Sinopsis de los Libros de la Biblia - Nuevo Testamento (J. N. Darby)

1 TIMOTEO

ÍNDICE SINOPSIS N.T.
INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO
MATEO 1 - 14
MATEO 15 - 28
MARCOS
LUCAS 1 - 8
LUCAS 9 - 24
JUAN 1 - 12
JUAN 13 - 21
HECHOS
LAS EPÍSTOLAS: INTRODUCCIÓN
ROMANOS
1 CORINTIOS
2 CORINTIOS
GÁLATAS
EFESIOS
FILIPENSES
COLOSENSES
1 TESALONICENSES
2 TESALONICENSES
1 TIMOTEO
2 TIMOTEO
TITO
FILEMÓN
HEBREOS
SANTIAGO
1 PEDRO
2 PEDRO
1 JUAN
2 JUAN
3 JUAN
JUDAS
APOCALIPSIS

MOBI

EPUB

SINOPSIS

de los Libros

de la Biblia

 

1 TIMOTEO

 

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:

 

JND = Una traducción literal del Antiguo Testamento (1890) y del Nuevo Testamento (1884) por John Nelson Darby (1800-82), traducido del Inglés al Español por: B.R.C.O.

VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).

 

 

La relevancia y el carácter peculiares de las epístolas a

Timoteo y a Tito

 

Las epístolas a Timoteo y a Tito tienen una relevancia y un carácter peculiares de manera natural, estando ellas dirigidas a personas en las que el Apóstol delegó el actuar en su nombre o cuidado para con la iglesia durante su ausencia. Sin embargo, su aplicación a nosotros es directa por este motivo, porque ellas no solamente nos instruyen acerca del estado de la iglesia, y del cuidado pastoral que el Apóstol le otorgó, sino que la línea de conducta en que a Timoteo se le encarga conducir a los creyentes es aquella que los mismos creyentes debiesen seguir siempre. No obstante, confundir las instrucciones dadas a Timoteo y a Tito con las palabras dirigidas de manera directa a los fieles sería echar confusión sobre el ministerio en su mejor sentido.

 

El contenido general de la Primera Epístola a Timoteo

 

Una gran parte de esta Primera Epístola a Timoteo requiere poco desarrollo; no porque ella no tenga importancia, sino porque contiene instrucciones — tan sencillas y simples que la explicación sería superflua — y exhortaciones prácticas que sólo serían oscurecidas, y se les quitaría su fuerza y su finalidad al tratar de ampliarlas. Por otra parte, esta epístola contiene principios generales de gran importancia para la posición de la asamblea en general.

 

El carácter de Dios presentado al mundo como Dios Salvador,

representado por Su pueblo como un Dios de amor

 

Dios asume aquí, de manera peculiar, el carácter de un Dios Salvador con respecto al mundo; un principio de gran importancia en todo lo que concierne a nuestra manera de vivir en el mundo y nuestros tratos con los hombres. Nosotros, en nuestro carácter religioso, representamos a un Dios de amor. Este no fue el caso en el Judaísmo. Él era realmente el mismo Dios; pero Él asumió allí el carácter de legislador. De hecho, todos tenían que ir a Su templo según la declaración de los profetas, y Su templo estuvo abierto para ellos; pero Él mismo no se caracterizó como un Dios Salvador para todos. En Tito nosotros encontramos la misma expresión.

 

Un esquema del contenido de la epístola

 

En estas comunicaciones confidenciales a su querido hijo en la fe y compañero en la obra, nosotros podemos comprender que el Apóstol establecería claramente los grandes principios sobre los cuales la administración encomendada a él se basó. El hecho de que todos los hombres eran los objetos de los tratos de Dios en gracia fue la base general sobre la cual esta administración estaba fundamentada — que el carácter de Dios hacia el mundo era el de un Salvador (compárese con 2ª. Corintios 5). La ley tiene su lugar y aún lo tiene, tal como el Apóstol muestra — la condena de los injustos {*}.

 

{*} Observen aquí, especialmente, que nadie está bajo ella, o que ella es una norma de vida para el pueblo de Dios, sino que ella es una norma de lo bueno y lo malo para demostrar el mal a cualquier conciencia. Por otra parte, en el versículo 5 de 1ª. Timoteo nosotros tenemos la finalidad de la comisión del evangelio, participar de la naturaleza divina — amor y santidad, cumplir con la responsabilidad en la práctica, una buena conciencia y el corazón consagrado plenamente a Dios, recibiendo Su Palabra y confiando en Él.

 

Pero la misericordia soberana de Dios fue el punto de partida de todo lo que el Apóstol tuvo para declarar. Este pensamiento, este espíritu, debían gobernar la adoración de los creyentes. Detalles siguen a continuación. No obstante este amor para con el mundo, había en la tierra una asamblea del Dios viviente, columna y apoyo de la verdad (1ª. Timoteo 3:15 – VM), y testigo de ella en la tierra. La Persona de Cristo, y todo lo que concierne a Él, es el tema de su confesión, el fundamento de su existencia, y el objeto de su fe. Esta fe sería atacada en los postreros días por el enemigo, el cual, bajo la pretensión de lo sagrado se opondría a Dios el Creador y Salvador de todos los hombres y de los creyentes en particular. (1ª. Timoteo 4:10). Instrucciones para el andar de la asamblea componen el resto de la epístola. Una conducta adecuada es establecida delante de Timoteo, para hacerle entender, así como hacernos entender a nosotros mismos, aquello que conviene a la iglesia de Dios. Examinaremos ahora más detenidamente el contenido de esa epístola.            

 

 

Capítulo 1

 

El Dios Salvador y la comisión de Pablo

 

Desde su comienzo, el Apóstol Pablo designa a Dios como el Dios Salvador. Pablo es el Apóstol de Jesucristo conforme al mandato de Dios nuestro Salvador. El Señor Jesucristo es la confianza y la esperanza del alma.

 

La diferencia entre el deseo del Apóstol para un individuo

y para una asamblea

 

Nosotros también observamos que el deseo del apóstol difiere del que él expresa cuando se dirige a una asamblea: "Gracia, misericordia", él dice, "y paz." Él no dice "misericordia" a las asambleas, las cuales están delante de Dios como tales, como consecuencia de la misericordia mostrada a ellas, y las cuales (con independencia de lo baja que podía ser su condición) son vistas como asambleas conforme a la naturaleza en que ellas viven por el Espíritu, en las que no es cuestión de misericordia, porque esa naturaleza es, en sí misma, de Dios. Gracia y paz son lo que ellas han de disfrutar de parte de Dios. Pero cuando se trata de un individuo, cualesquiera que pudiesen ser su piedad o fidelidad, él es tanto carne como espíritu, aún se ha de proveer, a lo menos en parte, para su carrera, teniendo siempre necesidad de misericordia. Por lo tanto, el Apóstol la desea para Timoteo así como para Tito. {*} En el caso de Filemón, él añade, "la iglesia que está en tu casa", y, por lo tanto, su deseo ya no tiene la forma personal.

 

{*} Hay, sin embargo, algún interrogante en cuanto a la lectura en Tito.

 

Pero con Timoteo y Tito se trata de la intimidad del Apóstol con sus amados colaboradores. Él sabía cuánto necesitaban misericordia. Ella era su propio recurso, aquello que él había experimentado para el consuelo de su propia alma.

 

Timoteo encargado de velar por la doctrina enseñada;

el carácter doble del mal introducido

 

El objetivo especial por el que Pablo había dejado a Timoteo en Éfeso, cuando él fue a Macedonia, fue para que él pudiese velar por la doctrina que fue enseñada; pero, estando allí, él le da instrucciones para el orden interior de la asamblea. El mal que el enemigo procuraba introducir, con respecto a la doctrina, tenía un carácter doble: fábulas de pensamiento humano y la introducción de la ley en el Cristianismo. En cuanto a lo primero, ello era puro mal y no edificaba a nadie. El Apóstol no dice mucho aquí acerca de ello; él los previno acerca del mal; y la fe de la asamblea en Éfeso era bastante sana como para permitirle tratar el sistema completo como meras fábulas y genealogías. El Espíritu advirtió que en los postreros tiempos aquel mal tendría consecuencias más desastrosas, pero en aquel instante sólo se necesitó guardar a los creyentes de dicho mal como siendo aquello que no tenía valor alguno. A Timoteo el Apóstol le encargó que se ocupara de esto.

