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LA CASA DE DIOS, QUE ES LA ASAMBLEA DEL DIOS VIVO (F. G. PATTERSON)

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La Casa de Dios, que es la Asamblea del Dios vivo

 

Sermones Acerca de la Iglesia

 

Sermón 2

 

F. G. Patterson

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

 

"La casa de Dios, que es la asamblea del Dios vivo". (1ª. Timoteo 3: 15 – JND).

 

 

Yo llego ahora, queridos amigos, a completamente otro aspecto del tema — el de la "casa de Dios". Después de pasar Efesios 1, nosotros dejamos esa porción de la Epístola que se ocupa estrictamente de los propósitos y consejos de Dios — "conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad". Esta frase caracteriza a Efesios 1. Efesios 2 nos presenta, de manera general, Su obra en el tiempo para cumplirlos; y desde Efesios 2: 11 nosotros pasamos a la asamblea subsistente formada efectivamente en la tierra.

 

Él describe, en primer lugar, la condición de los Gentiles — "alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz". (Efesios 2: 12 al 15). Pablo piensa aquí en Gentiles y Judíos — ambos hechos cercanos a Dios "en Cristo" por Su sangre. Esto no podía ser ni siquiera durante Su vida, pues nadie podía estar "en Cristo" en ese entonces. Él derrama Su sangre — resucita, y asciende a lo alto, "nuestra paz", habiendo soportado la ira, y a ambos reconcilió con Dios en un solo cuerpo por medio de Su cruz, habiendo matado así la enemistad: predicando la paz a los que "estabais lejos" — expresión específica en cuanto a los Gentiles — ya los Judíos, quienes estaban dispensacionalmente "cerca". Por lo tanto, "por medio de él [de Jesús, no "en Cristo" como anteriormente], los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Ustedes notarán que el lenguaje es aquí esencialmente diferente a la parte inicial de Efesios. Están aquí dos grupos de personas traídas a un solo cuerpo — sobre un solo estrado — teniendo acceso por un mismo Espíritu—por medio de Jesús (δι'το, iá autos) al Padre (no ἐν Χριστῷ Ἰγσθῦ, en Jristós Iesoús, como en Efesios 1: 1, pues aquí entra la mediación). Llegamos después al versículo 19: "Así pues, ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, en quien todo el edificio, (πᾶσα ἡ οἰκοδομή) bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor". (Efesios 2: 19 al 21 – LBLA).

 

Ustedes recordarán que en Mateo 16 el Señor dijo a Pedro, cuando este hubo confesado que Él es "el Cristo, el Hijo del Dios viviente", que el Padre había revelado a Pedro esta verdad en cuanto a la Persona del Señor; y ahora el Señor le dice a Pedro algo acerca de Su asamblea, y después acerca de Él mismo. "Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi asamblea, y las puertas del hades no prevalecerán contra ella". (Mateo 16: 18 – JND). Él no dice aquí lo que esta asamblea sería; pero señala su aún distante edificación y el fundamento sobre el cual ella se asentaría. Este fundamento era la persona de Cristo resucitado — Hijo del Dios viviente, como lo confesó la fe de Pedro, exactamente lo que tenemos en Efesios 2: 20. (Ver nota 1). Los apóstoles y los profetas del Nuevo Testamento fueron colocados doctrinalmente como el fundamento, y Jesucristo personalmente es la principal piedra del ángulo. "Las puertas del Hades" era el poder de la muerte ejercido por Satanás por el juicio de Dios; Cristo había entrado en su oscuro dominio, y había despedazado sus barrotes, llevando cautiva una hueste de cautivos, y habiéndose demostrado que Él es Hijo de Dios en poder, por la resurrección de entre los muertos (Romanos 1: 4). La muerte había prevalecido sobre el hombre una vez inocente, ahora caído. Cristo había anulado su poder, y se había levantado sobre ella, como "Hijo del Dios viviente". Este sería el fundamento de la asamblea que Él estaba a punto de edificar.

 

(Nota 1: La confesión "Hijo del Dios viviente" es tan claramente el fundamento de la iglesia como para necesitar solamente unas pocas palabras. La expresión "puertas del hades" es puesta en contraste con "Hijo del Dios viviente", el cual había descendido a la fortaleza de la muerte — controlada por el poder de Satanás por el juicio de Dios (Hebreos 2: 14). Él subió desde ese oscuro dominio, reventando los barrotes de la muerte, triunfando sobre ella. La muerte había triunfado sobre un Adán inocente, un Adán caído. Ella "reinó… desde Adán hasta Moisés". Ella había triunfado sobre Israel que estuvo bajo la ley. Jesús viene ahora, y desciende a ella, y la conquista, no deteniéndola, sino derrotándola. "Las puertas del Hades" no podían prevalecer contra lo que Él edificaría ahora sobre ese fundamento imperecedero, es decir, sobre Él mismo en el poder de la resurrección — "Hijo del Dios viviente". "Declarado Hijo de Dios con poder,… por la resurrección de entre los muertos". (Romanos 1: 4). Pedro conocía bien su significado cuando dijo, "Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual", etc. (1ª. Pedro 2). Él no tuvo aquí ningún pensamiento acerca de la asamblea ¡siendo edificada sobre sí mismo!).

 

Esta tarde yo deseo dar a conocer la diferencia, en alguna medida, entre dos cosas que están muy claramente diferenciadas en la Escritura, es decir,

 

la "asamblea" que Cristo edifica por medio del Espíritu Santo que ha descendido, conforme a Mateo 16, y en la que ningún material falso puede entrar;

 

y la asamblea en la cual el hombre tiene su lugar como edificador, en la que entran "madera, heno, y hojarasca" (ver nota 2) — en otras palabras, la casa de Dios, donde mora el Espíritu Santo.

 

(Nota 2: Los hombres han confundido las dos completamente; atribuyendo a la iglesia externa en la que el hombre edifica, inmunidad frente al poder del mal y frente al juicio, lo cual fue prometido solamente a la iglesia verdadera que Cristo edifica. "Las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" es la promesa hecha a la iglesia que Cristo edifica; no a la que el hombre edifica. (1ª. Corintios 3)).

 

Cuando Cristo edifica, Él no lo confía al hombre en absoluto, y no entra ninguna responsabilidad del hombre. Él muere y resucita, y aquello que Él edifica sobre el fundamento imperecedero de la fe en Su persona en resurrección ¡está seguro para siempre! Este edificio es traído ante nosotros en Efesios 2: 20, 21 — lo que Cristo edifica, y que "bien ajustado" — y pongan atención a esas palabras encarecidamente — "va creciendo para ser un templo santo en el Señor". (Efesios 2: 20, 21 – LBLA). Este templo fue comenzado cuando el Espíritu Santo descendió del cielo, y "va creciendo" hasta que todo esté en la gloria, hasta el final mismo de la estadía terrenal de la iglesia, y aún no está completo. Pues bien, ustedes no encontrarán esas palabras "bien ajustado" cuando lo que el hombre edifica viene ante nosotros.

