HAY UN SOLO CUERPO
"Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como habéis sido llamados a una sola esperanza de vuestro llamamiento."
Efesios 4:4 (RVA)
Cuando
el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, ascendió a la gloria, Él envió el Espíritu Santo en el día de Pentecostés a morar en
los cuerpos de los que creían en Él. Ellos fueron unidos a Él por el Espíritu Santo (1 Corintios 6:17), y los unos a los otros
en el poder del mismo Espíritu (1 Corintios 12:13). El cuerpo de Cristo fue formado entonces y ha continuado hasta el momento
presente. Sólo aquellos que son creyentes verdaderos, nacidos de nuevo y poseyendo la presencia interior del Espíritu de Dios,
son miembros del cuerpo de Cristo. Ellos son UN cuerpo en Cristo (Romanos 12:5). Sólo aquellos que son verdaderos están EN
CRISTO. Dios ha puesto los miembros, cada uno de ellos, en el cuerpo como Él quiso. Es inconcebible que Dios colocase en el
cuerpo a cualesquiera que no sean creyentes genuinos en Cristo (1 Corintios 12:18). El cuerpo es DE CRISTO y deriva DE Él
(Colosenses 2: 17-19). El cuerpo de Cristo no es la esfera de la profesión. Es un organismo vivo, el fruto de la obra y el
servicio del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Cuando
el cuerpo de Cristo fue formado por primera vez, existían dos grandes sistemas religiosos, el Judaísmo y el Paganismo. Un
miembro de Cristo no podía ser miembro de ninguno de esos sistemas (Hechos 15: 7-11; 1 Corintios 10: 19-21). Un miembro del
cuerpo de Cristo no debería pertenecer a ninguna otra membresía. El cuerpo de Cristo incluye a todos los que pertenecen a
Cristo. Las membresías religiosas están conectadas con el nombre que ellos llevan y, lamentablemente, en la Cristiandad hay
muchas.
El
verdadero y único centro Escritural de reunión es Cristo. Él está ausente en la gloria y los creyentes se reúnen a Su Nombre.
Su Nombre involucra todo lo que es verdadero en Él (1 Reyes 8: 27-30; 1 Reyes 9:3; Mateo 18:20; 1 Corintios 1:2). Todo creyente
que se congrega al Nombre de Cristo tiene el privilegio de disfrutar de todo lo que Su Nombre involucra. Ellos son responsables,
asimismo, de ser fieles a todo lo que este Nombre representa. Su Nombre representa Su amor por los Suyos y, por tanto, todos
los creyentes verdaderos pueden congregarse a Su Nombre. Su Nombre representa también, Su santidad y Su verdad. Todo lo que
está mal o erróneo es excluido al congregarse a Su Nombre. La comunión, el ministerio y el cuidado operan para el beneficio
de todos los que se congregan a Su Nombre. La disciplina es ejercida para proteger la honra del Nombre al cual ellos se reúnen.
La
Biblia tiene muchos nombres para los creyentes. Miembros del cuerpo - santos - hermanos - elegidos - hijos de Dios - sacerdotes
y muchos más. Ella no presenta ningún Nombre al cual congregarse excepto el de Cristo. Todos los que estaban en el Aposento
Alto en Jerusalén cuando descendió el Espíritu sobre ellos en Pentecostés recordarían esa experiencia para el resto de sus
vidas, pero ellos no fueron llamados PENTECOSTALES. Las instrucciones del Nuevo Testamento para el cuidado de las asambleas
mencionan la función de los ancianos (presbiterio - 1 Timoteo 4:14; Tito 1:5), pero las asambleas no fueron llamadas PRESBITERIANAS.
Los creyentes en los primeros días de la iglesia creían en el bautismo y lo practicaban (Hechos 8:38), pero las iglesias no
fueron llamadas BAUTISTAS. En los escritos de Pablo hay instrucciones para los obispos (sobreveedores - Filipenses 1:1; 1
Timoteo 3:1), pero las iglesias no fueron llamadas EPISCOPALES. [*] Ancianos y obispos (sobreveedores) son nombres para la
misma persona en la Escritura. Véase Hechos 20: 17, 28; Tito 1: 5, 7; 1 Pedro 5: 1, 2. Los creyentes en Colosas fueron elogiados
por Pablo por el orden (método) que existía entre ellos, pero ellos no fueron llamados METODISTAS. Los creyentes en los tiempos
del Nuevo Testamento creían en el Espíritu Santo que moraba en ellos y en el nombre de "amigos" (Romanos 8:9; Juan 15:14;
3 Juan 14: "Más bien, espero verte dentro de poco, y hablaremos cara a cara. La paz sea contigo. Los amigos te saludan. Saluda
tú a los amigos, a cada uno por nombre." 3 Juan 14 - RVA), pero sus reuniones no fueron llamadas SOCIEDAD DE AMIGOS (CUÁQUEROS).
Los creyentes al principio se reunían (congregados - 1 Corintios 11:20) y oían cartas leídas mutuamente. Ellos no eran independientes
de otras compañías compuestas de miembros del cuerpo de Cristo (Colosenses 4:16), pero ellos no eran llamados CONGREGACIONALISTAS.
