COMENTARIOS DE LOS LIBROS DE LA SANTA BIBLIA (Antiguo y Nuevo Testamento)

Disertaciones acerca del Evangelio de Mateo - Capítulo 23 (William Kelly)

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Disertaciones acerca del Evangelio de Mateo

 

William Kelly

 

Obras Mayores Neotestamentarias

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera revisada en 1960 (RV60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

Mateo 23

 

¡Todos los que pretendían tener más luz fueron silenciados! Al no creer en Cristo ellos  estaban desprovistos de la única clave de la Escritura y el Salmo 110, por muy brillante que sea su testimonio acerca del Mesías de ellos, era una densa nube no sólo para los egipcios ahora como antaño sino para Israel. Ellos no veían Su gloria y por lo tanto estaban desesperadamente perplejos como para entender que David hablando por el Espíritu llamara Señor a su hijo.

 

En este capítulo el Señor pronuncia la condena de la nación y sobre todo, — no de aquellos a quienes el hombre denunciaría principalmente; no de los abiertamente inicuos, licenciosos o violentos; ni de los indolentes y escépticos saduceos, — sino de aquellos que gozaban de la más elevada estima general por su conocimiento religioso y su santidad. La conciencia, el hombre, el mundo mismo, pueden juzgar con más o menos exactitud la crudeza inmoral. Dios ve y rechaza lo que parece hermoso a los ojos humanos y sin embargo es falso e impío. Y la palabra de Dios es explícita en cuanto a que así ha de ser. Las aflicciones más graves aún reservadas para este mundo no son para las tinieblas paganas sino que así como son para el judaísmo rebelde igualmente lo son para la cristiandad corrupta donde la mayor parte de la verdad es conocida y los más elevados privilegios son conferidos pero, lamentablemente, donde el poder de dichas cosas es despreciado y negado. No es que cuando Dios se levante para juzgar las naciones paganas quedarán impunes. Ellas también beberán de la copa. Sin embargo, "Oíd esta palabra que ha hablado Jehová contra vosotros, hijos de Israel, contra toda la familia que hice subir de la tierra de Egipto. Dice así: A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades". (Amós 3: 1, 2). Lo mismo sucede con la cristiandad profesante pues cuanto más plena es la luz concedida, cuanto más rica es la gracia de Dios revelada en el Evangelio, tanto más graves serán los motivos para los implacables juicios sobre la profesión hipócrita cuando suene el redoble de la venganza divina para los "que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo". (2ª Tesalonicenses 1: 8). Ya sea en gracia o en juicio el Señor no ve como el hombre ve porque el hombre mira la apariencia exterior pero el Señor mira el corazón. Así habló Jesús en la escena que está ante nosotros.

 

No obstante, es notable que Él hablara en primera instancia "a la gente y a sus discípulos". Todavía ellos eran vistos en gran medida juntos, — y esto hasta la muerte y resurrección de Cristo; e incluso entonces el Espíritu Santo rompe lentamente un antiguo vínculo tras otro y sólo pronuncia Su última palabra al remanente judío (entonces cristiano, obviamente) por medio de más de un testigo no mucho antes de la destrucción de Jerusalén. Pero no había separación ni podía ella existir hasta la cruz.

 

Entonces, fue parte de la misión judía de nuestro Señor decir que, "En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo". (Versículos 2, 3). Pero hubo la cuidadosa advertencia de no hacer que los escribas y fariseos fuesen en modo alguno normas personales del bien y del mal. "No hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen". Ellos eran en sí mismos atalayas, modelos del mal, no del bien. (Versículos 3-7). Sin embargo, no sólo los discípulos fueron clasificados con la multitud sino que en las denuncias más fuertes mismas de estos guías religiosos ellos fueron obligados todavía por el Señor a reconocer a los que se sentaban en la cátedra de Moisés. De hecho, ellos estaban allí y el Señor en vez de disolver mantiene la obligación de reconocerlos a ellos y a todo lo que ellos expresan que no es de sus propias tradiciones sino de la ley. Esto era para honrar a Dios mismo a pesar de los hipócritas que sólo buscaban la honra del hombre para sí mismos y no ofrece ninguna garantía para los falsos apóstoles o sus sucesores que ahora se engañan a sí mismos. Porque los apóstoles no tenían una cátedra como la de Moisés y el cristianismo no es un sistema de ordenanza o de observancia formales como la ley sino que cuando el cristianismo es real es el fruto del Espíritu por medio de la vida en Cristo que es formada y alimentada por la palabra de Dios.