 

Pero pongan atención a la diferencia entre el templo de Efesios 2: 21, y lo que ustedes encuentran en el último versículo: a saber, "en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu". El apóstol considera primero, en el versículo 21, la obra progresiva — el templo entero, conforme al pensamiento y al propósito de Dios de que sea Su santuario, el hogar de la manifestación más resplandeciente de Su gloria para siempre. En segundo lugar, él considera el aspecto actual de la asamblea, en este momento, una habitación o morada de Dios por el Espíritu en la tierra — en otras palabras, la "casa de Dios".

 

Ahora bien, en este último versículo nosotros vemos que si bien él nos presenta el pensamiento normal de la casa o habitación de Dios, en la tierra en su existencia aquí durante el actual intervalo, él no dice quién es el edificador. De modo que mientras este último versículo presenta a ustedes el pensamiento normal de la casa de Dios, como en Pentecostés, o desde entonces, o en cualquier momento dado, él brinda espacio para la introducción de la responsabilidad del hombre, y no nombra al edificador, tal como veremos.

 

Pasemos ahora a la primera epístola a los Corintios donde encontramos que, hablando de manera general, el orden de la casa de Dios es el pensamiento en la mente del Espíritu.

 

Permítanme decir aquí que el hecho de que Dios desciende y mora en algo en la tierra es un pensamiento muy diferente de aquel que vimos en la primera parte de Efesios 2. Allí era Dios dando vida a miembros, y resucitándolos y uniéndolos a Cristo en la gloria. En ese pensamiento vimos a Cristo, como Cabeza de Su cuerpo, sentado en los lugares celestiales, y Su cuerpo unido a Él en la misma esfera. Pero en esta verdad de una "morada de Dios", no hay absolutamente ningún pensamiento acerca de cabeza, o cuerpo, o unión. De su cuerpo usted dice, «soy yo mismo» — como el Señor a Saulo, "¿por qué me persigues?" De mi casa yo digo, «yo habito en ella; pero sus murallas no están unidas a mí.» Esto hace que los dos pensamientos sean tan distintos como es posible; y ustedes encuentran en la Escritura que la palabra "asamblea" es usada algunas veces para el cuerpo verdadero de Cristo en propósito y resultado, y también para el cuerpo profesante, o casa donde mora el Espíritu Santo.

 

Cuando la casa o habitación de Dios fue constituida por primera vez, en el día de Pentecostés, por el descenso del Espíritu Santo, todos aquellos de los cuales ella se componía eran creyentes verdaderos. El Espíritu Santo se asentó "sobre cada uno de ellos" y "llenó toda la casa", cumpliendo así la promesa del Señor en Juan 14: 17 (que dice, "porque mora con vosotros, y estará en vosotros"). El Espíritu Santo estaba ahora en ellos, y con ellos; y colectivamente ellos eran la casa de Dios" en la tierra.

 

Entonces el hombre comenzó a llevar a cabo esta obra, y Pedro recibe en esta casa, mediante el bautismo (ver nota 3) a los tres mil Judíos, etc., y la casa de Dios avanzó así. Ellos entraron para participar de los privilegios de esa esfera, a la cual Dios había confinado ahora Sus operaciones ordinarias en la tierra. Pronto entraron los que estaban meramente asumiendo la profesión de Cristianismo (Simón el Mago, y demás), y la casa comenzó a ampliar sus proporciones más allá de los límites de aquellos que eran realmente de Cristo. Aun así el Espíritu Santo estaba allí, y Él aún permanece, aunque la casa ha sido ampliada de tal manera que incluye una gran Cristiandad bautizada.

 

(Nota 3: Que el bautismo fue el modo de admisión o recepción a ella es evidente del hecho de que aquellos que fueron constituidos como la casa de Dios por el descenso del Espíritu Santo, es decir, los doce apóstoles, y la compañía de discípulos que estaban con ellos, nunca fueron bautizados en absoluto. (Yo no hablo ahora del bautismo de Juan sino del bautismo Cristiano). No había nadie que los bautizara o que los recibiera. Ellos ya eran la casa, por el descenso del Espíritu Santo, y no se podía hacerlos entrar. Luego, los que fueron recibidos después que Pedro les habló tuvieron que pasar a este nuevo terreno, y a todos los privilegios que les pertenecían, a través del bautismo (Hechos 2: 37 al 47). Ellos entraron en la casa de Dios para recibir, o "para" (ες) perdón de los pecados"; y además, "recibiréis el don del Espíritu Santo". Ellos no tenían aún ninguno de los dos; y el bautismo en agua era la puerta de entrada para los que iban siendo recibidos. Yo puedo remarcar aquí que el bautismo es la señal de lo que uno está a punto de recibir: no de lo que uno ya ha recibido. Por otra parte, el bautismo del Espíritu Santo constituye al cuerpo de Cristo).

 

Pero pasando a 1ª. Corintios 1: 1, 2, en estos versículos ustedes obtienen la más integral de todas las alocuciones de las Epístolas del Nuevo Testamento. Nadie puede escapar de la amplitud del pensamiento y de las personas allí incluidas. Ella está dirigida a la asamblea de Dios en Corinto, y está configurada de tal forma que en ningún momento puede nadie que profesa el nombre del Señor eludir su responsabilidad. Hay esta notable diferencia entre ella y la de los Efesios. En los Efesios el apóstol los llama "santos y fieles", o, como la palabra expresaría, "creyentes" (πιστος): "a los santos que están en Éfeso y creyentes en Cristo Jesús". (Efesios 1: 1 – VM). En 1ª. Corintios él dice, "a la asamblea que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados santos, con todos lo que en todo lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, tanto de ellos como nuestro". (1ª. Corintios 1: 2 – JND). Nada podría ser más integral. Pero, ¿qué dice el versículo 9? ¡"Dios es fiel"! eso es aquí lo sustancial, porque hay responsabilidad y advertencias y cosas por el estilo. En Efesios él los llama "santos" y "fieles"; en Corintios él los llama "santos", pero no añade la palabra fieles, sino que dice que Dios lo es (1ª. Corintios 1: 9).

 

Por lo tanto, tenemos ante nosotros un pensamiento muy integral; y permítanme remarcar que, en sí misma, la expresión 'invocar el nombre del Señor' es, en la Escritura, meramente profesión. Para que ella sea válida tiene que haber, obviamente, vida en nuestras almas; pero ella no es más que esto. Un hombre puede invocar el nombre del Señor para deshonrarlo. Vean las personas que hicieron muchas obras maravillosas en Mateo 7: 21 al 23), y decían "Señor, Señor"; Él dijo de ellas "Nunca os conocí". Esto es muy solemne.

 

 

Cuando vamos al tercer capítulo de esta epístola a los Corintios encontramos enseñanza ante nosotros, basada en la responsabilidad de los que profesan el nombre de Cristo, y la de los que edifican la casa ministerialmente aquí abajo. "Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego. ¿No sabéis que sois templo de Dios (ver nota 4), y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es". (1ª. Corintios 3: 9 al 17).

