EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

CÓMO VENCER AL DIABLO (J. T. Mawson)

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Duración: 42 minutos y 36 segundos

CÓMO VENCER

 

Pláticas acerca del Libro de Jueces

J. T. Mawson

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RV60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

4.ª Plática: Cómo Vencer al Diablo

 

Lectura Bíblica: Jueces 4: 1 a 16

 

        Los Cananeos, con Sísara como capitán de su ejército, son una figura del diablo y su poder, y nosotros veremos en la victoria de Débora y Barac la forma en que el diablo ha sido, y aún puede ser, un enemigo derrotado.

 

Hay varios rasgos en la historia que demuestran que tenemos ante nosotros la dominación y la derrota del diablo.

 

En primer lugar, Sísara era el gran líder y su nombre significa «El que ata con cadenas», y todos estamos enterados de que el gran hacedor de cautivos es el propio Satanás. Él fue destruido finalmente por lo que era muy débil en sí mismo, su cabeza fue herida hasta la muerte por una mujer y una estaca de la tienda (Jueces 4: 17 a 24), y JESÚS, la Simiente de la mujer, ha herido la cabeza de la serpiente. Los hombres Le despreciaron porque Él era manso y humilde; Su muerte fue debilidad y locura a sus ojos, pero—

 

«Por lo que pareció una derrota, Él obtuvo la recompensa y la corona,

y al ser Él hollado, puso a todos nuestros enemigos bajo Sus pies.»

 

En segundo lugar, Fue una mujer quien elevó el cántico de acción de gracias ante la derrota de Sísara, y esto vincula nuestra historia con la derrota de Faraón en el Mar Rojo, y de Goliat en el valle de Ela. Cada uno de estos incidentes exponen una fase diferente de la victoria del Señor sobre Satanás, pero todos ellos tienen este sorprendente rasgo único, a saber, mujeres que aprecian la grandeza del triunfo. En la derrota de Faraón, "María… tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. Y María les dirigía diciendo: "¡Cantad a Jehová, pues se ha enaltecido grandemente! (Éxodo 15: 20, 21 – RVA). En la derrota de Goliat, "Las mujeres… se respondían en coro unas a otras, cantando… ¡Hirió… David, sus diez miles!" (1º Samuel 18: 7 – VM). Y ahora, ante la derrota de Sísara, Débora canta: "Yo a Jehová, sí, yo le cantaré; cantaré alabanzas a Jehová, el Dios de Israel!". (Jueces 5: 3 – VM). Esto expone la gracia de Dios de manera muy hermosa pues la mujer fue la primera en caer ante las asechanzas de Satanás, y la mujer es un tipo de la Iglesia, la Esposa de Cristo, la cual está formada por todos los que han creído el evangelio de nuestra salvación. Nadie apreciará el triunfo del Señor sobre la muerte y sobre el diablo como esta hueste rescatada y desde ellos se elevará el más pleno y más dulce cántico de alabanza. Los ángeles deben regocijarse ante la derrota de Satanás, pero nosotros, los que hemos sido engañados mediante sus mentiras y que hemos conocido la amargura de su esclavitud, podemos considerar muy auténticamente el triunfo del Señor sobre él. Podemos decir, "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia". (Romanos 5: 20 – VM).

En tercer lugar, en el cántico de Débora nosotros tenemos por vez primera en la Escritura la mención de los "cautivos", lo cual se refiere indudablemente a la victoria del Señor sobre Satanás y de lo cual hablaremos en breve. Leemos, "¡Despierta, despierta, Débora! ¡despierta, despierta, entona un cántico! ¡Levántate, Barac, y lleva cautivos a tus cautivos, tú, hijo de Abinoam!" (Jueces 5: 12 – JND).

Cómo Actúa Satanás

Será bueno que nosotros entendamos claramente cuál es la verdadera obra de Satanás y de qué manera él ha logrado esclavizar la raza humana. Desde el principio mismo su esfuerzo ha sido cegar los ojos de los hombres al verdadero carácter de Dios, para que en vez de amar y alabar a Dios ellos Le aborrezcan y Le maldigan, y en lugar de andar por el camino de Su voluntad ellos deambulen por las sendas oscuras y torcidas de su propio deseo inicuo. Y así, en la historia que tenemos ante nosotros no obtenemos el canto de alabanza hasta que Sísara es derrotado; y Débora tiene que confesar que a lo largo de los veinte años de cautiverio de Israel bajo el rey de Canaán, quedaron desiertos los caminos, y los viajeros andaban por sendas tortuosas.  (Jueces 5: 6 - NBA).

