EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

CANAÁN Y LA ARMADURA DE DIOS (J. N. Darby)

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Canaán y la Armadura de Dios

 

J. N. Darby

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles (" ") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RV60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

Lectura Bíblica: Efesios 6: 10-20.

 

Podría parecer extraño a primera vista que en esta epístola donde está la completa exposición de los privilegios de los hijos de Dios surja un conflicto, pero a menudo no somos conscientes del carácter del conflicto por no conocer nuestros privilegios. Aquí se encuentra que estamos especialmente en conflicto, y en un conflicto que no se conoce ni se entra en él hasta que nos damos cuenta de los privilegios que esta epístola expone especialmente.

 

En la epístola a los Gálatas hay conflicto pero es un conflicto entre la carne y el Espíritu, — la carne deseando contra el Espíritu y el Espíritu contra la carne (Gálatas 5: 17), pero en la epístola a los Efesios no se trata de la carne sino de huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. (Efesios 6: 12). Nosotros tenemos que vencer a la carne y hay una conexión muy estrecha entre estos dos conflictos. Sin embargo, ellos son diferentes.

 

En Efesios se trata de una nueva creación; Cristo ha ascendido a lo alto, Él "llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres". (Efesios 4: 8). Tan completamente nos ha sacado del poder de Satanás que Él puede hacer que seamos utensilios de Su servicio. Él nos ha sacado del mundo y luego nos ha enviado a él, y si estamos asociados así con Cristo (lo cual es el privilegio de todo cristiano, aunque no todos se dan cuenta de ello), debemos esperar todo el conflicto asociado con el lugar al que somos llevados. En la medida en que nos damos cuenta de que somos utensilios para el servicio celestial nosotros entendemos este carácter especial de conflicto.

 

Ustedes no pueden cruzar el Jordán sin encontrar en la tierra al cananeo y al ferezeo. Existen las pruebas y los peligros del desierto que ponen a prueba nuestros corazones, — todos conocemos más o menos acerca del cansador camino que pone a prueba nuestros corazones y descubre lo que hay en ellos, — pero la experiencia del desierto no es lo mismo que el conflicto en la tierra. Cuando Josué llegó al lugar de los privilegios del pueblo de Dios él estaba en el lugar del conflicto. Dios ha puesto a Cristo como Hombre en la gloria porque Él (como Hombre) ha glorificado perfectamente a Dios en cuanto al pecado. Cristo no sólo ha muerto por nuestros pecados sino que nosotros hemos muerto con Él (muertos con Cristo es lo que el Jordán es), y hemos sido resucitados y hechos sentar juntamente en los lugares celestiales en Cristo Jesús; así asociados, muertos y resucitados con Él, somos llevados al lugar donde está todo el conflicto. Es muy valioso y precioso aprehender esto claramente; muchos cristianos no se han dado cuenta de ello. Hay muchos que todavía están en Egipto contando con el valor de la sangre en los dinteles de las puertas pero sin saber nada de la liberación consumada en el Mar Rojo. Israel tuvo que estar firme y ver la salvación de Dios (Éxodo 14: 13); esto responde a la muerte y resurrección de Cristo. Yo estoy fuera de Egipto: el juicio que cayó sobre los egipcios me ha salvado. Dios ha resucitado a Cristo y Le ha dado gloria para que nuestra fe y esperanza pudiesen estar en Dios. Así como todo pobre pecador ha sido expulsado del paraíso terrenal porque el pecado está completo en el primer Adán, así soy yo sacado de este mundo al paraíso celestial en el postrer Adán porque la justicia está completa. El hecho de que Dios resucitara a Cristo y Le diera gloria demuestra que el asunto del pecado ha quedado totalmente resuelto en Cristo en la cruz y, en virtud de ello, Él está sentado donde está, a la diestra de Dios. El paso a través del desierto es para afligirnos y probarnos; nuestra perseverancia es puesta a prueba por Dios conduciéndonos a través de la senda en la que Cristo fue hallado implícitamente fiel. Israel atravesó aquel desierto grande y espantoso donde había serpientes ardientes, y escorpiones, y sed, donde no había agua. Dios les sacó agua de la roca del pedernal y los sustentó con el maná para afligirlos y probarlos, para a la postre hacerles bien. (Deuteronomio 8: 15, 16).  Ellos llegaron al Jordán, lo pasan, entran en la tierra, comen del fruto de la tierra, y la tierra es de ellos.

