Nuestra Condición Actual y Nuestra
Esperanza
Sermones Acerca de la Iglesia
f
Sermón 5
F. G. Patterson
Todas las citas
bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas
de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en
que, además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones
mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.
(Nota.
Este documento, como se verá fácilmente, no pretende desplegar en detalle las
diversas características de la venida del Señor. Siendo uno de una serie de
sermones, el tema fue tratado más bien como una completación de la línea de
pensamiento presentada a aquellos que lo oyeron. Esto explicará la manera de su
presentación al lector.)
Hechos 17: 1 al 7
"Pasando por Anfípolis y
Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y
Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con
ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario
que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo
os anuncio, decía él, es el Cristo. Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron
con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles
no pocas".
"Entonces los judíos que no
creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y
juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón,
procuraban sacarlos al pueblo. Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a
algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que
trastornan el mundo entero también han venido acá; a los cuales Jasón ha
recibido; y todos éstos contravienen los decretos de César, diciendo que hay
otro rey, Jesús".
Puede parecer extraño que haya
leído este relato del ministerio del apóstol Pablo durante los tres días de
reposo en Tesalónica. Pero es extremadamente instructivo comparar las
narrativas históricas de los Hechos con las Epístolas posteriores escritas a
los santos en los mismos lugares.
Yo he leído estos versículos a
causa de dos pensamientos especiales contenidos en ellos:
1º. Que hubo un Cristo
crucificado, muerto, y resucitado predicado a ellos por el apóstol, y,
2º. Que iba a haber un Cristo
reinante en el futuro; otro rey, Jesús".
Esto lo podemos inferir del
versículo 7. Asimismo, su idoneidad es evidente cuando pensamos acerca de
aquellos a los cuales él se dirigía, a saber, Judíos que estaban familiarizados
con las esperanzas de un glorioso Mesías reinante, y que habían sido enseñados en
las Escrituras que así lo decían.
Entonces, la base de los
pensamientos que yo deseo presentar esta tarde es, en cuanto al pasado, un
Cristo sufriente, muerto, y resucitado, en cuanto al presente, la asociación
del pueblo de Dios con Él en una senda de padecimiento y rechazo, y en cuanto
al futuro, Su venida otra vez en gloria, tomando Él su gran poder para reinar,
y nuestra asociación con Él en Su gloria.
Ahora bien, hay un trecho inmenso
entre el primero y el último de estos pensamientos; Él ha padecido, ha muerto,
y ha resucitado, y ha subido a lo alto, "para recibir un reino", y Él
volverá para tomarlo en poder y gran gloria. Ustedes encontrarán que las dos
Epístolas a los Tesalonicenses llenan la gran laguna, si podemos llamarla así,
entre los pasados padecimientos de Cristo y Su gloria futura.
Ustedes intuirán, a partir de
esto, que yo estoy a punto de hablar un poco esta tarde acerca de la venida del
Señor como el gran acontecimiento que ocasionará toda esta gloria por la cual
Él espera y nosotros esperamos. Ello
está cerca, amados hermanos; el corazón se siente consciente de que ello es
así; y la acción actual del Espíritu Santo lo señala como muy próximo.
Ustedes encontrarán que cuando la
redención se ha consumado, y el Espíritu Santo está morando aquí, hay dos
pensamientos que son traídos ante nosotros en el Nuevo Testamento de manera muy
prominente; ambos muy diferentes en carácter, y sin embargo, muy estrechamente
conexos, es decir, la "venida" y la "aparición" del Señor
Jesús.
Yo puedo comentar en cuanto a la
expresión, la "venida" del Señor, que ella significa Su presencia en contraste
con Su ausencia, y es una palabra muy amplia y
abarcadora tal como es usada, que se extiende desde lo que muchos de nosotros
conocemos como el 'rapto, o arrebatamiento' de los santos, para estar para
"siempre con el Señor", continuando a través del intervalo que sigue
a continuación de dicho acontecimiento, hasta Su aparición, o manifestación con
Sus santos en gloria. La palabra "venida" (en Griego, parousía) incluye ambos
pensamientos,
mientras la palabra "aparición", (en Griego, epifáneia) es el resplandor de Su
venida cuando Él será mostrado en
gloria al mundo. Esa palabra "venida" a menudo es usada para este
acontecimiento, la "aparición", pero esta última palabra nunca es
usada para la "venida". Su "venida" o presencia en
contraste con Su ausencia, incluye muchos detalles que él llevará a cabo en el
intervalo, hasta Su manifestación pública al mundo, cuando "todo ojo le verá"
(Apocalipsis 1: 7), viniendo con "muchos millares de sus santos".
(Judas 14 – LBLA).
Muchos de mis hermanos a quienes
me dirijo saben que Cristo es presentado en las narrativas del evangelio de
cuatro maneras distintas. En Mateo Él
es visto como Jehová-Mesías, hijo de David, hijo de Abraham, presentado a Su
pueblo y rechazado, y como consecuencia, pasando a Su más excelsa gloria como
"Hijo del Hombre", sobre todas las obras de las manos de Dios (Salmo
8), a través de la muerte y resurrección; regresando luego como Hijo del
Hombre, en juicio, con los estandartes del poder de Jehová y gran gloria.