 

Nosotros sabemos que el hombre fue hecho recto y mientras permaneció fiel a su Creador él poseyó todo lo que podía hacer que su vida fuera un himno apasionante. Dios contempló la obra de Sus manos y vio que todo era bueno en gran manera, pues Su criatura más noble estuvo de pie ante Él como un instrumento de alabanza bien afinado. Pero Satanás logró apartar a los hombres de Dios y de la luz y la libertad y del cántico. Él contempló esa hermosa escena con ojos de maldad y, para poder estropearlo todo, mintió con respecto a Dios. Él difamó el carácter de Dios ante la mujer y demostró así su derecho al título, "Mentiroso, y padre de mentira". (Juan 8: 44). Su propuesta fue, «Quebrantad el mandamiento de Dios y seréis como dioses», queriendo decir, «Dios no era tan bueno como Él pretendía serlo, oídme y haréis más por vosotros mismos que lo que Dios ha hecho por vosotros; poned el yo en primer lugar, y dejad a Dios y Su voluntad fuera de vuestra estima.» La tentación tuvo éxito; la mentira fue creída; el pecado entró y la luz se apagó. La cuerda se perdió, la música dejó de ser oída, y el hombre, aquel hermoso instrumento de alabanza, yació roto y estropeado en poder del enemigo. Pareció como si Dios se había encontrado con la derrota y que Satanás era dueño del campo de batalla, pues él hizo que el corazón del hombre, en el que Dios debiese haber sido venerado, fuese su recinto fortificado, y logró enrolar a los hombres en su rebelión contra Dios; y hasta el día de hoy él los tiene en cautividad manteniéndolos en tinieblas; pues leemos, "Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios". (2ª Corintios 4: 3, 4). Y nuestro Señor declaró, "Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven". (Lucas 8: 12). De modo que vemos claramente que Satanás obtuvo su poder sobre los hombres al principio cegándolos a la verdad del carácter de Dios y los mantiene en esclavitud de la misma manera.

 

Cómo ha sido Derrotado el Poder de Satanás

 

Pero, ¿cómo ha sido derrotado el poder de Satanás? Hay tres cosas que son prominentes en conexión con la derrota de Sísara.  En primer lugar tenemos a Débora. Débora significa «actividad» o, «semejante a una abeja.» Ella estaba casada con Lapidot, nombre que significa «luz»; y en el cántico de Débora ella encuentra mucho motivo para la acción de gracias en el hecho de que el pueblo se ofreció voluntariamente. Leemos, "Por haberse ofrecido voluntariamente el pueblo, Load a Jehová". (Jueces 5: 2). "Mi corazón es para vosotros, jefes de Israel, Para los que voluntariamente os ofrecisteis entre el pueblo". (Jueces 5: 9). "Pueblo que despreció su vida hasta la muerte". (Jueces 5: 18 – NBA).

 

Entonces, tenemos aquí las tres cosas que son esenciales para la victoria sobre Satanás, a saber,

 

en primer lugar, Luz,

en segundo lugar, Actividad,

y en tercer lugar, La Ofrenda Voluntaria.

 

Estas tres cosas fueron vistas de manera muy bienaventurada en el Señor Jesucristo, y Él, mediante ellas, venció completamente al diablo. Es en el Evangelio de Juan donde nosotros tenemos la afirmación, "Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera" (Juan 12: 31); y es en el mismo Evangelio donde son hechas prominentes estas tres cosas de las cuales he hablado,— a saber,

 

en primer lugar, "Yo soy la luz del mundo". (Juan 8: 12; Juan 9: 5),

en segundo lugar, "Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo" (Juan 5: 17), "Me es necesario hacer las obras". (Juan 9: 4),

y en tercer lugar, "Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas" (Juan 10: 11), "Yo pongo mi vida" (Juan 10: 17).

 

Tinieblas es ignorancia con respecto a Dios, y cuando Jesús vino a la tierra, densas tinieblas cubrían a las personas. Él vino a manifestar el verdadero carácter de Dios y a dar a conocer Su corazón de amor. Pero esta luz no era pasiva, ella resplandecía en todas las actividades del amado Hijo de Dios. La luz y la actividad estaban unidas en él, ni pueden estar desunidas. Nosotros vemos esa luz en las obras y palabras de Jesús. Él alimentó a la multitud cuando ellos desfallecían a causa del hambre. Él dio alivio donde el dolor ejercía dominio. Los enfermos recibieron salud, y los muertos, vida. Él bendijo a los niños y lloró por los pecadores; pero en todas estas cosas Él no hizo más que mostrar el carácter de Dios. Las palabras y obras eran todas de Su Padre, de modo que Él pudo decir, "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre". (Juan 14: 9). Ahora bien, la luz que resplandeció en las actividades de Su gracia fue para libertar a los hombres de la esclavitud de Satanás, el cual los había mantenido en tinieblas y en ignorancia con respecto a Dios; y el resplandor de Su luz no fue en vano, pues algunos pudieron decir: "(Vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad". (Juan 1: 14). Pero fue necesario más que la exhibición de Dios en Su vida: Él tuvo que llegar a ser un sacrificio voluntario, pues solamente mediante Su muerte el príncipe de este mundo podía ser echado fuera y el poder de la muerte quitado de su mano. Fue solamente mediante la muerte de Cristo que la Luz del amor de Dios pudo llegar a usted y a mí; pero en esa muerte se combinaron la luz del amor, la actividad de la compasión infinita, y la ofrenda del consagrado sacrificio.

