¿SOMOS
NOSOTROS LAODICENCES?
Todas las citas
bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión
Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
RVA = Versión
Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo
Hispano; conocida también como Santa Biblia "Vida Abundante")
VM = Versión
Moderna, traducción de 1893 de H.B.Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones
Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza)
"Y escribe al ángel de la
iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio
de la creación de Dios, dice esto:
Yo conozco tus obras, que ni eres
frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
Pero por cuanto eres tibio, y no
frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
Porque tú dices: Yo soy rico, y
me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un
desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Por tanto, yo te aconsejo que de
mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para
vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con
colirio, para que veas.
Yo reprendo y castigo a todos los
que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
He aquí, yo estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y
él conmigo."
Apocalipsis 3: 14-20
Cada vez
que nosotros leemos la Palabra, es una gran responsabilidad. El aspecto
profético de estos capítulos ha sido considerado a menudo, pero mi deseo esta
noche es considerar el aspecto moral de ellos. Cada vez que yo leo esta
epístola a Laodicea, me siento escudriñado.
Me reprocho a mí mismo por mi tibieza
y puedo sentir la Palabra
tocando mi conciencia.
Yo me
siento dispuesto a decir que todos nosotros somos, demasiado a menudo,
indiferentes. Nosotros consideramos varias comunidades de Cristianos y vemos
que algunas son entusiastas en la aplicación de la verdad que ellas tienen.
Hay, a menudo, una falta de conocimiento de la verdad Divina. Ellos tienen un
ojo sencillo para el evangelio, aunque quizás no mucha separación. ¿Cómo pueden
aquellos que han recibido un tesoro completo de verdad, recuperado por gracia
para nosotros por Dios, ser indiferentes? ¡Cuán lamentable! este es el caso
demasiado a menudo. Esta epístola a Laodicea debería despertarnos a una
convicción más profunda de nuestra condición y a la necesidad de un cambio
decidido para mejor.
La carta es
dirigida al ángel de la asamblea en Laodicea. El ángel representa el elemento
responsable: se trata de una de las siete estrellas que están en la diestra del
Señor y que dan luz (Apocalipsis 1: 16, 20). Así, el ángel debería ser un
portador de luz. Hay muy pocos en la asamblea que toman esta responsabilidad,
no obstante, ¿no somos todos
responsables?
Semana tras
semana los Laodicenses se reunían para responder a Hechos 2:42, partiendo en
pan y participando en otros rasgos exteriores de una asamblea. [1] Quizás
algunos se ausentaban de tanto en tanto, y quizás estaban los que asistían
regularmente, pero exteriormente había una asamblea local.
[1] Desde hace tiempo se me ha
sugerido que la reunión de oración probablemente había cesado en Laodicea,
porque ellos no tenían necesidad de nada y, por tanto, no tenían nada por qué
orar.
Es
importante observar que la palabra "Lao-dicea"
significa: 'la voz, o los derechos, del pueblo.' Vemos que esta carta trata con
las circunstancias de hoy en día, ya que nosotros hablamos fácilmente de 'mis
derechos', de 'los derechos de las mujeres', de la 'justicia para todos', etc…
pero, ¿y qué de la voz del Señor? La esencia de la democracia es la voluntad
del pueblo, pero el deseo de los Cristianos debería ser, «¿Cuál es la voluntad
del Señor para que nosotros la hagamos?» Por ejemplo, si nosotros nos
preguntamos, «¿qué hacemos aquí esta noche?», nosotros responderemos,
«encontrarnos con el Señor.» Pero, ¿encuentra Él realmente eso en nuestros
corazones? ¿Discernimos todos nosotros la voz del Señor? Si no lo hacemos,
entonces experimentamos una gran pérdida. Es importante venir a oír Su voz.
Debería haber un profundo deseo en nuestros corazones de ver Su rostro y Su
persona.
Versículo
14: "Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el
testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:"
El Señor se
presenta a Sí mismo como el Amén, el testigo fiel y verdadero. Incluso si la
mayoría es infiel, Él es fiel. Nosotros deberíamos haber sido un testimonio
fiel de la nueva creación. Si consideramos el testimonio que hemos dado,
nosotros debemos reconocer que hay muchos fracasos. Al considerar estos
fracasos podríamos desalentarnos. Miremos más bien al Señor; ¡hay amplios
recursos con Él! Él es el único Verdadero cuando todos los demás han fallado.
Versículo
15: "Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses
frío o caliente!"
