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IGLESIAS ESTABLECIDAS, y una base monetaria (F. W. Grant)

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Iglesias Establecidas,

 

y una base monetaria

 

F. W. Grant

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles (" ") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RV60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

De: La Historia Profética de la Iglesia

 

3ª conferencia

 

Lectura Bíblica: Apocalipsis 2: 12-17

 

Hemos visto, amados amigos, dos pasos principales en la decadencia exterior de la Iglesia, después de que el abandono del primer amor hizo posible cualquier alejamiento. En primer lugar, se perdió la idea divina de la Iglesia. En lugar de ser ella un cuerpo de personas que tienen en el sentido pleno y propio, vida eterna y salvación, hijos de Dios, miembros de Cristo y llamados a salir del mundo como si no pertenecieran a él, ella se convirtió en una mera "reunión" de personas, para quienes ciertamente los antiguos nombres podrían permanecer en parte, pero que en realidad eran el mundo mismo, con verdaderos cristianos esparcidos a través de ella. Ellos podían ser considerados hijos de Dios mediante el bautismo, y mediante este mismo bautismo recibir también perdón de pecados, pero eso no era ningún acuerdo para la eternidad en absoluto. Ellos estaban declaradamente bajo prueba y no estaban seguros de qué manera resultarían finalmente las cosas, — un terreno que todo el mundo podía entender y apreciar, con sacramentos y medios de gracia para ayudarlos e impedirles que se dieran cuenta de lo terrible que era su situación.

 

Obviamente, este inmenso cambio de Iglesia a Sinagoga no se efectuó de inmediato. Sin embargo, la Iglesia históricamente conocida por nosotros, fuera del Nuevo Testamento, es, de hecho, esencialmente la Sinagoga. El fuego de la persecución ayudó a impedir por un tiempo el resultado extremo y a separar a los meros profesantes de los que confesaban a Cristo. Aun así, a través de todo ello, la levadura del judaísmo llevó a cabo su obra mortal, y tan pronto como la persecución se detuvo, tan pronto como las propuestas del mundo en favor de la paz y la alianza fueron oídas con entusiasmo; y con el emperador romano Constantino, a muchos les pareció que el milenio había llegado. ¿Pudo la Iglesia de los apóstoles haber caído así en los brazos del mundo? La voz de ellos habría reprendido el pensamiento como siendo de Satanás, como de hecho lo era. "¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?" (Santiago 4: 4).

 

El segundo paso lo vimos en el surgimiento de un clero, una clase espiritual o sacerdotal que reemplazó al verdadero ministerio cristiano, es decir, el libre ejercicio de los diversos dones que resultaban de los diversos lugares de la membresía del cuerpo de Cristo. La apropiación clerical desplazó al cuerpo del pueblo cristiano, — ellos eran ahora un verdadero 'laicado'.  — como siendo al menos, menos espirituales y menos cercanos a Dios; un lugar, lamentablemente, fácilmente aceptado allí donde Cristo había perdido lo que el mundo había ganado en valor con los Suyos. A medida que prevaleció el judaísmo y el mundo entró por la puerta siempre abierta, la distancia entre las dos clases aumentó y el clero se convirtió cada vez más en el canal de todas las bendiciones para el resto. De manera práctica y al final casi abiertamente, ellos se convirtieron en Iglesia; y la Iglesia se convirtió, de una compañía de aquellos ya salvos, en un canal para transmitir una salvación sacramental e hipotética.

 

Vamos a considerar ahora el problema de todo esto, cuando las circunstancias lo favorecieron. En Pérgamo (donde el Señor ya no se presenta en la tierna y misericordiosa compasión que Él manifiesta por los Suyos que padecen en Esmirna, sino como si tuviera una espada aguda de dos filos, — es decir, Su Palabra para juzgar el estado de las cosas entre ellos), — en Pérgamo, lo característico es que ellos moran "donde está el trono de Satanás". "Trono", no 'asiento o sede' como aparece en la versión inglesa de la Biblia KJV, es indudablemente la palabra utilizada. Los traductores ingleses aparentemente se abstuvieron de usar una palabra más fuerte: porque según la creencia habitual en aquel entonces, Satanás reina en el infierno, no en la tierra; es decir, en la prisión en la que Dios lo ha puesto, pero de la que extrañamente él se ha liberado. La imagen que el poeta inglés Juan Milton (1608-1674) presenta en sus escritos es la más popular y sin duda ustedes están familiarizados con ella. Pero ella es absolutamente no escritural e irracional. ¿Qué se pensaría de un gobierno que permitiera a un reconocido malhechor reinar en su prisión sobre sus culpables compañeros, escapar de la prisión y vagar libremente donde él quisiera? Al gobierno de Dios no se le puede imputar esto. En el infierno Satanás será el más bajo y miserable allí; y cuando él sea recluido allí no habrá escapatoria posible. Pero eso no será hasta después del milenio, tal como nos asegura Apocalipsis capítulo 20.

 

No obstante, esta idea permite a las personas escapar del horrendo pensamiento de que Satanás es ahora el "príncipe de este mundo" y el "dios de este mundo" (o época) , lo que la Escritura claramente declara que es. (Juan 14: 30; 2ª Corintios 4: 4). Es sobre el mundo donde él ejerce autoridad, y esto da al "mundo" y a 'establecerse en el mundo' un carácter sumamente solemne. Porque, obviamente, 'establecerse en el mundo' es otra cosa que estar en él. Nosotros estamos en el mundo inevitablemente y de ninguna manera somos responsables de eso; pero establecerse en él es un estado moral; es ser ciudadano de él, — la condición de la cual el apóstol habla en Filipenses que predomina entre los cristianos profesantes. El apóstol nos dice, "Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo". (Filipenses 3 : 18-20).