 

Nuestro servicio; un indicio seguro para los que son

guiados por el Espíritu

 

Pero lo que se nos encomienda en el Cristianismo, como servicio, está siempre, tanto en su objetivo como en su carácter, a la altura de los principios eternos de Dios y pertenece al fundamento de nuestras relaciones morales con Él.

 

El objeto del mandamiento de Pablo es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, y nunca las sutilezas de un argumento de pensamiento humano. Esto es un indicio seguro para los que son sanos en la fe y son guiados por el Espíritu de Dios. Cuestiones especulativas no actúan sobre la conciencia, ni llevan a la presencia de Dios. Algunos habían abandonado estos hechos clave y fundamentales del Cristianismo, apartándose a vanas palabrerías. Y nosotros encontramos nuevamente aquí a esos mismos corruptores del Cristianismo, los cuales, después de haber rechazado al Salvador, sembraban la senda del Apóstol con espinas — maestros Judaizantes.  Ellos deseaban inculcar la ley. La mente humana es adecuada para esto.

 

Maestros Judaizantes; la ley y su uso contrastados con el

glorioso evangelio

 

Nosotros vemos ahora la manera en el que uno que está a la altura de la verdad de Dios puede poner todo en su verdadero lugar. Pablo trata el producto de la imaginación humana como meras fábulas, pero la ley era de Dios y podía ser hecha útil si era usada correctamente. Era un gran servicio condenar, juzgar el mal, dar muerte — mostrar el juicio de Dios contra toda cosa mala prohibida por el evangelio que revelaba la gloria del Dios bendito — una gloria que no toleraba mal alguno y que había sido encomendado al Apóstol. Ella podía ser usada para actuar sobre la conciencia de esta manera, pero no edificaba a los justos; y, si algunos estaban bajo la ley, ellos estaban bajo la maldición. Ella puede ser usada como espada para la conciencia. Pero sólo la gracia es la fuente de nuestra predicación y el sustento de nuestras almas.

 

Estos dos sistemas y sus lugares respectivos son presentados en 1ª. Timoteo 1: 5-17, lo cual forma una especie de paréntesis, reanudando el Apóstol su discurso a Timoteo en el versículo 18. El uso de la ley es explicado en los versículos 8-13. El Apóstol, en un cierto sentido, la modera aquí, mientras reconoce su utilidad en su lugar, como el arma de la justicia para condenación, y la contrasta con el evangelio el cual está relacionado con la gloria de Dios mismo, gloria que el evangelio proclama, así como la ley está relacionada con la iniquidad que ella condena.

 

La gracia de Dios para con el primero de los pecadores

haciendo de él el testigo más poderoso de Su gracia

y de la obra de Cristo

 

Habiendo hablado del evangelio de la gloria que le había sido encomendado, el Apóstol dirige la atención a la gracia soberana que lo llevó al conocimiento de esta gloria que es el testimonio de la consumación de la obra de gracia.

 

"Doy gracias", él dice, "a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador." Esto fue verdaderamente gracia.

 

El Apóstol habla de dos cosas en su conversión: una es cómo Dios pudo tener compasión de él en semejante estado — él estaba en ignorancia; la otra es el propósito de Dios de que el Apóstol fuese un modelo de la gracia para todos. El hecho de que él estaba en ignorancia e incredulidad, aunque fue una condición que hizo posible la misericordia (porque si él hubiese sido un enemigo, sabiéndolo y queriéndolo, mientras conocía la gracia del evangelio, ello hubiese sido imposible), aun así esa condición no fue excusa para sus pecados; él presenta la gracia pura y perfecta, como habiendo abundado en su caso — el era el primero de los pecadores. Esto era realmente cierto. Los sumos sacerdotes habían resistido al Espíritu Santo hasta lo sumo. Pablo se había unido a ellos en ello: pero él no estuvo satisfecho con eso. Él deseó ser el enemigo activo de la fe dondequiera que ella existiese y destruir el nombre de Jesús. Él había hecho mucho en Jerusalén, pero deseó saciar su odio en ciudades extranjeras. Nosotros conocemos su historia en los Hechos. Siendo él la expresión viva de la resistencia Judía a la gracia, él fue también entre los hombres la expresión de la enemistad humana más activa a Aquel a quien Dios glorificó. La gracia fue más grande que el pecado, la paciencia de Dios más perfecta que la perseverancia de la hostilidad del hombre. Esta última estaba limitada por la importancia del hombre, lo anterior no tiene límite en la naturaleza de Dios sino el de Su voluntad soberana. Culpable como el hombre puede ser, su pecado no puede alcanzar a Dios como para perturbar la acción independiente de Su naturaleza o cambiar Sus propósitos. A Él le agradó manifestar en Pablo un modelo de la soberanía de esa gracia y esa bondad perfectas — para los Judíos a partir de entonces, quienes como una nación estarán en la condición de Saúl — para todos los hombres como enemigos de Dios y por naturaleza hijos de ira. El primero, el más activo, el más empedernido de los enemigos, fue el mejor y más poderoso de los testigos de que la gracia de Dios abundó sobre el pecado y que la obra de Cristo fue perfecta para quitarlo.

 

Pablo atribuye su alabanza: su fundamento

 

"A Dios" — siendo tal en Su naturaleza, y teniendo el desarrollo de todos los siglos en Sus consejos — el Apóstol atribuye toda alabanza y toda gloria, "al inmortal, invisible, único Dios" (1ª. Timoteo 1:17 – JND). Ese fue el fundamento del ministerio de Pablo en contraste con la ley. Estaba fundamentado sobre la revelación de la gracia; pero fue una revelación relacionada con la experiencia de la aplicación de ella a su propio caso. Pedro, culpable de negar a un Salvador vivo, pudo hablar a los Judíos de la gracia que trataba con el caso de ellos, el cual era el suyo propio; Pablo, anteriormente el enemigo de un Salvador glorificado y el resistidor del Espíritu Santo, pudo proclamar la gracia que se elevó sobre incluso ese estado de pecaminosidad, sobre todo lo que pudo emanar de la naturaleza humana — gracia que abrió la puerta a los Gentiles según los consejos propios de Dios, cuando los Judíos habían rechazado todo, sustituyéndolos por la asamblea celestial — gracia suficiente para la futura admisión de esa nación culpable a mejores privilegios que aquellos que ellos habían perdido.

 

Tal fue el llamamiento de este apóstol, tal su ministerio. Habiendo mostrado la oposición entre eso que se le encomendó a él y la ley (mientras afirma la utilidad de la última, no como una norma para los justos o una guía para el pueblo de Dios, sino como juzgando el mal), él reanuda su mensaje a Timoteo en lo que se refiere a los detalles de su misión entre los Efesios.