 

En esta Escritura, queridos amigos, tenemos el otro pensamiento de la "casa", o "templo de Dios". En Efesios era ese edificio que está "bien ajustado o "bien ensamblado" (Efesios 2: 21). Ustedes no obtendrán aquí tales palabras. Ustedes tienen a Pablo, el perito arquitecto, comenzando el edificio — sentando las bases en sus doctrinas y ministerio. Luego siguen otros. Se trata del asunto de la labor ministerial y sus resultados; "obra", no "obras". Algunos han confundido esto con las "obras" de los Cristianos; pero la palabra usada es "obra", aquello por lo cual los que la han llevado a cabo tendrán que responder a Dios. La enseñanza trajo almas según el carácter de ella, a la casa responsable "edificio de Dios", responsablemente ante el mundo. Se ha comentado que aquí encontramos tres caracteres de edificadores involucrados en la obra. El buen edificador, el cual es salvo, y cuya obra permanecerá (versículo 14). Luego el hombre que edifica mal, que es salvo, es cierto, pero su obra es quemada (versículo 15). En tercer lugar, un mal edificador—un hereje — cuya obra no sólo es quemada, sino que él mismo también se pierde. Esa es la casa, o templo de Dios, llevado a cabo por la responsabilidad del hombre. Cristo lleva a cabo Su obra hasta el final, en la cual no entra ninguna responsabilidad humana, pero existe eso que está confiado a la responsabilidad de las manos del hombre, y de lo cual se habla así.

 

 

(Nota 4: En Efesios 2: 21, de ese templo se dice que es un templo en proceso de edificación. Aquí en 1ª. Corintios 3, de él se dice que ya es un templo, edificado por el hombre, pero ostensiblemente delante del mundo, y responsablemente "edificio de Dios". "[Vosotros] sois templo de Dios"; es decir, los santos colectivamente. A diferencia de 1ª. Corintios 6: 19, donde se dice que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, como morando en el individuo. Es en vista de que el "edificio de Dios" es Su templo que la profanación de él llega a ser tan grave, como leemos en 1ª. Corintios 3: 17. De ahí el pensamiento añadido acerca del templo).

 

Al igual que todo lo que ha sido confiado al hombre, ¡es lamentable! en qué ruina ello se ha convertido.  Esto oprimía el espíritu de Pablo, dado que él nos dice que, "el misterio de la iniquidad" ya estaba en acción (2ª. Tesalonicenses 2: 7) y que surgiría el hombre de pecado (2ª. Tesalonicenses 2: 3). Ello levantó la voz de alerta de Juan, acerca de que el Anticristo vendría, y que incluso entonces había muchos anticristos, "por esto conocemos que es el último tiempo". (1ª. Juan 2: 18).También Judas y Pedro añaden su evidencia acerca del estado de cosas que se desarrollaría hasta que el juicio limpiara la escena.

 

Pasaré ahora a una palabra en 1ª. Corintios 9, antes de pasar a las notables advertencias de 1ª. Corintios 10. Me refiero a la palabra que está en el último versículo (en la Versión Reina-Valera y otras), a saber, "eliminado". Muchos han eludido esa palabra en toda su fuerza, tomándola como significando completamente 'reprobado', al encontrar que el Apóstol Pablo la usa acerca de sí mismo; y ¿quién era tan consciente de la plenitud de la redención? — ¿quién tan seguro de que el Paraíso que él había apreciado iba a ser su hogar para siempre? (1ª. Corintios 12). Él dice,

 

"Sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado (δόκιμος)". (1ª. Corintios 9: 27 – LBLA).

 

Él se considera a sí mismo como corriendo en una carrera, responsablemente aquí abajo, y, aunque él corre sin incertidumbre alguna acerca del pormenor final, se siente consciente de que no es ningún contrincante imaginario aquel con el cual él tiene que contender. Él no peleaba "como quien golpea el aire", es decir, como si un contrincante imaginario estuviera ante él. Pero con toda la energía de uno que conocía el terrible contrincante que él llevaba en sí mismo — a saber, la "carne" por la cual el Hijo de Dios tuvo que soportar el juicio de Dios en infinito padecimiento — él golpeaba su cuerpo y lo hacía su esclavo, no sea que predicando a otros, él mismo fuera descalificado. ¡En primer lugar un buen Cristiano, después un buen predicador! Ello no supone que un hijo de Dios sea no obstante descalificado. Ello supone la posibilidad de que ¡se pierda un predicador!

 

Él está expresando un caso del carácter más solemne, necesario debido a la prominencia dada en Corinto al don en el cual el poder era exhibido, y él aplica este caso a él mismo por amor a los demás; tal como él dice en una parte anterior de la epístola, a saber, "Esto, hermanos, lo he aplicado en sentido figurado a mí mismo y a Apolos por amor a vosotros" (1ª. Corintios 4: 6 – LBLA).

 

Nosotros encontramos que la palabra griega usada aquí, en el pasaje que hemos mencionado, a saber, "eliminado", o "descalificado", es usada ocho veces en el Nuevo Testamento y cada vez en toda la fuerza de la palabra como significando ¡'perdido'! En Romanos 1: 28 es usada en cuanto a los paganos; "Dios los entregó a una mente reprobada (δόκιμος)". En 2ª. Corintios 13: 5, 6, 7, es traducida tres veces como "reprobados". En Tito 1: 16 de los incrédulos se dice que son, "reprobados en cuanto a toda buena obra. En 2ª. Timoteo 3: 8 Janes y Jambres resistidores de la verdad son "hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe." Y en Hebreos 6: 8 leemos, "la [tierra] que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada". Nadie podría pensarlo dos veces en cuanto a estos pasajes; y, además, Pablo nunca fue desaprobado o eliminado en su ministerio; nunca fue su ministerio tan maravillosamente bendecido, o usado por Dios, como cuando desde la prisión en Roma salieron muchas de las Escrituras de Dios.

 

Ahora bien, cuando llegamos a 1ª. Corintios 10, encontramos que él aplica este principio del capítulo 9 a otros que podrían disfrutar privilegios tales como los de la casa de Dios, y reposar en la carnal seguridad en las ordenanzas que pertenecen a ella, sin ser ellos partícipes de la naturaleza divina. Bajo la figura de "las cosas (que) les acontecieron" a Israel en el desierto, usando esos incidentes como tipos, y como escritos "para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos", él advierte contra el hecho de descansar en una mera profesión externa como la que se iba a encontrar en la casa responsable como resultado del fracaso del hombre en la edificación.