 

La característica de estos es que son enemigos, no de Cristo personalmente, sino de la Cruz, esa Cruz mediante la cual el mundo ha sido crucificado para nosotros y nosotros para el mundo. (Gálatas 6: 14). Sus corazones estaban en cosas terrenales, las cuales, no satisfaciéndoles, como no pueden hacerlo las cosas terrenales, hicieron que su vientre fuera su dios, — y ese antojo interior se convirtió en amo de ellos y los convirtió en esclavos a su servicio.

 

La ciudadanía del cristiano está "en los cielos". (Filipenses 3: 20). Eso forma el carácter del cristiano y lo libera de la búsqueda insatisfactoria de cosas terrenales. Pero, de hecho, poco se entiende esto ahora. Incluso donde las personas pueden hablar y cantar acerca de que el mundo es un desierto, ustedes encontrarán que en general la idea que ellos tienen de él es un lugar de dolor y prueba, al que todos, — el mundo y el cristiano, — están igualmente expuestos. En sus mentes el peregrinaje es algo ineludible. El mundo pasa y ellos no pueden retenerlo; pero si ellos fueran honestos reconocerían que lo retendrían si pudieran. Como no pueden hacerlo a ellos les basta alegrarse al pensar que al final de todo ello hay un lugar llamado el cielo; y mientras tanto ellos siguen intentando (honestamente, sin duda, si ustedes pueden llamar honesto a algo así en un cristiano) obtener tanto de él como puedan, o al menos, tanto como los haga sentirse cómodos en él.

 

Ser un peregrino es realmente diferente, — es un hombre que recorre la tierra con el propósito cautivador de llegar a un punto fijo más allá: no alguien a quien el mundo abandona, sino alguien que abandona el mundo. Por el hecho mismo de que la corriente del tiempo nos está arrastrando a todos con ella, si eso constituyera un peregrino haríamos que todos los habitantes del mundo fueran peregrinos; y por eso, de hecho, la gente habla de la 'peregrinación de la vida', pero esto es un abuso de un término, y no su uso. Nosotros podemos ser peregrinos en ese sentido y encontrar compañeros en todo el mundo; y tal, de hecho, tenía que ser la idea de la peregrinación en el estado pergamense de la Iglesia. Ellos hablaron de ello, sin duda, y construyeron sus casas con mayor solidez para resistir las inclemencias del tiempo: pues si ellos sabían que se avecinaban tiempos difíciles, mayor era el deber de ellos poner aparte algo para un día difícil. Dios dijo que ellos moraban donde estaba el trono de Satanás.

 

La historia de la antigua Babel se estaba repitiendo. Ustedes pueden encontrar un claro ejemplo de ello en Génesis 11 , donde los hombres, de hecho, "salieron", pero no como peregrinos, o sólo como eso hasta que pudieron encontrar un lugar tranquilo donde establecerse. "Salieron " como colonos o inmigrantes en busca de tierras desde las escarpadas colinas donde comenzó la vida humana después del diluvio; "de oriente" (es decir, con sus espaldas hacia la bienaventurada aurora), y "hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí".

 

Ese fue, lamentablemente, el progreso de la Iglesia: desde las escarpadas alturas del martirio hasta el nivel liso donde no había dificultades para disuadir a las almas más tímidas. Allí la Iglesia se multiplicó, y allí ellos comenzaron a construir 'una ciudad y una torre, cuya cúspide llegara al cielo': pero la ciudad no era Jerusalén, sino el antiguo enemigo de Jerusalén; no la 'posesión de la paz', sino la ciudad de la 'confusión', — Babel.

 

Sin embargo, ella prosperó. Ellos construyeron bien. Es cierto que ellos estaban lejos de las canteras de las colinas y no podían construir con la piedra a la que habían estado acostumbrados allí. Ellos hicieron lo mejor que pudieron con la arcilla nativa del suelo de esa tierra baja. Ellos tenían ladrillos en lugar de piedra y asfalto en lugar de mezcla. (Génesis 11: 3). Nosotros ya hemos visto algo de este trabajo. Se ve bien y dura bastante tiempo en el buen clima de esas regiones, — material humano, no divino, — "ladrillos", manufactura del hombre, "en lugar de piedra", material de Dios. Ellos no pueden construir la gran Babilonia con las "piedras vivas" de la producción de Dios. Cristianos hechos por hombres, juntados, no por el Espíritu que une, sino por motivos e influencias humanos mediante los cuales las masas son afectadas, pero que un día serán probadas por el fuego de Dios, — así es construida la gran Babilonia.

 

Ahora bien, es notable el hecho de que la palabra Pérgamo tiene un doble significado. En la forma plural es utilizada para la ciudadela (Recinto de fortificación) de un poblado, aunque es a lo menos cercana a la palabra griega πύργος, pyrgos, "una torre". Por otra parte, divídanla ustedes en las dos palabras en las que se separa de manera natural, y ustedes tendrán 'per'   (aunque) una partícula que sirve generalmente para llamar la atención sobre algo que es objetado (Diccionario Griego-Inglés Liddell y Scott), y 'gamos' (matrimonio). De hecho, fue por el matrimonio de la Iglesia y el mundo que la "ciudad" y la "torre" de Babilonia la Grande fueron edificadas. Y esos son los tiempos que vamos a contemplar ahora.