Todos los creyentes en los primeros días eran conocidos como hermanos. Pero no HERMANOS con un nombre unido a ello o con una
H mayúscula. Los creyentes en Roma eran llamados santos (Romanos 1:7). Los creyentes en Corinto o Galacia o Tesalónica no
eran llamados Cristianos Romanos.
[*] Episcopal denota ser gobernado por, o relacionado con, un obispo u obispos.-
El
cuerpo, todos los verdaderos creyentes en Cristo, es denominado (dar un nombre a) el cuerpo de Cristo. Este cuerpo deriva
de Él. Es sustentado por Él. Está ligado a Él. Una denominación, una colección de individuos llamados por el mismo nombre,
es una secta. El inter-denominacionalismo es el abrazo mutuo de todas las denominaciones.
Cuando
los creyentes fueron sacados de la oscuridad a la verdad de la Primacía de Cristo y de Su cuerpo al comienzo de los años 1800
(siglo 19), estas verdades los condujeron a salir fuera de los sistemas de los hombres y también de las denominaciones. Ellos
no reconocían otro nombre más que el de Cristo. Ellos no reconocían ninguna membresía excepto la del cuerpo. Ellos se reunían
en casas y salones que no exhibían ningún nombre o título distintivo. Para ellos era imposible llamarse ellos mismos la iglesia
de Dios en algún lugar. Un título semejante habría excluido a aquellos que no se congregaban con ellos. Ellos creían en iglesias
porque el Nuevo Testamento habla de ellas, pero ellos no se llamaban a sí mismos LAS IGLESIAS DE CRISTO o LAS IGLESIAS DE
DIOS. Ellos se reunían sencillamente como miembros del cuerpo de Cristo. La Escritura no les enseñaba ningún otro nombre ni
ninguna otra membresía. Estos hermanos no intentaron establecer una unidad del cuerpo. Ellos creían correctamente que la unidad
existía intacta a pesar de la confusión. Todo lo que ellos procuraron hacer fue expresar humilde y dependientemente la unidad
que existía. El movimiento del Espíritu de Dios fue tal que las compañías de creyentes se formaron por todo el mundo. Estos
grupos procuraron moverse juntos como siendo uno. No había ningún pensamiento acerca de compañías independientes, aunque cada
una de ellas era responsable de mantener la verdad revelada. No había ningún líder universal reconocido sino que hombres espirituales
eran honrados por su servicio. Ningún cuerpo gobernante formulaba normas y regulaciones. Cristo era reconocido como Cabeza
y El Líder. Las Escrituras de verdad eran la única autoridad para todos los asuntos pertenecientes a las funciones de la asamblea.
¡Cuán
lamentable! Satanás no podía permitir tal expresión maravillosa de la Primacía de Cristo y que la bendición continuase. Pronto
el dolor y la división hizo naufragar el despertar de la verdad. Actualmente, el movimiento conocido como Hermanos está quebrado
en muchos fragmentos. Algunos son razonablemente fuertes y activos. Algunos son débiles y están extinguiéndose. ¿Cuál es la
senda para aquellos que desean ser fieles a la verdad que permanece a pesar del triste fracaso?
Ante
todo, y quizás lo más importante, es una verdadera y contrita humillación por todo el fracaso del pasado y del presente. El
fracaso personal y colectivo debe ser reconocido y confesado en verdad. Dios aprecia la confesión sin menoscabo y responde
a ella en bendición. La independencia, individual o colectiva, debe ser reemplazada por actividades corporativas. Andando
hombro con hombro con un objetivo - el honor y la gloria de Cristo. Allí donde esto es llevado a cabo habrá bendición en las
compañías y más celo por los inconversos.
Una
casa dividida contra sí misma no puede permanecer y una compañía de creyentes que está dividida en lealtades y actividades
no puede progresar. La verdad del cuerpo enseña que todos los creyentes se necesitan unos a otros. Allí donde la verdad del
cuerpo regula a los creyentes habrá crecimiento. La Escritura dice esto (Efesios 4: 7-16). Esta sección de la Palabra de Dios
enseña la supremacía y la gloria de Cristo, la Cabeza. Su sabiduría al dar dones a quien Él quiere, el crecimiento espiritual
de los creyentes que los capacita para detectar y rechazar el error y el cuerpo completo trabajando junto para el beneficio
mutuo de todos los miembros y para su crecimiento.
El
Señor viene pronto. Ese es un hecho que muchos creyentes reconocen ahora. Quiera Dios, en Su gran misericordia, capacitar
a los que están ejercitados acerca de las condiciones morales y espirituales, para que ellos mismos se consagren a la oración,
el ejercicio y la obediencia. La verdad permanece. Ella no puede ser destruida. El Espíritu permanece. Él estará aquí hasta
el fin de la dispensación. Estos son nuestros grandes e infalibles recursos en los postreros días. Que pueda haber un avivamiento
de interés y consagración que durará hasta la venida del Señor.
F.
Wallace
Traducido del Inglés por: B.R.C.O.
- Diciembre 2010.-