 

En el desierto y en Canaán tenemos dos caracteres de la experiencia cristiana, — uno, la vida aquí abajo; el otro, la posición en los lugares celestiales. Nosotros no sólo somos un testimonio al mundo sino también a los principados y potestades en los lugares celestiales: "A fin de que ahora sea dada a conocer por medio de la Iglesia la multiforme sabiduría de Dios a los principados y potestades en los lugares celestiales". (Efesios 3: 10). Dios "juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús" (Efesios 2: 6), pero aunque todo eso es cierto en cuanto a enunciado, en cuanto al hecho el cananeo y el ferezeo están todavía en la tierra para disputar la posesión.

 

Nosotros tenemos nuestro lugar en el poder del Espíritu de Dios. Habiendo Cristo ido antes, nuestro lugar es seguro para la fe, pero el Cananeo aún no ha sido destruido, — los enemigos de Cristo aún no han sido puestos bajo Sus pies, así que el conflicto caracteriza el lugar del pueblo redimido del Señor. Cuando Josué entró en la tierra se encontró con un varón con la espada desenvainada. La lucha iba a caracterizar la posesión de ellos de la tierra, y cuando Josué pregunta: "¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?" (Josué 5: 13) la respuesta fue: "No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora". (Josué 5: 14). Ellos eran los redimidos de Jehová, —-el ejército de Jehová, — tan completamente de Jehová que Él los usa como Sus siervos en el conflicto para someter a Sus enemigos.

 

Ellos deben fortalecerse en Jehová y en el poder de Su fuerza y no pueden pelear las batallas de Jehová si la carne está en acción. Con un Acán en el campamento (Josué 7) no puede haber victoria alguna y por lo tanto debemos estar muertos de manera práctica para luchar exitosamente: es decir, no simplemente considerarnos nosotros mismos como estando muertos, sino llevando en el cuerpo siempre la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.. (2ª Corintios 4: 10).

 

Pablo, como siervo, llevaba siempre consigo el sentido de esto, no como un mero título, sino que "Pablo" era mantenido completamente abatido llevando siempre en su cuerpo el morir de Jesús. Nada de Pablo aparecía: Era sólo Jesús. Tan pronto como ellos cruzan el Jordán (Jordán es muerte y resurrección con Cristo), fueron circuncidados (Josué 5: 1-9), — la muerte es aplicada de manera práctica, y de la misma manera después que cruzaron el Mar Rojo ellos tuvieron que beber el agua amarga, — realmente el agua salada. (Éxodo 15: 22, 23). Ellos habían sido salvados mediante ella; ahora debían beberla. "Por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas está la vida de mi espíritu". (Isaías 38: 16).

 

Tan pronto como nosotros llegamos a los lugares celestiales obtenemos el "fruto de la tierra", — encontramos a Cristo allí, nos alimentamos de Él, pero tenemos que estar circuncidados, despojarnos del cuerpo de la carne de manera práctica. Israel entró en la tierra y tuvo que ser circuncidado, — conocían su derecho pero no habían asumido el terreno de estar muertos y resucitados (de Egipto) de manera práctica. Si un hombre está muerto y ha resucitado de manera práctica, ¿qué tiene él que ver con este mundo? Un hombre muerto y sacado así del mundo tiene que pasar por el mundo y volver a vivir en él si Dios así lo quiere. Nosotros tenemos que encontrarnos con el desierto de camino hacia la gloria.

 

Como uno asociado con el Señor yo soy testigo y testimonio al mundo de lo que un Cristo celestial es. Yo he de ser un seguidor de Dios, un imitador de Dios. Buscaré otras almas para que lo disfruten conmigo. Si nos estamos esforzando por servir al Señor, ¿acaso no encontraremos obstáculos? Si procuramos mantener al pueblo del Señor en el lugar de fidelidad a todo esto, ¿piensa usted que Satanás lo dejará en paz? Habrá asechanzas de Satanás para que los santos caigan en su poder y nosotros tenemos que resistir sus estratagemas aún más que su poder.

 

La incredulidad y la superstición en sus diversas formas se oponen a nosotros. Consecuentemente, necesitamos toda la armadura de Dios desde el momento en que entramos. No resistiremos en nuestras propias fuerzas; necesitamos la fortaleza del Señor y el poder de Su fuerza. Necesitamos toda la armadura; no debe faltar ni una sola pieza. La armadura debe ser de Dios; la armadura humana no protegerá de los ataques de Satanás. La confianza en esa armadura nos involucrará en el combate que es para hacernos caer ante un enemigo más fuerte y astuto que nosotros. Veamos cuál es esa armadura completa.