 

Últimamente se ha instado con bastante confianza y en sectores en los que uno podría haber esperado mejores cosas a que así como los santos en los tiempos veterotestamentarios esperaban a Cristo y la vida eterna era de ellos por medio de la fe aunque ellos estaban bajo la ley, así nosotros que ahora creemos en Cristo estamos sin embargo y en el mismo sentido bajo la ley al igual que ellos aunque como ellos somos justificados por medio de la fe. Plausible e incluso justo como a algunos esto puede parecer yo no dudo en declararlo extremadamente malvado. Es una forma deliberada de devolver a las almas a la condición de la cual la obra de Cristo nos ha libertado. Los judíos de antaño fueron puestos bajo la ley para el sabio propósito de Dios hasta que la Simiente prometida vino a obrar una completa liberación; y aunque los santos en medio de ellos se elevaron por encima de esa posición por medio de la fe ellos estuvieron toda su vida sujetos a servidumbre y al espíritu de temor. (Véase Hebreos 2). Cristo nos ha libertado por la gran gracia de Dios por medio de Su muerte y resurrección e inmediatamente después hemos recibido el Espíritu de filiación por el que clamamos, Abba, Padre. ("Porque no recibisteis espíritu de esclavitud para reincidir de nuevo en el temor; antes recibisteis Espíritu de filiación adoptiva, con el cual clamamos; ¡Abba! ¡Padre!" – BC1957). Y sin embargo, a pesar del más claro testimonio de Dios acerca del cambio trascendental producido por la venida de Su Hijo y la consumación de Su obra y el don del Espíritu Santo, se propone pública y seriamente como si ello fuera parte de la fe una vez entregada a los santos que esta acción maravillosa y la exhibición de la gracia divina sean desechadas con sus resultados para el creyente, ¡y que el alma debería ser repuesta bajo el antiguo yugo y en la antigua condición! Indudablemente esto es precisamente lo que Satanás pretende, es un esfuerzo por borrar todo lo que es distintivo del cristianismo mediante un retorno al judaísmo. Uno sólo puede asombrarse de encontrar una aseveración tan descarada acerca del asunto en hombres que profesan tener luz evangélica.

 

Entonces, la verdadera respuesta a tales malentendidos acerca de Mateo 23 y a las erróneas aplicaciones de porciones similares de la Escritura Santa es que todavía nuestro Señor se estaba adhiriendo (y así Él lo hizo hasta el último momento) a Su apropiada misión mesiánica y esto suponía y mantenía a la nación y al remanente bajo la ley y no en el poder libertador de Su resurrección. Y, ¿cuál de los discípulos podía decir en aquel momento, "Así que, en adelante, ya no conocemos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo según la carne, ya no le conocemos así. Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación". (2ª Corintios 5: 16-19 – BCI ). Por el contrario, este es ahora el lenguaje normal del cristiano. No se trata de un logro especial ni de una fe extraordinaria sino de la sencilla sujeción actual al pleno testimonio cristiano en el Nuevo Testamento. Incluso si fuésemos judíos el antiguo vínculo es disuelto por la muerte y estamos casados con otro, con Cristo resucitado de entre los muertos. Por lo tanto, tener la ley y a Cristo como guías y normas es como tener dos maridos a la vez y ello es una especie de adulterio espiritual.

 

Ciertamente nosotros también podemos y debemos sacar provecho moral de la censura de nuestro Señor a los escribas y fariseos: pues, ¡qué es el corazón! Debemos guardarnos de imponer a los demás aquello en lo que nosotros mismos actuamos de manera negligente. Debemos estar en guardia para evitar hacer obras para ser vistos por los hombres. Tenemos que orar contra la permisión del espíritu del mundo, — el amor a la preeminencia tanto en lo interior como en lo exterior. (Versículos 4-7). Por eso la palabra es, "Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo". (Versículos 8-10). El asunto no es aquí lo referente a los diversos dones que el Señor confiere por medio del Espíritu Santo a Sus miembros en Su cuerpo la Iglesia, sino el de la autoridad de las religiones en el mundo y de un cierto estatus y respeto en virtud del cargo o posición eclesiástica. Pero el gran principio moral del reino (que siempre es verdad) es puesto aquí en vigor, a saber, "El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido". (Versículos 8-12). La cruz y la gloria celestial no harían más que profundizar el valor y el significado de estas palabras del Salvador; pero incluso antes de ambas cosas e independientemente del nuevo orden de cosas en la Iglesia ellas llevaban Su sello y eran cosas vigentes para el reino.

