EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

CRECIMIENTO, ENANISMO, SEGUNDA NIÑEZ: DEFORMIDAD (H. C. Anstey)

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CRECIMIENTO, ENANISMO, SEGUNDA NIÑEZ:

DEFORMIDAD

 

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y  han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:

 

LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.

RVR1977 = Versión Reina-Valera Revisión 1977 (Publicada por Editorial Clie).

 

 

El crecimiento es un avance natural de los hijos de Dios desde el estado de niños para convertirse en "jóvenes" y "padres" en Cristo (1ª. Juan 2: 12 al 14). Pero esto puede ser obstaculizado o ser no natural y, por consiguiente, todo puede llegar a ser malo. Los Corintios permanecían aún en la condición de niños cuando el Apóstol les dirigió su primera epístola: leemos, "Y yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no alimento sólido; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía." (1ª. Corintios 3: 1, 2 – RVR1977). La palabra traducida al Castellano como "todavía" en este pasaje, muestra que ellos, hasta el momento, jamás habían estado en cualquier otra condición; habían permanecido en la condición de niños.

 

También los Hebreos, cuando el Apóstol se dirigió a ellos, eran algo similar, sólo con esta diferencia — los Hebreos habían avanzado, pero habían retrocedido, después, al estado de niños. "Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño." (Hebreos 5: 12, 13). "Habéis llegado a ser tales" muestra que ellos habían vuelto a ello. "Pero traed a la memoria los días pasados." «Ah, dice él, ustedes han retrocedido desde los días cuando sostuvieron gran combate de padecimientos; han olvidado el tiempo cuando sufrieron con gozo el despojo de sus bienes», "sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. (Hebreos 10). "Mas el justo vivirá por fe."

 

Estos son tres estados de alma, o etapas de crecimiento, en los hijos de Dios, que se encuentran en la Escritura, tres estados fácilmente discernibles, también, entre los Cristianos de nuestro día; y los tres son malos, porque todos surgen de un crecimiento detenido o no natural. En primer lugar, el estado enano permaneciendo en la condición de niños; en segundo lugar, el estado de segunda niñez, o el hecho de retornar a esa condición; en tercer lugar, el resultado de las otras dos — deformidad.

 

Me he referido a la primera, tal como está ilustrada por los Corintios, y digo una cosa más antes de seguir adelante; a saber, que los Cristianos en este estado están generalmente satisfechos con ellos mismos, con lo que ellos saben, y jamás se los encuentra prosiguiendo a la meta en compañía de Pablo en 1ª. Corintios 8: 2 y Filipenses 3: 12 al 14.

 

Existe, en segundo lugar, el estado de segunda niñez; vemos que esta era la condición de los Hebreos. En este estado usted no ha impedido el crecimiento, como en Corinto, pero el crecimiento no es natural; el crecimiento interior no ha seguido el ritmo del exterior; ello es más difícil de detectar, ya que hay toda una apariencia exterior de sabiduría y hombría, pero falta el poder. Esta es una triste condición. Hay refrigerio al contemplar la confiada joven vida de un niño; internamente y externamente hay armonía en uno como él. Pero es verdaderamente triste ser llevado a estar cara a cara con la segunda niñez. En cuanto a la cabeza canosa que debiera haber guiado rectamente, o frenado el ímpetu de la juventud mediante su sabio y prudente consejo, que debiera haber alentado los débiles pasos de un niño tambaleante, ¿qué hay más conmovedor que ver su total impotencia y desamparo?

 

Paso ahora a considerar el tercer estado— la deformidad—en cuyo estado se manifiesta algo que es exteriormente repulsivo para el ojo espiritual. Tomo como ejemplo de los que están en esta condición a los santos a los cuales se les habla en 1ª. Corintios y en la epístola a los Gálatas. Es evidente que, en las cosas naturales, la deformidad puede ser mental o física; es decir, puede ser la de la mente, la cual es interior, pero que no escapa a la mirada de un ojo entrenado, o la del cuerpo, la cual es externa y más visible; esto es verdad también en las cosas de Dios, y ambas tienen su ilustración en aquellos a los cuales se les habla en estas dos epístolas. La doctrina era mala en el caso de los Gálatas, la práctica era mala en el caso de los Corintios, una era interna y mucho más grave y solemne que la otra. El Apóstol no dirige tales advertencias y denuncias a todos los terribles males morales existentes en Corinto, de la manera en que se dirige a los Gálatas. (Gálatas 1: 6 al 9; 3: 4; 4: 11, 20; 5: 1, 4, 7, 12). Él no denuncia la permisividad entre ellos de ninguna inmoralidad exterior tal como lo encontramos en 1ª. Corintios, y es posible de que hubo muy poco de que quejarse exteriormente, ya que el partimiento del pan se llevaba a cabo como de costumbre, y a los que asistían no se les culpaba. Pero ellos habían vuelto atrás (Gálatas 4: 9), habían comenzado en el Espíritu, pero estaban ahora impedidos, 'fascinados' (Gálatas 1: 1). Las "primeras obras" (Apocalipsis 2: 5) ya no se hacían más, se adoptaron las obras legales, y "la esclava y su hijo" fueron traídos de regreso al hogar (Gálatas 4: 30). Pero, ¿qué habían hecho ellos? En realidad, ellos sólo habían descuidado la enseñanza de la Palabra por el Espíritu, una segura línea de acción no dejada a juicio de ellos, sino establecida para ellos, la cual se denomina "obedecer a la verdad." (Gálatas 3: 1). Este fue el resultado de su mal estado, pero esto fue terrible para el Apóstol, ya que si la enseñanza del Espíritu y la Palabra son abandonadas por los santos, ¿qué queda?