Si ustedes examinan Mateo 24,
encuentran al Mesías rechazado por Su pueblo y echado fuera, regresando después
como Hijo del Hombre en juicio, y libertando a Su pueblo Israel. En primer
lugar, tratando con los Judíos en la
tierra de Judea (Mateo 24: 15 al 31), y apareciendo para la liberación de
ellos. Después, la reunión de los "escogidos" de Israel de los cuatro
puntos cardinales, o cuatro vientos, de entre las naciones de la tierra.
(Comparen con Isaías 27: 12, 13; Zacarías 2: 6).
Antes que llegue ese día, hay un
inmenso intervalo celestial durante el cual los Cristianos están en relación con
Cristo. Esto lo tenemos presentado
bajo tres parábolas: el siervo bueno y el malo, las vírgenes prudentes y las
insensatas, y el uso fiel e infiel de los dones espirituales {quizás más bien,
responsabilidades} de Cristo, como habiendo ascendido y habiéndose marchado,
por el momento, de Israel, hasta que Él venga y lidie judicialmente con Sus
siervos. Y entonces, cuando el tiempo por el cual estamos pasando haya pasado y
se haya ido, ustedes encuentran que después de haber venido y haber libertado a
Israel (Mateo 24: 15 al 31), y de haber hecho la verdadera evaluación de la
obra y de la vigilia de Sus siervos (Mateo 24: 44 al 51; Mateo 25: 1 al 30), Él
se sienta en el trono de Su gloria, y ante Él son reunidos los Gentiles, o naciones,
y Sus "hermanos"
según la carne, el remanente Judío de aquel día; y los primeros son juzgados en
cuanto a de qué manera habían recibido el mensaje de Su reino y gloria
venideros proclamado por medio de los últimos. El hecho de creer y obedecer
dicho mensaje los constituía en "ovejas", así como el rechazo de él
los constituía en "cabritos". Es el juicio de los "vivos",
el cual introduce el reino milenial, los mil años de bendición terrenal. Se
verá que hay tres clases de personas
en esta escena, a saber, las ovejas, los cabritos y sus "hermanos".
Ustedes deben desechar
absolutamente el pensamiento humano acerca de que esta escena es un 'juicio
general' — no hay nada tan ajeno a la Escritura. Dios no confunde juntamente a
los salvados y a los perdidos en "aquel siglo", cuando por medio de
la verdad Él ha obrado para separarlos aquí, por mucho que el hombre haya
borrado la diferencia. En el juicio del gran trono blanco de Apocalipsis 20,
después de mil años no se ve ningún hombre vivo;
en el juicio de este capítulo 25 de Mateo, ¡no se ve ningún hombre muerto! Además
de todo esto, el terreno del juicio en esta escena
solemne incluiría solamente una pequeña proporción de la población de este
mundo. Comparativamente, a pocos se les habrá presentado el testimonio que
constituye aquí el terreno de juicio, o cualquier testimonio de Dios: ellos
serán juzgados según sus obras — un terreno totalmente diferente de juicio.
Esto excluye la idea de que este es un juicio general. Nada más que una lectura
muy descuidada, o el sesgo del pensamiento humano podría interpretar el pasaje
de esta manera. Con este juicio de las naciones vivas la mentalidad Judía estaba
muy familiarizada, pero muy poco con el juicio de los muertos. Para nosotros
como Cristianos, el juicio de los muertos es un pensamiento familiar, y el
juicio de los "vivos" {vivientes} es muy poco conocido.
En el evangelio de Marcos, el Señor Jesús es presentado
como siervo de Dios en testimonio, en Su misión santa de servicio de amor. En
la conclusión de dicho evangelio, cuando hubo ascendido y está en la gloria, se
dice, aun entonces, que el Señor trabaja
con Sus siervos a quienes Él había dejado para que continuaran Su misión celestial
aquí abajo. (Marcos 15: 19, 20). Habiendo ascendido, Él sigue siendo el Obrero.
En Marcos 13 ustedes Lo encuentran como uno que se ha ido lejos, y dio "a
cada uno su obra, y al portero mandó que velase". Después Él vuelve,
"si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la
mañana", para ver si cada uno está en su puesto de servicio y velando. Por
tanto, la venida del Señor es presentada de acuerdo con el evangelio de Su
servicio — Su propia obra, o la de Sus siervos. Él vuelve para ver si cada
siervo está en su puesto.
Queridos amigos, permítanme decir
aquí que algo muy solemne es que toda alma inquiera, «¿Estoy yo colmando el
pequeño sitio de servicio que Él me ha dado?» No sólo hay grandes dones sino
coyunturas y ligamentos; y del cuerpo de Cristo se dice que crece por medio de
las coyunturas y ligamentos, suministrando
cada coyuntura lo que pertenece a él
mismo en el funcionamiento mutuo y eficaz de la medida de cada parte. Es una
gran cosa si cada uno ha encontrado su propia senda de servicio para el Señor. Leemos,
"Sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en
aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, de quien todo el cuerpo (estando bien
ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen), conforme al
funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para
su propia edificación en amor". (Efesios 4: 15, 16 - LBLA).
En el caso de un miembro, ello
puede ser por medio de una ferviente oración; en el caso de otro, por medio del
uso de sus medios seglares; en un tercero, por medio del uso de dones
espirituales. De una u otra forma Él nos ha dado algo que hacer para Él, y Él
está regresando para evaluar de qué manera cada uno está desempeñando el deber
que se le ha dado, y "a la hora que no pensáis". Por lo tanto,
después de dar a cada uno su obra, y de mandar al portero que vele, Él dice, "Y
lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad". (Marcos 13: 37).