 

Eran los tiempos del gran Constantino, emperador romano, — la época de lo que es llamado significativamente el 'establecimiento de la Iglesia', pero no, desgraciadamente, su establecimiento sobre su fundamento sobre Roca, donde las puertas del Hades no podían prevalecer contra ella, sino su establecimiento en el favor del mundo y bajo su protección. (Mateo 16: 13-20).  Fue el éxito de Satanás, el triunfo de su plan por el cual la Iglesia se convirtió en sinagoga; pero no ahora de Dios, sino en oposición a Dios.

 

Como consecuencia, ustedes encontrarán que ahora no sólo el nicolaitanismo es aceptado plenamente sino también la "doctrina de Balaam". Ellos seguían siendo lo que se llama 'ortodoxos'. "Pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás". Ellos mantenían en general la verdad de Cristo frente al arrianismo que negaba Su deidad esencial. Era el período de los credos, de la ortodoxia nicena. Pero se trataba de una ortodoxia que si bien mantenía (gracias a Dios por ello) la doctrina de la Trinidad, podía estar, y estaba, considerablemente alejada en cuanto a la aplicación de la bienaventurada obra de Cristo a la salvación del hombre, — ortodoxa en cuanto a Cristo, muy heterodoxa en cuanto al evangelio.

 

¿En qué parte del (así llamado) Credo de los Apóstoles ustedes encuentran el evangelio? 'El perdón de los pecados' es un artículo de fe, sin duda; pero ¿cómo y cuándo? En el Credo formulado en Nicea (325 d.C.) está escrito, 'Reconocemos un bautismo para el perdón de los pecados' y silencio total sobre cualquier otro. En el (así llamado) credo de Atanasio se reconoce que Cristo 'padeció por nuestra salvación', pero nuevamente se omite cómo hemos de obtener la salvación. Prácticamente, la creencia de la época estaba en la eficacia del bautismo, y tan doloroso e incierto era el modo del perdón de los pecados cometidos después, que multitudes postergaban el bautismo hasta el lecho de muerte para que los pecados de toda una vida pudieran ser lavados juntos.

 

El Señor continúa diciendo: "Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación".

 

Balaam, el destructor del pueblo, es un nuevo implante en el nicolaitanismo, — un profeta en cercanía exterior al Señor mientras su corazón iba tras su propia codicia, — un hombre que no tenía rencor personal contra el pueblo, pero cuyo dios era su vientre, y que los maldeciría si su dios se lo ordenaba, — uno cuya doctrina era atraer a Israel desde su separación hacia una mezcla culpable con las naciones de alrededor y su idolatría. El tipo es fácil de leer y los ejemplos son angustiosamente numerosos. Cuando la Iglesia y el mundo llegaron a estar en buenos términos entre sí, y la Iglesia tuvo las cosas del mundo con las cuales atraer el corazón natural, el profeta asalariado fue algo normal, quien para sus propios fines buscaría destruir aún más toda piadosa separación.

 

¡Qué contento se sentiría uno al poder pensar que eso es cosa del pasado! Pero eso es sólo un paso en un persistente alejamiento de Dios por parte de la Iglesia profesante en general, alejamiento del cual nunca retrocedió ni se arrepintió. Y es solemne decir que tampoco, y con independencia de que los individuos puedan ser liberados, el cuerpo como tal alguna vez se recuperó de esa decadencia. Cada paso descendente sólo acelera el progreso hacia abajo. En el desierto, Israel llevó el tabernáculo de Moloc y la estrella del dios de ellos Renfán, y la palabra del Señor adjunta es: "Os transportaré, pues, más allá de Babilonia". (Amós 5: 26; Hechos 7: 42, 43). Hubo después muchas reformas más o menos parciales pero ningún nuevo comienzo. Lo mismo ocurrió con la Iglesia. Las personas hablan de un segundo Pentecostés. Realmente nunca lo hubo. ¡Cuán breve fue la duración de los verdaderos tiempos pentecostales!

 

Es algo triste y terrible hablar del mal, y verdaderamente nosotros tenemos que vigilarnos siempre a nosotros mismos, no sea que de hecho nos regocijemos en lo que pretendemos juzgar. Pero si el Señor lo ha pronunciado, ¡ay de nosotros si no estamos con Él en Su juicio! Sería infidelidad y deshonestidad así como una verdadera infracción del amor no decir lo que el Señor dice. Modificarlo o alterarlo sería deshonesto. "El que tuviere mi palabra, hable mi palabra con fidelidad", dice Él mismo. (Jeremías 23: 28 – VM).

 

Desde la época de Constantino hasta la actualidad, Pérgamo ha caracterizado el estado de cosas. El mundo y la Iglesia han sido uno en la cristiandad en general; y dondequiera que se encuentre esto allí en verdad está Babilonia, aunque Roma pueda ser cabeza de Babilonia, como de hecho ella lo es.

 

Miremos a nuestro alrededor con la lámpara que el Señor nos ha dado y veamos en qué lugar estamos con respecto a estas cosas. ¿Hasta qué punto estamos manteniendo individualmente separados la Iglesia y el mundo? ¿Hasta qué punto estamos realmente rechazando ese yugo con los incrédulos que el pasaje de la 2ª epístola a los Corintios condena tan enfáticamente? Nuestras asociaciones son juzgadas por Dios con tanta seguridad como cualquier otra parte de nuestra conducta práctica; y "no os unáis en yugo desigual con los incrédulos" es Su palabra. (2ª Corintios 6: 14). Él declara que Él no puede ser para nosotros un Padre como lo haría a menos que salgamos y estemos separados. ¡Palabras solemnes, solemnes en medio de la multiplicidad de tales agrupaciones en la actualidad! ¿Podemos soportar ser escudriñados por ellos, amados hermanos? Oh, si valoramos nuestro verdadero lugar como hijos de Dios, ¿no nos alegraremos sólo de ver las cosas como son?