 

No se necesitó un gran discernimiento espiritual para detectar la deformidad en Corinto. Aquello que se permitía entre ellos era un escándalo basto, y era "tal como no existe ni siquiera entre los gentiles." ( 1ª. Corintios 5 – LBLA).

 

Permanecer en la condición de niños es, entonces, enanismo, y produce deformidad externa; mientras que regresar a esa condición, habiendo conocido mejor, es una segunda niñez, y proporciona esta condenación solemne del Apóstol, "Temo por vosotros, que quizá en vano he trabajado por vosotros." (Gálatas 4: 11 – LBLA). Sin duda los Hebreos estuvieron expuestos al peligro de caer en el mismo estado, aunque no tan avanzados como los Gálatas en él. Pero lo que a uno le asombra es el peligro abrumador de este estado. El alma se adormece y está satisfecha consigo misma; y ningún poder humano, nada sino la voz solemne del Señor por medio del Apóstol puede despertarla. Él un pudo, y no puede Él ser ahora indiferente a un estado semejante.

 

Es un asunto de consuelo para los siervos del Señor, el hecho que las almas en los tres estados malos que hemos estado considerando, no están más allá de la recuperación a través de la aplicación de la Palabra de Dios en el poder del Espíritu de Dios, ya que los tres han sido abordados en los pasajes que hemos tenido ante nosotros. Nada más que la sabiduría divina puede ayudarnos a tratar ahora con tales almas, ya que por ignorar el estado de ellas, no hacemos más que dejar que continúen en él; y por ignorarlas a ellas debido al estado en que se encuentran, nos privamos a nosotros mismos del deber y el privilegio de ayudarles a recuperarse.

 

En 1ª. Pedro 2: 2, (que no está, en modo alguno, en contra de lo que hemos venido diciendo), hallamos el medio para el crecimiento: leemos,"Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación." Hemos estado considerando el crecimiento detenido, y hemos considerado un poco lo que hemos denominado crecimiento artificial o no natural; hemos visto que la deformidad sigue a cada uno de ellos, pero nuestra opinión no sería completa si no abarcase, también, lo que es el crecimiento verdadero y de qué manera se manifiesta, y para esto debemos volver nuevamente a la primera epístola de Juan. Yo creo que aprendemos allí y en todas partes en la Escritura, así como también al ir y venir en el servicio entre los santos, que el verdadero crecimiento se manifiesta siempre  en una creciente ocupación del alma con la Persona de Cristo. Cuando Juan está allí escribiendo a los "padres", él dice que les ha escrito y les escribe aún porque ellos han "conocido al que es desde el principio." Esto es todo lo que él tiene que decirles y no les añade ningún consejo adicional, no les da ninguna ocupación adicional. Él sí lo hace a los jóvenes (1ª. Juan 2: 15 al 17). Lo hace también a los niños (hijitos) 1ª. Juan 2: 18 al 27, pero a los padres nada, salvo en un modo general (1ª. Juan 2: 28, etc.). Pero la omisión está llena de enseñanza, ya que las pocas palabras que él dice acerca de ellos son, de hecho, «Ustedes ya han comenzado, mientras están aún en la tierra, a ocuparse del cielo y la eternidad, y yo no conozco nada más allá.» De este modo fue manifestado el verdadero conocimiento, ya que en el día de Apocalipsis 5, un día que se acerca rápidamente para nosotros, «sólo Jesús» llena la escena y ocupa todas las compañías circundantes, "toda familia en los cielos" (Efesios 3: 15), y eso, independientemente de lo que pueda ser la inteligencia de ellos, o de cuán variada pueda ser su comprensión de Él. Pero si esto es verdad en el cielo, y nosotros estamos creciendo ahora en la tierra, ello se manifestará en más interés por Él y por Su aprobación, agradando al Señor a toda costa (2ª. Corintios 5: 9), ¿y de qué manera sino ministrando a los que son Suyos, aquellos que son tan queridos para Él, y por los que Él murió? (1ª. Juan 5: 1).

 

"Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño." (1ª. Corintios 13: 11). Y, el Apóstol Pedro dice, "Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo."

 

Que podamos decir que no hay crecimiento sino por la Palabra de Dios, y que podamos discernir la peligrosa condición de aquellos que no la están obedeciendo — esa "palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis." (1ª. Tesalonicenses 2: 13 – LBLA). Si al principio ella me dio vida, ella debe obrar eficazmente ahora en mí, si he de crecer; y que pueda ser así con nosotros cada vez más para alabanza y gloria de Su gracia.

 

H. C. Anstey

 

De la revista "Christian Truth", Volumen 9.-

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O.- MAYO 2014.-

Título original en inglés:
GROWTH, DWARFISHNESS, SECOND CHILDHOOD: DEFORMITY
by C. H. Anstey
Traducido con permiso
Publicado en Inglés por: 

Versión Inglesa
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