NUESTRO ESTÁNDAR Y NUESTRA ESPERANZA
Hay dos principios muy importantes presentados en Apocalipsis 3:
3 y 11, los cuales son profundamente interesantes, pero cuando ellos son entendidos, ellos son claros, sencillos, fáciles
de comprender, y llenos de poder - son dos cosas distintivas que caracterizan al vencedor. El primer principio es la verdad
que ha sido comunicada; y el segundo, la esperanza que esta puesta ante nosotros.
Nosotros encontramos estas dos cosas ilustradas en la historia
de Israel, y en la historia de la Iglesia de Dios - lo que Él nos ha dado, y lo que se ofrece ante nosotros. Estas dos cosas
han de formar tu carácter y el mío. No debemos ser influenciados por el carácter de las cosas que nos rodean, o por la presente
condición del pueblo de Dios; sino que debemos ser influenciados por lo que Dios ha
dado, y lo que Él dará. Nosotros somos propensos a ser desanimados y descorazonados
por el estado de cosas alrededor, y a renunciar a todo debido a la ruina, y quedar así paralizados; pero si tú te apropias
de estas dos cosas, o más bien si ellas se apropian de ti, ellas te capacitarán para frenar la tendencia y ser un vencedor.
Debes recordar lo que has recibido y oído, y acariciar la esperanza de gloria.
Nosotros tenemos el Protestantismo ante nosotros en Sardis. Tú
debes distinguir siempre entre una obra del Espíritu de Dios y el estado de cosas que resulta de ello a través de la interferencia
humana, la gestión humana, la maquinaria terrenal, estereotipando la forma cuando el poder ya no está. La Reforma fue una
obra distintiva del Espíritu de Dios, una ola de poder espiritual. El Protestantismo es la forma impotente que, a través de
la debilidad humana y la astucia de Satanás, ha seguido a esa temporada gloriosa de visitación divina.
Cincuenta años atrás (N. del T.: el autor se refiere al despertar
espiritual ocurrido a comienzos del siglo 19) hubo un movimiento muy definido del Espíritu de Dios, que sacó a muchos de los
vallados de la Cristiandad. Pero, ¿qué uso se ha hecho de ello? Cuando la energía, la frescura, y la florescencia del Espíritu
se hubo alejado, ¿qué siguió a continuación, en muchos casos? Bueno, las personas se deslizaron en lo que puede ser llamado
el 'hermanismo' (en Inglés, Brethrenism), y no hay nada peor que eso, debido a
que la corrupción de lo mejor es la peor de las corrupciones. ¿Cuál es nuestra
salvaguardia moral? Sencillamente retener lo que hemos recibido, y vivir en la esperanza bienaventurada de la venida de Cristo,
realizar en nuestras propias almas el poder de lo que Dios ha dado y lo que Él dará.
Nosotros encontramos ilustraciones de esto en los tiempos del Antiguo
Testamento. Todos los grandes movimientos reformistas en Israel se caracterizaron por esta cosa misma. Fue así en el tiempo
de Josafat, y en el tiempo de Ezequías. El Señor llama a Su pueblo a regresar al estándar original, a lo que ellos habían
recibido al principio. Ezequías se vuelve a Moisés, como su autoridad para mantener el estándar divino en la celebración de
la Pascua. Muchos podrían haber dicho, «Oh, todo es inútil; nuestra unidad nacional ha desaparecido.» Incluso Salomón había
dejado abominaciones tras él. El diablo sugiere rebajar el estándar a causa de la ruina; pero Ezequías no prestó oído a aquello.
Él era un vencedor. Una marea de bendición llegó en abundancia, tal como no se había conocido desde los días de Salomón (2
Crónicas 30).
Así nuevamente en los días de Josías: un niño estaba sobre el trono;
una mujer ocupando el cargo profético; Nabucodonosor estaba casi a las puertas. ¿Qué hizo Josías? El libro de la ley fue leído.
En lugar de rebajar el estándar por causa del estado de cosas, él actuó sobre la Palabra de Dios; aquel fue su estándar de
acción, y el guardó la Pascua en el primer mes. El resultado fue que no había habido una Pascua semejante desde los días de
Samuel.
Fue así con Ezequías y Josías; y nosotros tenemos un ejemplo aún
más hermoso de ello en Esdras y Nehemías. En aquellos días se guardó una fiesta que no había sido observada desde los días
de Josué, hijo de Nun. El hecho de guardar esa fiesta fue reservado para aquel remanente pobre, pequeño. Ellos eran vencedores;
ellos regresaron a Dios, a lo que Él había dado al principio.
