EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

OBEDIENCIA Y MANIFESTACIÓN (J. N. Darby)

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Duración: 15 minutos y 58 segundos

Obediencia y Manifestación

 

J. N. Darby

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles (" ") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RV60)

 

Lectura Bíblica: Evangelio de Juan, capítulo 14, versículos 18-28

 

Notas de una conferencia

 

De la revista "Christian Friend", Año 1889, páginas 29-35

 

Es sorprendente ver aquí la manera en que se obtiene el conocimiento establecido de nuestro lugar y posición, y sin embargo, los modos de obrar de Dios con nosotros son puestos de manera condicional sobre nuestro amor a Él. Yo obtengo la vida conocida y la paz perfecta: "La paz os dejo, mi paz os doy". (Juan 14: 27). Él dice también,  "El que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él". (Juan 14: 21). Esto no es, "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero" (1a. Juan 4: 19), — la obra de la gracia; pero aquí es, " El que me ama… mi Padre le amará". (Juan 14: 23). Es un trato con hijos; no un asunto de si acaso ellos son hijos, sino hijos obedientes; es el amor del Padre tratando con Su hijo y castigándolo si es necesario. Un padre no azota a su hijo cuando hace lo bueno, ni se complace con él cuando hace lo malo. Nosotros estamos bajo este gobierno paternal de Dios que depende de la conducta del hijo. Jesús nos ha encomendado a Él. Él dijo: "Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre". (Juan 17: 11). Él nos guarda como Padre; pero como "santo". Él hijo de Dios debe tener un andar que Le sea aceptable. Nosotros sabemos que estamos en Cristo y que Cristo está en nosotros; entonces debiésemos manifestarle en todo y considerarnos muertos. Estamos en Él en el poder de vida delante de Dios y en paz con la paz que Él da; tan perfecta que es la paz que Él mismo tuvo, — "Mi paz". Nunca pudo haber una nube sobre Él. Él siempre fue perfectamente consciente del divino favor. Nosotros también somos amados como Él fue amado. Luego vienen los tratos del Padre con uno que está en este estado. La demostración del amor es la obediencia; tal como un hijo que ama a su padre obedece a su padre.

 

Si nosotros conocemos la paz, — la paz que Él ha hecho, — y lo que es estar en Cristo, y Cristo en nosotros, es de suma  importancia la medida en que nuestras almas están andando en este disfrute actual de la manifestación de Cristo. Cuando andamos en obediencia el Espíritu Santo no es contristado; si no, Él hace que yo me ocupe de mí mismo. El efecto de Su presencia es hacer que yo descubra que me he equivocado. Él dice, «Tus pies están sucios». Obviamente, cualquier cosa burda se nos presenta de inmediato, a menos que nos hayamos endurecido; pero yo me refiero al descuido. Si no Le estoy contristando Él me revela las inescrutables riquezas de Cristo, y esa es la manifestación de Él. "Ya vosotros estáis limpios ", dice Él, "permaneced en Mí", y eso para llevar mucho fruto. (Juan 15: 3, 4).  El Padre trata con nosotros con respecto a nuestro andar. Qué bendición es saber que Él presta atención a todo lo que se refiere a nosotros. "No apartará de los justos sus ojos ". (Job 36: 7). ¡No hay un momento en que Él no conozca nuestro estado! Una aclaración tan perfecta de nuestro lugar con Dios es que el asunto es uno enteramente del andar y de la comunión.

 

El asunto de la aceptación no debería ser planteado jamás; está resuelto. "Porque yo vivo, vosotros también viviréis". (Juan 14: 19). Él debía morir antes de que yo pueda morir. Lo que ustedes tienen que preguntarse es: «¿;Me estoy regocijando en Dios? ¿Se manifiesta Cristo a mi alma?» o, ¿Hay algo en su alma, en sus modos de obrar, que impide que Él se manifieste a usted? "No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros". Él viene para estar con ustedes espiritualmente, para que ustedes puedan disfrutar Su presencia. ¿Están ustedes andando de tal manera que están disfrutando Su presencia? ¿Sería el efecto de Su presencia sacar a la luz algo en mi alma que impide el gozo? o simplemente disfrutar la bienaventuranza de ella? ¿Tenemos nosotros ese carácter de obediencia, — el poder de la palabra de Cristo, — en nuestros hábitos, modos de obrar, nuestra vestimenta, nuestros hogares, de modo tal que si Cristo entra sólo tengamos que sentarnos y disfrutar Su presencia? Es una pregunta muy solemne la de si acaso nuestros corazones no están insensibilizados para Su amor, si nuestras acciones o nuestro estado son un obstáculo para nuestro disfrute de Cristo. Obviamente, nos falta la fuerza y el discernimiento para hacer Su voluntad, pero estas manifestaciones dan un sentido del interés que Él tiene en nosotros, y es por eso que todas las cosas de este mundo, — cosas que eran para nosotros ganancia, — son basura (lit. estiércol) y escoria debido a la conciencia que tenemos de lo que Cristo es y de Su bienaventuranza. Ellas han perdido más que su poder, ellas ofenden al Espíritu, — no son Cristo.