El Señor
lee lo que hay en nuestros corazones y puede decir: "Yo conozco",
aunque nos dé vergüenza hablar de nuestro fracaso y alejamiento a nuestros
esposos y esposas, o contarlo a nuestros hijos. Para Él es como si todos
nuestros hechos estuviesen exhibidos públicamente sobre una pared. Cuando una
persona es fría, usted lo puede ver; así también si él, o ella, es caliente en
el afecto para con Cristo. Pero aquí nosotros tenemos que ver con una situación
terrible: los afectos están divididos. Cuando tenemos semejante tesoro de
verdad a nuestra disposición, ¿cómo podemos tener un corazón dividido? Él
conoce lo que nosotros nos imaginamos que es un secreto, ya que nada puede
estar oculto de Él. Ciertamente esta carta toca nuestras conciencias.
La compañía
a la cual se le habla aquí tenía alguna verdad, pero ellos no eran conmovidos
por ella. Ellos estaban sufriendo una crisis de identidad. No tenían
convicciones firmes y ningún compromiso decidido con Cristo, Su causa o Sus
intereses en este mundo.
Versículo
16: "Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi
boca."
El Señor
coloca su dedo sobre el estado de
ellos conforme a Su conocimiento perfecto, y dice a los Laodicenses de qué se
trataba. Él conoce acerca de las libertades que ellos se habían tomado con Su
Palabra. El Señor es todo para los fieles en la asamblea Filadelfiana. En
Laodicea hay verdad pero no hay convicción; ellos son tibios. La moralidad de
los Laodicenses se encuentra en todo lugar. El gran mensaje universal de ellos
es: LA MODERACIÓN:
Ni muy
bueno, ni muy malo;
ni muy
correcto, ni muy errado;
no muy
consagrado, pero no muy indiferente,
ni muy
malo, ni muy bueno,
no muy
divididos, pero no muy unidos.
No seas diferente
ni extraordinario,
no tiene
sentido ser solamente común,
Ni muy
real, ni muy falso,
ni muy
sediento, ni muy satisfecho,
el lema de
los Laodicenses es la amabilidad perfecta.
Ni mucho
más, ni mucho menos;
¡ni muy
caliente, ni muy frío!
Ellos no
están en el barco, ni en el muelle, sino justo en medio.
Ellos
ocupan el lugar de neutralidad, 'entre dos aguas.'
Esto puede
ser agradable al hombre natural, pero ¡ello conducirá inevitablemente a una
caída! El Señor no quiere esta condición. Él murió por cada uno de nosotros. Él
hizo lo bueno por mi alma. Yo no merecía nada, pero Él me dio gracia sobre
gracia. ¿Qué deberíamos hacer para responder al deseo del Señor de que podamos
ser conformados a Su voluntad? ¿Cuándo comenzaremos a andar con Él? ¿Mañana?
¡No! ¡en este preciso momento! y con corazones que estén decididos. Renunciando
a toda neutralidad, nosotros debemos ser valientes para la verdad, manteniendo
escrupulosamente lo que es correcto y no aceptando ningún compromiso con
respecto a la verdad de Dios. Nosotros tenemos que mantener lo que es
verdadero, y debemos rehusar el compromiso. Muchos Cristianos que rehúsan el
compromiso han sido perseguidos como mártires.
¿Vamos a pisotear su martirio? ¿Consideraremos como siendo de poca importancia
las verdades por las cuales ellos murieron?
Un sistema
eclesiástico completo ha sido construido sobre la neutralidad ante la verdad,
con lamentable indiferencia a las glorias más profundas de Cristo. En pos del
confort y de la comodidad personal muchos siguen lo que es contrario a la
Palabra de Dios. Parece que los Laodicenses tenían como su principio: «un poco
de lo que te gusta de hará bien», incluso si no es conforme a la santa Palabra
de Dios. No, el Señor quiere que nosotros seamos totalmente para Él. Las siete
iglesias del Apocalipsis recibieron varias reconvenciones. No hay nada tan
despectivo, ni aun a Tiatira. Había allí inmoralidad, clericalismo y corrupción
eclesiástica. En Sardis: "tienes nombre de que vives, y estás
muerto." (Apocalipsis 3:1). Pero aquí en Laodicea, la reprensión es:
"te vomitaré de mi boca" (Apocalipsis 3:16), porque la tibieza es terrible. La
corrupción de lo
mejor es la peor de las corrupciones. Esto llena al Señor de disgusto y de
repugnancia absoluta. ¿Nos llena también de horror esta condición? Si es así,
esto demuestra a nuestra alma que hemos oído Su voz. Pero si no es así, ello
muestra que estamos completamente permeados
con el espíritu Laodicence. Los que creen en el Señor jamás serán desechados.