 

En marcado contraste con este modelo de servicio verdadero para los discípulos estaban los escribas y fariseos sobre los cuales el Señor procede a continuación a pronunciar ocho solemnes ayes. (Versículos 13-33). [Véase nota 19].

 

[Nota 19]. El versículo 14 es generalmente omitido por el editor porque no aparece aquí en los Manuscritos más antiguos aunque se lo encuentra en Marcos 12: 40 y Lucas 20: 47). Por lo tanto, los ayes aquí pronunciados sobre los escribas y fariseos son siete y no ocho. — [Nota del Editor en inglés].

 

¿Qué otra cosa podía Él decir acerca de los hombres que no sólo no entraban en el reino de los cielos sino que impedían la entrada a los que estaban dispuestos a entrar? ¿Qué otra cosa se puede reprochar a aquellos que buscan la influencia religiosa sobre los débiles e indefensos para obtener ganancia? ¡De acuerdo! el celo proselitista de ellos era incansable pero, ¿cuál era el fruto en las almas delante de Dios? ¿No eran los enseñados, como de costumbre, el índice más verdadero de tales maestros, por ser más sencillos y sin reservas en cuanto a sus procederes, objetivo y espíritu? Entonces el Señor pone de manifiesto las demasiado puntillosas e inútiles distinciones de ellos que en realidad anulaban la autoridad de Dios insistiendo, como ellos lo hacían, en las más insignificantes imposiciones en detrimento de las más claras verdades morales y eternas. A continuación es detectado el esfuerzo por la apariencia externa con independencia de cuál pudiera ser la impureza interior; y esto tanto en el trabajo como en las vidas de ellos y en sus personas que estaban llenas de engaño y voluntad propia, llenas de una afectada gran veneración por los profetas y los justos de antaño que habían padecido y que ya no afectaban la conciencia. Esto último les daba más crédito. No existe un medio más asequible ni más exitoso de ganar una reputación religiosa que esta muestra de honra por los justos que han fallecido y han desaparecido especialmente si ellos se conectan con ellos en apariencia como si fueran de la misma asociación. La sucesión parece ser natural y resulta difícil acusar a los que honran en este día a los santos fallecidos con el mismo espíritu rebelde que los persiguió y mató en el propio día de ellos. Pero el Señor los sometería a una prueba rápida y decisiva y demostraría la verdadera propensión y el verdadero espíritu de la religión del mundo. "Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar". (Versículos 34, 35). Era moralmente la misma raza y el mismo carácter en todo. En justo juicio el Señor añade, "De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación". Así debe ser juzgado de manera íntegra lo que fue comenzado por sus padres y completado por ellos mismos. Hipócritas y serpientes, ¿cómo podrían los tales escapar del juicio del infierno?

 

Pero, ¡qué conmovedor! He aquí el lamento del Señor por la ciudad culpable, — Su propia ciudad: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta". (Versículos 37, 38). Su gloria resplandece más que nunca; el Mesías rechazado es en verdad Jehová. Él habría juntado (¡y cuántas veces!), pero ellos no quisieron. Ya no era Su casa ni la de Su Padre sino la de ellos, y les es dejada desierta, vacía. Sin embargo, si se trata de una palabra solemnemente judicial al final hay esperanza, "Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor". Israel todavía tiene que ver a su Rey pero no Le verá hasta que un remanente piadoso de ellos se convierta para darle la bienvenida en el nombre de Jehová.

 

William Kelly

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Junio 2022

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:

 

BC1957 = SAGRADA BIBLIA BOVER - CANTERA 1957 (Cuarta Edición).

BCI = Biblia  Francisco Cantera y Manuel Iglesias, Edición 1975).

Publicado originalmente en Inglés bajo el título:
"Lectures on the Gospel of Matthew", by William Kelly
Traducido con permiso
Publicado por:
www.STEMPublishing.com
Les@STEMPublishing.com

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