COMENTARIOS DE LOS LIBROS DE LA SANTA BIBLIA (Antiguo y Nuevo Testamento)

Disertaciones acerca del Evangelio de Mateo - Capítulo 15 (William Kelly)

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Disertaciones acerca del Evangelio de Mateo

 

William Kelly

 

Obras Mayores Neotestamentarias

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera revisada en 1960 (RV60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

Mateo 15

 

En este capítulo nosotros encontramos evidencias sorprendentes del gran cambio que estaba entrando rápidamente mediante el rechazo de Jesús por parte de Israel. Porque, en primer lugar, tenemos ciertos guías religiosos, "escribas y fariseos de Jerusalén", que tenían las mejores oportunidades espirituales de su nación, y que venían revestidos de todo lo que tenía el sabor de antigüedad y santidad exterior. Estos hombres plantearon la pregunta a nuestro Señor: "¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan". El Señor procede a tratar con la conciencia. Él no entra en una discusión abstracta acerca de la tradición, ni discute con ellos en cuanto a la autoridad de los ancianos, sino que de inmediato Él echa mano del hecho evidente de que, en el celo de ellos por la tradición de los ancianos, se estaban oponiendo de manera categórica al claro y positivo mandamiento de Dios. Yo creo que éste es el efecto invariable de la tradición, con independencia de con quién ella pueda ser encontrada. Si nosotros abordamos la historia de la cristiandad y consideramos cualquier norma que alguna vez haya sido inventada, se encontrará que ella lleva a quienes la siguen a oponerse al pensamiento de Dios. Puede parecer que ello es la cosa más natural posible, y que surge de las nuevas circunstancias de la Iglesia; pero nunca estamos seguros al apartarnos de la palabra de Dios por cualquier otro estándar.

 

Yo no estoy defendiendo ahora la escueta interpretación literal de la Escritura. Un determinado proceder que la palabra de Dios impone a Sus santos para lidiar con un mal puede no ser el deber de ellos en otra crisis. Nuevas circunstancias modifican la senda que la Iglesia debiera seguir. Si ustedes aplicaran las instrucciones dadas para juzgar la inmoralidad al error fatal que afecta a la persona de nuestro Señor, ustedes tendrían una medida de disciplina muy insuficiente. La falsa doctrina no afecta la conciencia natural como la afecta la conducta grosera. Es más, demasiado a menudo ustedes pueden encontrar a un creyente arrastrado por sus afectos para excusar a los que son fundamentalmente heterodoxos. Toda clase de dificultades llenan la mente donde el ojo no es realmente sencillo. Muchos que no sostuvieran falsa doctrina podrían estar involucrados así. Si yo sostengo el principio de no tratar con nadie más que con aquel que no trae la doctrina de Cristo, ello no servirá; porque puede haber otros confundidos con ella. Preguntémonos, ¿qué es cualquier individuo, qué es incluso la Iglesia, en comparación con el Salvador, el Hijo del Padre? Consecuentemente, la norma establecida por el Espíritu para vindicar la persona de Cristo de los blasfemos agresores, o de sus partidarios, es mucho más rígida que cuando se trata de corrupción moral, aunque ella siempre sea tan mala.

 

Además, hay una fuerte tendencia a estereotipar nuestra práctica anterior, y cuando surge algún mal nuevo, insistir en lo que fue hecho antes, o generalmente, sin preguntar de nuevo a Dios y escudriñar en Su palabra en vista del caso real que tenemos ante nosotros y de nuestra responsabilidad. Se necesita el espíritu de dependencia para andar correctamente con Dios. En la palabra escrita de Dios hay lo que responderá a toda demanda; pero cada caso debería ser una ocasión renovada para consultar esa palabra en Su presencia, que es Aquel que la dio. A las personas le gusta ser coherentes consigo mismas, y asirse de las opiniones y prácticas anteriores.

