EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

EL ÁGUILA CAUTIVA (J. T. Mawson)

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Duración: 17 minutos y 38 segundos

CÓMO VENCER

 

Pláticas acerca del Libro de Jueces

J. T. Mawson

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RV60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

1.ª Plática: Prólogo: El Águila Cautiva

 

Yo vi un espectáculo patético en Escocia. Se trató de una gran águila en una enorme jaula. El sol que brillaba en los cielos parecía llamarla para que ella se elevara de la tierra y se regocijara en su elemento natural, y el ave real, en respuesta a la llamada, fijó su mirada en el sol y extendió sus poderosas alas y se inclinó para volar, y luego, haciéndose consciente de los barrotes de hierro que la mantenían cautiva, dejó caer sus alas y bajó la cabeza en evidente decepción y vergüenza. Yo observé aquella ave cautiva en aquella hermosa tarde de verano con creciente interés. Una y otra vez la luz destellaba en sus ojos cuando miraba hacia el sol y levantaba sus alas en un fútil intento de remontarse hacia el aire superior, y con la misma frecuencia sus alas caían e inclinaba su cuello; y ello fue la imagen más sorprendente de depresión y derrota que yo jamás había contemplado. Si yo hubiese sido un artista y hubiese querido pintar un cuadro de una derrota, esa gran ave habría sido mi modelo. Y no obstante, ella tenía el deseo de libertad, eso era evidente en sus fulgurantes ojos, y ella tenía poder para la libertad, eso era evidente en sus alas desplegadas; era la jaula lo que la mantenía cautiva a pesar de su deseo y a pesar del poder.

 

El ave cautiva se convirtió en una parábola para mí. Ella me habló acerca de cristianos y, ¡lamentablemente! cuántos hay que deseen las cosas de arriba, "donde está Cristo sentado a la diestra de Dios" (Colosenses 3: 1), y estas cosas son de ellos porque les han sido dadas gratuitamente por Dios (Colosenses 2: 12 – VM), y la naturaleza divina está en ellos, o ellos no serían cristianos en absoluto. Ellos también tienen poder para elevarse en pensamiento y afecto adonde está la verdadera vida de ellos pues el Espíritu Santo mora en ellos, y aun así ellos no conocen nada en cuanto al disfrute práctico de estas cosas. Algunos de ellos una vez lo hicieron, tal vez, pero no ahora, porque son retenidos como cautivos en la tierra. Los que deberían estar libres están enjaulados.

 

Estos cristianos cautivos no son felices. Ellos tienen vislumbres de la gloria que resplandece en la faz de Jesús, y sus corazones se excitan, y ellos hacen voto de que serán libres, pero suspiros en lugar de cánticos prorrumpen desde sus tristes corazones y ellos confiesan a sí mismos, incluso mientras se ocultan de los demás, la exhaustividad de su esclavitud. A veces ellos se arrojan a sus camas con remordimientos y quejidos y oraciones, pero descubren que sus resoluciones son inútiles. Los lazos con los que el diablo los sedujo se han convertido en una jaula en la que él los retiene, y ellos desesperan por volver a sentir la emoción del gozo de la libertad cristiana.

 

Admítase libremente, como ha sido demostrado plenamente, que nunca hubo ninguna satisfacción o provecho para ningún cristiano en las cosas mundanas o carnales, ellas sólo traen luchas en el alma y amargos remordimientos al corazón, y hacen que el desdichado cristiano sea un cautivo de las cosas que él ha probado. Sin embargo, ¿acaso no hay manera de liberarse? Y, ¿acaso el cautivo nunca se convertirá en un vencedor? Sí, hay esperanza, porque el Señor es benigno, y hay un modo de liberación para los que sienten su esclavitud. Esos votos en la noche, tan intensos y aparentemente tan infructuosos, muestran que la vida del alma no ha sido completamente aplastada. Dichos votos demuestran que hay un fiel Abogado para con el Padre, a Jesucristo el justo el cual es la propiciación por nuestros pecados (1ª. Juan 2: 1, 2); ellos demuestran también que hay un fiel Espíritu Santo dentro del alma pues es Él quien crea el ejercicio en el interior de ella para que el suspirar del prisionero suba a Dios. Y debido a estas cosas y porque es la voluntad de Dios que Sus hijos sean libres de todo yugo de esclavitud, nosotros recurrimos a este Libro del Antiguo Testamento para aprender Cómo Vencer.