Ahora bien, en Lucas, el cual es el gran moralizador,
presentando las cosas de manera moral a las almas de los hombres, y buscando en
ellos un estado moral, nosotros encontramos otra cosa. Si Mateo nos presenta la
gloria oficial del Mesías, y Marcos la misión de servicio de Uno que
"anduvo haciendo bienes", Lucas nos presenta a Él mismo — Jesús, el Hijo
del Hombre — tratando moralmente con el
hombre. Entonces, ¿qué buscará él cuando nos presenta la venida del señor?
Buscará un estado moral de alma en aquellos que tienen esa esperanza. Leemos en
Lucas 12, "Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas"
— es decir, que no reposen aquí, y
recordamos la Escritura que dice, "Levantaos y andad, porque no es este el
lugar de reposo, pues está contaminado". (Miqueas 2: 10). Si ustedes
comparan cada lugar en la Escritura donde encuentran que se habla de lomos
ceñidos, encontrarán que la característica del lugar es tráfago y seguir
andando, en una escena donde su corazón y sus afectos deben ser reforzados, no
deben discurrir aquí; es un lugar de conflicto y tráfago de una u otra clase.
Él habla aquí de una "manada
pequeña". (Lucas 12: 32). Él dice, «Yo me he encargado de sus
circunstancias, ustedes no necesitan estar "en ansiosa inquietud"
(Lucas 12: 29).» "Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas
encendidas; y vosotros sed semejantes
a hombres que aguardan a que su señor regrese". (Lucas 12: 35, 36).
Fíjense en la palabra "semejantes"; para que el mundo pueda
conocerlos. Nada prueba el corazón como lo prueba esto. Yo digo que no hay nada
en la Escritura que tenga tal poder de prueba con las almas. Si la venida del
Señor es el horizonte del alma, vean cuán poco le importará esta escena de aquí
abajo. Cuán poco acumular para el futuro. El mundo diría, «Bueno, es evidente lo
que el hombre esta haciendo. Su esperanza se está imprimiendo en su vida y se
manifiesta en todas sus sendas.» ¿Qué utilidad tiene esta esperanza
bienaventurada si sólo es mantenida como una doctrina?
Lo que es tan bienaventurado es
que dicha esperanza trae a una Persona divina ante el alma, y el corazón es
motivado hacia Cristo; cultiva la intimidad con Cristo mientras pasamos a
través de esta escena. El corazón de aquel que Le espera está en la condición
misma que acogerá Su regreso; disfruta y cultiva una intimidad cada vez mayor
con Aquel a quien el corazón espera. Nada trae a Cristo de manera tan personal
ante el alma como la esperanza de Su venida.
Pues bien, Juan nos presenta la Palabra divina, el Verbo divino, manifestado
en carne; el unigénito Hijo del Padre, el Hijo de Dios. Y en vez de una venida
en poder y gloria, o en escrutinio del servicio, o como esperando un estado
moral de alma y corazón que responda al Suyo, Él dice, ¡"Voy"! (Juan
14). «Yo debo sacar vuestros corazones y afectos de este lugar y todas las
esperanzas terrenales. Debo llevaros a la casa del Padre, donde hay muchas
moradas. El reino de David y la gloria del Mesías no deben desvanecerse ahora
en vuestras esperanzas y corazones. Llegará el día cuando toda esa gloria terrenal será consumada. Pero vuestras esperanzas están en otra
esfera. Yo estoy a punto de entrar en la casa del Padre como hombre. Yo he
originado en la cruz vuestro derecho a estar allí. Yo mismo entro allí en el
título mediante el cual vosotros entraréis allí.» Entonces, "vendré otra
vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros".
(Juan 14: 3 – LBLA). Por tanto, Su enseñanza trata con las esperanzas de los
corazones Judíos alrededor de Él y las reemplaza, y como consecuencia, se
adapta a nuestros corazones, que no han tenido tales esperanzas en absoluto.
¡Cuán bienaventurado es, queridos
amigos, encontrar, en el momento que soy libre en corazón y conciencia delante
del Padre, en el conocimiento de Su gracia, que había una morada en Su casa en
lo alto para mí antes que el mundo existiera! ¿Por qué es que nunca encontramos
una descripción de la casa del Padre
en la Escritura? Ustedes tienen la Jerusalén celestial descrita en su gloria
maravillosa y exhibida como Su esposa — pero nunca tienen la casa del Padre. El
motivo es porque se supone que ustedes están familiarizados con el Hijo del
Padre, el Padre es revelado en Él; y además es suficiente saber que Él está allí,
y el corazón reposa
satisfecho en pacífico gozo en la conciencia de que donde Jesús está, ¡ello es suficiente!
"Para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros". (Juan 14: 3
– LBLA).
Sólo hay otro pasaje en Juan que
los lleva a ustedes así al cielo y a la casa del Padre. Esto se adapta a Juan
debido a que él está ocupado en revelar a Dios en la tierra en Cristo — no como
Pablo, quien más bien nos muestra a Cristo como hombre que ha ido a lo alto, y
nuestro lugar en Él en la gloria. El otro pasaje al cual yo aludo es Juan 17:
24.