 

Ahora bien, este yugo prohibido tiene varias aplicaciones. Es aplicable a cualquier cosa en la que nos unimos voluntariamente con otros para lograr un objetivo común. Entre las relaciones sociales el matrimonio es uno de esos yugos; en las relaciones comerciales, las sociedades y similares; y en el rango más importante de todas ellas estarían las asociaciones eclesiásticas.

 

Tomemos ahora estas últimas: hay ciertos sistemas que, como ya hemos visto, mezclan la Iglesia y el mundo de la manera más completa posible. Todas las formas de ritualismo lo hacen, — formas en las que una persona es hecha 'miembro de Cristo e hijo o hija de Dios' mediante el bautismo. Cuando se afirma eso la separación es imposible, porque ninguna cantidad de amor y ninguna extravagancia de ficción teológica pueden hacer que la masa de estos bautizados sea distinta del mundo.

 

Todas las iglesias nacionales las confunden de la misma manera por el hecho mismo de ser iglesias nacionales. Ustedes no pueden hacer cristiana una nación mediante la fuerza de la voluntad o una ley del Parlamento. Ustedes pueden darles un nombre de que viven, y están muertos. Pueden convertirlos en formalistas e hipócritas pero nada más. Ustedes pueden hacer todo lo posible para ocultarles la verdadera condición de ellos y dejarlos bajo un terrible engaño del que sólo la eternidad puede despertarlos.

 

Todos los sistemas que son judíos en su carácter los mezclan necesariamente. Cuando todos están juntos en periodo de prueba no es posible hacer otra cosa. Todos los sistemas en los cuales la Iglesia se convierte en un medio para la salvación, en lugar de ser la compañía de los salvos, necesariamente lo hacen así. Cuando las personas se unen a las iglesias para ser salvas, como es la terrible moda de hoy en día, estas iglesias se convierten, obviamente, en el lugar receptor común de pecadores y santos por igual. Y dondequiera que no se mantenga la seguridad de la salvación, necesariamente debe resultar lo mismo.

 

Sistemas como estos adquieren adeptos de manera natural y rápidamente; el dinero y la influencia mundana prevalecen, y entre ellos la doctrina de Balaam hace su obra mortal. El mundo, ni siquiera disfrazado con el ropaje de cristianismo, es buscado en aras de apoyo material. A los hombres que no se han entregado al Señor se les enseña que pueden dar su dinero. Se proclama públicamente que Dios no es suficiente como porción de Su pueblo; y que Su causa requiere ayuda, y tanto es así que Él la aceptará de manos de sus mismos enemigos. Hay una idolatría de los medios por todas partes. El dinero ayudará a los desposeídos; el dinero ayudará a hacer circular las Escrituras; el dinero enviará misioneros a partes del extranjero; el dinero suplirá cientos de necesidades y superará una multitud de dificultades. Nosotros, ellos dicen, le vamos a dar un uso tan bueno que no debemos ser demasiado escrupulosos en cuanto al modo de obtenerlo. La iglesia debe ser mantenida y hay que pagar al ministro. A ellos no les gusta el principio de que 'el fin santifica los medios', pero aun así, ¿qué deben hacer? Dicen que Dios es suficiente, obviamente, en teoría, pero hay que utilizar los medios y este siglo ya no espera milagros.

 

Pero, ¿por qué repasar la monótona rutina de argumentos tan impíos e infieles? ¿Es acaso extraño que la incredulidad estalle en una risa triunfante cuando los cristianos mantienen la impotencia de su Dios y violan Sus preceptos para salvar Su causa de la ruina? No, es más, ¿no proclaman ustedes de hecho que su causa está arruinada, irremediablemente arruinada, cuando Su oído es ya demasiado tardo para oír y Su brazo acortado que no puede salvar? El dinero construirá iglesias, comprará Biblias, apoyará a los verdaderos ministros. ¿Comprará un nuevo Pentecostés? ¿O introducirá el Milenio? ¿Sobornarán ustedes a los bienaventurados? ¿Al Espíritu para que trabaje para ustedes así? ¿O hacer que la simple voluntad y la energía animal prescindan de Él? ¡qué lamentable, ustedes oran pidiendo poder y deshonran a Aquel que es la única fuente de poder!

 

Pero ¿cuál es el resultado de esta solicitud de donaciones hecha al mundo? ¿Pueden ustedes acudir a él con las Biblias que han comprado con su propio dinero y decirle la verdad acerca de su propia condición? ¿Pueden decirles que "el mundo entero está bajo el maligno"? (1ª. Juan 5: 19), que "todo lo que hay en el mundo, — los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, — no proviene del Padre, sino del mundo?" (1ª. Juan 2: 16). ¿Pueden ustedes mantener el lugar separado que Dios les ha dado y el agudo filo de la verdad de que "los que viven según la carne no pueden agradar a Dios"? ((Romanos 8: 8). Ustedes no pueden, obviamente. Ellos se volverán hacia ustedes y les dirán: «¿Por qué entonces ustedes acuden a nosotros por nuestro dinero? ¡Nos piden que demos y nos dicen que nuestro dar no agradará a Dios! ¡Esto no es razonable, no lo creemos y ustedes mismos no pueden creerlo!»