 

Nuestro Señor, en este lugar, afirma que la deferencia a la mera tradición humana conduce a la desobediencia directa de la voluntad de Dios. Lavarse las manos podía a ver parecido un acto muy apropiado. Nadie podía pretender que la Escritura lo prohibiera; y, sin duda, los doctores de la ley judíos podían insistir en su gran trascendencia. Ellos podían argumentar muy bien lo calculado que dicha tradición estaba para mantener ante sus mentes la pureza en la que Dios insiste, y especialmente que nunca debiésemos recibir nada de Su mano sin quitar toda la contaminación de la nuestra. Ellos podían razonar así a un pueblo que amaba toda rutina exterior. En cualquier caso, ellos podían decir: «¿cuál era el daño que producía esa tradición?» Pero nuestro Señor simplemente llega a esta consecuencia: "¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?" Por medio de la tradición de ellos, ellos mismos desobedecían a Dios. El mandamiento de honrar al padre y a la madre era el primer mandamiento con promesa, como dice el apóstol al escribir a los Efesios. Otros mandamientos tenían la amenaza de muerte anexa a ellos; este mandamiento llevaba la promesa de una larga vida sobre la tierra (Éxodo 20: 12). El razonamiento del apóstol es que si un niño judío no sólo estaba obligado a venerar a sus padres sino que era alentado por tal promesa, cuánto más debe obedecerles un niño cristiano, — no meramente en la ley, sino en el Señor.

 

El Señor, entonces, confronta a los fariseos con: "Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente". Honrar a los padres era valorado por Dios; y la falta de respeto era mortal a Sus ojos, — "Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a su madre...". Los judíos habían introducido un truco (para tranquilizar sus conciencias) mediante el cual podían liberarse de la obligación de cumplir con los deberes filiales. Ellos sólo tenían que pronunciar la palabra, "mi ofrenda a Dios" (Corbán), ¡y un padre podía ser olvidado! Sin duda, ella era una de sus tradiciones autorizadas, y para beneficio del sacerdote, pero a los ojos de Dios era una violación directa de Su mandamiento. "Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición". Y esto es lo que la tradición hace habitualmente, ya sea en el catolicismo romano o en otros lugares. Añadir a la Escritura es ruinoso: no importa por quién ello es hecho, o por cualesquiera motivos santos que los hombres puedan alegar; Dios es celoso acerca de ello y no consentirá que Su palabra sea ampliada o enmendada. La revelación está completa, y nuestra sencilla responsabilidad es ser obedientes a la palabra de Dios.

 