 

Recordemos esa escena notable. Cuando Pilato llevó fuera a Jesús llevando la corona de espinas y lo presentó a la multitud, exclamó, "¡He aquí el hombre!" — el mundo estaba siendo juzgado. En ese momento supremo, ¿volvió el mundo a su lealtad a su Creador y la significó inclinándose en humilde sumisión a Su Hijo que estaba de pies ante ellos? Nada de eso, ellos gritaron: "¡Fuera, fuera, crucifícale!" "Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron". (Juan 19: 15, 16). En ese acto culminante de rebelión vemos la manera en que Satanás dominaba a los hombres. Ellos estaban tan completamente bajo su yugo que allí mismo intentaron el homicidio de Uno que era el Dios de ellos.

 

Yo soy firmemente de la opinión de que, si el Señor hubiese utilizado Su poder y destruido esa multitud diabólicamente engañada y rebelde mediante el aliento de Su boca, Satanás habría logrado su objetivo; pues entonces los hombres habrían permanecido para siempre en ignorancia con respecto al amor de Dios, y el pecado habría demostrado ser mayor que la gracia de Dios. Todos los poderes de las tinieblas fueron movilizados contra el Señor y los hombres estaban tan cegados e impulsados por esos mismos poderes que nada detendría el frenesí de ellos excepto Su sangre. ¿Esperaba el diablo que aquel sería el pecado imperdonable, y que al derramar su propio odio inveterado contra el Hijo de Dios él estaba involucrando a toda la raza de los hombres en su propia irremediable ruina eterna? Cuan completa ha sido su derrota pues, en lugar de que Jesús manifestara Su gloria como Juez de todos, nosotros leemos, "El, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota". (Juan 19: 17). Él salió a aquel lugar para que la sangre que hombres pecadores estaban determinados a derramar pudiese ser eficaz para la redención de ellos.

 

Ellos, "le llevaron" (Juan 19: 16) y haciendo eso la culpa de ellos alcanzó su clímax. Él, "salió" (Juan 19: 17) y haciendo eso fue manifestada la gran victoria del amor divino sobre el odio humano. Él no fue arrastrado, ni impelido: Él salió. Ningún hombre Le quitó la vida: Él mismo la puso. Los gritos de la turba golpearon Sus oídos y con santa sensibilidad Él lo sintió todo intensamente y, aun así, no hubo en Su corazón ningún pensamiento acerca de salvarse a Sí mismo. En majestuosa soledad Él salió, llevando Su cruz, para consumar aquello para lo cual Él vino.

 

Él conocía, hasta su última amargura, todo lo que la cruz significaba. Él no fue tomado por sorpresa ni salió por un impulso momentáneo. En la noche que pasó en el huerto de Getsemaní Él había escrutado dentro de las tinieblas y había considerado plenamente el costo. Él había hablado de ello en el monte santo con Moisés y Elías. (Lucas 9: 28 a 31). Esta hora había sido planeada en el 'salón de consejo' de la Eternidad antes de que Él viniera, y Él no podía retroceder. No hubo resistencia alguna, ningún arrepentimiento, y cada paso que Él dio hacia el Gólgota hizo temblar el reino del diablo. "Y allí le crucificaron"; y el Cristo crucificado es la respuesta de Dios a las mentiras del diablo en Edén. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". (Juan 3: 16). Si Dios nos hubiese dejado recoger la amarga cosecha de nuestra rebelión y de nuestro pecado, no podríamos habernos quejado; pero, en lugar de esto, Él acometió la obra de disipar las tinieblas y derrotar el poder del diablo mediante esta poderosa y convincente demostración de Su amor por nosotros. Satanás había hecho creer a los hombres que Dios era un amo severo que recoge donde Él no había esparcido. Dios había demostrado que Él está lleno de amor al dar el mejor don que el cielo contenía, a saber, Su propio Hijo amado, para llevar sobre Sí el castigo de nuestro pecado, y la esclavitud de Satanás llega a su fin cuando la luz gloriosa de este amor resplandece en los corazones de los hombres.  Jesús fue levantado en la cruz y ese levantamiento ha manifestado toda la verdad, y nosotros los que creemos hemos sido atraídos a Él. Él se ha convertido ahora en nuestro gran centro atractivo y el diablo ya no nos mantiene como su presa. La mentira ha quedado al descubierto, las tinieblas de la ignorancia han pasado, y Dios ha triunfado; porque el príncipe de esta obra ha sido expulsado de los corazones de los que creen. Ya no los tiene como su recinto fortificado. Ellos se han entregado al Dios cuyo amor perfecto ha sido demostrado en la cruz de Cristo.