 

La comisión confiada a Timoteo con autoridad basada

en el testimonio divino; la fe como la verdad

 

Al final del capítulo 1 él le hace el encargo — le envía su mandamiento. El término que él emplea se relaciona con los versículos 3 y 5. Él había dejado a Timoteo en Éfeso para que mandase a ciertas personas que no enseñaran otra doctrina que no fuesen las verdades del evangelio. Ahora bien, la finalidad del mandamiento, de esta comisión evangélica, fue el amor, procedente de un corazón puro, y de una buena conciencia, y de fe no fingida (1ª. Timoteo 1:5 – VM). Porque el evangelio, si bien revela los maravillosos consejos de Dios, mantiene los grandes principios eternos de Su naturaleza. Esto es lo que diferencia la verdad de las elevadas pretensiones de pensamientos heréticos; ella requiere que el hombre esté en relación con Dios realmente en corazón y en verdad según esos principios. Y el Apóstol encargaba ahora a Timoteo esta comisión, su hijo en la fe. Él tenía que mantenerla con una autoridad que tenía su base en el testimonio divino, pero que él esgrimía de parte del Apóstol que lo había designado; no meramente por su propia voluntad, sino según las profecías que lo habían señalado para este propósito y que fueron un medio de fortaleza para él en el conflicto en el que se vio así envuelto. Las condiciones para la victoria estaban de acuerdo con la naturaleza de la comisión. Él debía mantener la fe y una buena conciencia. Ahora bien, la fe es aquí la doctrina del Cristianismo; sin embargo, no meramente como doctrina, sino como aquello que el alma tenía entre ella misma y Dios como viniendo de Él. Él tenía que mantener la verdad, la doctrina Cristiana, pero poseerla como tan revelada por Dios mismo al alma que ella debía ser la verdad. La luz debía poseer, con contornos bien definidos, la autoridad de Dios.

 

La fe y una buena conciencia:

su pérdida y sus consecuencias

 

Se trataba de la fe, aquello que Dios había revelado, recibido con certidumbre como tal — como la verdad.

 

Pero, para estar en comunión con Dios, la conciencia tiene que ser buena, debe ser pura; y si nosotros no estamos en comunión con Dios, no podemos tener la fuerza que nos mantendría en la fe, que nos permitiría perseverar en la profesión de la verdad, tal como Dios nos la da. Satanás tiene, entonces, una influencia controladora sobre nosotros, y si el intelecto de uno que está en este estado está activo, él cae en herejía. La pérdida de una buena conciencia abre la puerta a Satanás, porque ello nos priva de la comunión con Dios; y la mente activa, bajo la influencia de Satanás, inventa ideas en vez de confesar la verdad de Dios. El Apóstol trata el futo de este estado como "blasfemar" (1ª. Timoteo 1:20); la voluntad del hombre está en acción, y mientras más elevado es el asunto, más una voluntad desenfrenada, poseída por el enemigo, se extravía, y se exalta contra Dios y contra el sometimiento de toda la mente a la obediencia de Cristo, a la autoridad de la revelación de Dios.

 

Entregado a Satanás: un acto de poder apostólico

para un eventual bien

 

El Apóstol había entregado dos personas de este carácter a Satanás — es decir, exteriormente. Aunque ya habían sido engañados por él, ellos no estaban bajo su dominio como teniendo poder para atormentar y hacerlos padecer. Porque en la asamblea (cuando ella está en su estado normal) Satanás no tiene ningún poder de ese tipo. Ella es guardada de dicho poder, siendo la morada del Espíritu Santo y estando protegida por Dios y por el poder de Cristo. Satanás puede tentarnos individualmente; pero él no tiene ningún derecho sobre los que pertenecen a la asamblea como tal. Ellos están adentro, y, débiles como pueden ser, Satanás no puede entrar allí. Ellos pueden ser entregados a él para su bien. Esto puede tener lugar en todo momento — véase como ejemplo la historia de Job. Pero la asamblea debiese tener el conocimiento y ser el guardián y el instrumento del cumplimiento de los tratos de Dios con los Suyos. El Espíritu Santo está dentro de la asamblea; Dios mora en ella como Su casa por el Espíritu. Afuera está el mundo del cual Satanás es el príncipe. El Apóstol (por él poder concedido a él {*}, debido a que es un acto de poder positivo) entregó estos dos varones al poder del enemigo — los privó del refugio que ellos habían disfrutado. Ellos habían oído al enemigo — habían sido sus instrumentos.

 

{*} No debemos confundir este acto de poder con la disciplina, la cual es el acto de la asamblea y su deber formal. En 1ª. Corintios 5 el Apóstol une la asamblea a sí mismo en este acto de poder, pero él entregó con el poder de Cristo. El deber de la asamblea es declarado allí en el versículo 13. En cuanto a la parte del santo o de la asamblea, cuando Dios ha ejercido disciplina, véase 1ª. Juan 5:16 y Santiago 5: 14-15).

 

Esto no debería haber tenido lugar en la asamblea, con miembros de Cristo. A ellos se les tiene que hacer sentir que fue a Satanás a quien habían prestado oídos. Por tanto, Dios hizo uso del propio Satanás como una vara para el bien de Sus hijos rebeldes. Satanás los instruiría, por medio de las angustias que él los haría padecer, de cualquier tipo que sea, sea angustia de alma o de cuerpo, y lo último es el efecto inmediato, para que la voluntad de ellos pudiese ser quebrantada y ser llevada al sometimiento a Dios. ¡Disciplina solemne! Poder maravilloso en las manos del hombre, pero una demostración de que el amor de Dios puede ordenar todas las cosas para el propósito de liberar un alma y traerla a Él.

 

Capítulo 2

 

Los tratos del Dios Salvador con los hombres bajo el evangelio;

un solo mediador es la verdad distintiva del Cristianismo

 

El Apóstol sigue presentando enseñanzas, fundamentadas en los grandes principios que él había establecido — en la gracia. El espíritu Judío podía considerar a los reyes Gentiles como enemigos, y a los Gentiles en general como indignos del favor divino. La persecución de la que los Cristianos eran el objeto brindó a la carne la ocasión de alimentar estas disposiciones y de entrar en el espíritu de la ley. La gracia se eleva por encima de todos estos pensamientos — todos estos sentimientos del corazón. Ella nos enseña a pensar en todos los hombres con amor. Nosotros pertenecemos a un Dios Salvador, el cual actúa en el evangelio hacia todos los hombres con amor. Ellos debían orar especialmente por los reyes y por los que ocupaban posiciones en el mundo, para que Dios dispusiera sus corazones para permitirnos vivir en paz y sosiego en toda honestidad. Esto agradaba mucho a un Dios Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y sean llevados al conocimiento de la verdad. Los consejos de Dios no es el tema aquí, sino Sus tratos con los hombres bajo el evangelio. Él actúa en gracia. Es el tiempo aceptable — el día de salvación. Él abre la puerta a través de la sangre de Cristo y proclama la paz y una segura recepción a todo aquel que viene. La obra está hecha; Su carácter glorificado plenamente con respecto al pecado. Si ellos rechazan venir, esa es la voluntad del hombre. El hecho de que Dios cumplirá Sus consejos después de todo no hace ningún cambio en Sus tratos, ni tampoco en la responsabilidad de los hombres. Nosotros tenemos que proclamar el amor para todos — en el espíritu de amor en nuestros modos de obrar hacia ellos. La diferencia entre Judío y Gentil desaparece aquí totalmente. Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, un Hombre, Cristo Jesús. Estas son las dos grandes verdades que forman la base de toda religión verdadera. El Judaísmo ya había sido la revelación y el testimonio en el mundo de lo primero: había un único Dios. Esto permanece eternamente cierto pero no bastaba para llevar a los hombres a la relación con Dios. Con respecto a los hombres Él permaneció dentro del velo en la oscuridad que envolvía Su majestad. El Cristianismo, mientras revela plenamente al único Dios, presenta la segunda verdad: hay un solo mediador entre Dios y los hombres. Hay uno, y hay sólo uno. Es tan cierto que hay un solo mediador como que hay un solo Dios. Esta es la gran y distintiva verdad del Cristianismo.

 

Un mediador, un hombre, el cual se dio a Sí mismo en rescate

por todos; la necesidad del pecador

 

Dos cosas caracterizan aquí al mediador. Él es un hombre; Él se dio a Sí mismo en rescate por todos. El tiempo para este testimonio fue ordenado por Dios.