Otra vez, Daniel, Sadrac, Mesac, y Abed-nego obtuvieron una victoria
magnífica cuando ellos rechazaron comer la comida del rey. Ellos no cederían ni la anchura de un cabello. ¿No eran ellos vencedores?
Ellos podrían haber dicho, «Dios, en Sus tratos gubernamentales nos ha enviado a la cautividad; ¿por qué deberíamos rechazar
comer la comida del rey?» Pero, ¡no! a ellos se les capacitó para mantener el estándar de Dios en medio de la ruina que los
rodeaba.
Es lo mismo con Daniel. Él permaneció en fidelidad impertérrita,
y obtuvo una victoria espléndida. Él no abría sus ventanas y oraba hacia Jerusalén para hacer una exhibición, sino para mantener
la verdad de Dios; él oraba hacia el centro de Dios, y él fue llamado "siervo del Dios viviente." (Daniel 6:20). Si ellos
hubiesen renunciado, ellos habrían perdido sus victorias, y Dios habría sido deshonrado.
Todo esto incide sobre nosotros en una manera muy distinta, en
medio del Protestantismo. Ello hace que la Palabra de Dios sea de un valor inefable para nosotros. No se trata de establecer
nuestra propia opinión o autoridad, sino que nosotros somos llamados a mantener la verdad der Dios, y nada más; y si tú no
te apropias de eso, entonces tú no sabes dónde estás. Se podría haber dicho a Josías, cuando él derribó los lugares altos
edificados por Salomón (2 Reyes 23:13), «¿Quién eres tú, para que te constituyas contra Salomón, y contra las instituciones
establecidas por un gran hombre como él?» Pero no se trataba de un asunto de Josías contra
Salomón, sino de Dios contra el error.
Y ahora, en lo que respecta al segundo gran principio, a saber,
que nuestro carácter ha de ser formado también por lo que está ante nosotros - la
venida del Señor. Pero presten atención aquí el hecho de que la iglesia de Sardis, en lugar de ser alentada por la esperanza
apropiada de la Iglesia, la Estrella resplandeciente de la Mañana (Apocalipsis 22:16), ella es advertida: "Pues si no velas,
vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti." (Apocalipsis 3:3). Así es cómo Él vendrá sobre el mundo
- como un ladrón. Nosotros pertenecemos a la región de la luz; nuestra esperanza correcta es la Estrella de la Mañana, la
cual es vista solamente por aquellos que están velando durante la noche. La razón por la cual Sardis es advertida, en lugar
de ser alentada por la esperanza de Su venida, es que ella se ha hundido hasta el nivel del mundo: un Cristianismo bajo, sin
vida, estéril; y la venida los sorprenderá como ladrón.
Esto es lo que amenaza al Protestantismo, y lo que te amenaza a
ti, si te dejas llevar hacia abajo con la corriente, como un pez muerto. El Señor está despertando los corazones de Su pueblo
a un sentido más profundo de esto. Él les está haciendo ver que nada servirá, nada valdrá, excepto la realidad categórica.
Si nosotros no tenemos esto, no tenemos nada. Una cosa es tener doctrinas en la mente,
y completamente otra es tener a Cristo en el corazón y a Cristo en la vida.
Él está viniendo por mí,
y yo tengo que velar por la Estrella resplandeciente de la Mañana. Pues bien, que mi corazón se levante, y venza la condición
de cosas alrededor. Si yo encuentro santos en esa condición, yo procuro despertarles para que salgan fuera de ella. Si tú
quieres enseñar a los santos, debes llevarles de regreso a la verdad que tú has recibido, lo que Dios dio al principio. Edifica
sobre lo que Dios te ha dado, y sobre la esperanza que está colocada ante ti. Yo encuentro que es una gran cosa decirle a
alguien, «Estás tú preparado para abandonar todo lo que no soporte la prueba de la Palabra de Dios? - ¿tomar tu posición sobre
eso?» Retén el estándar de la verdad de Dios, y no aceptes nada menos; aunque tú puedas estar solo. Si un regimiento fuese
despedazado, y sólo quedase un hombre, si él sostiene los colores (la bandera, el estandarte), la dignidad del regimiento
es mantenida. No se trata de una cuestión de resultados, sino de ser fiel a Cristo, de estar realmente vivo en una escena
que se caracteriza por tener 'nombre de que vive, y está muerta'. (Apocalipsis 3:1). Nosotros necesitamos algo más que una
mera profesión. Aun el partimiento del pan puede convertirse en una formalidad vacía. Necesitamos más poder y frescura, más
consagración viva a la Persona de Cristo. Nosotros somos llamados a vencer. El oído que oye se encuentra solamente con el
vencedor. Que nuestros corazones puedan ser avivados para desearlo.
C. H. Mackintosh
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. - Marzo 2011.-