 

"Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad". (Efesios 6: 14). Esto es lo primero, considerando lo que llamamos la parte subjetiva. Nuestro estado es lo primero y no hay actividad divina hasta que el corazón está perfectamente en orden. Los lomos son el asiento de la fuerza cuando están debidamente ceñidos, pero representan los afectos íntimos y los movimientos del corazón. La figura está tomada de las costumbres del país donde estas enseñanzas fueron presentadas, y los habitantes de esos países llevaban vestiduras largas que les impedían trabajar a menos que estuvieran ceñidas. Obtenemos la expresión en Job 38: 3 donde leemos, "Ahora ciñe como varón tus lomos", — es decir, para ver qué es lo que él tenía que decir a Dios. Es el poder de la verdad aplicada a todo lo que sucede en el corazón; no se trata de doctrina sino verdad aplicada de manera práctica. El Señor dijo: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad". (Juan 17: 17). Dios ha enviado en medio del mundo todo lo que puede juzgar al hombre conforme a lo que Dios es. Cristo es el centro de la Palabra; Él era la luz del mundo; Él reveló los pensamientos de muchos corazones. Él estuvo aquí como hombre y reveló lo que Dios era, y el mundo fue juzgado mediante ello. Él viene y trae todo lo que es divino y celestial en un hombre (Cristo) en contacto directo con todo lo que es contrario a Dios en este mundo.

 

Satanás, como el dios de este mundo, condujo al hombre contra Cristo. Algunos imaginan que él ha dejado de ser el dios y príncipe de este mundo, pero aunque la cruz quebrantó su título, no fue sino hasta la cruz (donde el hombre se alzó abiertamente, bajo Satanás, contra Dios) que él llegó a ser su príncipe. La verdad vino al mundo, — Cristo mismo, la verdad. La verdad de Dios traída directamente a los corazones de los hombres descubre los pensamientos e intenciones de ellos. Ahora bien, cuando recibo esta Palabra  aplicada efectivamente a mí, yo obtengo el cinto de la verdad.

 

Cuando todo lo que Dios ha dicho en Su Palabra, y las realidades invisibles que El revela tienen su verdadera fuerza y aplicación a mi corazón, mis lomos están ceñidos, mis vestiduras no son arrastradas en el fango de este mundo, mis pensamientos no vagan, y la condición de mi corazón está, por así decirlo, remangada y lista para el servicio, cualquiera que este pueda ser. Nosotros no entramos en este conflicto hasta que estamos en este lugar. Tenemos el conflicto del viejo hombre, pero eso es Egipto. Para obtener la victoria sobre Satanás y llevar a cabo las batallas del Señor, debo darme cuenta de mi posición según la verdad así como Israel venció siendo consciente de las promesas de Dios.

 

Para comenzar, mi corazón debe estar completamente probado y sometido a una Palabra celestial. El Señor dijo: "Nadie subió al cielo". (Juan 3: 13). Cristo trae esta verdad celestial ante nosotros y dice: «¿Corresponde a esto lo que hay en tu corazón?» Cuando esta Palabra se convierte en un deleite positivo para nosotros, nosotros obtenemos el gusto y la apreciación de las cosas celestiales, — todo lo amable y todo lo que es de buen nombre, — que Él nos ha traído. Por una parte yo tengo el juicio de toda carne en mí, y por la otra la bienaventuranza de lo que Cristo es. Dondequiera que los lomos estén ceñidos con la verdad habrá confianza en el corazón y el alma estará firme. No habrá retroceso en el conflicto para juzgarnos a nosotros mismos. Nuestras almas estarán, por así decirlo, con Dios de manera natural. Habrá ocupación de corazón con Cristo y el Espíritu Santo tomará las cosas que son de Cristo y nos las hará saber.

 

El resultado de este ceñimiento de los lomos es que la condición de un hombre es el efecto de la verdad. Esta era la condición de Cristo; Él era la verdad, y mi condición será semejante a la de Cristo en la proporción en que la verdad esté vigente en mi corazón. Con los afectos y el corazón correctos yo paso por el mundo en espíritu con Él. "Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia". (Efesios 6: 14). Preste usted atención a que todo esto es justicia práctica con Dios. No queremos armadura para con Dios; la queremos contra Satanás.