Tomen ustedes, por ejemplo, la elección de un ministro. La gente, los cristianos, dicen: «Debemos enviar a buscar ministros y escoger entre ellos quién ha de ser el nuestro.» Yo estoy dispuesto a concebir el cuidado y la conciencia en el ejercicio del juicio de ellos. Pero, ¿dónde está la autorización para elegir a cualquiera para predicar el evangelio o enseñar a la Iglesia? ¿Hay un solo precepto o un solo ejemplo en todo el Nuevo Testamento? Entonces, ¿no previó Dios las dificultades y las necesidades de las congregaciones? Ciertamente Él lo hizo. Entonces, ¿por qué hay ausencia de todas esas instrucciones para ellas? Porque era un pecado hacerlo; no sólo no era Su pensamiento sino que era contrario a dicho pensamiento. No hay un solo caso, ni nada parecido, en la Escritura desde el momento en que el Espíritu Santo fue enviado en Pentecostés. Aun así, la Escritura habla de multitudes de iglesias. Entonces, ¿qué debe hacer una congregación cuando ellos quieren un ministro? ¿Por qué no escudriñar y ver el proceder de la Escritura para satisfacer la necesidad? La dificultad surge de que ellos ya están en una posición falsa. La verdad central de la Iglesia es la presencia del Espíritu Santo. Yo estoy hablando ahora de la asamblea cristiana, en la que el Espíritu está personalmente presente para actuar según Su voluntad en medio de los discípulos allí reunidos con el propósito de glorificar a Dios y exaltar a Cristo. En una reunión tal no surgiría la cuestión de escoger un ministro. Así que, si ustedes toman esta común tradición protestante de escoger un ministro, ello está en clara oposición a la palabra de Dios. Podría ser bueno para una asamblea cristiana sentir la debilidad de ellos. Podría no haber ninguno con un don especial entre ellos: algunos podrían ser capaces de ayudar en la adoración y la oración, aunque no en la predicación o en la enseñanza. Pero el bienaventurado consuelo es que, aunque no hubiera ninguno especialmente dotado en la Palabra, el Espíritu Santo puede edificar a los santos sin ellos. Dios en Su sabiduría puede complacerse en no levantar a nadie en una asamblea en particular, o Él puede enviar allí a dos, tres o más para ministrar. Yo no creo que un solo hombre tenga suficientes dones para la Iglesia. La noción de que una sola persona sea el instrumento exclusivo de las comunicaciones de Dios a Su pueblo es un agravio para ellos y, sobre todo, es un agravio para el Señor. En la Reforma el asunto fue tener la Biblia para que las pobres almas pudieran aprender de Cristo para su salvación. Pero casi todo lo que se conoció de la verdad terminó allí. La Reforma nunca abordó el verdadero asunto acerca de la Iglesia. Los reformadores tuvieron que lidiar con un enemigo muy bronco.  Tuvieron que, por así decirlo, hacer estallar las masas de roca en la cantera; y nosotros no debemos criticar si ellos no pudieron moldear las piedras ni edificarlas con igual habilidad. Pero no debiésemos detenernos en sus tajaduras.

 

Aquí, con los fariseos, no se trató de seguir simplemente la tradición, sino de usarla para complacer al egoísmo hipócrita. "Hipócritas", dice nuestro Señor, "bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí". Los que pretendían tal celo por la ley estaban todo el tiempo destruyéndola con su tradición deshonrando la autoridad de Dios en las relaciones terrenales que Él había establecido y honrado. Por eso Él añade: "Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres".

 

Tras esto, el Señor llama a la multitud, y les dice: "Oíd, y entended: No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre". Los líderes religiosos son principalmente los que se ocupan en la tradición. La gran trampa general es negar el mal de los hombres. El engaño que Satanás utiliza constantemente ahora es la idea de que el hombre no es tan malo sino que la cultura moral puede mejorarlo. «El progreso del mundo es asombroso», ellos dicen. Existen sociedades para promover todo objetivo filantrópico y para el mejoramiento del hombre. Los defectos son buscados en las circunstancias del entorno en lugar de ser buscados en el hombre. Aquí hay una palabra que sentencia estos esfuerzos de los hombres en general, y es la siguiente, "No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre". El verdadero secreto de la condición deplorable del hombre es su corazón. Esto afecta a todo lo que sale.

 

Ello no es en absoluto lo que Dios hizo. El hombre es ahora una criatura corrupta cuya corrupción es impartida a lo que él ingiere. Por lo tanto, meramente reprimir la carne es totalmente inútil a los ojos de Dios y esencialmente falso. El Señor dice a la multitud: "No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre". Observen ustedes  que Él ha acabado con el asunto de Jerusalén y la tradición. Él habla de lo que afecta a la naturaleza humana. El hombre está perdido. Pero nadie cree completamente esto acerca de sí mismo hasta que ha encontrado a Cristo. Él puede creer que es pecador pero, ¿cree él que es tan malo que nada bueno puede salir de él hacia Dios? ¿Acaso no son la teoría y el esfuerzo predominantes para mejorar la condición del hombre? Pero nuestro Señor declara aquí que el corazón es malo; y hasta que el corazón es alcanzado, todo lo demás es vano. "Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón". (Deuteronomio 30: 14). El modo de obrar de Dios es tratar con el corazón. ¿Qué es tan sencillo, tan bienaventurado, tan poderoso, como el evangelio? ¿Y acaso no necesita el evangelio una sierva? La sierva ha perdido su misión y es despedida. Agar fue echada de la casa, y el hijo nacido según la carne sólo se burla del hijo de la promesa. El hombre no está ahora en estado de prueba. La prueba ha sido hecha. Dios ha declarado que la carne no tiene ningún valor; y sin embargo, el hombre constantemente vuelve a rever el asunto en lugar de creer a Dios.