Hasta aquí con respecto a la
verdad general de la venida del Señor en las narraciones evangélicas. Él había
venido y se había presentado para introducir en gracia todas las glorias de las
cuales habían hablado los profetas, pero fue rechazado. Cuando Él venga otra
vez introducirá, en gloria, aquello
que fue rechazado en gracia. Pasaremos
ahora a las dos epístolas de Pablo a los Tesalonicenses. Encontraremos en ellas
que la senda de los santos, y las circunstancias que ocurren entre los dos
grandes puntos que he nombrado antes, salen todas a relucir. Estas epístolas
llenan, por así decirlo, el vacío entre ellas. Tan necesarias y adecuadas son también
para perfeccionar lo que faltaba en la fe de aquellos santos en Tesalónica.
Puedo comentar, de paso, con
respecto a Hechos 17, que este capítulo ilustra la palabra de Pablo tan
frecuentemente mal aplicada para cubrir la mundanalidad, y el hecho de
mezclarse con el mundo. Me refiero a, "A todos me he hecho de todo, para
que de todos modos salve a algunos". (1ª. Corintios 9: 22). Hechos 17 explica
o ilustra sus declaraciones. Si él entra en una sinagoga en Tesalónica para
hablar a Judíos instruidos, él se ocupa de las Escrituras que ellos conocían y
profesaban creer. Si entra en Atenas, entre el ingenio y los filósofos de esa
ciudad destacada por la erudición y la sabiduría humana, él toma su texto de
uno de sus altares, sobre el cual estaba la inscripción, "AL DIOS NO
CONOCIDO", y cita una frase de uno de sus propios poetas que juzgaba toda
la idolatría de ellos, "Porque también nosotros somos linaje suyo".
(Hechos 17: 28 – LBLA). Después, cuando él pasó a las ciudades de Derbe y
Listra, donde predominaban las más bastas
formas de idolatría, él predica que ellos deben volverse de estas cosas vanas
al Dios vivo, "QUE HIZO EL CIELO, LA TIERRA, EL MAR, Y TODO LO QUE EN
ELLOS HAY; el cual en las generaciones pasadas permitió que todas las naciones
siguieran sus propios caminos; y sin embargo, no dejó de dar testimonio de sí
mismo, haciendo bien y dándoos lluvias del cielo y estaciones fructíferas,
llenando vuestros corazones de sustento y de alegría". (Hechos 14: 15 al
17 – LBLA).
Él se adaptaba a la idiosincrasia
y a los pensamientos religiosos de los hombres — manteniendo su propia libertad
con y en Cristo todo el tiempo, y por tanto, a todos haciéndose de todo para poder
ganar a los más.
Pues bien, en Tesalónica él ocupó
en la sinagoga las propias Escrituras de ellos, y reveló lo que le había pasado
al Mesías de ellos como estaba predicho allí — "declarando y exponiendo
por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y
resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el
Cristo". (Hechos 17: 3). Luego, cuando nosotros examinamos lo que él les
escribió después, él alude al hecho de que este Jesús rechazado, que era el
Libertador de ellos de la ira venidera, no los había salvado de una senda de
padecimiento, sino que Su senda era la de ellos. Leemos, "Por lo cual, no
pudiendo soportarlo más, pensamos que era mejor quedarnos solos en Atenas, y
enviamos a Timoteo, nuestro hermano y colaborador de Dios en el evangelio de
Cristo, para fortaleceros y alentaros respecto a vuestra fe; a fin de que nadie
se inquiete por causa de estas aflicciones, porque vosotros mismos sabéis que
para esto hemos sido destinados. Porque en verdad, cuando estábamos con vosotros
os predecíamos que íbamos a sufrir
aflicción, y así ha acontecido, como sabéis". (1ª. Tesalonicenses 3: 1 al
4 - LBLA).
Por tanto, la senda de este
Cristo sufriente, muerto, y resucitado era compartida ¡con aquellos a los
cuales Su amor había llamado a heredar con Su gloria futura! Qué triste fue el
error que los Corintios cometieron en esto. Ellos habían 'reinado como reyes'
sin Pablo. Él dice, "ojalá reinaseis", porque Cristo también estaría
reinando (ahora Él esta "esperando"); y entonces Pablo 'reinaría
también con ellos.' Leemos, "Ya estáis hartos, ya estáis ricos; sin
nosotros habéis reinado como reyes; y ojalá reinaseis, para que nosotros
reinásemos también juntamente con vosotros". (1ª. Corintios 4: 8 –
RVR1865).
Ustedes observarán también cuán
resplandeciente y hermoso era el estado de estos santos recientemente
convertidos. Leemos, "De manera que llegasteis a ser un ejemplo para todos
los creyentes en Macedonia y en Acaya. Porque saliendo de vosotros, la palabra
del Señor ha resonado, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también por todas
partes vuestra fe en Dios se ha divulgado, de modo que nosotros no tenemos
necesidad de hablar nada. Pues ellos mismos [los paganos] cuentan acerca de
nosotros, de la acogida que tuvimos por parte de vosotros, y de cómo os
convertisteis de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero, y
esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de entre los muertos, es decir,
a Jesús, quien nos libra de la ira venidera". (1ª. Tesalonicenses 1: 7 al
10 - LBLA).
¿Por qué motivo el Cristianismo
de ellos era tan resplandeciente? Porque siempre que ustedes encuentran que el
Cristianismo es así, este es muy objetivo,
cuenten con ello. Es decir, Cristo, como una Persona viva, está tan
completamente ante el corazón, que los santos son liberados de sí mismos, y
cada ojo y cada corazón está lleno de Él.