 

¡Preciosa verdad! Nosotros estamos en debilidad, somos culpables, no podíamos acercarnos a Dios. Necesitábamos un mediador que, mientras mantiene la gloria de Dios, nos pusiese en una posición tal que Él pudiese presentarnos a Dios en justicia conforme a esa gloria. Cristo se dio a Sí mismo como un rescate. Pero Él debía ser un hombre para padecer por los hombres y representar a los hombres. Y Él fue esto. Pero esto no es todo. Nosotros somos débiles — aquí, donde hemos de recibir la revelación de Dios; y débiles, con respecto al uso de nuestros recursos en Dios y en nuestra comunión con Él — aun cuando nuestra culpa es borrada. Y, en nuestra debilidad para recibir la revelación de Dios, Cristo ha revelado a Dios, y todo lo que Él es en Su Persona, en todas las circunstancias en las que el hombre podía tener necesidad ya sea en el cuerpo o en el alma. Él descendió a las profundidades más bajas para que no hubiese ninguno, aun de los más miserables, que no pudiesen sentir que Dios en Su bondad estaba cerca de él y era enteramente accesible para él — descendió para él — encontrando Su amor la ocasión en la miseria; y que no había necesidad alguna para la cual Él no estuviese presente, que Él no pudiese solventar.

 

El hombre Cristo Jesús sigue siendo el mismo

para nosotros en lo alto

 

Es así cómo Él se dio a conocer en la tierra; y, ahora que Él está en lo alto, Él sigue siendo el mismo. Él no olvida sus experiencias humanas: ellas son perpetuadas mediante Su poder divino en los sentimientos compasivos de Su humanidad, conforme a la energía de ese amor divino que fue la fuente y poder motivador de ellos. Él es aún un hombre en la gloria en perfección divina. Su divinidad imparte la fuerza de su amor a Su humanidad, pero no pone a un lado lo último. Nada podría asemejarse a un mediador como este; nada podría igualar la ternura, el conocimiento del corazón humano, la compasión, la experiencia de necesidad. En la medida que la divinidad podía dar a lo que Él hizo, y en la fuerza de su amor, Él descendió, tomó parte en todos los dolores de la humanidad, y entró en todas las circunstancias en las que el corazón humano podía estar, y fue herido, oprimido y desalentado, postrado bajo el mal. Ninguna ternura, ningún poder de compasión, ninguna humanidad, como la Suya; no hay ningún corazón humano que pueda comprender así, sentir así con nosotros, cualquiera que pueda ser la carga que oprime el corazón del hombre. Es el Hombre, el Cristo Jesús, el cual es nuestro mediador; no hay ninguno que esté tan cerca, ninguno que haya descendido tan bajo y haya entrado con poder divino en la necesidad, y toda la necesidad, del hombre. La conciencia es purificada por Su obra, el corazón es aliviado por lo que Él era y lo que Él es para siempre.

 

Cristo señalado como el solo y único mediador

 

No hay más que Uno; pensar en otro sería arrebatarle Su gloria, y arrebatar de nosotros nuestro perfecto consuelo. Su venida desde lo alto, Su naturaleza divina, Su muerte, Su vida como hombre en el cielo, todo lo señala a Él como el solo y único mediador.

 

El mediador entre Dios y todos los hombres en su necesidad

 

Pero hay otro aspecto de esta verdad, y del hecho de que Él es un hombre. Es que Él no es meramente un mediador como un sacerdote en Su trono, entre Israel y Jehová; no simplemente el Mesías, para colocar a Israel en relación con el Dios de ellos, sino un hombre entre Dios y los hombres. Ello es conforme a la naturaleza eterna de Dios mismo y a la necesidad de los hombres en Su presencia. Pablo fue el heraldo y el apóstol de estas verdades, eternas y de relevancia universal.

 

El debido tiempo de la revelación de hechos mundiales

y eternos a Gentiles y Judíos

 

Poseedores de un carácter que pertenece a todas las edades y que las trasciende, todos estos hechos tuvieron su tiempo para ser revelados. Todos los medios que dependían del uso que el hombre hizo de ellos habían sido probados con los hombres — y en vano, en cuanto a hacerlos volver a Dios; y ahora los fundamentos necesarios de la relación de ellos con Dios tenían que ser expuestos, puestos por Dios mismo, y los Gentiles iban a oír el testimonio de la gracia. Y este fue el testimonio del Apóstol, un " maestro de los gentiles en fe y verdad." (1ª. Timoteo 2:7).

 

Conducta adecuada a la gracia de Dios; el pecado de Eva

y su juicio; el primer Adán contrastado con Cristo

 

Pablo ha asentado claramente los fundamentos, y él prosigue, por tanto, a los detalles. Los hombres debían orar en todo lugar, levantando manos puras, sin ira y sin vanos razonamientos humanos. Las mujeres debían andar en modestia, adornadas con buenas obras, y aprender en silencio. A la mujer se le prohibía enseñar o ejercer autoridad sobre los hombres; ella debía permanecer en quietud y silencio. La razón dada para esto es notable, y muestra de qué manera, en nuestra relación con Dios, todo depende del punto de partida original. En inocencia Adán tenía el primer lugar; en pecado, Eva. Fue Eva quien, siendo engañada, trajo la transgresión. Adán no fue engañado, culpable como él fue de desobedecer a Dios. Unido a su mujer, él la siguió, no engañado por el enemigo sino débil como resultado de su afecto. Sin la debilidad, fue esto lo que el segundo Adán hacía en gracia; Él seguía a Su esposa engañada y culpable, pero para redimirla y librarla tomando sus faltas sobre Él mismo. Eva padeció en la tierra el castigo de su falta de una manera que es una señal del juicio de Dios; pero andando en modestia, con fe y amor y santidad, ella será librada en la hora de su prueba; y eso que lleva el sello de juicio será una ocasión para la misericordia y el socorro de Dios.

 

Capítulo 3

 

Las cualidades necesarias para un obispo o un diacono,

Y la esposa de este último

 

El Apóstol precisa después a Timoteo las cualidades necesarias para un obispo o un diacono, así como para la esposa de este último {*}.

 

{*} Así se leería en Inglés; pero yo no veo razón alguna para que γυναικας (gunaikas) no debiese ser aplicado a las esposas de los ancianos. Queda realmente así: "Asimismo [los] diáconos… Asimismo [las] mujeres."

 

Él supone aquí que había alguno que deseaba emprender esta obra. Se trataba de una buena obra. Cuidar las almas y tener un ojo vigilante sobre el andar de los creyentes; velar para que ellos, los miembros de Cristo, respondan a Su amor y no pierdan ningún privilegio Cristiano; hacer esto manteniendo ese orden feliz y esa unidad preciosa que eran realizados en ese momento, y proteger el rebaño del Señor contra los lobos rapaces que estaban procurando invadirlo: esta era verdaderamente una obra valiosa, y aquel en cuyo corazón el Señor había depositado así las almas de Su pueblo, bien podía desear emprenderla. El Apóstol sintió esto: era una palabra verdadera y fiel; pero ciertas cualidades eran necesarias para hacer a alguien apto para una obligación semejante. Dones no estaban incluidos entre estas cualidades, a menos que el hecho de ser "apto para enseñar" pueda ser considerado así; pero incluso esto es presentado como una cualidad — el hombre debe tener aptitud {*} para ello — no como un don. El poder para usar tal verdad con los demás era muy útil al cumplir su obligación, y sobra absolutamente decir que él enseñaba públicamente en la asamblea. Lo esencial era eso que daba peso moral.

 

{*} Algunos traducen esta palabra como "dispuesto a aprender."        

 

A Timoteo no se lo dejó en Éfeso para designar ancianos; pero estas eran las cualidades necesarias para un obispo, y Pablo lo exhorta a estar vigilante sobre este asunto.

 

No es necesario entrar en los detalles de estas cualidades; ellas son bastante claras, así como las requeridas para un diácono.

 

"La condenación del diablo" y el "lazo del diablo" diferenciados

 

Nosotros comprendemos cuál fue el caso de "la condenación del diablo": él se exaltó al pensar en su propia importancia (compárese con Ezequiel 28). El "lazo del diablo" es otra cosa. Si un hombre no tiene buen testimonio, el cederá algún lugar al enemigo, porque él no se atreverá a resistirlo con valentía.