 

 

Nosotros necesitamos toda la Biblia y descuidar cualquier parte de ella significa una pérdida efectiva. El Antiguo Testamento es tan necesario como el Nuevo, porque en el Nuevo se declara que las cosas que están registradas en el Antiguo Testamento están registradas como enseñanza para nosotros. (1ª Corintios 10: 11 - NBA).

 

La pepita de oro más grande que los campos de oro californianos jamás produjeron fue encontrada en un terreno reclamado que se suponía que iba a ser explotado. Algunos suponen que la Biblia está agotada, lo suficientemente buena para los días pasados, pero anticuada y sin valor práctico ahora, y por eso la han abandonado por otros campos que no producen oro en absoluto. Nosotros sabemos que ella es una mina inagotable de riqueza porque es la palabra del Dios vivo.

 

Es con este conocimiento que nosotros acudimos al libro de Jueces. A nosotros no nos preocupa cuál mano humana sostuvo la pluma al escribirlo; basta con que dicho libro tenga su lugar en las Escrituras, y "toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." (2ª Timoteo 3: 16, 17).

 

En el libro de Jueces está el oscuro trasfondo de los fracasos y derrotas de Israel. Son realmente advertencias solemnes para nosotros pues corremos el peligro de ser vencidos y cautivados por enemigos ni un ápice menos reales que los que esclavizaron al pueblo de Dios en el pasado. Pero este oscuro trasfondo no hace más que poner de resplandeciente relieve las grandes victorias obtenidas por los hombres cuya fe estaba en Dios. Estas victorias son ilustrativas de la forma en que nosotros, por la gracia de Dios, también podemos vencer.

 

De modo que el título de nuestras pláticas será «Cómo vencer», y los enemigos de los que hablaremos son—

 

Los Mesopotámicos - EL MUNDO

Los Moabitas - LA CARNE

Los Madianitas - EL DIABLO

Los Cananeos - LAS COSAS TERRENALES

Los Filisteos - LA RELIGIÓN CARNAL

 

Ellos nos son presentados en el orden arriba expuesto y en ese orden los consideraremos orando fervientemente para que todos podamos ser más que vencedores. Tendremos poca dificultad en demostrar que las naciones que oprimieron a Israel presentan a nuestros enemigos, como ya se ha afirmado, pues las marcas son muy evidentes en el rostro de ellos; ni encontraremos muchos que se opongan a nosotros cuando afirmamos que la mayoría de los cristianos están bajo el poder de uno o más de estos enemigos, y que la imperiosa necesidad del día es la liberación.

 

El Carácter de las Victorias

 

Las victorias obtenidas por los Jueces no fueron de carácter agresivo; no fueron victorias de conquista. Sus enemigos procuraban apagar la luz de ellos como nación libre y privarlos de la herencia que Dios les había dado, y cada batalla que estos líderes de Israel libraron fue para mantener su existencia nacional y para retener y disfrutar lo que les pertenecía.

 

La intención de Dios era que este pueblo saliera siempre victorioso; y cuando cruzaron el Jordán Él estuvo con ellos con todo el poder de Su fuerza, y si hubieran continuado sometidos a Él ningún otro yugo podría haber sido puesto sobre sus cuellos. Pero ellos se apartaron de Él y tuvieron que cosechar los amargos frutos de sus rebeliones. Ellos siguieron los pecados y los dioses de las naciones y se convirtieron en esclavos de aquello que ellos seguían. Ahora bien, el mismo Dios que en los tiempos pasados destruyó a los egipcios y dio la Tierra Prometida a Israel es el que ahora nos ha libertado y nos ha dado una herencia incorruptible e inmarcesible. (1ª Pedro 1: 3 a 7). Esto es lo que proclama el Evangelio y todos los que lo han recibido pueden regocijarse en un gran Salvador, el cual ha destruido por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y libró a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. (Hebreos 2: 14, 15). Y esta liberación del poder del diablo ha sido efectuada para que podamos entrar y disfrutar de las grandes riquezas que se nos han dado en Cristo y con Cristo.

 

 

Pero, nosotros somos exhortados a mantenernos firmes en esta libertad con la que se nos ha hecho libres ya que el peligro de estar sujetos a algún yugo de esclavitud está siempre presente. Es cuando fracasamos en esto y el corazón va tras las cosas del mundo y de la carne que nos esclavizamos y, como estos hijos de Jacob, nos convertimos en siervos de lo que seguimos. Entonces, todo servicio y todo testimonio son obstaculizados y llegamos a ser desdichados, e inútiles para los demás.