En 1ª. Tesalonicenses 1: 10
encontramos cómo este Jesús sufriente, muerto, y resucitado había ido a lo alto
a la casa del Padre, y cómo estos santos amados estaban esperando de los cielos
al Hijo de Dios. Nosotros no tenemos que ver con Él como "Hijo del
Hombre", sino como "Hijo de Dios". Pablo fue el primero que predicó a Jesús, "el
Hijo de
Dios". Leemos, "Y enseguida se puso a predicar a Jesús en las
sinagogas, diciendo: El es el Hijo de Dios". (Hechos 9: 20 – LBLA, JND).
El Padre había resucitado a su Hijo de entre los muertos, y Él es quien nos
libra de la ira venidera. "Servir"
y "esperar": "servir
al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo", era la
bienaventurada ocupación de ellos aquí.
Ahora bien, mientras ellos
estaban sirviendo y esperando así,
algunos habían dormido.
Ustedes no encuentran en las partes doctrinales del Nuevo Testamento que se
diga que un santo muere. No; él fue
acostado en sueño. «La muerte es nuestra», y Jesús la había quitado de las
manos de Satanás; ya no era esgrimida por aquel que tenía el poder de la
muerte, como "paga del pecado", sobre los santos de Dios. Algunos de
entre ellos "durmieron", y los que permanecieron estaban atribulados.
Ellos pensaron que los que habían partido así perderían la bendición que
esperaban, y se entristecían por sus seres queridos que habían partido.
Entonces, fue necesario entrar y tranquilizar sus corazones, y a Pablo se le da
una expresa revelación para hacerlo. Supongan que uno a quien amamos hubiese
dormido, ¿qué consuelo se nos daría en la actualidad? ¿Sería, «Consuélese, Dios
lo traerá de regreso»? ¿No preferirían más bien que fuera, «Ah, tú irás a él.»?
¿No sería algo como aquello con lo que David consoló su alma cuando el hijo
murió, "Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle
volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí"? (2º. Samuel 12: 23).
No, la esperanza es que Jesús
venga por nosotros, y traiga con Él a
los que antes han partido. Pues bien, Pablo dice, al final de 1ª.
Tesalonicenses 4, "Pero no queremos que ignoréis, hermanos, con respecto a
los que se han dormido, para que no os entristezcáis como también lo hacen los
demás que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó,
así también traerá Dios con Él a los que se han dormido por mediación de Jesús".
(1ª. Tesalonicenses 4: 13, 14 – JND).
No es, 'a los que durmieron en él'.
Jesús, el David verdadero, ha tomado la espada de Goliat. Ha desarmado a
Satanás, el cual tenía el poder de la muerte, descendiendo a su dominio de
muerte. Por tanto, Pablo dice, «La muerte es nuestra.» Ella ya no es ahora la
paga del pecado para el creyente, aquello que lleva al hombre pecador al juicio
que está más allá. El Señor la ha tomado en Su mano, y si un santo que Lo ha
esperado aquí abajo tiene que esperar más bien con Él en lo alto, él es 'acostado
en sueño' por mediación de Jesús
y Dios los traerá con Él {cuando Él aparezca en gloria}.
Yo entiendo que los términos de
la última cláusula de 1ª. Tesalonicenses 4: 14 serían aplicables a los santos
que durmieron desde Esteban en adelante. Solamente esos están en la mente del
apóstol, aunque no excluyendo a ninguno, obviamente: "Cristo, las
primicias; luego los que son de Cristo, en su venida". Porque el Hijo de
Dios tuvo que tomar primero un nombre
personal — "Jesús". Él lo hizo cuando se hizo hombre, "Jesús"
es Su nombre personal. Después Él tuvo que morir y resucitar, y desarmar al enemigo,
tomando la muerte en Sus propias manos. No dice 'acostados en sueño por
Cristo', sino "por mediación de Jesús". Ello es Su acción ahora. ¡Él
ha arrullado al santo para que se duerma, como la madre ha arrullado a su hijo!
El espíritu del que partió está con Él; su cuerpo está en el polvo. Cuando
Jesús regrese serán reunidos nuevamente. El poder
de Dios en resurrección glorificará al santo que ha sido hecho apto para la
gloria por medio de Su sangre.
Leemos ahora, "Por lo cual
os decimos esto en palabra del Señor". (1ª. Tesalonicenses 4: 15). (Pablo
está a punto de presentar una revelación especial.
Cuando él hace esto, él lo remarca con contundencia, como, "He aquí, os
digo un misterio", en 1ª. Corintios 15: 51, y en expresiones semejantes).