 

Las personas pueden disfrutar de una relación ordenancista con Cristo (mediante el bautismo y la cena del Señor) como constituyendo la iglesia externa edificada por el hombre, y después de todo ¡perderse! Ellos debían ser advertidos por medio de lo que sucedió a Israel, con muchos de los cuales Dios no se agradó y quedaron postrados en el desierto. El orden en el cual él reúne estos incidentes en la historia de ellos en el desierto es verdaderamente digna de nuestra atención. Cuán a menudo ellos nos pueden haber parecido como un número de incidentes encadenados, sin conexión u orden aparente, excepto por el hecho de ser ellos momentos sorprendentes en las andanzas de este pueblo duro de cerviz. "Porque (ver nota 5) no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron". (1ª. Corintios 10: 1 al 6). Se nos muestra aquí que, si bien todos ellos participaron en común de estos privilegios como estando asociados bajo el liderazgo de Moisés, la privilegiada posición de ellos no los aseguraba. En el pasaje los incidentes históricos nos son presentados de manera simbólica, y son puestos juntos en un orden moral, bastante alejados de su orden histórico en el cual ellos ocurrieron; y en ellos encontramos expuestos, en cuanto a principio, lo que la historia de la iglesia profesante ha sido, y será hasta el final.

 

(Nota 5: La conjunción, "porque", conecta el capítulo 10 con los versículos finales del capítulo 9. La división de los capítulos ha interrumpido el orden de los temas incluidos en ellos).

 

En 1ª. Corintios 10: 6 él comienza por lo que sucedió unos dos años después que ellos dejaron Egipto. Si nosotros examinamos Números 11 encontramos que en aquella solemne coyuntura de su historia, ellos aborrecieron el maná puro con el que Jehová los había alimentado de día en día diciendo, "¡No hay nada ante nuestra vista, sino este maná!" (Números 11: 6 – VM); y codiciaron nuevamente las ollas de carne de Egipto. Esto fue, en el antitipo, el primer signo del alejamiento de la iglesia de la persona de Cristo. Y, ¡oh, qué momento solemne es para el alma cuando se encuentra que Cristo no es suficiente para ella cuando el corazón clama por algo más que Su bendita persona! De qué manera ella se vuelve a alguna vanidad, o alguna locura o pecado, algún ídolo de su propia inventiva, para llenar el vacío en el corazón que desea algo más; ¡algo que satisfaga las codicias de la carne! ¡Esto no fue sino la historia del alejamiento de la iglesia de su primer amor a Cristo! "Has dejado tu primer amor", es la triste y solemne queja de Su corazón (Apocalipsis 2: 4), y ninguna actividad pudo compensar esto.

 

El apóstol se vuelve ahora a otra señalada ocasión (1ª. Corintios 10: 7) que sucedió antes que ellos se marcharan del monte Sinaí. Cuando Moisés estaba en el monte, recibiendo la ley que Jehová le dio, Aarón y los hijos de Israel hicieron el becerro de oro, y danzaron alrededor del ídolo. El antepasado de ellos Abraham, como también ellos mismos, había sido llamado a salir de un mundo de idolatría para ser testigo del Dios único y verdadero contra todos los dioses de las naciones. Lo primero que ellos hacen es volver a caer en aquello de lo cual habían sido llamados. Ellos tenían que tener algo para que la vista descansara sobre ello, porque Moisés había subido al monte Sinaí y ellos lo habían perdido de vista; y Aarón les hizo este becerro de oro, y asoció el nombre de Jehová con "un buey que come hierba". (Salmo 106: 20). "Israel, estos son tus dioses,… "Mañana será fiesta para Jehová.". (Éxodo 32: 4, 5).

 

Así con respecto a la iglesia. Ella fue llamada a salir fuera del mundo para andar en el Espíritu, y lo primero que hace es ponerse cómoda para andar en la carne una vez más. En lugar de andar por fe, y esperar a un Señor ausente, ella desea algo en lo que posar la vista, algo más tangible que un Cristo glorificado pero invisible, conocido por medio del Espíritu Santo descendido del cielo; y, en el momento en que ella lo hace, la fornicación con el mundo sigue a continuación.

 

Esto sale a relucir en el versículo siguiente (1ª. Corintios 10: 8). Tenemos allí un incidente que sucedió alrededor del final del año 40 de la travesía del desierto (Números 25). "Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil". Interacciones ilícitas con el mundo siguen a continuación. Esto es lo que se menciona tan sorprendentemente en el mensaje a Pérgamo en Apocalipsis 2: 13, cuando la iglesia hubo estrechado manos con el mundo, por así decirlo, "Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás". La iglesia desposada cual virgen casta con Cristo (ver 2ª. Corintios 11: 2 – VM), se ha entregado a otro. El resultado es que Cristo es tentado. "Ni tentemos al Cristo, como algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes". (1ª. Corintios 10: 9 – JND). Esto se dice de Israel en Números 21.

 

Luego viene la advertencia final, "Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y fueron destruidos por el destructor". (1ª. Corintios 10: 10 – LBLA). Esto lo encontramos en Números 14. Llegó el momento solemne cuando "murmuraron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel". (Números 14: 2 – LBLA). "Y se decían unos a otros: Nombremos un jefe y volvamos a Egipto". (Números 14: 4 – LBLA). Aquí fue el hecho de abandonar completamente a Jehová y a Sus siervos, y eso en el momento en que esos hombres fieles, hombres "de otro espíritu", los estaban exhortando a subir y poseer la tierra. Ellos aborrecieron la tierra deseable, y propusieron nombrar un jefe y regresar a la tierra de esclavitud una vez más; y ellos "fueron destruidos por el destructor". (1ª. Corintios 10: 10 – LBLA).

 

Así, a partir de lo que parecen ser sólo varios incidentes en la historia de ellos, reunidos sin ningún orden {cronológico} aparente, nosotros encontramos el más completo retrato moral de la historia de la iglesia profesante. Dicha historia comienza con encontrar que un Cristo invisible es insuficiente, y con el hecho de codiciar algo que satisfaría la vista y el sentido (1ª. Corintios 10: 6). Después, la idolatría sigue a continuación con lo que está configurado para llenar la vista de los que no podían andar por fe y esperar al Ausente. (1ª. Corintios 10: 7). El mundo puede andar ahora con la iglesia porque ella ha dejado el terreno de la fe, y ha regresado a aquello que el ojo puede ver, y el resultado es la fornicación entre el mundo y la iglesia. (1ª. Corintios 10: 8). Esto es provocar "a celos al Señor" — "tentar al Cristo". (1ª. Corintios 10: 22 y 9 – JND). Y la historia finaliza con la renuncia a la esperanza celestial y el propósito de nombrar un jefe, y ¡regresar al hombre y al estado del hombre una vez más!

 

En otras palabras, ella comenzó con un becerro — es decir, con algo, no importa qué, configurado, sobre el cual la vista puede reposar, cuando Cristo no es suficiente, y finaliza con un jefe, es decir, el hombre es colocado en el lugar de Cristo. El alejamiento del primer amor da lugar a la actividad del "misterio de la iniquidad", es decir, la carne en el hombre recibiendo un lugar en las cosas de Dios. La historia termina con un Anticristo cuando la profesión de Cristianismo es abandonada, y así, vienen la deserción, o "la apostasía" (2ª. Tesalonicenses 2), y ¡el Anticristo u hombre de pecado!