 

Las esposas de los diáconos:

el ámbito de la obra de las mujeres

 

Se observará que el Apóstol habla de las esposas de los diáconos, y no de las de los obispos {*} (excepto para decir que ellos deben ser maridos de una sola mujer).

 

{*} Véase la primera nota al comienzo de esta sección.

 

Los obispos tenían una obligación en la cual ellos se ocupaban de las almas y ejercían autoridad en la iglesia, en la cual las mujeres no debían actuar. Los diáconos se ocupaban necesariamente de los detalles y circunstancias de familia. En esto las mujeres bien podían ocuparse y ser a menudo muy útiles. En los cuidados espirituales de los ancianos ellas no tenían nada que ver. Por lo tanto, era necesario que las esposas de los diáconos poseyeran cualidades que hicieran que sus maridos fuesen respetados, y al mismo tiempo, evitar convertirse ellas mismas en entrometidas y chismosas.

 

La importancia del servicio del diácono

 

La fidelidad en el encargo de un diácono — cuyo ejercicio es, de hecho, un asunto de la mayor delicadeza y requiere mucho amor y paciencia Cristianos — era un medio de adquirir fortaleza en la obra de Dios. Esteban y Felipe son un ejemplo de esto: sus poderes espirituales los llevó más allá de sus servicios como diáconos.

 

La condición temprana y feliz de la asamblea

 

¿Qué era la asamblea en esos días felices? Aquello que ciertamente ella es siempre a la vista de Dios; pero además, de hecho, cuando el amor se mostraba a sí mismo en un orden mantenido por la energía del Espíritu Santo, y cuando la integridad del cuerpo entero se desarrollaba a sí misma en la acción de todos sus miembros, ella era la casa de Dios. Gracias a Dios, ello es así siempre: sin embargo, ¡qué diferencia desde entonces en su condición práctica!

 

 

La asamblea como estando en la tierra

como la casa de Dios aquí abajo

 

 

Pero examinemos aquí el carácter que el Apóstol da a la asamblea en la tierra. Él escribió esperando ir en breve, pero para eso, en caso de que él pudiera tardar mucho tiempo, Timoteo debía saber cómo conducirse. Él le dice entonces lo que la asamblea es.

 

En primer lugar ella es la casa de Dios. Dios mora en ella en la tierra (compárese con Efesios 2:22). Nosotros entendemos que ella es vista aquí como estando en la tierra, porque el Apóstol está hablando acerca de cómo conducirse uno en ella. Pero esta verdad es importante. Ella da un carácter a la asamblea de la mayor importancia para nosotros con respecto a nuestra responsabilidad. La asamblea no es una cosa vaga, compuesta de los muertos, de los vivos — una cosa que no sabemos dónde encontrar, porque una parte de ella está viva en la tierra y otra parte consiste de almas en el cielo. Ella es la casa de Dios aquí abajo, en la cual nosotros tenemos que conducirnos (con independencia de otra posición que podamos tener) de una manera que corresponda a la casa de Dios. Dios habita en la asamblea en la tierra. No dejemos de recordar este hecho muy seriamente. Cualquier cosa que introduciría confusión en la presentación de la verdad, a través de la idea de que algunos están muertos y que la asamblea completa no está aquí, proviene del enemigo y está en oposición a la Palabra. La asamblea, vista como subsistiendo en la tierra, es la casa de Dios.

 

La asamblea del Dios viviente

 

En segundo lugar, ella es la asamblea del Dios viviente. Dios, en quien está el poder de la vida, en contraste con los hombres, y con los ídolos muertos, tiene una asamblea que no es del mundo, habiéndola apartada para Sí mismo. Ella no es una nación como Israel. Ese pueblo fue la asamblea (la congregación) de Dios en el desierto. La asamblea es ahora la asamblea del Dios viviente.

 

La columna y apoyo de la verdad, manteniéndola en la tierra

 

En tercer lugar, ella es la columna y el apoyo de la verdad ("Estas cosas te escribo, esperando ir en breve a verte, por si tardare más largo tiempo, para que sepas cómo debes portarte en la casa de Dios (la cual es la iglesia del Dios vivo) columna y apoyo de la verdad." 1ª. Timoteo 3: 14-15 – VM). Cristo en la tierra era la verdad. (Él lo es siempre, pero Él lo era en la tierra). Él está ahora escondido en Dios (Colosenses 3:3). La asamblea no es la verdad: la Palabra de Dios es la verdad. Su Palabra es verdad. La verdad existe antes de la asamblea; es la fe en la verdad lo que reúne a la asamblea. Pero la asamblea es la que mantiene la verdad en la tierra {*}. Cuando la asamblea se habrá ido, los hombres serán entregados a un poder engañoso.

 

{*} Pero la asamblea no enseña. Los maestros enseñan en la asamblea, pero mediante la fidelidad en retener la verdad enseñada, ella la sustenta en el mundo.

 

Puede ser que exista un solo pequeño remanente de los que se llaman a sí mismos Cristianos que mantienen la Palabra de verdad; pero no es menos cierto que la asamblea — mientras ella permanezca aquí abajo — es el único testigo para la verdad en la tierra. Ella es el testigo de Dios para presentar la verdad delante de los hombres. Al final, aquello que Dios reconoce como tal será el débil rebaño en Filadelfia; y entonces aquello que está en la posición responsable de ser la asamblea (Laodicea) será vomitado de la boca de Cristo, el cual toma en Sí mismo el carácter de el Amén, el testigo fiel y verdadero (Apocalipsis 3:14). Pero la asamblea como implantada por Dios en la tierra es la columna y el apoyo de la verdad (1ª. Timoteo 3:15- VM). La autoridad no es el asunto aquí, sino el mantenimiento y la presentación de la verdad. Aquello que no mantiene y presenta la verdad no es la asamblea de Dios tal como Dios la entiende.

 

Las características de la casa de Dios

 

Entonces, la presencia del Dios viviente y la profesión de la verdad son las características de la casa de Dios. Dondequiera que esta asamblea del Dios viviente está, dondequiera que está la verdad, allí está Su casa {*}.

 

{*} Por consiguiente, para juzgar lo que la asamblea es, nosotros debemos conocer y ser capaces de distinguir la verdad y el Dios viviente. Esto es lo que el Apóstol Juan dice con respecto al individuo, "El Espíritu es la verdad." 1ª. Juan 5:6). Estos son los puntos fundamentales con respecto a la incredulidad y a la fe; la verdad y el Espíritu; y la Palabra de Dios es la verdad.

 

El misterio de la piedad, el centro viviente de lo que es esencial

para las relaciones entre Dios y los hombres

 

El misterio de la piedad, que está en el centro mismo de lo que la asamblea mantiene delante del mundo, es grande y está relacionado esencialmente con la Persona de Cristo. El Apóstol, naturalmente, no desarrolla aquí todas las diferentes partes de la verdad, sino aquello que es el centro viviente del todo — lo que es esencial para las relaciones entre Dios y los hombres.

 

Dios mismo manifestado en carne en la revelación

de la Persona de Cristo

 

Dios mismo había sido manifestado en carne; ¡verdad maravillosa, de hecho! Allí, donde todo es confusión y pecado, en la naturaleza de aquel en quien todo este pecado y toda esta confusión son introducidos, el centro de toda bendición, Aquel que es la luz misma, Aquel que como la luz pone todo moralmente en su lugar, y quien por el hecho de Su presencia muestra que el amor está sobre todo, Dios el cual es amor, fue manifestado en la carne. Donde estaba el pecado, allí hubo amor sobre el pecado. El hombre, el cual es esclavo del mal, ve aquí en su propia naturaleza la fuente y el poder de todo bien. En el centro del mal y de la debilidad, en naturaleza humana, Dios mismo fue manifestado. ¿Había entonces maldad en Aquel que era tal? ¿Experimentó Él la porción de la común esclavitud? En ninguna manera. A decir verdad, en las mismas circunstancias, en la misma naturaleza, Él demostró ser superior a todo mal, perfecto en todos los aspectos. La ausencia de todo pecado fue hecha evidente por el poder del Espíritu Santo durante toda Su vida (si los hombres hubiesen sido capaces de discernirlo; y, de hecho, ello fue manifiesto a la conciencia de todo hombre, porque Él era luz pura resplandeciendo sobre todos), y con poder por la resurrección (compárese con Romanos 1:4).