 

No: el mundo no cree en dar algo a cambio de nada. Independientemente de lo que diga la palabra de Dios, de lo que piensen ustedes en su corazón, ustedes deben transigir de alguna manera. No deben mantener la rígida línea de separación. Balaam debe ser el profeta de ustedes. Deben mezclarse con el mundo y dejar que él se mezcle con ustedes: ¿de qué otra manera ustedes lo harán bien? Deben tapizar los asientos de su iglesia e invitarlos a entrar. Deben hacer que el edificio y sus reuniones sean atractivos; no deben asustar a las personas, sino atraerlas. Ustedes deben ser todo para todos los hombres; y como ustedes no pueden esperar que ellos estén a la altura del nivel que ustedes tienen, ustedes deben descender al de ellos.

 

¿Hablo yo de manera muy vehemente? Oh, las palabras difícilmente pueden exagerar el estado de cosas que puede ser encontrado en todas partes, no en alguna tierra lejana, sino aquí a nuestro alrededor, en el día actual. Yo no me atrevería a decirles cuáles hechos son llevados a cabo en el nombre de Cristo por Sus personas profesantes. Ellos contratarán cantantes para que canten Sus alabanzas para causar admiración y atraer a una multitud. Proporcionarán entretenimientos mundanos y se sentarán y se entretendrán en compañía. Y a medida que se hunden más y más hasta el nivel del mundo, ellos mismos se convencen de que el mundo se está elevando hasta el nivel de ellos; mientras Dios dice, como de su pueblo antiguo: "Efraín se ha mezclado con los demás pueblos; Efraín fue torta no volteada. Devoraron extraños su fuerza, y él no lo supo; y aun canas le han cubierto, y él no lo supo. Y la soberbia de Israel testificará contra él en su cara; y no se volvieron a Jehová su Dios, ni lo buscaron con todo esto”. ( Oseas 7: 8-10).

 

Se trata de un rumbo descendente en el que se avanza a una velocidad cada vez mayor. Se despierta la competencia y se trata de quién puede ser el candidato más exitoso para los favores del mundo. El ejemplo de uno envalentona a otro. Son despertadas estas actitudes, a saber: el deseo intenso de imitar e incluso superar las acciones ajenas, la envidia, la ambición y una multitud de motivos impíos, y las Escrituras, la honra de Cristo, los ojos celosos de un Dios santo, santo, — ¡ah, pero ustedes son anticuados y farisaicos si hablan de estas cosas!

 

Hay un rasgo en este melancólico retrato que, por tanto, yo no puedo pasar por alto brevemente. El ministerio, o lo que está ante los ojos de los hombres como tal, ¿cómo se ve afectado por todo esto? Ya he dicho que la Escritura no reconoce el pensamiento acerca de un ministro y su pueblo. No tengo intención de insistir más en esto. Pero, después de todo, ¿cuál debe ser hoy en día la fortaleza del vínculo entre una iglesia y su ministerio? ¿Quién, mirando a su alrededor, puede cuestionar que el dinero tiene aquí una influencia controladora? El sello del contrato es el salario. ¿Acaso no puede una iglesia rica con abundantes recursos estar razonablemente segura de atraer al hombre que desea? La Iglesia pobre, por muy rica que sea en cuanto a piedad, ¿acaso no es consciente de su carencia de recursos? Naturalmente, a las personas no les agrada reconocerlo. Los ministros se convencen a sí mismos con bastante éxito, sin duda, de que lo que les atrae es un campo laboral más amplio y prometedor. Pero evidentemente el mundo no cree esto; y en cualquier caso tiene muy buenos motivos para su incredulidad.

 

El contrato es normalmente por una importante cantidad de dinero. Si el pago no se realiza el contrato se disuelve. Pero hay más: el factor económico decide de otra manera el carácter del hombre que ellos se desean asegurar. Normalmente lo que se busca es un hombre exitoso, según la idea de moda de lo que el éxito es. Ellos quieren un hombre que llene la iglesia, tal vez ayude a pagar la deuda que ella tiene. Es muy probable que el pago de su propio salario dependa de ello. No será muy probable que agrade a muchos aquel que no esté influenciado por tales motivos: y por lo tanto será sólo misericordia de Dios si la doctrina de Balaam no asegura un Balaam que la lleve a cabo. Pero incluso si se obtiene un hombre piadoso él es puesto bajo la influencia de la más fuerte tentación personal de suavizar la verdad, la cual, si es predicada plenamente, puede privarlo no sólo de influencia, sino tal vez incluso de subsistencia.

 

¿Será el hombre más piadoso el hombre más popular? No, en absoluto: porque la piedad no es lo que el mundo busca. El mundo puede apreciar el talento, sin duda, la elocuencia, la amabilidad, la benevolencia y el utilitarismo; pero la piedad es algo diferente de la unión incluso de todos estos rasgos. Si el mundo puede apreciar la piedad yo reconoceré que ya no es más el mundo. Pero mientras los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida todavía lo caractericen, ello no proviene del Padre, ni el Padre de él. ¿Y por qué en ese pasaje el apóstol dice "del Padre"?  ¿Acaso no es porque al pensar en la relación del Padre con el mundo debemos pensar necesariamente en el Hijo? Como Él dice nuevamente en otro lugar: "¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" (1ª. Juan 5: 5). ¿Y por qué? Porque es el Hijo de Dios a quien el mundo crucificó y expulsó; y esa Cruz que fue el juicio del mundo al Hijo de Dios, es por la fe el juicio del mundo por parte de Dios.