 

¡Cuán grande es el esplendor del Calvario! Mediante su luz gloriosa nosotros hemos sido despertados de nuestro sueño nocturno como por el sol naciente de la mañana. Nos hemos visto obligados a exclamar, «"¡Entonces Dios nos amó, después de todo!» La entrada de Su palabra ha dado luz y con la luz ha llegado la libertad. Las cortinas de tinieblas han sido rasgadas y nuestras almas han salido al día.

 

La ciencia nos ha revelado el hecho de que la luz, al igual que el sonido, es causada por vibraciones, y con toda vibración hay música, y si el nervio auditivo fuera tan sensible como el nervio óptico nosotros también deberíamos oír la música de la luz así como ver su hermosura. Ciertamente la luz del amor de Dios trae con ella la melodía más dulce, la melodía del cielo, y el acorde que había sido perdido en Edén es encontrado nuevamente; sólo que la música es más dulce, la melodía es más elevada, y la gloria de la alabanza es más maravillosa. Mientras nosotros Le contemplamos, mientras contemplamos a Aquel que está ahora en el trono, y en cuya faz resplandece todo el fulgor de la gracia de Dios, nuestros corazones son mantenidos afinados y todas nuestras almas vibran en responsiva alabanza al amor de Dios.

 

Tampoco tenemos duda alguna en cuanto a la integridad del triunfo de Jesús pues Él está vivo luego de estar muerto, y Sus palabras gloriosas son: "No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades". (Apocalipsis 1: 17, 18).

 

Ya que el Señor ha obtenido una victoria tan notable sobre Satanás, vencer es también el privilegio de aquellos que han sido libertados de su poder, — a saber, ser "más que vencedores por medio de aquel que nos amó". (Romanos 8: 37). Y si volvemos a la derrota de Sísara, ello nos ayudará a ver de qué manera esto puede suceder.

 

Barac fue llamado Estando él en Cedes

 

Barac vivía en Cedes que significa, «santuario, — el lugar de refugio.» Cedes era, de hecho, la primera nombrada de las ciudades de refugio que debían ser reservadas para los homicidas en Israel y en las que los tales vivían de manera segura. (Josué 20). Nosotros no podemos decir si Barac se había visto obligado a buscar allí refugio contra el vengador de la sangre o no; pero es ciertamente cierto que es desde esa posición tipificada en Cedes que nosotros salimos actualmente al conflicto con el enemigo. Cristo es el verdadero y gran antitipo de Cedes. La muerte fue la pena debido a nuestros pecados, y nosotros estábamos mantenidos en esclavitud por el terror a ella, pero, hemos huido a buscar refugio a la única esperanza de los pecadores condenados a muerte, — a saber, el Señor Jesucristo. En Él tenemos salvación y una liberación perfecta del temor a la muerte. El diablo ya no puede mantenernos en abyecta esclavitud mediante el pensamiento acerca de ella, porque Jesús murió para "librar a los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida". (Hebreos 2: 15 – NBA). Y estando a salvo en Cristo, — morando en la verdadera Cedes, — nosotros podemos afrontar al enemigo audazmente y adoptar el cántico de triunfo: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (1ª Corintios 15: 55, 56).

 

Pero, nuestro gran enemigo está lleno de asechanzas. Las actividades de Satanás son incansables y muchas son las emboscadas que tenderá para atraparnos; y si hemos de ser vencedores, necesitaremos ser sobrios, vigilantes y velar.

 

Cómo Vencemos

 

Existen los que imaginan que la senda Cristiana es una senda fácil; imaginan que ya que el futuro está asegurado para ellos todo debe ser paz para siempre, y que ellos pueden soñar estando ellos mismos en el cielo sin problema o ejercicio algunos. Cuán equivocados están los tales. Nosotros tenemos paz con Dios y podemos tener siempre paz en cuanto a nuestras circunstancias pero no debe haber paz con el enemigo. Somos exhortados a lo siguiente—

 

A fortalecernos "en el Señor…".

A vestirnos "de toda la armadura de Dios…".

A estar "firmes contra las asechanzas del diablo".

A luchar "contra principados, contra potestades". (Efesios 6: 10 a 12).

A no dar "lugar al diablo". (Efesios 4: 27).

A resistir "al diablo, y huirá de vosotros". (Santiago 4: 7).

A resistir "firmes en la fe". (1ª Pedro 5: 8, 9).

 

Este no es lenguaje de mullido diván sino de campo de batalla, y nosotros necesitamos estar plenamente equipados si es que hemos de ser vencedores en la lucha.

 

Ustedes recordarán que tres cosas ya han sido hechas prominentes en la derrota de Sísara, a saber: Luz, Actividad, y Sacrificio voluntario. Sera necesario que estas tres cosas, tan perfectamente exhibidas en el Señor, se reproduzcan en nosotros si hemos de llegar a ser vencedores.   