 

Dios se hizo así visible a los ángeles, fue predicado a los Gentiles, (no meramente el Dios de los Judíos), llegó a ser el objeto de la fe en el mundo (no se trató de la manifestación del poder visible, reclamando Sus derechos y Su gloria), y tomó al fin un lugar en lo alto en la gloria desde la cual Él había descendido. Es así como Dios es conocido en la asamblea conforme a la verdad. No hay ninguna verdad fuera del mantenimiento de esta revelación de la Persona de Cristo.

 

El punto de vista de la epístola; no se habla de los Cristianos

como la familia de Dios sino como la casa de Dios,

Su testigo hacia los hombres

 

Es digno mencionar que en esta epístola, e incluso en la segunda, en ninguna parte el Apóstol habla de la relación de los Cristianos con Dios como Sus hijos, de los privilegios de hijos, o de aquello que es conocido en la intimidad de la familia. Él habla de verdades que son esenciales como testimonio delante del mundo; lo que la asamblea es exteriormente, lo que ella es como testigo de Dios hacia los hombres. Ella es la casa de Dios, la asamblea del Dios viviente, la columna y el apoyo de la verdad: aquello que ella es como responsable en el mundo, y para que todos aprendan lo que Dios es. El misterio de la piedad, del cual la asamblea es el vaso para testimonio, responde a esto. Es la verdad sublime, esencial, sobre la cual está fundamentada toda relación entre Dios y los hombres, mediante la cual Dios tiene que ver con los hombres. Por lo tanto, el Apóstol dice previamente, "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre." (1ª. Timoteo 2:5).

 

No tenemos aquí los privilegios de hijos, ni la esposa celestial de Cristo, sino el fundamento de las relaciones de Dios con todos los hombres. Por consiguiente, el Padre no es mencionado, ni siquiera el Espíritu, excepto aquí en relación con la Persona del Señor, como la justificación de Su testimonio. Se trata de Dios, del mediador, y del hombre, y de la asamblea como el vaso y depositaria de esta verdad del testimonio de Dios; en vez de malos espíritus que alejan a los hombres de la fe. Esto merece toda la atención.

 

La asamblea como manteniendo los derechos

del Dios Creador y Salvador, debe ser ella misma

mantenida en orden moral

 

Tal como nosotros hemos visto en otra parte, no solamente el testimonio de la gracia del evangelio mantiene los grandes principios eternos de la naturaleza y la gloria de Dios, y Sus relaciones con los hombres conforme a esa gloria; sino que incluso en los dolores el Apóstol entiende que la asamblea puede ser cuidada y guardada, durante su ausencia, de los asaltos del enemigo y del desorden y las impropiedades internos; él no habla de los privilegios internos de ella. Dios es colocado delante de nosotros, y el Señor Jesucristo. Dios, en la majestad de Su verdad inmutable, en Sus relaciones con los hombres como tales, y en la revelación de Él mismo en la carne — Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo (2ª. Corintios 5:19); morando en la asamblea, para que ella presentara y mantuviera la verdad delante del mundo — la verdad (como hemos visto) con respecto a Cristo, de la revelación de Dios en Él. Dios desea estar en relación con los hombres: es así cómo Él lo realiza. La asamblea mantiene los derechos del Dios Creador y Salvador en la tierra. La asamblea misma debe ser mantenida en orden moral, para que ella pueda confrontar al enemigo el cual está en el mundo y ser capaz de sostener este testimonio.

 

Capítulo 4

 

Apóstatas introduciendo doctrinas de demonios,

exaltándose ellos mismos contra la autoridad de Dios

y negando Su revelación

 

Pero habría algunos que se apartaron de la fe, de este conocimiento del solo Dios Creador y Salvador — Aquel que fue manifestado en carne. Ellos atacarían precisamente estos puntos que nosotros hemos nombrado. Podría ser que ellos pretendieran llevar la idea de los privilegios Cristianos más allá de lo que todos los demás habían hecho, así como el del conocimiento profundo de Dios; pero ellos pecarían contra principios primarios, contra la fe que relacionaba el Dios Salvador revelado en el Cristianismo con el solo y único Dios Creador. Según el Cristianismo, el Dios eterno no solamente creó el mundo, sino que se había revelado a Sí mismo en Cristo. Estos apóstatas, introduciendo doctrinas de demonios, procurarían negar que fuese este solo y único Dios de naturaleza el que se había manifestado a Sí mismo en gracia. Seducidos por demonios y teniendo su conciencia cauterizada, ellos prohibían aquello que Dios había establecido en la creación, eso que Él había dado al hombre en pleno derecho después del diluvio; como si la santidad superior que ellos predicaban y la relación con un Dios más exaltado no fuesen consistentes con tales costumbres. Abandonando la santidad verdadera y práctica de la comunión con Dios y sus mandamientos por medio de Cristo, ellos creaban una santidad falsa para sí mismos, que negaba aquello que Dios había ordenado desde el principio, y por tanto, ellos mismos se exaltaban contra la autoridad de Aquel que lo había ordenado, como si Él fuese un ser imperfecto o quizás maligno.

 

Los creyentes son puestos en guardia; el derecho incontestable

del Dios único es mantenido

 

Se perdía así la moderación del temor de Dios, y se abría la puerta a la licencia y a la disolución. El Espíritu de Dios advertía a la asamblea acerca de esto, y el fiel Apóstol lo comunica a Timoteo, y a través de él, pone a los creyentes en guardia. Por lo tanto, él no habla de privilegios. Fiel a la gloria de Dios, él regresa a los principios primarios de Su gloria y mantiene los derechos incontestables del solo y único Dios; fiel a Dios, no jactándose de su conocimiento, sino procurando en amor guardar a la asamblea de todo alejamiento de Dios.

 

Los que abandonan aquí la fe no han de ser confundidos

con la apostasía general de la que se habla

 en 2ª. Tesalonicenses

 

No debemos confundir aquí los pocos que abandonan la fe con la apostasía general de 2ª. Tesalonicenses. Aquí unos pocos se alejan de la verdad, seducidos por demonios; y la asamblea aún subsiste para ser guardada de la invasión de estos principios dañinos. Una cosa muy distinta es la apostasía general y la manifestación del hombre de pecado, lo cual no es mencionado aquí en absoluto.

 

El error es diferenciado de la apostasía general, el remedio:

los dones de Dios santificados por la Palabra y la oración

 

Nosotros tenemos aquí la fidelidad que repele el error mediante la verdad, recordando a los hermanos de esta última, para que no puedan ser seducidos. En 2ª. Tesalonicenses 2 está la manifestación de aquel que se sienta en el templo de Dios y que es destruido por el resplandor de la presencia del Señor. Aquí en 1ª. Timoteo, todo lo que se tenía que hacer era recordar en sencillez la bondad del Creador, y que Sus dones, recibidos con acción de gracias, eran siempre buenos, y no debían ser rechazados: ciertamente no se trataba de que ellos los usaran para la gratificación de sus pasiones, sino como santificados por la Palabra de Dios, la cual nos los trajo como dones de Dios, y por la oración, la cual nos conecta con Dios al usarlos. Ellos debían ser recibidos como procediendo de Él, el don de Su mano; y estaban santificados, tal como es el caso de todo lo que proviene de Él y que lleva el sello de Su voluntad y Su bondad. El hombre había perdido todo al abandonar a Dios: lo que él tenía no lo tenía ahora con Dios, lo comería meramente como un animal, y peor como habiendo dejado a Dios. La Palabra de Dios reemplazó en gracia la relación, y la oración la usó sobre esta base. Aquí (aunque en otras circunstancias había ido mucho más lejos) el principio monástico, en el corazón y en la forma, es juzgado plenamente; con independencia de cuán sincero puede ser cualquier individuo que procura seguirlo para honrar a Dios. Dios no retira los dones de los cuales los hombres, por así decirlo, se han apoderado mediante su voluntad; pero este uso de ellos, en vez de ser de gratificación de su voluntad y pasiones, es ahora tal como lo recibió de Dios por Su voluntad en agradecimiento, y reconociéndole a Él.