 

 

Pero si nos mantenemos firmes con ojo sencillo y un corazón indiviso en nuestra libertad dada por Dios, podemos cumplir nuestro elevado destino como testigos para Cristo y ganar nuevos territorios para Él; porque cada alma salvada por medio de nuestro testimonio es una nueva porción de territorio ganada al poder del enemigo para el reino y la gloria del Señor.

 

El Secreto de la Libertad Cristiana

 

El evangelio nos ha hecho libres del yugo del pecado y de Satanás para que nosotros pudiéramos presentarnos a nosotros mismos a Dios. (Romanos 6: 13). Este es el secreto de una vida feliz de libertad cristiana pues cuando presentamos nuestros cuellos a Su yugo nosotros seremos libres de todos los otros yugos. Y este yugo no es molesto sino fácil porque al someternos a Dios nos estamos sometiendo a Aquel cuyo amor sin medida ha sido manifestado hacia nosotros en la muerte de Jesús. La sangre por la que tenemos redención es la garantía y la señal de un amor demasiado inmenso para comprenderlo, y el conocimiento de ese amor nos obliga a no vivir para nosotros mismos, sino para Aquel de quien el amor es.

 

Un Rasgo Notable

 

Hay un rasgo notable en la historia de Israel que en esta ocasión exige nuestra atención. En 1º de Reyes capítulo 6 se afirma que el número de años entre la liberación desde Egipto y la edificación del templo de Salomón fue de 480 años. Pero el número real según el discurso de Pablo a los Judíos en Hechos 13 fue 573 mostrando una diferencia de 93 años en los dos relatos.

 

«¿Cómo puede el Libro ser de origen divino cuando se produce una discrepancia tan evidente en él?», se mofa el incrédulo, — «una discrepancia que el cuidado humano común podría haber evitado.»

 

Pero aquello en lo que tropieza el incrédulo en su ceguera está lleno de enseñanza para aquellos que están dispuestos a ser enseñados por Dios, y en esto que parece ser un error tenemos una solemne lección.

 

La edificación del templo de Salomón sigue la línea de las intenciones de Dios para con Su pueblo. Él los había redimido para que vivieran enteramente para Él y prepararan una morada para Él (Éxodo 15: 2 – KJV, WB). Pero durante los noventa y tres años en los que sirvieron a Sus enemigos y a los de ellos, ellos no vivieron para Él, — no era ese Su propósito para ellos, — y como consecuencia, Él no podía contabilizar esos tristes años en Su calendario.

 

En Hechos 13 el apóstol Pablo insistió en el hecho de que Cristo era la única esperanza de ellos. Les mostró que todos, excepto Él, habían fracasado. Incluso David, el mayor libertador y jactancia de ellos, había caído bajo el poder de la muerte y vio corrupción. Esta era la línea de la responsabilidad de ellos, y los años de fracaso son contabilizados para que el Cristo resucitado, en Su perfección y victoria sobre todos los enemigos, pudiera destacarse en bienaventurado contraste con todo lo que había pasado antes de Él.

 

Los noventa y tres años omitidos en el cómputo de Dios cuando se trató de Su propósito para su pueblo parecen estar compuestos de la siguiente manera:

 

  8 años bajo Mesopotamia, Jueces 3: 8;

18 años bajo Moab, Jueces 3: 14;

20 años bajo Canaán, Jueces 4: 2, 3;

  7 años bajo Madián, Jueces 6: 1;

40 años bajo Filistea, Jueces 13: 1,

= un total de 93 años.

 

Tenemos, además de lo anterior, la opresión de los amorreos durante dieciocho años (Jueces 10: 8), pero aquí se afirma claramente que ello fue sólo al otro lado del Jordán (no realmente en la tierra), por lo que no afecta al asunto en absoluto.

 

Si esta es la verdadera explicación de la aparente discrepancia (y creemos que es así), qué lección de peso ella enseña. Todos los días y años que no son vividos para Dios son días perdidos, y no vivimos verdaderamente para Él si estamos sometidos en esclavitud por nuestros enemigos. Sólo se puede decir que nosotros vivimos verdaderamente para Él cuando nuestras almas son libres y Cristo y Sus cosas son supremas en nuestras vidas. Todo lo demás es muerte y pérdida.