 

Los discípulos no disfrutaron del todo lo que el Señor había estado diciendo. Ellos se acercaron y le dijeron: "¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?" Ellos mismos pudieron no estar ofendidos pero estaban dispuestos a simpatizar con las personas que sí lo estaban. Pero nuestro Señor responde aún más severamente: "Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada". Se necesita una nueva vida que procede de Dios, no una mejora de la antigua. Entonces, una planta de origen celestial debe ser plantada y el Padre celestial debe hacerlo. Toda otra planta debe ser desarraigada. "Dejadlos; son ciegos guías de ciegos". Razonar con estos fariseos es del todo vano. Ellos necesitan los primeros principios y la obra de Dios en sus almas. Por lo tanto, toda discusión es inútil. "Dejadlos; son ciegos guías de ciegos". Él no aplicó esto a la multitud sino a los líderes que tropezaban en la doctrina de la corrupción total del hombre. A los tales es mejor dejarlos a su propia suerte. "Dejadlos… y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo".

 

Pero el Señor no deja a los discípulos donde estaban. Pedro responde y le dice: "Explícanos esta parábola". ¿Qué quiso él decir al llamarla parábola? Él mismo no la entendía. Aquí estaba uno, el principal mismo de los doce apóstoles, y él no puede entender a nuestro Señor cuando Él les dice que el hombre es malo del todo,— su corazón más que nada; haciendo que lo que sale de él sea malo—, no lo que entra. ¡Y esto es una parábola! La dificultad de la Escritura surge menos del lenguaje difícil que de la verdad difícil de aceptar. La verdad es contraria a los deseos de la gente; ellos no pueden verla porque no les gusta recibirla. Un hombre puede no ser siempre consciente de esto, pero es el verdadero secreto lo que Dios ve. El obstáculo consiste en la aversión del hombre a la verdad. Jesús respondió, "¿También vosotros sois aún sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina? Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias". La fuente de la maldad del hombre proviene de su interior. Y, por lo tanto, hasta que una nueva vida es introducida, — hasta que el hombre nace de nuevo, del agua y del Espíritu, — todo es inútil. "Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre".

 

Finaliza aquí la bienaventurada e importante enseñanza de nuestro Señor, mostrando que el día de las formas exteriores había pasado, y que ahora se trataba de la realidad del estado del hombre a los ojos de Dios.

 

El Señor se aleja ahora de estos escribas y fariseos y va a la región de Tiro y de Sidón, en el extremo mismo de Tierra Santa, y a esa parte particular de la frontera de ella que había sido expresamente la escena de los juicios de Dios.

 

En el capítulo 11 nuestro Señor se había referido a ellas, y dijo que sería más tolerable para Tiro y Sidón en el día del juicio que para las ciudades donde Sus obras poderosas habían sido realizadas. Ellas eran ampliamente conocidas como ejemplos excepcionales de la venganza de Dios entre los gentiles [véase nota 12]. Una mujer de Canaán sale allí a Su encuentro. Si había una raza más particularmente bajo la prohibición de Dios, dicha raza era Canaán. "Maldito sea Canaán", dijo Noé. El joven Canaán parece haber sido especialmente el líder de su padre en su iniquidad contra su abuelo Noé. "Maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus hermanos". (Véase Génesis 9: 18-29). Y cuando Israel fue hecho entrar a la tierra, los cananeos, hundidos en profunda corrupción, debían ser exterminados sin misericordia. Sus abominaciones habían subido al cielo con un clamor por venganza de parte de Dios. Aquí, esta mujer salió de la región de Canaán, y clama a Él, diciendo: "¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio". (Versículo. 22). Si nosotros pudiéramos concebir algún caso más opuesto a lo que hemos visto antes, — escribas y fariseos de Jerusalén, llenos de erudición y veneración externa por la ley, — lo tenemos en esta pobre mujer de Canaán.