 

(1) Nosotros vencemos al Diablo por Medio de la Palabra de Dios

 

Nuestro texto para esta primera afirmación será: " Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno". (1ª. Juan 2: 14). Esto es luz pues la Escritura dice: "La exposición de tus palabras alumbra". (Salmo 119: 130). Los "jóvenes", en el sentido Cristiano, conocen a Dios en Su carácter verdadero. Esta luz está en ellos y son fortalecidos y afirmados por ella, y el diablo no puede hacerlos cambiar su posición. Además, ellos son capaces, por medio de la palabra de Dios, de vencerle y hacerle huir de ellos. El diablo sólo puede vencer mediante la oscuridad y la mentira, pero éstas deben huir delante de la luz y de la verdad.

 

Las Escrituras deben ser nuestro estudio constante, y de este modo podremos edificarnos en nuestra santísima fe; y entonces la verdad de Dios será nuestro escudo y nuestra coraza. Jesús venció al diablo mediante la palabra de Dios, y como la palabra de Dios está oculta en nuestros corazones, la tendremos siempre preparada para afrontar al enemigo.

 

 Miles que han confiado realmente en el Salvador aún son acosados por el diablo y son mantenidos en constantes duda y temor porque la luz plena del evangelio no es de ellos. Si ella lo fuera, sus ataques serían en vano. Cuando el diablo trajo el largo catálogo de los pecados de Martín Lutero ante él mismo en la esperanza de vencerle y atemorizarle, su respuesta fue, «la sangre de Jesucristo su Hijo me limpia de todo pecado.» (1ª. Juan 1: 7). Y con esa verdad bienaventurada permaneciendo en él fue capaz de vencer al diablo.

 

Pero hay otros que en tiempos de estrés y prueba son atacados por el enemigo de otra forma. Él los tentaría a dudar del amor de Dios hacia ellos. «¿Cómo puede Dios amarme y permitir que yo esté en estas difíciles circunstancias?» es la pregunta en muchos corazones. Un cristiano que conocemos, que fue tentado, exclamó «Aunque Él me mate yo confiaré en Él» y el demonio fue hecho huir. Pero, si todos los Cristianos que son tentados creyeran verdaderamente que ellos son amados por un amor inmutable y todopoderoso, ¿cederían ellos a la tentación, y permitirían que las murmuraciones y las quejas tuviesen un lugar en sus vidas? No, porque sus corazones estarían guarnecidos por el conocimiento de que si Dios los ama perfectamente, eso que Él permite debe ser lo mejor para ellos, y así Satanás no tendría poder para hacerles dudar del Dios que conocen.

 

Nosotros debemos recordar que Satanás consigue la victoria si él nos hace dudar de Dios. Fue así como él triunfó en Edén; y es así que aún triunfa; y sólo en la medida que la verdad de Dios permanece en nosotros seremos fuertes para resistir sus ataques.

 

(2) Nosotros vencemos al Diablo por las Actividades de la Gracia Divina

 

Sería un error que nosotros nos sentáramos cómodamente y, siendo nosotros mismos bendecidos, comiésemos nuestro bocado a solas. Hacer eso sería una demostración indudable de nuestro completo fracaso en ser lo que Dios quiere que seamos, y así demostraríamos también que Satanás ha ganado una ventaja sobre nosotros; porque Satanás triunfa si nosotros falsificamos el carácter de Dios pues estamos aquí para mostrar este carácter.

 

"Como me envió el Padre, así también yo os envío" (Juan 20: 21) son palabras maravillosas que debemos oír, y ellas establecen el elevado estándar para nuestra vida aquí abajo. Es la intención de Dios que nos mantengamos en las actividades de Su gracia exhibiendo Su carácter en aquel rincón donde Él nos ha colocado.

 

Yo sé que algunas personas son aficionadas a recordar Lucas 10: 30 a 42, y a poner a María, sentada a los pies de Jesús, en contraste con Marta, la cual estaba ocupada sirviendo; pero la historia a menudo es presentada bajo una luz equivocada y, consecuentemente, la interpretación queda muy empañada. Retrocedamos y consideremos las palabras del Señor que preceden a este incidente. En el versículo 37 hay dos palabras que pondremos en letras mayúsculas, y ellas son, "VÉ", y, "HAZ". Usted no podría encontrar dos palabras más pequeñas que estas en el idioma Castellano, pero sería imposible encontrar alguna más contundente y vigorosa. Ellas palpitan con vida; vibran con energía; y son el mandamiento de Jesús. Pero, Él añade la expresión, "haz lo mismo", y cuando nos damos cuenta del significado de ese requisito, vemos de inmediato la necesidad de sentarnos a Sus pies. ¿Cómo podemos ir y hacer como Él hace a menos que aprendamos de Él? Fue aquí donde Marta falló. Ella tuvo las palabras "vé", y, "haz", pero olvidó la expresión calificativa, "haz lo mismo", y como consecuencia su servicio se vio empañado por la preocupación y la turbación y ella servía en un espíritu enfadado y quejoso. El lugar de María a los pies de Jesús debe ser realmente el nuestro. Debe ser siempre la actitud de nuestras almas. Pero estén ustedes seguros que los que allí se sientan se encontrarán verdadera y constantemente en las actividades de la gracia de Dios.