 

Si soy un hombre inconsistente, yendo a servir a Dios sin la armadura de justicia en la mano derecha y en la izquierda, — sin piedad práctica, — Satanás seguramente lo sacará a relucir. Por ejemplo, al predicar, si su andar no es consistente, el mundo dirá que usted no es mejor que ellos y Satanás tendrá entonces poder contra usted. Si usted anda conforme a Cristo porque su corazón es conforme a Cristo, usted tiene la coraza de justicia, pero a menos que un hombre tenga una buena conciencia él será un cobarde y temerá ser detectado.

 

Con una buena conciencia podemos seguir adelante confiadamente. La condición del alma donde Cristo es revelado es la verdad y el andar del hombre es correcto, — no hay nada de lo que Satanás se pueda valer.

 

Ceñidos los lomos con la verdad y vestidos de la coraza de justicia yo he de procurar entonces que mis pies estén calzados "con el apresto del evangelio de la paz". (Efesios 6: 15). Yo paso por el mundo con los pies calzados. "¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz…!" (Isaías 52: 7). En esta senda no hay egoísmo alguno; el egoísmo está para mantener sus derechos, pero eso no es tener mis pies calzados con paz. El yo está subyugado si estoy siguiendo a Cristo. "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón". (Mateo 11: 29). Aprender de Cristo lleva consigo paz, el alma está en paz con Dios, la conciencia está en reposo, sus pies están calzados con paz, y él lleva a través del mundo el espíritu y el carácter de Cristo.

 

Él esta vestido con la coraza de justicia. ¿Cuál era la senda del bendito Señor? No había duda en cuanto a Su estado. Él permaneció intacto con todo lo que el hombre podría traer contra Él; Sus pies estuvieron calzados. Lo mismo sucede con aquel que sigue a Cristo; él puede sacar a relucir el espíritu y el carácter de Cristo dondequiera que va. Puede suscitar aborrecimiento, como ello lo hizo con Cristo; Su amor perfecto sacó a relucir el aborrecimiento del hombre, pero un hombre sometido, piadoso y recto será un hombre pacífico al pasar a través del mundo, y aunque el hombre no le hable pacíficamente, en cuanto dependa de él, él ha de vivir pacíficamente con todos los hombres. Así lo tenemos en ambos aspectos, — la senda se caracteriza por el espíritu de gracia y paz, y hay justicia y verdad. Un buen estado de corazón en primer lugar, los lomos ceñidos con la verdad, justicia como coraza y pies calzados con paz, el alma subjetivamente bien, entonces yo puedo tomar el escudo de la fe. Subjetivamente correcto, yo no tengo que pensar en mí mismo.

 

Un hombre que anda sin nada en su conciencia es libre; si no anda bien él estará ocupado consigo mismo. La mera existencia de una mala naturaleza no supone una mala conciencia, pero ceder a ella sí. No se nos dice que confesemos el pecado sino los pecados; pues es fácil confesar el pecado, — fácil es decir: «Soy una pobre criatura pecadora», pero eso generalmente es excusar los pecados. Yo no he logrado mantener la carne subyugada. Obviamente yo nunca puedo decir que no tengo pecado, pero si no llevo en el cuerpo la muerte de Jesús, muerto de manera práctica, la carne ciertamente me delatará. Nosotros queremos estos tres primeros elementos de la armadura y entonces no tenemos que pensar acerca de nosotros mismos. Estando en la luz de manera práctica, como Él está en luz, con el corazón correcto, yo obtengo entonces el escudo de la fe, con el cual podré apagar todos los dardos de fuego del maligno. (Efesios 6: 16). Este escudo supone que yo puedo mirar hacia arriba con entera y bienaventurada confianza en Dios. "El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente", "Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día". (Salmo 91: 1, 4, 5).