 

¡Cuán solemne es esta historia, queridos amigos! ¡Cuán sabio, cuán misericordioso es nuestro Dios, que nos advierte y nos dice lo que viene, no sabemos cuán pronto! ¡Qué necesario es que no procuremos descansar meramente en los privilegios, sino que nuestras almas hayan tenido que ver con el Dios viviente, el cual de Su propia voluntad nos ha engendrado por la Palabra de verdad!

 

Ahora bien, "Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas como enseñanza para nosotros, para quienes ha llegado el fin de los siglos. Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla". (1ª. Corintios 10: 11 a 13 – LBLA).

 

Me remito ahora a otros pasajes del Nuevo Testamento, para traer aún ante ustedes este pensamiento acerca de la casa de Dios.

 

En Filipenses encontrarán que Pablo reconoce de qué manera las cosas se habían desviado. En el primer momento de la historia de la iglesia, el cuerpo de Cristo y la casa de Dios eran coincidentes, es decir, estaban compuestos de los mismos individuos (Hechos 2). Pero cuando los hombres comenzaron a edificar, la casa aumentó sus proporciones de manera desproporcionada con respecto al cuerpo. Hubo una gran cantidad de material no introducido por el Señor; pero el Espíritu Santo no dejó la casa. Por otra parte, el Espíritu Santo constituía y mantenía la verdadera unidad del cuerpo de Cristo, uniendo a los miembros de Cristo en la gloria. Los dos pensamientos son bastante diferentes: la casa, y el cuerpo. En el pensamiento de la casa ustedes pierden la individualidad, pero no tienen ni cabeza, ni cuerpo, ni unión. El cuerpo de Cristo está unido a su Cabeza en la gloria. Se trata de la doble relación de la iglesia: con Dios como Su morada, con Cristo como Su cuerpo.

 

En Filipenses 2: 21 encontramos de qué manera las cosas estaban fracasando, y los que profesaban el Cristianismo eran "carnales", y estaban andando como hombres". "Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús". (Filipenses 2: 21). Además, consideren lo que dice el tercer capítulo, "Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa. Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal". (Filipenses 3: 15 al 19). Ustedes notarán de qué manera la sabiduría del apóstol detecta tres estados de alma distintos en la iglesia profesante:

 

1. Los "perfectos", o plenamente maduros, es decir, los que tienen plena conciencia de un lugar Cristiano como muertos y resucitados con Cristo, y que avanzan como Pablo, hacia la gloria, y a la semejanza a un Cristo glorificado.

 

2. Aquellos que no habían llegado plenamente en la conciencia del alma a esta verdadera condición normal del Cristiano, como habiendo sido aprehendidos para la gloria por Cristo, pero que debían andar en lo que ellos tenían, y Dios les daría más; y,

 

3. Aquellos que, bajo el nombre de Cristo, se jactaban en la propia vergüenza de ellos, en esa carne por la cual Cristo había sido puesto en oprobio en la cruz (la cruz en la tierra respondiendo a la gloria celestial en lo alto). Ellos eran meros profesantes, cuyo fin sería la destrucción total.

 

Y yo llamaría aquí a poner atención al sorprendentemente análogo estado de cosas, en este triple estado, al de Israel cuando llegamos a la conclusión del libro de Josué. Allí Josué muere, y en Filipenses Pablo está en prisión en Roma, y la iglesia de Dios ha perdido los consagrados servicios del gran apóstol. Josué había puesto a dos tribus y media en posesión de la porción de ellos en la tierra de la promesa, a saber, Judá (Josué 5: 1, etc.), Efraín (Josué 16: 5, etc.), y media tribu de Manasés (Josué 17: 1, etc.). Dos tribus y media no irían y no poseerían la tierra que él dividió. Ellos no regresaron a Egipto, ni entrarían en la tierra, sino que asumieron un lugar intermedio afuera de los límites de la posesión de Jehová (a saber, Rubén, Gad, y media tribu de Manasés; vean Josué 1: 12, etc.; 13: 15, etc.). Y por último, siete tribus estuvieron en la tierra, pero no fueron puestas en posesión de la herencia de ellas. (Vean Josué 18: 2, 3). Por tanto, la tierra fue conquistada pero no poseída. Por consiguiente, ellos fueron dejados para que se 'ocuparan en su propia salvación', por así decirlo, del enemigo; pero ¡cuán lamentable! todos buscaban lo suyo propio, y se hundieron en la condición vista en el libro de Jueces después de la muerte de Josué.

 

En la analogía, los "perfectos responden a las dos tribus y media en posesión.

 

Los que no habían "llegado" responden a las siete tribus en la tierra que aún no habían poseído; y,

 

Las dos tribus y media responden a los que, bajo la profesión de Cristianismo, eran enemigos de la cruz de Cristo. Ellos no abandonaron el Cristianismo, como los que no renunciaron al derecho de ser llamados "de Israel", pero rechazaron su verdadero llamamiento, se gloriaban en su vergüenza, pensando en cosas terrenales, y fueron así los primeros en caer en las manos del enemigo, y en darle una entrada a él a la iglesia profesante.

 

Yo no tengo ninguna duda de que estos tres estados son encontrados así hasta el final en la iglesia profesante.

 

Si pasamos ahora a 1ª. Timoteo, Pablo escribe a Timoteo en cuanto a de qué manera uno debiera comportarse "en la casa de Dios, la cual es la asamblea del Dios vivo), columna y base de la verdad". (1ª. Timoteo 3: 15 – JND).

 

La iglesia es considerada como la depositaria de la verdad; y por eso es responsable de sostenerla como columna y base de ella. "La verdad" es el propio Cristo. Si Él estuviera aquí no necesitaría una columna o una base de la verdad. Pero Él está ausente y "el misterio de la piedad" ha sido encomendado a ella. "El misterio de la iniquidad" está en contraste con esto, y el deseo de Satanás es, por medio de la carne en el hombre, frustrar el testimonio del Cristianismo, el cual está fundamentado en el fin del primer hombre, y en un postrer Adán, delante de Dios. Después ustedes tienen en 1ª. Timoteo 3: 16 todo el curso de Cristo desde la gloria; Dios descendió, y "fue manifestado en carne"; presentando todo lo que Él hizo como hombre en el poder del Espíritu Santo, incluso cuando Él fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, así "justificado en el Espíritu". "Visto de los ángeles,", las más bienaventuradas de las criaturas, sostenidas por Dios no caídas, ellos contemplaron a su Dios por primera vez cuando Él se hizo un niño, y ellos irrumpieron, abiertos los cielos, y en generosas alabanzas cantaron acerca de la complacencia de Dios en los hombres (Lucas 2). "Predicado a los gentiles"; esto fue lo nuevo en el Cristianismo, no hubo ninguna predicación en el Antiguo Testamento; el Judaísmo no se caracterizó por la predicación. "Creído en el mundo"; un Objeto de fe en el mundo y no meramente entre Judíos: y luego, "Recibido arriba en gloria". Por tanto, ustedes tienen todo el testimonio de Cristo que fue encomendado a la iglesia; Dios descendió en amor, pasando a través de todo Su curso aquí; y finalmente, el Hombre es recibido arriba en gloria.