 

¿Fue Cristo popular, amigos y amados? ¿Podía Él, con el poder divino en Sus manos y ministrándolo libremente para las múltiples necesidades que Le requerían por todas partes, — podía Él encomendarse a los hombres, a Sus criaturas? No, indudablemente. Pero quizás ustedes piensan en aquellos tiempos particularmente malos. Ellos Le entienden mejor ahora, ustedes piensan. Entonces, lleven hoy Su amado Nombre con ustedes a los lugares de negocios de los hombres y a sus hogares, al taller, a las contadurías y a los lugares públicos. ¿Dudan acerca de cuál sería la respuesta que ustedes obtendrían?

 

¿"En las iglesias"? Oh sí; Ellas han acordado tolerarle a Él allí. Las iglesias han sido cuidadosamente dispuestas para complacer al mundo. Confortables, a la moda, los pobres alojados en rincones convenientes, se provee para los ojos, los oídos y el intelecto: eso es una cosa diferente. Y además ello ayuda a calmar la conciencia cuando a veces se agita. Pero, oh, ¿acaso hay muchas señales de Su presencia cuya señal de autentificación era: "A los pobres es anunciado el evangelio"? (Lucas 7: 20-23).

 

Pero basta ya de esto. No será de utilidad alguna continuar acerca de esto. Pero a aquellos para quienes el amor de Cristo es más que una profesión, y la honra de Cristo una realidad que debe ser mantenida, yo les preguntaría solemnemente cómo pueden ellos continuar con lo que sistemáticamente pisotea Su honra, sí, bajo los pies del mundo, — con lo que falsifica Su evangelio y ayuda a engañar para la propia destrucción de ellos a las almas por las cuales Él murió? La doctrina de Balaam está en todas partes: su fin es el juicio sobre el mundo, y también el juicio sobre el pueblo de Dios. Si los ministros no pueden ser sustentados, si las iglesias no pueden mantenerse sin esto, el camino cristiano más honesto, más varonil y único es el siguiente: ¡dejar que todo siga su descenso! Si los cristianos no pueden seguir adelante sin el mundo, al menos descubrirán que el mundo puede seguir adelante sin ellos. No pueden convencer al mundo de que la desobediencia es algo tan serio cuando los del mundo ven la desobediencia desenfadada y frívola por la que es tan fácil declarar culpable a la gran masa de profesantes, mientras que es absolutamente imposible disuadirlos de cometerla. «Dinero» es el clamor, «está bien, pero queremos el dinero». ¡Sí, en efecto, aunque la honra de Cristo sea traicionada por ello, los incrédulos se burlen y las almas perezcan! Hermanos, ¡los mismos fariseos de antaño eran más sabios! "No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas" ,   susurraron, "porque es precio de sangre". (Mateo 27: 3-6).

 

Será un alivio recurrir a las Escrituras y examinar lo que tenemos allí acerca de este tema. Ello es muy sencillo. Al principio no hubo ningún mecanismo organizado para sostener a las iglesias ni para pagar a los ministros, ni promesas, ni contratos por parte del pueblo en cuanto a alguna suma de dinero que ellos iban a recibir, en absoluto. Obviamente, había muchas necesidades para las que había que proveer, y se entendía que debía haber provisión. Los propios santos tenían que satisfacer todo. Ellos no se habían dedicado a una 'religión tacaña'. Teniendo a menudo que dar la vida por ello, no pensaban mucho en sus bienes. El principio era este: "Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre". (2ª Corintios 9: 7).  Debía ser para Dios y delante de Dios. No se debía proclamarlo ante los hermanos, y menos aún ante el mundo. El que daba no debía dejar que su mano izquierda supiera lo que hacía su derecha. (Mateo 6: 3).

 

Es cierto que había motivos solemnes para hacer cumplir esto. Por una parte, "El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará". (2ª Corintios 9: 6).  Pero por otra parte, — más poderoso, más influyente de todo estaba esto: "Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos". (2ª Corintios 8: 9).

 

Ése era el principio; ese debía ser el motivo. No existía ningún método de obtención obligatorio si lo mencionado fallaba. Si no había corazón para dar, de nada servía incitar.

 

En cuanto al obrero en la Palabra, fue anunciado muy claramente, y eso como lo que Dios había ordenado, que "los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio" (1ª Corintios 9: 14), y que "Digno es el obrero de su salario". (1ª Timoteo 5: 18). Pero aunque aquí también Dios usó las manos dispuestas de Su pueblo, ello no implicó que ellos contrataran a tal o cual persona "o que el tal era obrero de ellos. Lo que ellos daban lo daban a Dios y el privilegio de ellos era ser siervos de Cristo. La responsabilidad del que servía era para con el Señor, y la de ellos también. A ellos ni siquiera se les ocurría pensar que iban a recibir dinero por el trabajo que llevaban a cabo. Ellos no pagaban sino que ofrendaban. Hay una diferencia maravillosa: porque ustedes no pueden pagar a Dios, y ustedes no ofrendan (en este sentido de ofrecer) al hombre. En el momento en que ustedes pagan, Dios es descartado.