 

[Nota 12]. La destrucción de Tiro, predicha en Isaías 23 y Ezequiel 26, sólo fue consumada parcialmente por Nabucodonosor, el cual llevó a Judá cautiva a Babilonia. Esta antigua y espléndida ciudad mercantil sobre el mar no sólo fue después capturada sino totalmente destruida por Alejandro Magno, conforme a Ezequiel 26: 3, 4, el cual vendió el remanente de sus habitantes como esclavos. [Nota del Editor en Inglés].

 

Las circunstancias fueron también terribles. No sólo ello fue en Tiro y Sidón, recordando los juicios de Dios, sino que el diablo había poseído a su hija. Todas estas circunstancias juntas hacían que el caso fuese más deplorable de lo que uno pudiera encontrar. ¿Cómo iba a tratar el Señor con ella? El Señor muestra, al abordar su caso, un gran cambio en Sus modos de obrar. A los judíos los había declarado hipócritas; la adoración de ellos era intolerable para Dios, y habían sido declarados así por sus propios profetas: pues, al declararlos hipócritas, Él lo hizo de labios de Isaías, profeta de ellos. Ahora viene una mujer que no tenía el menor vínculo con Israel. ¿Cómo trataría el Mesías con ella? Ella clama a Él, diciendo: "¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio". Pero Él no le respondió ni una palabra". ¡Ni una palabra!

 

Surge la pregunta, ¿por qué fue esto? Porque ella estaba en un terreno totalmente equivocado. ¿Qué tenía ella que ver con el Hijo de David? Si el Señor hubiera sido simplemente el Hijo de David, ¿podría Él haberle dado la bendición que tenía en Su corazón? Ella se dirigió a Él como si ella misma hubiese sido una del pueblo escogido que tenía reivindicación acerca de Él como Mesías de ellos. ¿Acaso se prometió alguna vez que el Mesías iba a sanar a los cananeos? Ni una palabra hay acerca de ello. Cuando el Mesías venga como Hijo de David, los cananeos no estarán allí. Consideren ustedes Zacarías 14, cuando nuestro Señor sea Rey sobre toda la tierra, "y no habrá en aquel día más cananeo en la casa de Jehová de los ejércitos". (Zacarías 14: 21 – RV1977, JND, KJV, JNDF, IRL, EB). Los juicios que no fueron ejecutados exhaustivamente por Israel, porque ellos fueron infieles a la confianza del Señor, serán ejecutados cuando el Hijo de David tomará Su herencia. Esta mujer estaba totalmente confundida acerca de ello. Ella tenía la convicción de que Él era mucho más que el Hijo de David, pero no sabía de qué manera exponerlo. Yo creo que ello es de la misma manera en que muchas personas ahora, ansiosas acerca de sus pecados, han probado la Oración del Señor (el Padre Nuestro), y han pedido al Padre que les perdone sus pecados como ellos perdonan a los demás. Ellos acuden a Dios como Padre de ellos y Le piden que trate con ellos como hijos. Pero esto es precisamente lo que aún no está resuelto. ¿Son ellos hijos? ¿Pueden ellos decir que Dios es Padre de ellos? Ellos evitarían hacerlo. Eso es lo que principalmente desean pero temen que no sea así; es decir, no tienen derecho a acercarse a Dios sobre el fundamento de una relación que no existe. Y cuando las personas están así confundidas, ellas nunca consiguen una paz sólida para sus almas. A veces tienen la esperanza de ser hijos de Dios, a veces temen no serlo, abatidos por el sentido del mal que llevan dentro. El hecho es que ellos no entienden el asunto en absoluto. Dichas personas tienen bastante razón al desear volverse a Dios, pero no saben de qué manera hacerlo. Temen ir a Dios justo cuando renuncian a todo pensamiento de tener promesas, o cualquier otra cosa. Esto muestra lo erróneo que es que un alma ansiosa busque a Dios en el terreno de las promesas. Mucho se habla acerca de que los pecadores «se aferran a las promesas»: pero las promesas en el Antiguo Testamento eran para Israel; y en el Nuevo, para cristianos. Pero usted no es ni israelita ni cristiano. Un alma llevada a ese punto está confundida.