 

Por tanto, en 1ª. Timoteo obtenemos el orden externo en la casa de Dios delante de los hombres aquí abajo como el gran tema tratado.

 

Así pues, en 2ª. Timoteo (ver nota 6), las cosas habían caído más que nunca en el más profundo desorden; y, una vez arruinadas, no hubo manera de reparar la ruina.

 

(Nota 6): Ha sido comentado que 1ª. Timoteo contiene el orden de cosas cuando la casa de Dios estaba en orden; y que 2ª. Timoteo contiene la senda del santo cuando todo estuvo en desorden).

 

No es el modo de obrar de Dios restaurar un estado caído, sino introducir uno mejor cuando Sus propósitos lo permiten; y mientras tanto, los fieles tienen su senda definida claramente a través de un estado de cosas arruinado. "Sin embargo el sólido fundamento de Dios se mantiene firme, teniendo este sello, Conoce el Señor a los que son suyos; y, que todo aquel que nombra el nombre de Cristo se aparte de la iniquidad. Pero en una casa grande no solamente hay vasos de oro y plata, sino también de madera y de barro; y algunos para honra y algunos para deshonra. Por lo tanto, si alguno se habrá limpiado de estos, separándose él mismo de ellos [es decir, de aquellos que no andan conforme a la verdad de Dios], él será un vaso para honra, santificado, útil para el Dueño, preparado para toda buena obra". (2ª. Timoteo 2: 19 al 21 – JND).

 

Nosotros descubrimos aquí a qué habían llegado las cosas en manos del hombre. El apóstol no la llama 'La casa grande', sino "una casa grande". Se trata de un pensamiento análogo, porque responsablemente ella es aún la casa de Dios donde mora el Espíritu Santo (1ª. Corintios 3). El fundamento de Dios no había cambiado, y había un sello, teniendo en un lado una inscripción que mostraba los privilegios de todos los que eran Suyos — el Señor los conocía; y en el otro lado, aquello que señalaba la responsabilidad de ellos — "que todo aquel que nombra el nombre de Cristo se aparte de la iniquidad". Uno no puede salir de la casa de Dios mientras Dios permanece en ella en paciente gracia, pero que él mismo se limpie de todo lo que era falso y no era la verdad. En ella había vasos para deshonra (ver nota 7), así como vasos para honra.

 

(Nota 7: esta palabra, "deshonra", no se refiere a grados de honra, como algunos han supuesto. Ella puede ser traducida como "vergüenza", "ignominia", "infamia", etc.; cualquier cosa falsa o que no es la verdad).

 

Ahora bien, si nosotros comparamos los versículos iniciales de 2ª. Timoteo 3 con los versículos finales de Romanos 1, encontramos de qué manera, bajo el nombre de Cristo, toda la horrible maldad del mundo pagano ha sido restablecida. Las palabras usadas por Pablo en Romanos 1 para describir a los paganos son, casi palabra por palabra, las mismas usadas para describir a los profesantes de Cristianismo en este capítulo. Cuán profundamente solemne ello es; y aún peor, porque es hecho bajo el nombre de Cristo. (Comparen Romanos 1: 29 al 32 con 2ª. Timoteo 3: 2 al 5).

 

Vamos ahora a la epístola a los Hebreos. Es muy cierto que en ella no encontramos que el escritor enseña o trata acerca de la iglesia de Dios, como tal. Él se ocupa de otro asunto. Aun así, subyacente a su enseñanza está el pensamiento de la casa de Dios, donde mora el Espíritu Santo. Los que han profesado el Cristianismo y han tomado sobre ellos el nombre de Cristo son vistos en su lugar de responsabilidad, recorriendo el desierto. Yo estoy a punto de examinar dos pasajes, los cuales han perturbado almas piadosas que aún no han disfrutado completamente la perfecta paz con Dios. Uno puede hablar por otro en esto. Yo aludo al sexto y al décimo capítulo de Hebreos.

 

En el capítulo 6 de Hebreos leemos, "Porque es imposible renovar otra vez para arrepentimiento a aquellos que una vez fueron iluminados, y que probaron del don celestial, y fueron hechos hechos partícipes del Espíritu Santo, y gustaron la buena palabra de Dios, y las obras de poder del siglo venidero, y han apostatado, crucificando para sí mismos [como lo hacen] al Hijo de Dios, haciendo [de Él] un espectáculo". (Hebreos 6: 4 al 6 – JND). Examinaré cada frase en este versículo separadamente; y puedo comentar, de paso, que la diferencia esencial entre estos versículo y los de Hebreos 10 es que en el capítulo 6 tenemos, en general, los privilegios disfrutados por todos los que profesan el Cristianismo como consecuencia de la exaltación del Mesías a la diestra de Dios, después de haber consumado la obra de redención, y la posterior presencia del Espíritu Santo en la tierra; mientras en el capítulo 10 encontramos más bien la excelencia de un sacrificio, tan perfecto que no dejó nada que añadir a él. Fue tan perfecto en su valor que no dejó espacio para otro. En Hebreos 6, el Espíritu Santo es prominente; en Hebreos 10, la prominencia es del sacrificio de Cristo.

 

"Es imposible renovar otra vez para arrepentimiento a aquellos que una vez fueron iluminados". Si acudimos a Juan 1: 9 encontramos las palabras, "Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo". Cristo era esta luz verdadera. Tal como el sol que brilla a medio día, si un hombre no abre sus ojos para ver el sol, de poco le sirve como luz. Ahora bien, ustedes encuentran la misma palabra griega en cada frase. "Iluminados" en Hebreos 6, es traducida como "alumbra" en Juan 1 (φωτίξω). Ello significa la iluminación externa de la verdad del Cristianismo que resplandece sobre el corazón y la conciencia. De este modo, las almas pueden ser 'alumbradas', o 'iluminadas', sin tener vida en absoluto. Muy diferente es el pensamiento de Pablo cuando habla de que Dios resplandeció en su corazón, "para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo". (2ª. Corintios 4: 6). Esa fue una obra real en su alma. Entonces, "iluminados" significa la presentación externa de las verdades de la revelación al alma, con la luz que ellas traen. Juan 1: 9 aclara esto a partir del uso de la misma palabra griega. Pues aunque Cristo vino al mundo resplandeciendo como una luz para todo hombre, todo hombre no usó la luz. Usarla sería salvarse.

 

Por otra parte, "Probaron del don celestial". Tenemos aquí lo que está en contraste con la ley e incluso lo que dijo el Mesías en la tierra. Él hablaba ahora desde el cielo (Hebreos 12: 24), y el don (pues era un don presentado ahora a los hombres, en vez de una demanda hecha a ellos como estando bajo la ley) era ahora completamente desde esa fuente, como fue anunciado aquí abajo. Cuántos, durante el ministerio del Señor en la tierra, habían probado la bienaventuranza de Sus palabras de gracia, y con conmovido corazón como para decir, cuando Le oían, "¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" (Juan 7: 46), y que se volvieron y no anduvieron más con Él cuando ellos se percataron del carácter de la senda en la que hay que seguirle a Él. Probar o gustar del don celestial (venido ahora desde el cielo) no es comer Su carne y beber Su sangre, y recibirlo así vitalmente en el corazón.