 

Dios está encima de Satanás. Satanás puede lanzar sus saetas pero ellas no pueden penetrar el escudo de la fe. En Cristo la victoria ha sido ganada en el hombre para el hombre. Satanás hizo lo peor que pudo contra Cristo, primero para seducirle y después para disuadirle, pero fue completamente vencido. Todo el poder de Satanás ha sido quebrantado y ha desaparecido. Cristo ha padecido la muerte y ha destruido al que tiene el imperio de la muerte. (Hebreos 2: 14).  Cristo no sólo ha quitado nuestros pecados sino que como hombre estando en lugar nuestro, ha vencido completamente al diablo. No se nos dice que venzamos sino que resistamos al diablo y él huirá de nosotros. (Santiago 4: 7). Si se le resiste él se encuentra con Cristo en nosotros y huye. La naturaleza humana no puede resistir; ella asentirá. No es una cuestión de poder por nuestra parte sino de simple fidelidad y de mirar a Cristo; no es que nosotros somos fuertes sino que el poder se perfecciona en la debilidad. (2ª Corintios 12: 9). ¿Qué fue alguna vez tan débil como Cristo, Cristo crucificado en debilidad? (2ª Corintios 13: 4).  Pero por otra parte, lo débil de Dios es más fuerte que los hombres y lo insensato de Dios es más sabio que los hombres. (1ª. Corintios 1: 25).

 

Nada podría ser más débil e insensato a los ojos del hombre que la cruz, pero sin embargo nosotros sabemos que ella es poder de Dios y sabiduría de Dios. Siempre que nos contentamos con considerarnos débiles ahí está la fuerza que nos habilita para vencer. Satanás es muy sutil. Si Satanás trata con el hombre (el hombre sin Dios), todo ha terminado para él. ¿Cómo es posible que hombres sabios y cultos de este mundo cedan a despropósitos tales como el ritualismo y cosas por el estilo? Satanás, más listo que ellos, está detrás de todo y se ríe de verlos confiar en su propia sabiduría. El alma sencilla que tiene su corazón adecuado no puede equivocarse. Satanás no tiene ninguna clase de poder mientras el alma anda en obediencia. Ese es el secreto de todo ello. Si ando inconsistentemente, el escudo de la fe estará indisponible y yo estaré abierto a todos los dardos de fuego.

 

Debe haber esa bienaventurada confianza en Dios que cuenta con que Cristo ha vencido completamente al mundo y al diablo, y que todo el poder del mal que hay ahora en el mundo pronto será sofocado. Nosotros debemos ejercitarnos en el conflicto; el Señor ha dicho: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo". (Juan 16: 33).

 

Hasta el momento no hemos destacado ninguna actividad, — hasta ahora, ella es defensiva. La armadura defensiva es lo primero. Nosotros somos lentos para entender esto y a menudo nos involucramos en actividades cuando debiésemos estar quietos. El escudo es defensivo. Satanás es activo. El Señor puede bendecirnos y socorrernos, en Su gracia, pero hay muchos que se involucran en actividades sin conocerse a sí mismos. El yelmo de la salvación sigue siendo defensivo: Nosotros tenemos la certeza consciente, bienaventurada y plena de estar en los lugares celestiales en Cristo, — el alma andando en la plena confianza de que yo tengo a Cristo allí, el cual me ha librado del poder del diablo. Cristo ha peleado mi batalla y ha vencido. Puedo mantener mi cabeza en alto porque tengo salvación. La bienaventurada certeza de que estoy en Cristo y Cristo está a mi favor es para mí mi yelmo. Ahora puedo ser activo. Habiendo juzgado la carne, andando piadosamente, apacible en mi senda a través del mundo, con confianza en Dios y la salvación asegurada, yo puedo tomar la espada del Espíritu (Efesios 6: 17), — puedo luchar, protegido en el hombre interior y escudado de todos los ataques externos. Yo tomo la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Nosotros no siempre miramos para ver que ello es así, — que no hay nada entre Dios y nuestras almas, de modo que Él está con nosotros en el conflicto de manera práctica.

 

¿Estamos nosotros andando conscientes de manera práctica de que Dios está con nosotros? Si en el campamento hay un Acán, como lo hubo en el caso de Israel, Dios no subirá. Es de suma importancia que seamos claros en cuanto a esto. El apóstol Pablo golpeaba su cuerpo y lo ponía en servidumbre. (1ª Corintios 9: 27). Si hemos de estar activos en el servicio del Señor debemos salir de la presencia del Señor conforme a lo que Su presencia nos da.

 

Pablo dijo: "Yo mismo me ejercito constantemente en conservar una conciencia irreprensible ante Dios y ante los hombres" (Hechos 24: 16 – RV1977), — siempre juicio propio, siempre manteniéndose cerca de Dios, y entonces usted puede salir en servicio a los demás, — quizás no siempre en el ministerio público pero sí en la senda de la vida cotidiana.

