha. «Matar a seis hombres y estar dispuesto a matar a un séptimo», fue la
respuesta dada. Pero, ¿fue ésta la respuesta correcta? Ah, no, sino exactamente
lo contrario. Se trata de que nosotros somos muertos seis veces y que estamos
dispuestos a que nos vuelvan a matar. "Por tu causa somos muertos [no
matando] todo el día". (Romanos 8: 36 – RV1977). Cuando estamos así dispuestos
a sacrificarnos por Su causa tenemos la victoria, y Dios es glorificado en
nosotros.
Pero, vean ustedes lo que precede y lo que sigue al versículo citado y
comprenderán el secreto de esta victoria, y verán de qué manera es posible que
nosotros, que por naturaleza somos siempre egocéntricos, nos regocijemos al
padecer. Leemos, "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o
angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?"
(Romanos 8: 35). Ninguno de estos padecimientos físicos puede separarnos de Su
amor, aunque a menudo nuestras almas pueden perder el sentido de dicho amor. Entonces
nos sentimos abatidos y propensos a murmurar en medio de la prueba: y así
Satanás gana una ventaja. Pero si nuestros corazones están en lo correcto y
dependemos del Señor, nuestro gran Intercesor, la tribulación no hace más que
acercarnos a Él, y así se nos hace probar de nuevo la bendición de aquel amor
que es más grande que la mayor prueba. Entonces podemos gloriarnos en la
tribulación: entonces el rocío del dolor resplandece como gema preciosa, y
estamos satisfechos y felices con la senda de Dios para nosotros, y somos
verdaderos vencedores. Luego sigue la bienaventurada conclusión: "Por lo
cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados,
ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús Señor nuestro". (Romanos 8: 38, 39). Si la primera lista corresponde
a pruebas físicas en las que necesitamos el amor de Cristo como nuestro sostén,
aquí son enemigos espirituales, y contra estos Dios mismo se opone. Ellos no
pueden separarnos de Su amor pues Su amor es mayor y más poderoso que todos
ellos. Todo el poder de estas cosas espirituales fue movilizado para separarnos
del amor de Dios y mantenernos en esclavitud, pero la cruz de Cristo destruyó el
dominio de ellas y por medio de Su muerte preciosa el amor de Dios nos ha dado
seguridad pese a todas ellas, y ya que este es un hecho glorioso, nosotros no
debemos temer. Oh, que la luz de este amor incomparable llene y mueva nuestros
corazones de tal manera que estemos siempre dispuestos a ser muertos todo el
día por causa de Jesús, y ser así más que vencedores por medio de Aquel que nos
amó.
J. T. Mawson
Traducido del
inglés por: B.R.C.O. – Abril 2021
Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:
JND = Una traducción del Antiguo Testamento (1890) y del Nuevo Testamento
(1884) por John Nelson Darby, versículos traducidos del Inglés al Español por:
B.R.C.O.
NBA = Nueva Biblia de las Américas, Copyright 2005 by The Lockman
Foundation.
RV1977 = Versión Reina-Valera Revisión 1977 (Publicada por Editorial Clie).
RVA = Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por
Editorial Mundo Hispano)
VM = Versión Moderna, traducción
de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166
PERROY, Suiza).