 

Timoteo es animado a ser un buen siervo de Cristo

y es advertido contra la especulación ociosa de la mente humana

 

De hecho, el apóstol muestra esto en lo que sigue a continuación. Enseñando así, Timoteo sería un buen siervo de Jesucristo, nutrido en la verdad: el ejercicio corporal para muy poco era provechoso, pero la piedad mucho aprovecha — tanto aquí abajo como para la eternidad; advirtiéndole nuevamente contra la especulación ociosa y sin provecho de la mente humana, a cuyo peligro él recurre continuamente. Es por esta doctrina de Dios — verdadera y digna de toda aceptación — que el Apóstol trabajaba y sufría oprobios; porque él tenía fe en el Dios viviente, el cual, por Su providencia y por Su poder supremos {*} gobernaba, preservaba, y se ocupaba de todos los hombres, y especialmente de los que creían. Era este mismo único Dios, Creador y Salvador, en quien él confiaba mientras trabajaba para el Señor. Timoteo debía de enseñar esto y hacerlo cumplir con autoridad.

 

{*} Compárese con Mateo 10:29.

 

El propio servicio de Timoteo y la autoridad dada por Dios

fortalecidos; estímulo a tener continuo cuidado

de lo que él enseñaba y de él personalmente

 

Después, en relación con esta enseñanza categórica, el Apóstol habla de la persona y la posición del propio Timoteo. Él era joven, pero él debía mantener su lugar, y obtener mediante su conducta ese peso que los años aún no le daban. Él debía ser un ejemplo para los creyentes y ocuparse él mismo, hasta que Pablo viniese, en la lectura, la exhortación y la enseñanza. Además, en su caso Dios había dado una preparación especial para esta obra; él no debía olvidarlo o descuidarlo. Se le había impartido un don: Dios lo había señalado para este fin mediante profecía; y este testimonio inmediato por parte de Dios, al cual la operación de Su poder fue unida, había sido acompañado por el sello del testimonio por parte del hombre, es decir, el de los ancianos entre los Cristianos (compárese con Hechos 13: 1-3).

 

Todas las cosas concurrieron así para fortalecer a Timoteo en su servicio y en la autoridad que el ejercitó en aquel momento en lugar del Apóstol. Él debía presentar siempre el peso de una conducta irreprochable, lo cual tendría su influencia sobre corazones y conciencias; pero él fue fortalecido interiormente por la conciencia de haber sido apartado formalmente por Dios para la obra; el don de Dios había sido impartido a él, y la aprobación de todos los que tenían peso en la asamblea había sido puesta, como un sello, sobre él. Fortalecido así, él debía consagrarse a las cosas del Señor de una manera tal que su progreso fuera evidente a todos los hombres — una demostración de su comunión con el Señor. Al mismo tiempo, él debía tener cuidado de sí mismo y de la doctrina, y hacer esto continuamente, lo cual sería el medio de salvación tanto de él mismo como el de los que lo oían.

 

Capítulo 5

 

Orden externo: lo que es adecuado a un recto andar

y que conviene a los individuos en su testimonio aquí

 

Habiendo considerado así al trabajador, el Apóstol regresa a los detalles de la obra, en la cual Timoteo debía mostrar su diligencia y atento cuidado. En todas partes el tema es aquí aquello que es adecuado exteriormente a un andar recto, lo que conviene, ya sea con respecto a la posición de los individuos o con respecto al mundo. El Apóstol habla de ancianos; de viudas, de lo que conviene a las viudas jóvenes; de la honra debida a los creyentes ancianos, especialmente a aquellos entre ellos que también eran maestros. No hay nada interior, nada acerca de la relación del alma con Dios; pero todo se refiere al testimonio público que se adecuaba a la posición de los hombres en este mundo ante Dios. Es importante remarcar esto, que aunque nuestro gozo radica en nuestros privilegios celestiales, en nuestra comunión, aun así nosotros nunca podemos descuidar con impunidad los deberes ordinarios y las correctas o apropiadas conductas morales; nosotros debemos tomar conocimiento de los peligros prácticos que nos acosarían, debido a lo que la carne es.

 

Podemos observar que se hacía provisión para todas las viudas que no tenían parientes que pudiesen mantenerlas; y que también había ancianos que no enseñaban. Timoteo no debía admitir acusación contra un anciano, a menos que hubiese dos o tres testigos.

 

Timoteo es exhortado a no aprobar apresuradamente

a nadie que no demostrase que lo merecía

 

Todo esto da testimonio del hecho de que el Apóstol da estas instrucciones con miras al orden externo; porque debía ser respetado el mantenimiento de lo que es respetable a los ojos de todos, y de respeto para todos. Al mismo tiempo, Timoteo debía tener cuidado de no dar su aprobación, por medio de la imposición de manos, a nadie que no ofreciera garantías morales de que, en la posición que él había tomado, él merecía esta señal de respeto por parte de los demás. Ello sería, por parte de Timoteo, convertirse en partícipe en los pecados de los cuales un tal podía ser culpable. Él no debía imponer manos apresuradamente sobre nadie.

 

Los pecados de algunos hombres eran públicos y proclamaban de antemano el juicio que les aguardaba. Los pecados de otros estaban ocultos: ellos los encontrarían nuevamente en el gran día. Pero esta era una razón por la que él no debía hacer nada en su encargo con precipitación; él debía conservarse puro también.

 

La habitual temperancia de Timoteo es mostrada y el respeto

y la sincera ternura para con su colaborador

 

La habitual temperancia de Timoteo es vista aquí; débil de cuerpo, el Apóstol le recomienda usar su libertad tomando un poco de vino — un grato ejemplo de gracia. Nosotros tenemos aquí una prueba de los hábitos de este siervo fiel. El Espíritu nos muestra cuán cuidadosamente él se guardaba de excitar o satisfacer sus pasiones en lo más mínimo (a la vez que hay perfecta libertad para usar todo lo que es bueno cuando existe una razón verdadera para ello), y también el tierno interés del Apóstol en su colaborador en el evangelio. Se trata de un pequeño paréntesis unido a la expresión, "ni participes en pecados ajenos", pero tiene gran hermosura. Esta afectuosa vigilancia era digna del Apóstol; él deseaba santidad en su representante, pero bien sabía de qué manera respetar a Timoteo y mantener el decoro que él había ordenado y exhibir su sincera ternura. El versículo 24 está relacionado con el versículo 22.

 

Capítulo 6

 

Instrucciones a siervos y amos Cristianos:

la necesidad y el motivo de ellas

 

El Apóstol entra después igualmente en el detalle con respecto a los siervos, es decir, esclavos. Ellos debían respetar a sus amos para que la doctrina del Señor no fuese blasfemada.

 

Cuando los amos eran creyentes, había más familiaridad de manera natural, porque ellos eran uno en Cristo, y de ahí el peligro (porque la carne es astuta) de que los siervos pudiesen no tratar a sus amos con el debido respeto. El Apóstol los previene contra este abuso del amor Cristiano, y de la intimidad y confianza justas que debiese existir entre hermanos; pero que, por el contrario, era un motivo para que el siervo rindiese toda honra a su amo, tratándolo con más amor y con el mismo respeto.