 

La manifestación de Cristo da también la conciencia de lo que nosotros tendremos para siempre. Si Cristo lo era todo para los discípulos, y ellos sentían que no podían prescindir de Él, ¿cuál era el consuelo que obtenían? "Vendré a vosotros". (Juan 14: 18). El caso es que nosotros nos acostumbramos a vivir sin Cristo. Examinen ustedes su corazón y comprueben si no existe, más o menos, el hábito de vivir sin esa plena comunión con Cristo. Eso es aquello contra lo cual nosotros tenemos que estar alertas si deseamos glorificarle y vivir en la conciencia de la bienaventuranza a la que Él nos ha llevado. Eso es lo que será nuestro gozo eterno. Tenemos ahora el doble gozo de la comunión "con el Padre, y con su Hijo Jesucristo". ¡Sólo piensen ustedes en cuál es la fuerza de esa expresión! (1ª. Juan 1: 3).

 

Yo desearía que sus corazones tuvieran actividad y diligencia para entrar en esta atmósfera. ¿Qué es comunión? Pensamientos, sentimientos y gozos comunes. Si tenemos eso con el Padre, ¡qué cosa ello es! Sus pensamientos, sentimientos y gozos serán el manantial de los nuestros. Esa es la bienaventuranza cristiana; el Padre y el Hijo revelándose así en gracia traen sus propios pensamientos y gozos, — y santidad para deleitarse en ellos también, — de modo que los pensamientos y modos de obrar de Ellos se convierten en el manantial de nuestros sentimientos y acciones.

 

Si ustedes llegan a disfrutar de esta manifestación real del Padre y del Hijo, descubrirán, — yo lo hago, — que hay muy poco poder para conservarla. Ustedes que creen y confían y cuentan con Su amor, ¿encuentran que pueden poner los ojos en el cielo? Esteban puso los ojos en el cielo, él estaba lleno del Espíritu Santo. (Hechos 7). Pero eso no dura mucho en nuestro caso. Yo encuentro que no puedo poner los ojos en el cielo, la mirada se extingue, entra algún pensamiento u otro. No hay el vivir de manera positiva en aquel lugar donde todo lo demás es juzgado. El Hijo es el revelador de estas cosas celestiales en las que nuestros afectos deben ser puestos; pero si yo permito que mis pensamientos se dirijan a lo que no es de Dios, Él va a juzgarlo. Si guardo la palabra de Cristo el efecto es esta bienaventurada revelación de los pensamientos, la mente y los gozos del Padre, y eso fortalece el corazón y el espíritu, y nos permite discernir todo lo que hay en este pobre mundo.

 

Hablaré ahora del medio para ser nosotros mantenidos en la condición que nos permite disfrutar de estas cosas; y luego una palabra acerca de la ocasión en que la perdemos.

 

La epístola a los Hebreos habla acerca de mantenernos en dicha condición. Nosotros estamos en un mundo en el que la tendencia es a distraernos de ella. Lo que tenemos que hacer es llevar el testimonio de Cristo en el mundo. "Todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo". (1ª. Juan 2: 16). No dice «no proviene de Dios». Dios hizo el mundo, — no como es moralmente, — pero Él no hizo el pecado. Él hizo los árboles, pero no los creó para que el hombre ganara dinero con ellos. Cuando yo veo estas cosas celestiales de las que hemos hablado, todo esto es escoria y basura (lit, estiércol) para mí; pero el mundo es un constante incentivo a nuestros pensamientos y sentidos, y tiende a dejar fuera el mundo del Padre, donde el Hijo está, y eso en cosas donde no hay daño exterior. Entonces yo obtengo el constante servicio de Cristo. Es un asunto de comunión, y hay constantemente gracia ejercida hacia nosotros. Alcanzamos misericordia, — que todos necesitamos a cada momento, — y hallamos gracia para el oportuno socorro. (Hebreos 4: 16). Él "fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado". )Hebreos 4: 15). Pero ustedes no pueden andar por las calles de su ciudad sin que el diablo tenga algo en cada escaparate para alejar el corazón de Cristo, y a propósito. Cristo fue tentado; eso no fue concupiscencia. Satanás trata de desviarnos del camino, y pone a prueba la fidelidad de nuestros corazones interiores, si seguiremos a Cristo. "Una cosa hago". Pero Cristo siempre está allí por nosotros; y cuando llega la tentación o la dificultad hay misericordia, conociendo nuestras debilidad y flaquezas, y que hay pruebas en la senda de la fe. Él entiende todo eso; Él fue puesto a prueba completamente; más de lo que nosotros jamás podremos serlo; y Él es perfectamente conocedor de todo ello, no como un sumo sacerdote judío que no podría compadecerse de nuestras debilidades, sino que Él fue tentado en todo, — pero sin pecado, para poder entenderlo todo y compadecerse.