 

Esta gracia debe mostrarse a sí misma en primer lugar en el círculo más íntimo, entre nuestros compañeros Cristianos. Si fracasamos aquí quedaremos terriblemente impedidos en el círculo más amplio del mundo; y el hecho de que el diablo está ansioso por hacernos tropezar en este círculo interno es evidente a partir de la lectura de la segunda epístola a los Corintios. En esa iglesia había un hermano que había pecado gravemente, pero el arrepentimiento había hecho su obra, y él estaba lleno de tristeza y anhelaba ser restaurado al consuelo y a la comunión del pueblo de Dios. Pero, evidentemente, ellos lo mantenían alejado y no estaban dispuestos a perdonarlo. El perspicaz apóstol ve en esta renuencia de ellos una asechanza del diablo, y les escribe encarecidamente que dejen fluir la gracia o Satanás obtendría una ventaja. Si ellos hubieran hecho algo distinto de lo que Pablo les pedía no habrían mostrado el carácter de Dios, y el hermano arrepentido habría sido abrumado por la tristeza, y Satanás habría triunfado sobre ambos. (2ª Corintios 2).

 

Evidentemente Pedro se había dado cuenta de que éste era el espíritu con el que el Señor quería que sus discípulos actuaran cuando dijo, "¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete". (Mateo 18: 21, 22). No debe haber límite a las actividades de la gracia en este círculo. No debemos cansarnos de hacer el bien, pero tengamos siempre presente esa palabra, "haz lo mismo".

 

Despertemos al hecho de que la dureza y la legalidad en nuestro trato de unos con otros implica victoria para Satanás. Tengamos también en cuenta que la mesura, la paciencia y el amor son para la gloria de Dios.

 

Pero estas actividades se manifiestan también en procurar el bien de las almas. Cuando Cristo ascendió a lo alto Él cumplió el cántico profético de Débora y llevó cautiva la cautividad. Recordemos, "¡Despierta, despierta, Débora! ¡despierta, despierta, entona un cántico! ¡Levántate, Barac, y lleva cautivos a tus cautivos, tú, hijo de Abinoam!" (Jueces 5: 12 – JND). Desde aquel lugar de poder Él ha concedido dones a los hombres para la edificación de Su propio pueblo, de tal modo que, a pesar de todos los intentos del enemigo por derribarlos, y de su astucia en las artes sutiles del error, ellos no pudieran ser engañados por él ni desviados de la verdad (Efesios 4: 9 a 14 - VM). Está al alcance de todos los que están cerca del Señor llevar los dulces pensamientos de Cristo a los demás con el resultado de que el gozo sustituye a la depresión en los corazones de los que oyen y las tentaciones de Satanás pierden así su poder.

 

La Gracia de Dios para el Mundo.

 

Es también nuestro privilegio andar en las pisadas de Jesús, nuestro Señor y Modelo, y llevar a los que han caído bajo el poder del diablo aquello que puede libertarlos completamente. "«¿Se le podrá quitar la presa al poderoso, O rescatar al cautivo del tirano?»", se preguntó hace mucho tiempo. (Isaías 49: 24 – NBA).

 

Nosotros tenemos la respuesta a esa pregunta hoy en día pues el evangelio concerniente al Hijo de Dios tiene poder libertador, y cada alma salvada es un trozo nuevo de territorio arrebatado al dominio de Satanás, — un trozo nuevo añadido al reino del Señor. Cuán glorioso es ver la negra enseña arriada y el diablo expulsado; ver cómo el Señor entra y toma posesión y utiliza ese nuevo trozo de territorio como una posición privilegiada desde la cual nuevas victorias pueden ser obtenidas.

 

Esta es la obra propia del Señor, pero Él se complace en ponerla en las manos de aquellos que Él ha libertado pues leemos: "¿Cómo oirán sin haber quien les predique?". (Romanos 10: 14 – NBA).

 

"Hablaron de tal manera que creyó una gran multitud, tanto de judíos como de griegos". (Hechos 14: 1 – NBA). 

 

"El que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados". (Santiago 5: 20).

 

Pero, el conflicto es real y feroz y el diablo contenderá paso a paso por el terreno que tiene en su poder. Nosotros debemos darnos cuenta que nos enfrentamos a su poder y entonces nos alejaremos de cualquier sabiduría y fortaleza que nos imaginamos que son nuestras y acudiremos sólo al Señor. Desearemos fervientemente llevar a efecto las buenas nuevas pero buscaremos constantemente el lugar donde se encuentran el verdadero poder y la verdadera sabiduría, — a saber, la presencia del Señor, — y demostraremos así que depender sólo de Él es la senda a la victoria.