 

Como representando a Dios en este mundo,

Timoteo es exhortado a mostrar el carácter de un hombre

de Dios, apartándose del mal y mostrando

contentamiento y piedad

 

Era necesario que el Apóstol fuese firme. Toda otra enseñanza — toda negativa a recibir las sanas palabras de la doctrina Cristiana, las palabras de Cristo y la doctrina que es conforme a la piedad práctica — procedía de la carne, del orgullo humano en aquellos que deseaban aprovecharse de la piedad, y hacer de ella un medio para obtener ganancia. Timoteo debía apartarse de tales personas. La piedad era verdaderamente ganancia, si ellos se contentaban con lo que tenían; y si el Cristiano, el cual no pertenece a este mundo, tiene con qué alimentarse y con qué cubrirse, debiese estar contento con eso. Él nada trajo al mundo, y ciertamente nada sacará de él. Y el amor al dinero es la raíz de toda especie de mal. Seducidos por esta codicia, algunos se desviaron de la fe Cristiana y habían traspasado sus corazones con dolores. El deseo de ser rico era la senda de lazos y tentación, de codicias necias y dañosas. Timoteo debía huir de estas cosas, como un hombre de Dios. Ese es siempre el pensamiento aquí: él estaba en el mundo de parte de Dios; él Le representaba por su parte en la obra. Por tanto, él debía seguir otras cosas y no las riquezas terrenales — el carácter de un hombre de Dios — la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre: estas eran las cosas que, en el hombre, presentaban a Dios al mundo y Le glorificaban.

 

La milicia: la necesaria energía de la fe;

la buena profesión de Timoteo es recordada

 

Mientras tanto, había conflicto; él debe pelear la buena batalla de la fe. Si alguien representa a Dios en el mundo, debe haber una milicia, porque el enemigo está allí. La energía de la fe es también necesaria para echar mano de la vida eterna en medio de la seducción y las dificultades que "lo que se ve" presentaban. Además, Dios había llamado a Timoteo a esto, y él había hecho una buena profesión delante de muchos testigos.

 

El solemne encargo del Apóstol

 

Finalmente, el Apóstol le da un encargo muy solemnemente en la presencia de Dios, la fuente de vida de todas las cosas, y de Cristo Jesús que había dado Él mismo testimonio sin titubear delante de los poderes de este mundo, poniéndolo bajo la responsabilidad de guardar el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo.

 

La responsabilidad de la asamblea;

su manifestación y las recompensas a la fidelidad

 

Se observará aquí que, como Pablo no había hablado en la epístola de los privilegios de la asamblea, sino de su responsabilidad, él tampoco habla aquí de su arrebatamiento sino de su manifestación, cuando los frutos de la fidelidad (o del fracaso en ella) serán recogidos, y todos estarán en su lugar en la gloria visible según su obra. Todos son semejantes a Cristo, todos entran en Su gozo; pero sentarse a Su derecha y a Su izquierda en Su reino es la porción de aquellos para quienes ha sido preparado por Su Padre, el cual lo otorga según la obra que Él ha concedido a cada uno para que la realice, dándole poder para llevarla a cabo, aunque en gracia Él la reconoce como nuestra.

 

La fidelidad de Cristo;

Su manifestación pública en gloria

 

Cristo mismo es visto aquí como el hombre fiel (versículo 13), a quien Dios manifestará en gloria delante de todas las criaturas en el tiempo ordenado en sus consejos.

 

Responsabilidad ante el mundo; la gloria como su resultado

 

Todo es aquí responsabilidad ante el mundo, o la gloria como el resultado de esa responsabilidad. El Dios supremo, invisible, es mantenido en Su majestad; y Él presenta al Señor Jesús en la creación como su centro, y depositario de Su gloria —Aquel que habita en luz inaccesible, a quien, en Su esencia divina, el hombre no ha visto y no puede ver.

 

El carácter notable de la epístola en su presentación única

de la inaccesible majestad de Dios

 

Este carácter de la epístola es muy notable. En ninguna otra parte la inaccesible majestad de Dios, como Dios, es presentada así. Su carácter es a menudo el tema de la enseñanza y la manifestación. Aquí, sólo Él tiene inmortalidad esencial. Él habita en luz inaccesible. Él es siempre invisible para los ojos de los hombres. Sólo Él tiene poder. Él tiene dominio sobre todo el que reina. Se trata de Dios en la abstracción de Su esencia, en la apropiada inmutabilidad de Su ser, en los derechos de Su majestad, velado a todos los hombres.

 

Cristo como el centro de la gloria visible; mostrándola

como Hombre; manifestado por Dios aquí para que

todos Le reconozcan

 

Ahora bien, Cristo será el centro de la gloria visible. Teniendo parte en la gloria divina antes que el mundo existiese, Él muestra, en la naturaleza humana en la cual Él tomó parte, esta gloria, la cual es hecha visible en Él, causando que los Suyos participen de Su gozo y en todo lo que Él tiene en este carácter; pero aquí, Él es manifestado por Dios, y para que todos Le reconozcan {*}. Y lo que está aquí puesto ante nosotros es nuestra responsabilidad, la fidelidad a lo que será manifestado en aquel día. Por pequeña que sea nuestra parte de responsabilidad, es de un Dios como este de quien nosotros somos representantes en la tierra. Ese es el Dios delante de quien hemos de andar, y cuya majestad hemos de respetar de manera instantánea en nuestra conducta, y también en nuestras relaciones con todo lo que Él ha hecho.

 

{*} En Apocalipsis 19 Él es Rey de reyes y Señor de señores. Aquí, Aquel que es así Le manifiesta. También en Daniel 7.  El Hijo del Hombre es traído al Anciano de Días, pero en el mismo capítulo el Anciano de Días viene.

 

A Timoteo se le dice que advierta a los ricos que no confíen

en sus riqueza sino en Dios, y que sean ricos en buenas obras;

él mismo es exhortado nuevamente a retener la verdad

y a evitar pláticas profanas y vanas

y los argumentos de la ciencia humana

 

El Apóstol concluye su exhortación a Timoteo implicándolo en advertir a los ricos acerca de no descansar en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Es aún el Dios supremo y Creador el que está ante nuestros ojos. Además, ellos debían ser ricos en buenas obras y dispuestos a dar; ser ricos en esas disposiciones que serían de valor, las cuales atesorarían un fundamento (esto no es más que una figura) para el tiempo venidero; y echar mano de aquello que realmente es vida. El Apóstol repite su urgente exhortación a Timoteo a guardar lo que se le ha encomendado, evitar palabrerías vacías y profanas, retener la verdad sana y santificadora, y no tener nada que ver con argumentos de la ciencia humana, la cual pretendía penetrar en las cosas divinas como si estas estuviesen sujetas a su conocimiento. Este fue el origen de la caída de muchos con respecto a la fe Cristiana.

 

Almas mantenidas por la majestad de Dios

en la sobriedad práctica en la que habita la paz

 

Yo no dudo que, de la manera en que el Apóstol coloca a Dios ante nosotros, él se refiere a los necios razonamientos a los cuales, bajo la influencia del enemigo, los hombres se estaban entregando a sí mismos. Por tanto él habla de estos con relación a la majestad de Su ser como el solo y único Dios en quien está toda la plenitud, y con respecto a la sobriedad de la moralidad práctica, la cual mantiene el corazón bajo la influencia de esa verdad, y aparte de las especulaciones falsas y vanas en las que el orgullo del hombre se complacía. Él mantenía las almas mediante la majestad del único Dios en la sobriedad práctica en la que habita la paz.

 

Pronto el velo será descorrido por la aparición de Jesús, a quien el Dios Todopoderoso mostrará al mundo.

 

J. N. Darby

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – /Septiembre 2018.-

Título original en inglés:
1 TIMOTHY, by J.N.Darby 
Synopsis of the Books of the Bible
Traducido con permiso
Publicado por:
BIBLE TRUTH

Versión Inglesa
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