 

Aquí no se trata de pecados. Yo no tengo "ya más conciencia de pecado", ellos han desaparecido; ni de fracaso, — pero si yo hago que mi hijo sea un ídolo ello es pecado, aunque es perfectamente correcto tener el afecto para con él, y ay de aquel que no lo tiene. La palabra de Dios viene como una espada y detecta el pecado; pero aquí está el acceso a Dios. (Hebreos 4: 14-16). Nosotros nos acercamos "confiadamente al trono de la gracia". Eso no lo obtengo en las epístolas de Juan, allí se trata de la comunión con el Padre y con el Hijo; pero entonces, en el momento en que tengo un pensamiento ocioso o carente de misericordia, la comunión desaparece; yo he pecado, y si eso dura mucho viene la dureza de conciencia. Entonces el apóstol Juan dice: "Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre". (1ª. Juan 2: 1). No es un asunto de imputación, sino de comunión. "Dios es luz", y en cada detalle, si cualquier pensamiento acerca de lo que es tinieblas es dejado entrar en mi mente, no puede haber comunión; pero Cristo está en actividad para restaurar la comunión. No hay ni permisión ni imputación de pecado; pero yo no he sido obediente, he dejado actuar a mi vieja naturaleza, han entrado distracciones. Si yo no he guardado Sus mandamientos el efecto de Su presencia es despertar mi conciencia a todo lo que no es de Dios. Yo no tengo la permanencia en el Padre y en el Hijo, — el consuelo de ello en mi alma, entonces el efecto de Su presencia es hacer que yo me sienta incómodo. La gracia está allí, no para impedir que los pecados sean conocidos o que la justicia falle; sino en virtud de la justicia de esa propiciación, para no permitir que esta brecha continúe en el estado de comunión de mi alma. Entra la abogacía; porque no hay nada más peligroso que llegar a prescindir de la comunión. Suponiendo que un hijo está en el deleite de la comunión con su padre y ve una nube sobre el rostro de su padre, le dice directamente: «¿Qué sucede?». ¿Qué pensaría usted si dicho hijo viera la nube y no se perturbara por ello? Si usted se endurece, usted se aleja de Dios, ¡sin percibirlo! ¿Percibe usted si pierde la luz del rostro de Dios sobre su alma? ¿Está usted andando con Dios de tal manera que es consciente si no está andando en la luz de Su rostro? — ¿O tiene usted algo que infiltrándose lo hace pasar medio día, — un día entero tal vez- sin tener Su presencia? ¿Se conforma usted con vivir sin ninguna comunicación de parte de Cristo? ¿Por qué habla Él de venir a nosotros y no dejarnos huérfanos? ¡Porque nos amó y conocía cuál sería el gozo de nuestras almas!

 

¿Tiene eso un eco en sus almas? ¿Tiene esta comunión con Él un eco tal en sus almas que el gozo de la senda de ustedes aquí abajo es: "No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros"? (Juan 14: 18). Si el amor de Cristo tiene poder en nuestras almas, así será. ¿Es ello la necesidad de nuestras almas porque hemos probado Su amor? ¿Cómo podemos manifestar a Cristo, o ser realmente epístolas eficaces de Cristo si nuestras almas no están en comunicación con Él así, y la carne juzgada, permitiéndonos llevar en nuestros cuerpos "siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos"? (2ª Corintios 4: 10).

 

Sólo recuerden ustedes esto, amados amigos, que no somos nuestros, hemos sido comprados por precio. (1ª Corintios 6: 20). Él nos ha tomado para eterna salvación; pero Él ha tomado nuestros corazones para ser para Cristo. Entonces ello crea una necesidad en nuestros corazones, y Él dice: "Me manifestaré a él". (Juan 14: 21).

 

Que el Señor nos conceda estar tan cerca de Él que los afectos de Cristo, que Él nos ha manifestado tan abundantemente, tengan eco en nuestros corazones. ( 1872)

 

J. N. Darby

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Enero 2024

Título original en inglés:
"Obedience And Manifestation", by J. N. Darby
Traducido con permiso
Publicado por:
www.STEMPublishing.com
Les@STEMPublishing.com

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