 

¿Creen ustedes que esto es quizás un poco injusto por ambas partes? ¿Creen que es correcto que haya algo más que un equivalente para el trabajo que él presta, — por el dinero que ustedes dan? Ésa es buena ley pero mal evangelio. ¿Qué mejor que la simonía [véase nota] es suponer, de esta manera, "que el don de Dios se obtiene con dinero". (Véase Hechos 8: 9-25). ¿Preferirían ustedes hacer un trato propio en lugar de confiar en la gracia de Cristo para ministrar para sus necesidades? ¿O le resulta difícil para él el hecho de que aquel que ministra la Palabra muestre su confianza práctica en la Palabra buscando el apoyo del Señor? Ah, ¿a quién podría parecerle tan bien? Y preguntémonos, ¿cuánto mejor estaría él si perdiera la dulce experiencia de Su cuidado?

 

[Nota]. Simonía = Compra o venta deliberada de cosas espirituales, como los sacramentos y sacramentales, o temporales inseparablemente anexas a las espirituales, como las prebendas y beneficios eclesiásticos.

 

No: todo ello es incredulidad en el poder y el amor divinos y un mecanismo introducido para compensar la falta de ellos. Y sin embargo, si no hay esto, ¿cuál es el beneficio de mantener esa profesión vacía? Si Dios puede fallar, que todo se combine; si Él no puede fallar, entonces las hábiles artimañas de ustedes no son más que la exhibición de una absoluta incredulidad.

 

¿Y qué logran ustedes mediante ello? Ustedes traen al cananeo (comerciante) a la casa del Señor. Ofrecen una gratificación al que comercia con las cosas divinas, — al hombre que más valora el dinero de ustedes y menos se preocupa por sus almas. Ustedes no pueden dejar de tener en cuenta de cuán naturalmente se asocian esos dos extremos, y ustedes no pueden hacer más que reconocer que si aceptaran el plan del Señor y dejaran que Sus obreros buscaran en Él el apoyo para ellos, ustedes harían más para eliminar tales traficantes que cualquier otro cuidado y trabajo de ustedes de lo que harían de otra manera. Pongan fin al salario y desterrarán a los asalariados, y el bienaventurado ministerio de Cristo será liberado de una pesadilla y un vituperio de los cuales los contratos y negociaciones de ustedes son en gran parte responsables. Y si después de todo los siervos de Cristo no pueden confiar en Él, entonces que ellos busquen alguna ocupación honesta donde puedan ganarse el pan sin escándalo. En el siglo XV antes de Cristo, Dios sacó de Egipto a toda una nación y los mantuvo durante cuarenta años en el desierto. ¿Lo hizo Él o no? ¿Es Él tan competente como siempre? ¡Cuán lamentable! ¿Se atreverán ustedes a decir que aquellos era los días de Su juventud, y estos de Su decrepitud?

 

Estas preguntas tienen esta seriedad. Pero la incredulidad que existe ahora existía entonces. ¿Recuerdan ustedes lo que hizo el pueblo cuando perdieron de vista a Moisés en el monte por un tiempo y les faltó un líder? Ellos hicieron un dios con el oro que habían traído consigo de Egipto, y postrados adoraron la obra de sus propias manos. La historia se repite. ¿Quién puede negar que hemos estado considerando lo que equivale a eso?

 

Puede ser bueno preguntar aquí: ¿Existe alguna medida para la acción de dar del cristiano para uno que estaría bien con Dios acerca de ello?

 

La noción del diezmo, o 10% ha sido reanudada, o con unos dos diezmos, como aquello que era la medida de lo que daba un israelita. Se nos ha presentado a Jacob como ejemplo, cuando él estuvo delante de Dios en la mañana después de aquella noche maravillosa en Betel, cuando Dios se había comprometido a estar con él y ser su Dios, y multiplicar su descendencia, y volverlo a traer a la tierra desde donde él se marchaba. "Si fuere Dios conmigo", dice él, "y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti". (Génesis 28: 10-22).

 

Los caminos de Dios se parecen tan poco a nuestros caminos, Sus pensamientos se parecen tan poco a nuestros pensamientos, que no es muy asombroso que el hombre no los entienda. Pero, ciertamente, Jacob no entra aquí en la bienaventuranza de los pensamientos de Dios. Yo no necesito explayarme ahora en su caso sino sólo mencionarlo para decir que para un cristiano todo el principio es a lo menos un error. Ustedes no deben rescatar de Dios nueve décimos dando uno. Ustedes han sido comprados por precio, ustedes y los que son de ustedes. (1ª Corintios 6: 20).  De doble manera, mediante la creación y también mediante la redención, ustedes pertenecen, con todo lo que tienen, a Dios. Muchas personas actúan basándose en la idea perfectamente equivocada de que ya sea en cuanto a tiempo, a dinero o a cualquier otra cosa, Dios debe tener Su parte y el resto es de ellas. Ellas malentienden los tipos legales y no se dan cuenta de la inmensa diferencia que la consumada redención ha traído consigo.