Continuemos. "Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que
nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos
a los que durmieron". Si hay alguna ventaja en cuanto a tiempo, ellos la
tienen. "Porque el Señor mismo";
no es meramente "el Señor", sino que Él mismo "descenderá";
como lo había dicho, "vendré otra vez y os tomaré conmigo" (Juan 14:
3 – LBLA). Él dejará el trono del Padre y descenderá del cielo "con voz de
mando". La voz de mando es una de relación con los Suyos. Su voz nos llamó
una vez de las tinieblas a Él mismo. La misma voz emitió el amargo clamor,
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?", cuando estuvo
bajo la mano de Dios por nosotros hecho pecado. Es la misma voz que habla ahora
con los acentos de la gracia divina desde el cielo en el evangelio (Hebreos 12:
25). Esta voz del Buen Pastor que hemos conocido en lo más íntimo de nuestras
almas, pero que el mundo no discierne, hablará una vez más a los que son Suyos,
por medio de esta voz de relación. Luego la "voz de arcángel"
continúa, y la "trompeta de Dios" da su aprobación a todos. Entonces
"los muertos en Cristo resucitarán primero". Si hay un momento de
precedencia, ellos van delante de los que están 'vivos y han quedado'. Ustedes
notarán que son "los muertos en Cristo" pues incluye a todos los santos de Dios
(Ver nota 1).
(Nota
1. "Los muertos en Cristo" en este pasaje se refiere a Cristianos.
Cuando el arrebatamiento tenga lugar, esta será una etapa de "la primera
resurrección", es decir, "la resurrección de los justos". Los
santos del Antiguo Testamento serán resucitados en esta etapa de "la
resurrección de los justos", tal como muestra Hebreos 11: 40).
Cuando este arrebatamiento
prodigioso tenga lugar no hay distinción entre el Antiguo Testamento y la
Iglesia de Dios. "En Cristo" señala un estado o condición; ellos no
murieron "en Adán", sino "en Cristo". Así como ustedes no
pueden hablar de que una persona está 'en Jesús' — ese es un nombre personal — sino
de que está "en Cristo". "Luego nosotros los que vivimos, los
que hayamos quedado, seremos arrebatados [o raptados] juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el
Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras".
Esta es sólo una etapa. La casa
del Padre es más que encontrarse con Él "en el aire". "En la
casa de mi Padre muchas moradas hay… para que donde yo estoy, vosotros también
estéis". Es decir, en la casa
del Padre {Juan 14: 2, 3}. Es aquí donde Él presenta los santos como el fruto
de la aflicción de Su alma. Este es siempre el orden, 'En primer lugar
"hijos", luego "herederos". Como leemos en Efesios 1, 'predestinados
para filiación por medio de Jesús', (Efesios 1: 5), luego, "En él asimismo
tuvimos herencia". (Efesios 1: 11). La relación más excelsa que nosotros
tenemos es la filiación con el Padre.
Tenemos así, en 1ª.
Tesalonicenses 3: 13, "para que sean afirmados vuestros corazones,
irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de
nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos". Ahora bien, ustedes
encuentran que en ese momento el apóstol desvelará el mal que se va a manifestar
mientras los santos están en lo alto, antes que ellos resplandezcan en gloria
con Cristo; antes que venga el Señor "con
muchos millares de sus santos". (Judas 14 - LBLA).
Este arrebatamiento de los santos
de Dios es una necesidad positiva en la completación de la gracia que se ha
ocupado de nuestra causa. Uno siente que la Escritura estaría incompleta sin
él. Es la consumación — la finalización de la gracia. Es el poder colocándolos
en el lugar glorioso para el cual Su sangre preciosa los ha hecho aptos en el
resultado positivo de la aptitud en que ellos están ahora.
Se ha dicho, pero
equivocadamente, que son solamente los que están esperando a Cristo los que
serán arrebatados cuando Él venga {es la noción del arrebatamiento parcial}.
Pero la Escritura nunca supone que un santo no
esté esperándolo a Él. Ello presenta la condición normal de los Cristianos;
nuestro nivel común en cuanto a posición y esperanzas; aunque hay, sin duda
alguna, grados de comprensión y disfrute plenamente reconocidos. En
consecuencia, ustedes nunca encuentran en la Escritura un santo que no está
esperando a Cristo. Muchos ¡lamentablemente! han zozobrado en un estado
anormal; muchos nunca han tenido la esperanza — nunca se les despertaron
afectos nupciales. ¿Desecha esto esta esperanza bienaventurada? ¿Cambia esto Su
gracia soberana? ¡No! Bendito sea Dios, y el arrebatamiento de Sus santos es el
fruto de Su gracia soberana; y esperando o no, todos serán incluidos en esa hueste
prodigiosa — porque Él debe ver
el fruto de la aflicción de Su alma.
Ahora bien, la palabra usada para
"venida", parousía, es un término amplio y abarcador en la Escritura,
como hemos visto. Abarca en su alcance el intervalo desde el arrebatamiento de
los santos {el rapto}, hasta el resplandecer de ellos en gloria {la aparición}
— es decir, la manifestación de ellos con el Señor a todo ojo. El Señor hará
muchas cosas durante ese intervalo.
Su primera acción será desplazarse de Su asiento actual en el trono del Padre
para encontrarse con ellos en el aire. Su voz es oída, "y los muertos en
Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al
Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor". (1ª.
Tesalonicenses 4: 16, 17).
De 1ª. Tesalonicenses 3: 13 nos
enteramos de otro paso. Él los presenta a Su Padre en la casa de Su Padre en lo
alto. 'En primer lugar hijos, luego herederos' es el orden divino. Gustaremos
en aquel entonces las alegrías de la casa del Padre, ya convertida en hogar de
nuestros corazones, entre sus muchas mansiones {moradas}. En este pasaje
encontramos que la "venida" mira a un momento más allá de la
presentación de ellos en la casa del Padre; y esto es debido a que Pablo había
introducido el pensamiento de responsabilidad y santidad. Por eso se prolonga
hasta el momento cuando ellos aparecen con Él; y toda responsabilidad en cuanto
a la senda de ellos y las maneras de santidad hayan pasado bajo el escrutinio
de Su ojo.