 

"Por lo demás, hermanos, esforzaos en el Señor y en el poder de su fortaleza. Revestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos nuestra lucha contra carne y sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los gobernantes de las tinieblas de este mundo, contra las huestes espirituales de iniquidad en las regiones celestiales. Por lo cual, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo hecho todo, estar firmes. Estad pues firmes, teniendo los lomos ceñidos de la verdad, y habiéndoos vestido de la coraza de la justicia, y habiéndoos calzado los pies de alegre prontitud para propagar el evangelio de la paz; y sobre todo, embrazando el escudo de la fe, con el cual podréis apagar todos los dardos encendidos del maligno. Tomad asimismo el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en Espíritu con toda forma de oración y plegaria, en todo tiempo; y velando para ello con toda perseverancia y plegaria por todos los santos, y por mí para que se me conceda libertad de palabra, en abrir mi boca con denuedo, para dar a conocer el misterio del evangelio". (Efesios 6: 10 a 20 – VM).

 

El evangelio de la gracia de Dios abre paso a lo que está detrás de él; y con este objetivo en perspectiva, los Cristianos son exhortados a luchar y orar, pues el resultado fundamental de la predicación es el triunfo de lo que Dios es en Su naturaleza y en Sus actividades, y la confusión total del enemigo.

 

"Maldecid a Meroz". ¿Hay alguno que profesa el Cristianismo y es indiferente en cuanto a este conflicto? Que ellos oigan las palabras solemnes: "Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Jehová; Maldecid severamente a sus moradores, Porque no vinieron al socorro de Jehová, Al socorro de Jehová contra los fuertes". (Jueces 5: 23). ¿¡Oh! Por qué Rubén se quedó entre los rediles mientras el gran conflicto se encarnizaba? (Jueces 5: 16). Preguntémonos: ¿Por qué los Cristianos de hoy en día, amando la comodidad y el confort permanecen en la seguridad de los rediles cuando el glorioso evangelio de Dios está avanzando y recibe la oposición de todo el poder y el ingenio de Satanás? Ciertamente allí donde prevalece tal indiferencia las asechanzas de Satanás han tenido éxito y él ha obtenido una ventaja. Que el Señor nos otorgue gracia para que nos olvidemos de nosotros mismos y salgamos al conflicto guiados por la luz del conocimiento de Él mismo y por las actividades de su gracia hasta que amanezca, cuando todos sus enemigos perecerán y cuando los que le aman serán como el sol cuando sale en su fuerza. (Jueces 5: 31).

 

(3) Nosotros Vencemos a Satanás al estar Dispuestos a Sacrificarnos

 

Ahora bien, si el diablo no logra hacernos dudar del amor y la bondad de Dios e impedirnos buscar el bien de los demás, él se esforzará para vencernos haciéndonos pensar mucho en nosotros mismos poniendo primero el yo en lugar de Dios. Esta fue la primera evidencia de alejamiento de Dios en Edén. Eva pensó en ella misma y cuando extendió su mano para tomar el fruto del árbol ella demostró que había comenzado a amar al YO en vez de amar a Dios, y esto ha sido siempre natural para los hombres desde ese triste día. Esto fue con lo que Satanás enrostró a Dios cuando él dijo en la presencia del Todopoderoso: "Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia". (Job 2: 4, 5). Satanás comprendió bien el carácter de la caída. Él sabía que los hombres eran totalmente egoístas; que sacrificarían todo, incluso a su Dios, para salvarse ellos mismos.

 

En nuestro Señor Jesucristo, nuestro Modelo y nuestro Guía, tenemos un ejemplo perfecto. Él sacrificó todo voluntariamente, incluso Su vida. Cuando fue tentado por Satanás a compadecerse de Sí mismo y rehusar la cruz Él mantuvo Su bienaventurada senda de consagración perfecta a Dios. Él amaba al Señor Su Dios, con todo Su corazón, con toda Su alma, con toda Su fuerza; y Su respuesta perfecta a la gran tentación fue: "La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?" (Juan 18: 11).

 

Los santos de Dios tienen la victoria por medio de Él y Satanás será herido bajo los pies de ellos. Nosotros tenemos el carácter de esta victoria aclarado en Apocalipsis 12 donde leemos, "Y oí una gran voz en el cielo, que decía: ¡Ahora han venido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios, y la soberanía de su Cristo; porque ha sido derribado el acusador de nuestros hermanos, que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche! Y ellos le vencieron por medio de la sangre del Cordero, y por medio de la palabra de su testimonio, y no amaron sus vidas, exponiéndolas hasta la muerte". Apocalipsis 12: 10, 11 – VM). Aquí se trata, realmente, de victoria sobre Satanás, pues están aquí los que pese a toda su sutileza y sus tentaciones amaron más a Dios que a ellos mismos, y pusieron sus vidas voluntariamente por Su testimonio. Para ellos Dios era más que la vida misma. Este es el triunfo de Dios sobre Satanás en los corazones de Su pueblo. Ellos aman a Dios: pero este es el resultado de Su amor hacia ellos manifestado en la sangre del Cordero. Esa sangre es la muestra innegable para nosotros de un amor que venció toda fuerza opositora; un amor que no pudo ser apagado por las muchas aguas de la muerte. Y este amor triunfa de tal manera sobre ellos y lleva cautivos sus corazones que dicho amor y la verdad de Dios, de quien el amor es, llega a ser todo para ellos y todo lo demás no tiene importancia. Fue así con los mártires que cantaron el cántico de triunfo entre las llamas de la hoguera. Siempre será así donde el amor de Dios gobierna.

