Revista VIDA CRISTIANA (1953-1960)


Revista VIDA CRISTIANA (1953-1960)

VISTO Y LEIDO...

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La Unidad de la Iglesia

 

«La unidad de la Iglesia es tan preciosa, tiene tanta autoridad sobre el corazón del hombre que, como consecuencia de la decadencia de la Iglesia existe el peligro de ver el deseo de la unidad externa llevar a los fieles a aceptar el mal y a andar en comunión con él, para no romper aquella unidad externa. Hace falta, pues, establecer el principio de la fidelidad individual, de la responsabilidad individual para con Dios, y ponerlo encima de toda otra consideración. Asimismo, la autoridad de Dios sobre nuestra conciencia ha de ser una realidad. Mantener en la práctica la posibilidad de la unión entre el nombre de Jesús y el mal es blasfemar este bendito nombre.»

 

 

  • Un espíritu humilde no especula mucho: recibe los pensamientos de Dios.

 

 

  • CREENCIA Y FE —Las «creencias» son una especie de aceptación, por la inteligencia y el espíritu de ciertas verdades, pero las creencias no salvan: "La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios." (Romanos 10: 17).

 

 

  • La impopularidad del Evangelio viene de que proclama y denuncia la incapacidad y maldad del hombre: la carne no quiere de un mensaje de Dios que la mortifique.

 

 

  • El culto, la alabanza, no se pueden improvisar. Es cuestión de dependen­cia diaria y de comunión. Si durante la semana nos hemos asimilado al mundo, no po­dremos dar culto "en espíritu y en verdad", y presentaremos "fuego extraño" delante del Señor. (Números 26:61.)

 

 

  • FE EN DIOS.- Siempre hay fuerza al mirar a Dios, pero si la mente repara en su flaqueza, en vez de echarla sobre Dios, produce incredulidad. Dificultades pueden presentarse. Dios puede permitir que nos ocurran muchas cosas para mostrarnos nuestra debilidad, pero la sencilla senda de fe es ir adelante no ocupándonos de antemano de lo que tenemos que hacer, pero contando con la ayuda que necesitaremos y encontraremos cuando llegue el momento.
  • No le importaba a David que fuera el león, el oso o aquel gigante de los Filisteos - le era indiferente, porque en sí mismo era igualmente débil en presencia del uno como del otro, pero seguía adelante tranquilamente ha­ciendo su deber. Esto es Fe.

 

 

  • Cuando los Santos pasan por pruebas y dificultades cuando andan hu­millados, los pecados más pequeños pesan en su conciencia. En la prosperidad, la conciencia es un padre que otorga indulgencias y produce gran relajamiento o abandono en nuestros corazones. Pecad contra la luz: la apagaréis poniendo un velo sobre vuestra conciencia, el cual disminuirá en ella el sentimiento de la culpabilidad; entonces el Enemigo podrá arrastraros donde quiera.

 

 

  • Hay mucho peligro en ocuparnos de la Palabra prescindiendo del Espíri­tu Santo. No conozco nada que separe tanto de Dios como hablar de la Ver­dad sin tener comunión con EL.

 

 

  • Para poder aprovechar plenamente la lectura de la Palabra de Dios, es ne­cesario que los cristianos aprendamos a echar resueltamente a un lado todo nuestro saber. En las cosas de Dios, si la erudición humana aspira a otro papel que el de una sierva, no será más que un montón de harapos: "Pero nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios; para que conozcamos las cosas que nos han sido dadas gratuitamente por Dios. Las cuales cosas también hablamos, no con palabras que enseña la sabiduría humana, sino que enseña el Espíritu Santo, explicando cosas espirituales con palabras espirituales." (1 Corintios 2: 12, 13 - Versión Moderna). 

 

 

  • Este mundo se compone de dos familias que son: la familia del diablo: "los hombres", y la familia de Dios: "los santos". "Los hombres" es el ape­lativo que caracteriza este mundo: "está establecido para los hombres que mueran una sola vez" (Hebreos 9:27). La Palabra no llama nunca a los cristianos "los hom­bres", a no ser para reprenderlos cuando son carnales; y en el Nuevo Testamento, los creyentes son llamados constantemente: "los santos". - H. R.

  

Revista "VIDA CRISTIANA", Años 1953 y 1954

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