 

Usted tendrá La comunión íntima del Señor (Salmo 25: 14), será consciente de Dios, tendrá claridad de  criterio y no estará distraído o  desalentado por media docena de pensamientos. Usted tiene la comunión íntima del Señor, — avanzando en silencio, puede ser, pero avanzando con Dios. Luego viene, con independencia de cuán activo yo puedo estar, la preparación interior: "Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos". (Efesios 6: 18). Nosotros hemos tenido los afectos internos y la espada del Espíritu, pero ahora se trata de la dependencia total, — la Palabra de Dios y la oración.

 

Estas dos cosas son encontradas juntas a lo largo de la Escritura: la Palabra de Dios y la oración. María se sentó a los pies del Señor y oía Su palabra. El Señor dijo: "María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada". (Lucas 10: 42). En los versículos siguientes el Señor enseña a Sus discípulos a orar. Cuando los apóstoles eligieron diáconos el motivo señalado es para que ellos se pudieran entregar continuamente a la oración y al ministerio de la Palabra. (Hechos 6: 1-7).

 

Cuando va a ser llevado a cabo un servicio contra las asechanzas del diablo, la mitad de la batalla debe librarse de antemano en la presencia de Dios, en oración. Cuando el príncipe de este mundo vino al Señor en el huerto de Getsemaní él Le encontró agonizando en oración. Pedro dormía mientras el Señor oraba: y el resultado fue que Pedro Le negó pero el bendito Señor dio testimonio de la buena profesión. (1ª Timoteo 6: 13).

 

Nada puede, ni podrá jamás, substituir a ese fervor en la oración; si queremos tener a Dios con nosotros, debemos orar. Ello se caracteriza por una perfecta quietud. Si tenemos a Dios con nosotros, nosotros debemos estar con Dios que es soberano en amor y benignidad y nos ha asociado con Sus propios intereses. ¿Acaso no anhela mi corazón la conversión de pobres pecadores? ¿No oro yo para que los corazones conozcan más de Cristo, — para que los santos puedan andar más fielmente? Dios desea esto y Él nos ha dado una senda en el mundo asociada con Sus intereses. Debe haber perseverancia y súplica por todos los santos. Si veo un alma en peligro de extravío yo acudo con toda perseverancia y súplica a Dios acerca de ella: Mi corazón está en ella.

 

La misma palabra usada por el Señor en Getsemaní es usada para Epafras, el cual rogaba encarecidamente en oración. (Colosenses 4: 12). Ello es un conflicto de corazón. Él ansía la bendición de Dios con todo su corazón, — anhelándola fervientemente y entrando en ella porque ella está en los intereses de Dios en el mundo. Esto tiene que ser llevado a cabo en oposición a Satanás, el cual traerá todo su engaño y su poder contra nosotros. Por consiguiente, nosotros tenemos que estar con Dios. ¡Qué bienaventuranza es conocer que obtengo poder y sabiduría de parte de Dios, gracia y sabiduría en la práctica! Si yo uso una espada debo obtener sabiduría para ello. ¡Qué lugar de bendición sería si todos estuviéramos con Dios de manera práctica!

 

Para nuestras propias almas ello es muy útil porque la oración es la expresión de una dependencia total pero, al mismo tiempo, de confianza en Dios. Una persona como Pablo, en debilidad y temblor, con luchas por fuera y con temores por dentro, ¡yendo de un sitio a otro obteniendo victorias! Él dice a los corintios: "Estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor". (1ª Corintios 2: 3). Siempre es bueno ser conscientes de la debilidad, a condición de que haya fe en Dios. La dependencia constante es la expresión constante de la fe en Dios; el alma acude a Dios con los asuntos de Dios; y nosotros nos damos cuenta de cuánto ellos son nuestros. El bendito Señor descendió al polvo de la muerte. El poder de Satanás fue ejercido al máximo pero todo dicho poder fue destruido. El Señor Jesús sube nuevamente y se sienta a la diestra de Dios, toma a Su pueblo, a quienes Él ha libertado completamente de la mano de Satanás, y los utiliza para el conflicto contra él, — los utensilios de Su servicio en el mundo. Qué lugar tan maravillosamente bienaventurado si tan sólo nosotros supiéramos cómo conservarlo, — bienaventurado es que nosotros hayamos sido hechos el ejército del Señor contra Satanás.