Por lo tanto, ¿es consistente que nosotros manifestemos de algún modo los rasgos
que serán rechazados en Laodicea?
Versículo
17: "Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa
tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre,
ciego y desnudo."
"Yo
soy rico", ¡qué peligro! Santiago 2:5 nos dice, "¿No ha elegido Dios
a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe……?" Este es un gran
motivo de preocupación entre algunos de nosotros, ya que nuestra riqueza no nos
ayuda a vivir cerca del Señor. Hay muchas cosas buenas: comida, vestimentas,
casas, pero, ¿son ellas las únicas cosas que ocupan nuestro corazón? Los
Laodicenses habían oído la verdad, y la Palabra de Dios les decía que ellos
eran pobres y no eran nada. Pero ella no les fue de beneficio, al no estar
mezclada con fe. Ellos rechazaron el testimonio de Dios y consideraban su
propia estimación como la única evaluación válida de ellos mismos.
Muchos
entre nosotros están en peligro de pensar que todo está bien. Pero el Señor nos
está hablando en esta carta y nosotros tenemos que inclinar nuestras cabezas en
vergüenza, pero después tenemos que levantar nuestros ojos hacia la luz divina.
Él es Dios. Él no nos desamparará, porque Él es fiel y Él nos ofrece un
remedio. Sería necio no aceptarlo. Imaginen un hombre ahogándose en medio del
océano rehusando el rescate porque él piensa que puede nadar los 3000
kilómetros que lo separan de la
costa. Nosotros tenemos que aceptar el remedio del Señor. "Es la última
hora" dice Juan (1 Juan 2:18 - RVA), y ahora es el último minuto de la
última hora. Si nosotros tenemos el carácter de Laodicea, es hora de prestar
atención a su Palabra.
Los Laodicenses
son muy desventurados y miserables. Ninguna otra iglesia llevaba este carácter.
El Señor piensa lo contrario de lo que ellos estaban pensando. La vida es
difícil para una persona ciega que camina con un bastón blanco. Pero la ceguera
espiritual es mucho más terrible. Sansón, el último juez, estuvo ciego, así
como lo estuvo Sedequías, el último rey. Laodicea está tan ciega que ¡ella ni
siquiera lo nota! Su condición es desesperada.
Versículos
18, 19: "Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en
fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra
la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo
reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete."
Estos son
versículos magníficos. El Señor no los ha dejado aún a ellos. Él está
preocupado de ellos, y ofrece un remedio quíntuple. Cuán diferente a nosotros.
¡Qué consejo! ¡Que amable paciencia! Su reprimenda demuestra Su fuerte amor
infalible por los Suyos.
1. El oro que ha pasado por el fuego del
juicio es ofrecido gratuitamente. Ello sugiere excelencia divina, Su gloria, Su
justicia. Daniel dice a Nabucodonosor: "tú eres aquella cabeza de
oro." (Daniel 2:38). Por demasiado tiempo nos hemos satisfecho con la
mediocridad y el Señor quiere lo mejor para nosotros. Él desea darnos lo que es
muy excelente. ¿Quieren ustedes riquezas que durarán por la eternidad?
2. Las vestiduras blancas nos recuerda
la
justicia de los santos. En la vida diaria es importante estar vestido. Nosotros
vivimos en un mundo donde la falta de modestia prevalece. Hablando en forma
práctica, ¿nos vestimos apropiadamente en nuestra vida diaria? Aquí el asunto
va mucho más allá. Pero se trata de un asunto importante en un mundo donde los
hombre, y en relación con esto más particularmente las mujeres, no tienen
vergüenza. A menos que expliquemos a nuestros hijos lo que es la modestia,
entonces ellos se verán seriamente impedidos en lo que respecta a llevarles el
evangelio. Ellos no entenderán el evangelio para el pecador si no existe el
concepto de la vergüenza.
3. Él desea sanar su quebrantado corazón
y su
visión distorsionada. Cuántos están ciegos a las preciosas verdades actuales
del Cristianismo. Háblenles de alguna faceta de la verdad Escritural y ellos se
burlan, y quizás ellos dicen incluso que, «¡eso no está en la Biblia!» ¡Es lamentable!
cuántas veces se pronuncian tales expresiones. El corazón de Cristo se agita
con la más profunda piedad con respecto a estos pobres ciegos.
Versículo
19: "a todos los que amo": Cristo nos ama hasta el final,
independientemente de la condición en que nos podamos encontrar, y este amor no
es emocional y débil, sino fuerte. Él ama entrañablemente a los Suyos. Él
demuestra Su amor reprendiendo y castigando. Si yo pienso que soy más sabio que
Dios, entonces yo no castigaré a mis hijos. Un padre terrenal puede rechazar a
sus hijos, pero Cristo no nos abandona.