 

Es bueno que un alma sea llevada a esto: a saber, «Yo no reivindico nada a Dios; soy un pecador perdido.» Si Dios mueve a una persona de aquello de lo que los seres humanos no tiene derecho, si Él los despoja de todo, ello es con el propósito de darle una bendición que Él tiene derecho a darle. La gente olvida que ahora se trata de la justicia de Dios, — del derecho de Dios de bendecir por medio de Cristo Jesús, según todo lo que hay en Su corazón. Los hombres están perdidos; pero ellos temen confesar la verdadera ruina en la que se encuentran. A esto el Señor condujo a la pobre mujer de Canaán. Él la estaba abatiendo para que ella sintiera que no tenía derecho alguno a las promesas, — promesas hechas realmente a Israel, pero, ¿dónde estaban cualesquiera promesas hechas a los cananeos? Por lo tanto, sobre el fundamento de ser Él el Hijo de David, era imposible que el Señor le diera lo que ella pedía. Ella no entendía esto. Pensó que si un israelita podía ir en el terreno de la promesa, entonces ella podía. Pero ello es un error. La pobre mujer hizo así que fuera apropiado que no se le respondiera. Fue la gracia y la ternura lo que llevó al Señor a no responderle: Él permanece en silencio hasta que ella abandona el terreno que había asumido en primer lugar.

 

Pero los discípulos no quedaron en silencio; ellos quisieron librarse de la importunidad de ella; no les gustaba su molestia. "Acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros". Pero el Señor confirma lo que ya ha sido dicho en cuanto a lo erróneo de la petición de ella. Él dice, por así decirlo, «Ella no pertenece a la casa de Israel: Yo no puedo darle una bendición en el terreno que ella asume, pero no la despediré sin una bendición.» Él estaba allí con privilegios especiales para las ovejas de la casa de Israel, pero ella no era una de esas ovejas. "Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel". Entonces la pobre mujer "vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!" Ella omite las palabras "Hijo de David". Ya no utiliza el título que relaciona al Señor Jesús con Israel, sino que reconoce Su autoridad de manera general. Él le responde ahora aunque ella aún no desciende al nivel que le corresponde. Cuando ella se dirige a Él como Señor, un título adecuado, Él le responde: "No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos". En el momento que esto es pronunciado, todo lo secreto sale a  relucir. "Sí, Señor", dice ella, "pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos". Ella asume el lugar de ser un perrillo. Reconoce que Israel era, en los modos de obrar exteriores de Dios, el pueblo favorecido, como  hijos que comen pan sobre la mesa; mientras que los gentiles no eran más que perrillos debajo. Ella lo reconoce, y ello es muy humillante. A las personas no les gusta esto ahora. Pero ella es abatida a ello. El Señor puede, con el propósito de llevarnos a una bendición más profunda, abatirnos hasta el punto más bajo de la verdad acerca de nosotros mismos. Pero, acaso no había bendición ni siquiera para un perrillo? Ella recurre a esta verdad: «Bien, que yo sea un perrillo, ¿no tiene Dios alguna bendición para mí?» Aquí el Señor la encara con la más amplia bendición. La encara con la más fuerte aprobación de su fe, — "Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres". El Señor había pronunciado la sentencia sobre la nación de los judíos, los cuales no eran más que hipócritas, y había salido a los gentiles. La fe se encuentra allí con Él; una fe que penetra a través de las circunstancias externas, y lleva al descubrimiento del lugar bajo que debiésemos ocupar; y la pobre mujer es bendecida plenamente. "Hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora". Una gracia ilimitada es otorgada a una gentil que estaba bajo una maldición especial; y el corazón de nuestro Señor es reconfortado por la fe de ella.