 

Cuanto más usted está en la vanguardia de la batalla, más expuesto estará a los dardos de fuego. Cuanto más usted da testimonio de los pensamientos de Dios, de la mente de Dios, del lugar que ocupan los santos en la mente de Dios, tanto más usted será objeto de los ataques de Satanás. Usted estará necesariamente expuesto a más asechanzas y peligros que los rezagados, y no hay lugar donde la dependencia es más necesaria y sentida.

 

Hay más fortaleza proporcionada para los que están en la vanguardia para dar testimonio del derecho de Cristo contra Satanás, y Satanás nunca dejará pasar esto sin oposición. Cuando tengo puesta toda la armadura y esgrimo la espada yo no debo pensar en la armadura sino en Dios y Sus propósitos, "velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos". (Efesios 6: 18). Oh, ¡cuán  poco sabemos de esto! Supongamos que vivimos todo un día: ¿Fue convertido en oración todo lo que sucedió? Si estoy andando manteniendo la causa de Cristo, en todo se acude a la oración. Ello es una prueba maravillosa del estado de nuestras almas.

 

¿Encuentra usted que usted puede interceder mucho por los demás? ¿Encuentra usted fervor en la intercesión por todos los santos? ¿Está mi corazón tan puesto en el interés de Cristo que puedo tener un interés duradero y continuo por los demás? Si mi corazón está en mal estado y la presencia de Dios me es revelada, yo pienso en mí mismo, — no soy libre para interceder por los demás.

 

"Y por mí", dice el Apóstol, "a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo…". (Efesios 6: 19, 20). ¿Cómo es esto en nuestro caso? Es una bendición asombrosa estar haciendo esto pero no podemos hacerlo si nuestras propias almas no están bien, — si yo no estoy en la presencia de Dios. Sólo mientras me dejo puesta esta armadura, soy útil: y todo está fundamentado en estar en un lugar permanente ante Dios. La sangre en el dintel de la puerta, el Mar Rojo cruzado, el Jordán pasado, circuncidados, y el oprobio de Egipto quitado, — entonces viene el conflicto en la tierra: Todo está fundamentado en la redención.

 

Tenga usted la seguridad de que nos enfrentaremos a las artimañas de Satanás. Nuestro propio estado y nuestra propia conciencia son fácilmente detectados si nuestros corazones son sencillos en la verdad. No se trata de que debemos aprender las artimañas de Satanás sino de que si nuestros corazones son sencillos seremos más que un rival para él. Satanás es mucho más hábil que nosotros, y dondequiera que la redención no es conocida plenamente allí Satanás engaña. En el momento en que la redención  es realmente creída desaparecen todos los sistemas de superstición tan extendidos en el mundo. Usted puede tener antiguas cosas que persisten, pero nunca encontrará a una persona bajo el poder de la superstición que sea consciente en sí misma de que Cristo ha muerto y ha padecido por ella.

 

Nosotros vemos a varones sabios y eruditos alejarse hacia el ritualismo y al diablo estando detrás de todo ello, pero en el momento en que la redención es realmente conocida el poder del diablo desaparece. El sistema del ritualismo continúa sobre la base de que Cristo puede tener que decir al hombre en la carne que él no está perdido y que no está muerto en sus pecados, y por consiguiente,  una redención completa y consumada es negada. En el momento en que yo tenga mi alma establecida en Cristo este lazo del diablo no imperará.

 

Un hombre puede conocer la verdad de la encarnación y puede hablar de la manera más hermosa de la persona del Señor que incluso los cristianos, pero él puede ser ignorante todo el  tiempo acerca de la redención. Yo tengo el testimonio de Cristo en mí; yo conozco a Cristo. Ellos pueden tratar de persuadirme de que Cristo es tal o cual cosa, pero yo Lo conozco; Yo Lo tengo; Él mora en mi corazón, de modo que no he de dejarme desviar por  insensateces como el ritualismo y cosas por el estilo. Que el Señor nos mantenga en un constante sentido de dependencia, en un sentido de lo que Él es, dependientes de Él en todo momento para que nunca podamos salir de la presencia de Dios, pues cuando estamos fuera de Su presencia hay peligro.

 

J. N. Darby

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Enero 2024

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:

RV1977 = Versión Reina-Valera Revisión 1977 (Publicada por Editorial Clie).

Título original en inglés:
"Canaan and the Armor of God, by J. N. Darby
 Traducido con permiso
Publicado por:

Versión Inglesa
Versión Inglesa