4. "Sé, pues, celoso, y
arrepiéntete." Ser celoso es la antítesis de la tibieza. Debe haber fervor
en las cosas de Cristo. Cuánto interés propio ha llenado nuestras vidas
provocando el decidido descuido de los intereses del Señor. Nos hemos divertido
más de lo que hemos reflexionado en las glorias de nuestro Señor. Somos
exhortados aquí a ser diligentes en nuestra vida Cristiana. Pero a ser
diligentes, también, en limpiarnos de nuestro olvido de Aquel que ha velado
sobre nosotros con un cuidado constante.
5. Dios no nos pide que hagamos algo nuevo
sino que nos arrepintamos. No es algo agradable volver y arrepentirse. De
hecho, no hay nada más molesto para un espíritu autocomplaciente que esto. Si
algunos trazos Laodicenses se han de
encontrar en nosotros, vayamos al Señor y arrepintámonos. Este versículo es la
voz del Señor para el tiempo actual. Que podamos oírla.
Versículo
20: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo."
Este
versículo es usado a menudo al predicar el evangelio a los inconversos, pero es
especialmente para creyentes. El Señor está afuera, ¡mientras los Laodicenses
piensan que ellos Le tienen en medio de ellos conforme a Mateo 18:20! Pero la
condición de Laodicea es tan mala que el Señor se ve obligado a estar afuera.
La ceguera de Laodicea significa que ella no se da cuenta que Él está afuera.
¡Qué circunstancia tan seria, tan solemne! No obstante, vemos aquí la tierna
paciencia y longanimidad. Él se ve obligado a golpear a la puerta para ser
admitido. Él está golpeando a la puerta, y a pesar del gran alejamiento e
indiferencia a lo que es debido a Cristo, hay esperanza.
El
llamamiento es al individuo. ¿Le prestará usted atención? ¿Será usted uno que
disfruta de la comunión con el Señor Jesús y que entra en Sus pensamientos con
aprecio, comprendiéndolos debido a que usted ha leído Su Palabra y ha pasado
tiempo en oración con Él? Este fue el secreto en el pasado entre aquellos que
caminaban con Dios. Es posible tener comunión con el Señor, aun en esta hora
tardía y en este tiempo de descomposición. Él le ofrece esta oportunidad en la
figura de una cena, la última comida hacia el fin del día. ¿Responderá usted a
esto?
El Señor no
nos pide que caminemos solos sino, "con los que invocan al Señor con
corazón puro." (2 Timoteo 2:22 - VM). Las cosas son difíciles en el
testimonio y podemos desanimarnos. Pero aunque no haya más que unos pocos
andando en la senda estrecha, será posible, no obstante, expresar juntos
comunión con un testimonio adecuado al hecho. Será nuestro deber buscar a los
tales. Que el Señor nos conceda esta gracia en los últimos momentos del
testimonio Cristiano en la tierra.
Versículo
21: "Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como
yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono."
Mientras
más dejamos que el Señor entre, más seremos vencedores. Él ofrece al vencedor
un premio, Su propia recompensa. Entonces el mundo conocerá que el Padre nos
ama como le ha amado a Él (Juan 17:23). El Señor nos ha dado una
responsabilidad de estar por Sus derechos dominicales, justo antes de Su
regreso. Él no ha dado este privilegio a Guillaume Farel, a Juan Calvino, o a
John Nelson Darby, sino a nosotros. Tenemos esta responsabilidad. El testimonio
descansa sobre nuestros hombros hasta Su regreso. Aquellos que predicaron Su
palabra en el siglo 19, esperaban correctamente que el Señor viniese. ¿Se
caracteriza nuestra conducta, nuestra vida, por esta expectativa? Él está
viniendo y nosotros le veremos. Su recompensa está con Él, pero hay más:
"le daré que se siente conmigo en mi trono." Nuestra recompensa es Él
mismo, estar con Él para siempre.
Versículo
22: "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias."
Una persona
ciega no tiene ojos con los cuales poder ver. Una persona sorda no puede usar
sus oídos. Dios habla a aquellos que tienen sus cinco sentidos espirituales,
los cuales funcionan por fe. ¿Están nuestros oídos abiertos a Su voz? En el
Antiguo Testamento encontramos escrito: "Oye, Israel", y en el Nuevo:
'Oye lo que el Espíritu dice.' El solo deseo del Espíritu Santo es que Cristo
pueda ser glorificado. ¿Pondremos hoy atención a Su voz?
E. N.
Cross
Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. - Diciembre 2010.-