 

Pero hay más. Habiendo visitado a los gentiles, el Señor regresa ahora a Israel en benignidad soberana. "Pasó Jesús de allí y vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí. Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel". (Mateo 15: 29-31). Yo considero que esto es un retrato de Israel sintiendo su verdadera condición. Ellos se acercan a Jesús, Le miran y dicen, por así decirlo, «Bendito el que viene en el nombre del Señor.» Así van ellos a hablar en breve; y el Señor declaró que ellos  no lo verían hasta que dijeran: « Bendito el que viene en el nombre del Señor.» Lo que ellos vieron en Jesús los llevó a glorificar al Dios de Israel. Así tendrá el Señor relaciones con Israel. Ellos vienen, ahora no en controversia, sino como una multitud pobre, manca, ciega y miserable; y el Señor los sana a todos. Pero esto no es todo: los alimenta así como los sana; y tenemos el hermoso milagro de los panes.

 

Pero, presten ustedes atención a las diferencias. En el caso anterior (Mateo 14: 13 a veintiuno), los discípulos estuvieron a favor de despedir a la multitud; y el Señor les permitió mostrar su incredulidad. En el presente caso, es Cristo mismo quien piensa en ellos y se propone bendecirlos. "Tengo compasión de la gente", Él dice, "porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino". (Versículo 32). Recuerden ustedes que en Oseas capítulo 6 se dice: "Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él". Se trata del tiempo adecuado de la prueba del pueblo. Literalmente, fue el tiempo que nuestro Señor estuvo en el sepulcro. Pero ello también está relacionado con la bendición futura de Israel. "Enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino. Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande?" ¡Cuán lentos son ellos para enterarse de los recursos de Cristo, como lo fueron antes en aprehender la inutilidad del hombre! "Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos". No son cinco panes y doce cestas llenas lo que sobra ahora; sino que ellos comienzan con siete panes y terminan con siete cestas llenas. El motivo es el siguiente: a saber, el siete representa la integridad espiritual en las Escrituras, y con ello se pretende mostrar la plenitud con que el Señor hace emanar la bendición a Su pueblo, — la plenitud de la provisión que ellos tienen en Él. "Tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud". Yo concibo que esto es un retrato del Señor proveyendo ampliamente para los judíos, — el pueblo amado de Su elección, a quienes nunca puede Él abandonar, para quienes Él debe cumplir Sus promesas, porque Él es el Dios fiel. Aquí el Señor, de Su propio corazón, está proveyendo plenamente incluso para el refrigerio corpóreo de ellos. Este será el carácter del día milenial cuando no sólo el alma será bendecida, sino que abundará todo tipo de misericordia; Dios vindicando Su tierra de la mano de Satanás, el cual la había contaminado durante mucho tiempo. En los siete panes antes de que ellos comiesen, y en las siete cestas de fragmentos recogidos después de haber comido, ustedes tienen la idea de integridad, de una amplia reserva para el presente y para las necesidades venideras.

 

William Kelly

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Abril 2022

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:

 

EB = Biblia Elberfelder en Alemán (1905)

JND = Una traducción del Antiguo Testamento (1890) y del Nuevo Testamento (1884) por John Nelson Darby.

JNDF= Biblia en Francés de J. N. Darby.

KJV = King James 1769 (conocida también como la "Authorized Version en inglés").

RV 1602 P = Versión Reina-Valera 1602 Purificada

RV1977 = Versión Reina-Valera Revisión 1977 (Publicada por Editorial Clie).

 

VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).

Publicado originalmente en Inglés bajo el título:
"Lectures on the Gospel of Matthew", by William Kelly
Traducido con permiso
Publicado por:
www.STEMPublishing.com
Les@STEMPublishing.com

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