 

"Y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo". Todos los que profesan el nombre de Cristo participan del Espíritu Santo en el sentido en que se habla aquí. La palabra es usada para la participación externa en el privilegio, sin necesariamente poseerlo. Habiendo el Espíritu Santo descendido del cielo, encargado de este don celestial, para morar en la casa de Dios, todos los que han sido recibidos en esa casa tienen un interés común en Su presencia; otra cosa muy distinta es si ellos usaron la bendición. No es en absoluto el mismo pensamiento que nacer del Espíritu de Dios, o ser poseedores del Espíritu Santo, el cual nos ha sido dado como un sello, y que mora en nuestros cuerpos como creyentes. (Ver nota 8).

 

(Nota 8: La palabra Griega usada para expresar la participación externa en el privilegio (μέτοχος) se encuentra (con el verbo, etc.) en el nuevo Testamento en la epístola a los Hebreos y en 1ª. Corintios; y en otro pasaje que sirve como clave para su uso. Me refiero a Lucas 5: 7 al 10. Nada puede explicar esto más sencillamente a cualquier alma que el uso que de ella hace Lucas al describir la escena de la pesca en este capítulo.

 

Simón había llevado su barca a aguas más profundas por orden del Señor. El Señor había obrado el milagro, y ellos habían atrapado la gran cantidad de peces; y haciendo señas a (τοῖς μέτοχοις) sus compañeros… que estaban en la otra barca… [ellos] vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían". Los pescadores en la otra barca tenían un derecho y un privilegio comunes con Pedro y los otros como pescadores en el lago de Genesaret. "Compañeros" es expresado aquí por la palabra griega μέτοκοι, métojos. Pero cuando llegamos al versículo 10, encontramos, "Lo mismo les sucedió también a Jacobo y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón" en la misma barca. (Lucas 5: 10 – LBLA). Encontramos que aquí es usada otra palabra (κοινωνοί, koinonós) para expresar una verdadera sociedad en la misma barca, en contraste con los derechos comunes con todos los demás pescadores en el lago.

 

Pongamos un caso. Supongan un gremio de comerciantes, todos los cuales tienen un interés común en los privilegios del gremio. Unos dos o tres son socios en una empresa floreciente, y son sus propietarios. Todos los que son del gremio tienen estos intereses comunes, y serían μέτοχος, métojos, es decir "compañeros", pero los socios en la empresa en especial serían κοινωνός, koinonós, es decir, socios).

 

Por lo tanto, todos los que están en la casa de Dios, confesando y oyendo el nombre de Cristo, son partícipes (μέτοχος, métojos) del Espíritu Santo que mora allí. Todos tienen una oportunidad de participar en la bendición que Él imparte, y pueden incluso haber sido utensilios de Su poder — que es una cosa totalmente diferente de la comunión en la naturaleza divina y de Su morar como el poder de la realización de la misma.

 

Tal vez, también ellos "gustaron la buena palabra de Dios" así, y siguieron siendo las mismas personas, no transformadas. ¡Cuán a menudo vemos esto! Almas que en apariencia parecen recibir las buenas nuevas con gozo y alborozo, y no tienen ninguna raíz en ellas mismas, y duran un tiempo, pero cuando la tentación surge, por causa de la Palabra, ellas tropiezan. Ahora bien, yo creo que cuando un alma recibe la Palabra realmente en su conciencia, nunca la recibe con gozo al principio. La Palabra hace que un alma sea más seria que gozosa, aunque ella lleve al gozo eterno.

 

"Y las obras de poder del siglo venidero". Esta será la era milenial, la cual se caracteriza por el hecho de que Satanás es atado, y las enfermedades de los hombres son sanadas. El testimonio rendido a esa época son los milagros que el Señor mismo realizó, así como Su otorgamiento de poder a Sus discípulos para realizarlos. ¿Cuántos — no, cuán pocos de los que obraron así tenían vida verdadera en sus almas? De 1ª. Corintios 13 nos enteramos de la vasta diferencia entre una cantidad cualquiera de poder, y la posesión de la naturaleza divina que es amor.

 

Por tanto, ustedes ven, queridos amigos, que el cielo había empleado todos sus tesoros de gracia y bendición, como consecuencia de la exaltación de Cristo después de Su obra expiatoria; dando la presencia del Espíritu Santo, y todos estos privilegios, como característica de la nueva posición, como hemos visto. Si almas se apartaron así del Espíritu Santo, tal como algunas lo han hecho, y toda la profesión de Cristianismo está haciendo rápidamente lo mismo, ¿Qué se podía hacer? Ellos respaldaron el pecado de su nación (esos Hebreos) y crucificaron para sí mismos al Hijo de Dios. "Y han apostatado, crucificando para sí mismos [como lo hacen] al Hijo de Dios, haciendo [de Él] un espectáculo". (Hebreos 6: 6 – JND). (Ver nota 9).

 

(Nota 9: La expresión, "de nuevo", que aparece en algunas traducciones de Hebreos 6: 6, no es necesaria y no debería estar allí.

 

La nación lo había hecho, y habían dicho; "Su sangre sea sobre nosotros". (Mateo 27: 25). Algunos habían escapado a la ciudad de refugio — la iglesia era eso para el Judío culpable de sangre, pero había el peligro de abandonarla, y de este modo el vengador de la sangre los alcanzaría, y ellos no escaparían. Mientras que en un versículo final, cuando él se vuelve a la realidad que se manifestó para estar entre ellos (Hebreos 6: 9), nos enteramos que todas estas cosas de los versículos 4 y 5, podían estar allí, sin la posesión de la salvación.

 

Yo veo un sorprendente paralelo entre la ley de las ciudades de refugio (Números 35) y este capítulo (Hebreos 6) que no creo que se haya notado antes. Al igual que la iglesia, la ciudad de refugio era para el Israelita, para el extranjero, y para el que moraba entre ellos. Dos caracteres de culpa son mencionados y tratados, a saber, el de un homicida premeditado, y el de aquel que daba muerte a otro sin enemistad en el pasado. A estos dos se los trataba de manera diferente. El homicida debía ser entregado — su pecado le alcanzaría, incluso en la ciudad de refugio. Aquel que derramó sangre involuntariamente y sin premeditación estaba a salvo. Él debía huir allí, y permanecer allí hasta la muerte del sumo sacerdote que había sido ungido con aceite santo; entonces él podía regresar a la tierra de su herencia.

 

Ahora bien, cuando nosotros examinamos Hebreos 6, encontramos una solemne y hermosa analogía. La iglesia había llegado a ser la ciudad de refugio para el pobre Judío culpable de sangre. Pedro los invita, en Pentecostés, a juzgarse ellos mismos por el hecho y huir, salvándose ellos de la "perversa generación". (Hechos 2). Todo seguiría así hasta que tuviera lugar el escrutinio según Dios (Mateo 22: 1 al 14). Después, ninguna cantidad de privilegios serviría donde no hubiese vida en el alma, y al mismo tiempo está el poderoso "consuelo" para "los que hemos huido para refugiarnos, echando mano de la esperanza puesta delante de nosotros", ¡confirmada por la promesa y el juramento de Dios! (Hebreos 6: 18 – LBLA).