Cuando los santos están
hospedados así con seguridad en lo alto, el despliegue completo del mal en la
tierra tiene lugar. Estas epístolas desarrollan eso; así que ya ven, estamos
encontrando en estas Escrituras los pasos entre nuestros dos puntos en Hechos
17. La Palabra sigue diciendo, "Paz y seguridad" en vísperas de su
"destrucción repentina" de la cual ellos "no escaparán".
(1ª. Tesalonicenses 5: 3).
Nada puede ser más solemne que el
estado de cosas en la hora actual. El clamor desde el corazón incrédulo de
muchos es, «El mundo espera a un hombre.» Ustedes, amados hermanos, están
informados de lo que está por venir. Como el hombre "prudente", el
cual "ve (prevé) el mal y se esconde", mientras "los simples
siguen adelante y son castigados". (Proverbios 22: 3 – LBLA). Ustedes
están arreglando sus lámparas, y saliendo a recibir a su Señor. Las personas
dicen que la venida del Señor es la muerte. ¡Qué locura! ¿Quién ha oído alguna
vez que la muerte es nuestro Señor? Y Sus propios labios nos han dicho que
seamos "semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese".
Jesús es esto. Él es nuestro Señor y Salvador, y espera que nuestros corazones,
con gozo ajeno a este mundo, puedan estar esperándolo a Él.
En 2ª. Tesalonicenses 2 él los
hace recapacitar y los exhorta mediante la esperanza propia de ellos. Leemos,
"La venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él",
que no sean sacudidos fácilmente por la carta falsa, "como si fuera
nuestra", "en el sentido de que el día del Señor ha llegado".
(2ª. Tesalonicenses 2: 1, 2 – LBLA). La manifestación pública, o
"día" del Señor, no vendría mientras ellos estuvieran aquí, y antes
de aquel día, el inicuo, el hombre de pecado — sería revelado. El misterio de
la iniquidad estaba en acción en aquel entonces; la apostasía vendría, y
entonces él se sentaría en el templo de Dios como Dios, estaría allí. Entonces
el Señor aparecería en gloria con esos santos celestiales que vienen con Él
desde la casa del Padre en lo alto. El día "que arderá como horno"
cuando el resplandor de la gloria del Sol de Justicia consumiría a los malos
hasta convertirlos en cenizas, e introduciría salvación y refrigerio ¡a la
ahora limpia y preparada tierra milenial! (Malaquías 4: 1 al 3). Este rey
obstinado — este inicuo encontraría su perdición, como también aquellos que
fueron engañados y que lo siguieron voluntariamente, sin recibir el amor de la
verdad para ser salvos.
Ustedes a menudo han notado las
"alas" del "Sol de Justicia", al leer Malaquías 4. Yo creo
que aluden a los santos previamente arrebatados, los cuales esperan a Jesús, la
estrella de la mañana, antes del amanecer; antes de que Él aparezca como el
"Sol" de aquel día de gloria. Esto también es insinuado en Mateo 13:
41 al 43. "El Hijo del Hombre" limpia "Su reino" mundial de
todas las cosas que son piedra de tropiezo y de los que hacen iniquidad; y
entonces los santos glorificados resplandecerán como el sol — Sus alas — en el
reino del Padre de ellos en lo alto. Cuando Él se levanta para introducir aquel
día glorioso, ello es ardiendo como horno, el cual consume hasta convertir en
cenizas a los malos, y con salvación en Sus alas para los demás. Si Él consume
al inicuo con el Espíritu de Su boca y lo destruye con el resplandor de Su
venida {2ª. Tesalonicenses 2}, la iglesia glorificada llega a ser entonces el canal
de gracia para la tierra
renovada. A través de ella, y del trono de Dios y del Cordero en medio de ella,
sale el torrente vivo de agua de vida, a un mundo donde la salvación (o,
sanidad) es aún el servicio de Sus redimidos (Vean Malaquías 4 y Apocalipsis
22: 1, 2).
Así que aquí en Tesalonicenses Él
viene a consumir a algunos en juicio y a ser admirado en los que creen en aquel
día {2ª. Tesalonicenses 1}, cuando el Señor reparará todo lo que ha sido
arruinado por el primer hombre responsable. Él toma Su gran poder y reina por
los mil años.
Pues bien, amados hermanos, ¿cuál
ha sido el gran pecado de la iglesia profesante? Ha sido renunciar a la
esperanza constante e inmediata de la venida del Señor. Yo les ruego que cuando
ustedes encuentren introducido el más mínimo pensamiento de que algo aún se
tiene que cumplir entre este momento y la venida del Señor por Sus santos, lo
traten como se merece — a saber, como a la
voz del siervo malo que decía en su corazón, ¡"Mi señor tarda en
venir"! Es posible que usted no pueda interpretar la Escritura en gran
medida, usted puede ser un hombre simple, pero uno cuyo corazón es fiel a
Cristo. Le ruego que retenga usted lo que sabe — a saber, que Su venida por Sus
santos es su esperanza; y no permita que lo que usted no sabe perturbe su
esperanza, — no permita que la voz del siervo malo encuentre una entrada a su
alma. Trátela como Su voz, como Su
advertencia, incluso si viene revestida con toda la veneración de la antigüedad,
con las opiniones de siglos, la erudición de teólogos, incluso de la piedad de
hombres que han vivido y muerto por Cristo. Trátela, yo digo, como la enseñanza
del siervo malo, y rechácela si quiere usted ser fiel a un Señor ausente.