 

Todo esto será manifestado en el tribunal de Cristo cuando la obra de cada hombre será juzgada. Veremos entonces que cada día en que hemos vivido para el mundo, la carne, el diablo, o para cualquier cosa en lugar de vivir para Cristo, ha sido un día perdido. Leemos, "Si la obra de alguien es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como a través del fuego". (1ª Corintios 3: 15 - NBA).

 

Prestemos seriamente mucha atención a este asunto de suma importancia recordando que los días son pocos. La venida del Señor está cerca cuando seremos llevados por Su poder redentor a la felicidad eterna de nuestra Patria y, al mirar hacia atrás, al camino que hemos recorrido, nos veremos obligados entonces a escribir «PERDIDO» sobre cada día y hora en que Cristo no haya sido lo primero en nuestras vidas porque entonces veremos las cosas como Dios las ve.

 

Entonces, es evidente que vivir para Él es la única vida que vale la pena vivir porque sólo esto permanecerá por la eternidad. El mundo piensa de otra manera y la carne dentro de nosotros puede hacer otras sugerencias y proponer la autocomplacencia, la comodidad, la mundanalidad, la fama, el oro o el placer, como siendo más dignos de nuestra atención; pero en el fondo de nuestro corazón sabemos que hay algo mejor y, enseñados por el Espíritu, vemos claramente que las grandes obras de los hombres se esfumarán, mientras que el trabajo en el Señor no es en vano; y vemos también que la tierra y las obras que hay en ella perecerán mientras que nuestra herencia y las cosas de Dios son preciosas imperecederas y eternas.

 

Resistan

 

Es posible que cada hijo de Dios lleve la guerra al campo del enemigo como un buen soldado de Jesucristo y que siga audazmente el estandarte desplegado del testimonio de nuestro Señor; pero esto, que es la verdadera guerra cristiana, apenas está dentro del alcance de nuestras maneras de vivir. Sólo cuando son obtenidas las victorias de las que hablamos podemos esgrimir la espada agresivamente.

 

Al vencer al mundo, etc., estamos «resistiendo» contra los enemigos que buscan un asidero en nuestros corazones para hacernos inútiles para el Señor. Estamos, a fin de cuentas, «guardándonos para Cristo

 

Nosotros podemos sentir nuestra debilidad y nuestra inhabilidad para hacer algo por el Salvador a quien amamos, pero todos nosotros podemos guardarnos sólo para Él y todo es posible para aquellos que hacen esto. Pero para ello debemos mantener intacta la línea de comunicación con Él.

 

Cuando un general dirige a sus hombres contra el enemigo él debe mantener una comunicación constante con la base de sus suministros. Él será un hombre derrotado si no lo hace porque la comida, las municiones y los refuerzos y todo lo que necesita están en la base de operaciones. El enemigo utilizará todos los medios a su alcance para superarlo en táctica y cortar la línea de sus comunicaciones. Él debe proteger esa línea a toda costa pues si se descuida en esto el valor y el entusiasmo de sus hombres serán en vano.

 

También nosotros debemos mantenernos en contacto con, por así decirlo,  nuestra base de operaciones,  si es que queremos salir victoriosos. El diablo es un enemigo astuto y nos cortará nuestros suministros si puede, de ahí la necesidad de la exhortación a los creyentes para que "con propósito de corazón permaneciesen adheridos al Señor" (Hechos 11: 23 – VM), porque todas nuestras provisiones están en Él. Él es indispensable para nosotros, pero Él es del todo suficiente para nosotros, y no podemos fracasar si permanecemos fieles a Él. Nuestra responsabilidad es, 'Presentarnos nosotros mismos a Dios' (Romanos 6: 13), 'Permanecer adheridos al Señor' (Hechos 11: 23 - VM) y,  'Andar en el Espíritu.' (Gálatas 5: 25 – RVA).

 

Así seremos "más que vencedores por medio de aquel que nos amó". (Romanos 8: 37).

 

J. T. Mawson

 

Traducido del inglés por: B.R.C.O. – Marzo 2021

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:

 

KJV = King James 1769 (conocida también como la "Authorized Version en inglés"), versículos traducidos del Inglés al Español por: B.R.C.O.

NBA = Nueva Biblia de las Américas, Copyright 2005 by The Lockman Foundation.

RVA = Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano)

VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).

BW = Webster Bible 1833 

Título original en inglés:
HOW TO OVERCOME - Foreword - The Imprisoned Eagle,
by J. T. Mawson
Traducido con permiso
Publicado por:

Versión Inglesa
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