 

La pequeña frase, "huido para refugiarnos", vincula así el pensamiento del tipo con el antitipo, como es conocido ahora para la fe — y esto, también, en una epístola donde el Sumo Sacerdocio de Cristo es tanto el tema, y en su ejercicio actual, dentro del Lugar Santísimo. Como Cristianos, nosotros tenemos que ver con Él como un sacerdote que ¡ha entrado! — "por nosotros como precursor", haciendo que el santuario de Dios sea el refugio actual de nuestros corazones. Los Judíos tendrán que ver con Él como un sacerdote que ¡ha salido! Él no hace nunca esto en Hebreos; hay solamente una esperanza de que Él lo hará (Hebreos 9: 28, etc.). Por consiguiente, cuando Él deje el ejercicio actual de Su sacerdocio como sacerdocio intercesor, y salga para ejercerlo según su verdadero orden — real, u orden de Melquisedec — la historia de la iglesia como en su estadía aquí habrá pasado; e Israel como nación (es decir, el remanente verdadero de ellos en aquel día), regresará a la tierra de su posesión. En el tipo, era la muerte del Sumo Sacerdote; en el antitipo, es Cristo que deja de continuar Su sacerdocio según el carácter actual en su ejercicio en lo alto, y entra en su carácter como Melquisedec.

 

Ustedes encuentran en este capítulo, como ha sido comentado, el carácter más elevado del privilegio Cristiano que carece de vida, y, lo que es tan conmovedor, en el final de él — la expresión más débil de la fe verdadera hallada en el Nuevo Testamento — la de un hombre que se aferra a la vida, '¡huyendo para refugiarse echando mano de la esperanza puesta delante de él! Por tanto, Dios reconoce la expresión más débil de la fe, y la anima con el "poderoso consuelo" de la Palabra y el juramento de Dios, dando, al mismo tiempo, las advertencias más solemnes en cuanto a la profesión y la participación en los privilegios, donde no hubiese vida. La vida, donde ella existía, se expresaba a sí misma mediante obras y trabajo de amor, — podía ser conocida por sus frutos, como siempre.

 

Paso ahora, queridos amigos, en la conclusión de este tema, a 2ª. Tesalonicenses 2, donde ustedes encuentran en el versículo 3, la apostasía, o el abandono de la profesión del Cristianismo in toto, es decir, en su totalidad, y la revelación del "hombre de pecado".

 

El apóstol Pablo nos muestra que mientras el misterio de la iniquidad está en acción, Dios todavía estaba deteniendo la manifestación del "inicuo". "La apostasía", o la deserción, no existirá mientras los Cristianos verdaderos estén en la escena, y mientras el Espíritu Santo mora aquí para mantener el cuerpo de Cristo. Después, cuando el obstáculo sea quitado, llega el abandono del Cristianismo. Un Anticristo, u hombre de pecado, es entonces revelado, el cual se sentaría en el templo de Dios. Anticristo es el que "niega al Padre y al Hijo" (1ª. Juan 2: 22), es decir, niega la revelación del Padre por el Hijo, conocida a nuestras almas por medio del Espíritu Santo; o, en otras palabras, la revelación del Cristianismo. Esto es en el tiempo de la apostasía. Yo no podría decir que existe apostasía ahora, (mientras santos verdaderos están en la escena, y el Espíritu Santo está aquí, aunque en cuanto a principio, ella puede estar en acción, y muchos pueden ser apóstatas). Pero toda la iglesia profesante no ha alcanzado aún la apostasía.

 

Yo he hecho lo posible por presentarles siete puntos en estos dos sermones.

 

1.- En primer lugar, la asamblea, la cual es el cuerpo de Cristo, como es vista en los lugares celestiales, en los consejos de Dios, y en resultado, cuando Cristo sea de facto "cabeza sobre todas las cosas", según Efesios 1: 18 al 22; y compuesta de todos los santos desde el día de Pentecostés hasta que ella sea llevada a la gloria.

 

2.- El cuerpo de Cristo como mantenido en unidad en la tierra mediante el poder del Espíritu Santo, y compuesto solamente de aquellos que están vivos en la tierra en cualquier momento dado, donde en cuanto a lugar personal, está el Espíritu Santo, y teniendo por símbolo de su unidad externa, el partimiento del "un solo pan", como en 1ª. Corintios capítulos 10 al 12, por los miembros puestos en la asamblea.

 

3.- Un templo santo en el Señor, creciendo bajo Su mano — "bien ajustado" — silenciosamente, sin defecto, hasta que la última piedra sea puesta en él en la gloria (Mateo 16; Efesios 2: 21 – LBLA). Aquí no entra ninguna responsabilidad del hombre.

 

4.- La casa como una habitación de Dios por el Espíritu en la tierra, en su condición normal (Efesios 2: 22). Aquí no se menciona quién la edifica.
Pero se conecta con —

 

5.- La casa o templo, es decir, todos los que profesan Su nombre en la tierra, donde la responsabilidad de los hombres entra como de edificadores, y los que son edificados; aquí pueden ser hallados madera, heno, y hojarasca (1ª. Corintios 3: 10; 2ª. Corintios 6) — lo que comúnmente es llamada 'Cristiandad'.

 

6.- Lo que a la casa le sucede en tal caso, teniendo en ella vasos para honra y para deshonra: Pablo asemeja esto a una "casa grande". (2ª. Timoteo 2). Y por último,

 

7.- La apostasía, y el hombre de pecado. Pero esto es el abandono de la profesión de Cristianismo (2ª. Tesalonicenses 2), una vez retirados de la escena los santos verdaderos en la venida del Señor.

 

En otra ocasión espero presentar, en alguna medida, un esbozo del aspecto que Cristo asume hacia la iglesia externa, como Juan lo presenta en los tres primeros capítulos de Apocalipsis; y, en última instancia, la senda de un 'vencedor' en medio de todo ello.

 

Mientras tanto, que el Señor guarde los pies de Sus santos, y bendiga las verdades de Su propia palabra. A medida que la oscuridad de la escena aumenta, la luz resplandece de manera más brillante desde Él, alumbrando la senda de aquellos que procuran hacer Su bendita voluntad, y andar hacia Su gloria. Amén.

 

F. G. Patterson

 

 Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Abril/Mayo 2019.-

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:

 

JND = Una traducción literal del Antiguo Testamento (1890) y del Nuevo Testamento (1884) por John Nelson Darby, traducido del Inglés al Español por: B.R.C.O.

LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.

VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).


Título original en inglés:
"Blackrock Lecture2, The House of God, Which is The Assembly of the Living God,
by F. G. Patterson 
Traducido con permiso

Versión Inglesa