 

Pero, ¿cómo nos situamos en este asunto? En estos días no se nos pide que vayamos al martirio real por causa de Cristo pero es nuestro privilegio demostrar cada día que Le amamos más que a nosotros mismos. ¿No es éste el secreto del verdadero discipulado? ¿acaso no lo encontramos en las palabras del Señor? "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo". (Lucas 14: 26, 27).

 

"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará". (Marcos 8: 34, 35). Aquí no hay negación de uno mismo sino la completa negación del yo,— el sacrificio continuo del yo, si usted desea expresarlo así, pues llevar la cruz significa esto; y al hacerlo, — al perder así nuestras vidas, — nosotros andamos en las pisadas de Uno que fue siempre victorioso, pues Él—

 

«Holló a todos Sus enemigos bajo Sus pies

Por haber sido Él hollado.»

 

Mientras andamos por esta senda somos más que vencedores por medio de Él. (Romanos 8: 37). «¿Qué es ser más que un vencedor?» fue la pregunta que fue hecha. «Matar a seis hombres y estar dispuesto a matar a un séptimo», fue la respuesta dada. Pero, ¿fue ésta la respuesta correcta? Ah, no, sino exactamente lo contrario. Se trata de que nosotros somos muertos seis veces y que estamos dispuestos a que nos vuelvan a matar. "Por tu causa somos muertos [no matando] todo el día". (Romanos 8: 36 – RV1977). Cuando estamos así dispuestos a sacrificarnos por Su causa tenemos la victoria, y Dios es glorificado en nosotros.

 

Pero, vean ustedes lo que precede y lo que sigue al versículo citado y comprenderán el secreto de esta victoria, y verán de qué manera es posible que nosotros, que por naturaleza somos siempre egocéntricos, nos regocijemos al padecer. Leemos, "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?" (Romanos 8: 35). Ninguno de estos padecimientos físicos puede separarnos de Su amor, aunque a menudo nuestras almas pueden perder el sentido de dicho amor. Entonces nos sentimos abatidos y propensos a murmurar en medio de la prueba: y así Satanás gana una ventaja. Pero si nuestros corazones están en lo correcto y dependemos del Señor, nuestro gran Intercesor, la tribulación no hace más que acercarnos a Él, y así se nos hace probar de nuevo la bendición de aquel amor que es más grande que la mayor prueba. Entonces podemos gloriarnos en la tribulación: entonces el rocío del dolor resplandece como gema preciosa, y estamos satisfechos y felices con la senda de Dios para nosotros, y somos verdaderos vencedores. Luego sigue la bienaventurada conclusión: "Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro". (Romanos 8: 38, 39). Si la primera lista corresponde a pruebas físicas en las que necesitamos el amor de Cristo como nuestro sostén, aquí son enemigos espirituales, y contra estos Dios mismo se opone. Ellos no pueden separarnos de Su amor pues Su amor es mayor y más poderoso que todos ellos. Todo el poder de estas cosas espirituales fue movilizado para separarnos del amor de Dios y mantenernos en esclavitud, pero la cruz de Cristo destruyó el dominio de ellas y por medio de Su muerte preciosa el amor de Dios nos ha dado seguridad pese a todas ellas, y ya que este es un hecho glorioso, nosotros no debemos temer. Oh, que la luz de este amor incomparable llene y mueva nuestros corazones de tal manera que estemos siempre dispuestos a ser muertos todo el día por causa de Jesús, y ser así más que vencedores por medio de Aquel que nos amó.

 

J. T. Mawson

 

Traducido del inglés por: B.R.C.O. – Abril 2021

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:

 

JND = Una traducción del Antiguo Testamento (1890) y del Nuevo Testamento (1884) por John Nelson Darby, versículos traducidos del Inglés al Español por: B.R.C.O.

NBA = Nueva Biblia de las Américas, Copyright 2005 by The Lockman Foundation.

RV1977 = Versión Reina-Valera Revisión 1977 (Publicada por Editorial Clie).

RVA = Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano)

VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).

Título original en inglés:
HOW TO OVERCOME - How to Overcome the Devil,
by J. T. Mawson
Traducido con permiso
Publicado por:

Versión Inglesa
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