Vean lo que la enseñanza del
siervo malo (Mateo 24: 45 al 51) produjo en las diez vírgenes que habían salido
a recibir al Esposo. (Mateo 25: 1, etc.). Leemos, "Entonces el reino de
los cielos será semejante a diez vírgenes", etc. Entonces, en un momento
dado, ante los ojos de Jesús cuando Él pronunciaba la parábola, estando la
profesión de Cristianismo a punto de establecerse, el reino asumiría un cierto
carácter; todos los que habían salido renunciarían a la esperanza, y entrarían
de nuevo para descansar; Leemos, "cabecearon todas y se durmieron".
La esperanza de Su venida pronto fue tratada como una herejía. Entonces llegó
la medianoche y en ese momento solemne el clamor fue reavivado. Su corazón no
desea encontrar a Su pueblo durmiendo entre los muertos. Él ha revivido la
esperanza que yacía dormida por siglos. ¡Él ha presentado Su único clamor despertador!
¡Él nunca lo repite! Es posible que
sea cada vez más fuerte — Dios lo conceda mientras Él tarda. Este clamor puede
encontrar una respuesta en muchos corazones hundidos en el formalismo muerto,
pero recuerden, Él nunca lo repite.
¿Dónde nos encontramos ahora en esta época en la que todo es quebrantado? Nos
encontramos en el pequeño intervalo entre el grito de medianoche y el amanecer
del día. El ojo ejercitado ve en la confusión del momento actual la acción
después de la medianoche. Pero presten atención a la actitud calmada y pacífica
de esas cinco vírgenes prudentes. Ellas son perfectamente conscientes que
tienen su derecho a entrar. No hay prisa alguna — no hay ninguna vacilación en
cuanto a esto. Observen también el estado activo de ellas. Están arreglando sus
lámparas, y hay aceite (el Espíritu Santo) en sus vasos. Las insensatas
¡pobrecillas! están buscándolo. Vean las multitudes alrededor de ustedes en la
actualidad. Algunos engañados en el Ritualismo; algunos en el Papismo, (la
Iglesia católica, con sus organismos y doctrinas), con sus pretensiosas
reivindicaciones; algunos volviéndose a una cosa; algunos a otra. Todos
buscando el aceite que los prudentes poseen. Ellos no saben dónde conseguirlo.
Y en su búsqueda — también en el estado activo de los prudentes — ellos son apartados.
¡Dios está separando "lo precioso de lo vil"! Las diez vírgenes
habían empezado juntas algún tiempo antes, despertadas por un clamor que quizás
no habían entendido. Pero en su búsqueda ellas son separadas de las prudentes.
Las prudentes no las siguen; pero las insensatas tienen que venir y buscar
consejo de las prudentes. Noten, también, cuando la puerta fue cerrada, el
clamor desesperado por la admisión. Pero el día de la gracia había pasado, ¡y
la esperanza desapareció para siempre! Yo no puedo concebir nada más solemne
que el clamor, "¡Señor, señor, ábrenos!" Y la calmada y justa respuesta
de Uno cuyo corazón está aún abierto para dar la bienvenida a los perdidos en
el día de la gracia, "De cierto os digo, que no os conozco". ¿No nos
transmite esto el pensamiento de que un día está llegando cuando el descuidado,
el que procrastina (difiere, aplaza), y el profesante, se despertarán a la
terrible realidad de que la puerta está cerrada, para no abrirse para ellos
nunca más; y que un clamor de desesperación y consciente ruina resonará a lo
largo y ancho de estas tierras, por tanto tiempo favorecidas con la luz del
Cristianismo? Oh, si los pecadores fueran prudentes — si consideraran la
solemnidad del momento que ocupamos en la historia de las cosas a nuestro
alrededor. Cuán pronto esa puerta puede ser cerrada, y la esperanza puede ser
una cosa del pasado. Qué poca respuesta tiene también el clamor encontrado en
el corazón de los Suyos; sin embargo, antes que llegue el juicio del cuerpo
profesante, Él advertiría a Su pueblo y los despertaría, para que sus bien
arregladas lámparas iluminen Su entrada, y repelan las tinieblas que se hacen
más densas, cuando los momentos, precursores del amanecer, ¡aceleran su camino!
Que nuestros corazones puedan velar
y esperarlo a Él, la estrella resplandeciente de la mañana. Ser hallados
velando y esperando cuando Él viene resarcirá al corazón que se lamenta por Su
ausencia, ¡y vive aquí, con y para, un Señor ausente!
F. G. Patterson
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Mayo 2019.-
Otras versiones de La
Biblia usadas en esta traducción:
JND = Una traducción
literal del Antiguo Testamento (1890) y del Nuevo Testamento (1884) por John
Nelson Darby, traducido del Inglés al Español por: B.R.C.O.
LBLA = La Biblia de las
Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con
permiso.
RVR1865 = Versión
Reina-Valera Revisión 1865 (Publicada por: Local Church Bible Publishers, P.O.
Box 26024, Lansing, MI 48909 USA).
VM = Versión Moderna,
traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones
Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).