 

Antes de que se pudiera decir "habéis sido comprados por precio", era imposible deducir las consecuencias que resultan de esto. La gracia va más allá de la ley, ley que no hacía ni podía hacer nada perfecto. La esencia misma de la entrega de la vida a Dios es que dicha entrega debe ser una entrega voluntaria. Al igual que el voto del nazareo (que era un voto de separación al Señor, y que dice: " El hombre o la mujer que se apartare haciendo voto de nazareo" – Números capítulo 6), esa entrega debe ser del corazón, o no es entrega alguna. Tampoco es una contradicción con esto el hecho de que hubo nazareos de nacimiento. — nazareos desde el vientre, como Sansón (Jueces capítulo 13) y el Bautista. Todos los cristianos nacen (nacen de nuevo) para el nazareato, que está implícito y es necesario en un verdadero sentido por la vida que recibimos de Dios. Pero la necesidad no es una necesidad impresa externamente sobre dicha condición: es interna. "Os daré corazón nuevo ", dice el Señor: pero el corazón nuevo que es dado es un corazón que elige libremente servir a su Amo. Un requisito legal del conjunto habría sido inútil y una mera servidumbre. "No con tristeza, ni por necesidad", es, como hemos visto, la norma de la Escritura para el cristiano. Pero esto no significa en absoluto lo que la gente caracteriza como 'religión tacaña'. No significa que Dios aceptará las "blancas" del tacaño, como hizo el Señor con las de la mujer de los Evangelios. (Marcos 12: 41-44; Lucas 21: 1-4). Cristo no dice: «Dad tanto o tan poco como queráis: todo sirve». No: Él espera una entrega inteligente y libre de todo a Él como por parte de uno que reconoce que todo es realmente de Él.

 

Si ustedes consideran el capítulo dieciséis del evangelio de Lucas encontrarán que el Señor anuncia muy claramente este principio. El mayordomo malo es nuestro retrato allí, — el retrato de aquellos que están (como todos nosotros estamos en cuanto a la vieja creación) bajo sentencia de expulsión del lugar en el que fueron colocados originalmente a causa de un trato malo en él. La gracia nos ha recordado la frase: "Ya no podrás más ser mayordomo". Ella nos ha dado mucho más, pero no nos ha reinstalado en el lugar que así habíamos perdido. La muerte, de hecho, es nuestra separación de nuestra mayordomía, aunque ella sea para nosotros la entrada como cristianos a algo que debemos confesar que es "muchísimo mejor". Pero la gracia ha retrasado la ejecución de la sentencia, y mientras tanto los bienes de nuestro Amo están en nuestra mano. Todo lo que tenemos aquí son las cosas de Él y no nuestras. Y ahora Dios espera que seamos fieles en lo que es, lamentablemente, para los hombres como tales (creación de Dios, como de hecho lo es) "las riquezas injustas": la miserable deidad del hombre malo.

 

Además, la gracia hace valer esta fidelidad para nosotros. Se nos permite ganar amigos "por medio de las riquezas injustas", por medio de nuestro uso piadoso de ellas, mientras que ellas son de manera natural, por nuestra culpa, nuestro enemigo y nuestro acusador. No se debe imaginar que el "mayordomo malo" será nuestro carácter literalmente en todo momento. El Señor nos muestra que esto no es así cuando habla de que se busca 'fidelidad'. Sin duda, el mayordomo malo de la parábola actúa de mala manera con los bienes de su amo, y no se debe imaginar que Dios lo alaba, — es su "amo" quien lo hace (Lucas 16: 8), — un hombre admirando como hombre la sagacidad que el mayordomo exhibió. Sin embargo, sólo así se podría imaginar esa conducta que en nosotros no es injusticia, sino fidelidad a nuestro Amo, — gracia que nos da derecho a usar lo que hemos recibido para nuestros propios intereses verdaderos y eternos que en este caso son uno con lo que Él se merece y Su gloria.

 

Pero por otra parte hay también cosas de las que podemos hablar como siendo "nuestras". ¿Qué son estas cosas? Ah, ellas son lo que el Señor llama, después de todo, "las riquezas verdaderas". Leemos, "Si en cuanto a las riquezas injustas no habéis sido fieles, ¿quién os confiará las riquezas verdaderas?" (Lucas 16: 11 – VM).  "Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, — no en o lo de otro hombre sino en lo de Dios, obviamente, — ¿quién os dará lo que es vuestro?" (Lucas 16: 12).

 

Por lo tanto, nuestras cosas son completamente claras; y no necesito decirlo. Cosas cristianas es lo que son . Sólo necesito recordarles que si ustedes tienen en sus pensamientos, como hombres de aquí abajo, una cantidad de cosas como sus propias posesiones, con las que ser liberales o para acapararlas, — en ambos casos ustedes malinterpretan el asunto. En cuanto a las cosas aquí mencionadas ustedes tienen los bienes del Amo de ustedes , las cuales, si las acaparan aquí, seguramente las perderán después y las convertirán en acusadoras. Por otra parte, se les permite bondadosamente transferirlas realmente a la cuenta de ustedes, depositándolas en medio del tesoro de ustedes, allí donde está este tesoro, — "en el cielo".

 

El hombre rico en la solemne ilustración al final del capítulo 16 del evangelio de Lucas era aquel que había hecho suyos los "bienes" de su señor de otra manera; y en la eternidad estos bienes no fueron amigos, sino enemigos y acusadores. "Hijo", le dice Abraham, "acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida"; - eso fue todo. ¡Pero qué recuerdo tan solemne fue esto! De qué manera una vez más la púrpura, el lino fino y el banquete espléndido se encontraron con los ojos que antes habían gratificado y ahora habían horrorizado. Lázaro había estado a su puerta, pero no fue Lázaro quien acusó. Y oh, cuídense ustedes de tener cosas propias aquí abajo. Hubo un hombre que tenía aquí sus "bienes", ¿y qué eran ellas para él en la eternidad?

 

Yo sé que esto no es el evangelio. No, pero es a lo que como principio del santo gobierno de Dios, el evangelio debe prepararnos para comprenderlo y tenerlo en consideración. ¿Han observado ustedes que la historia más hermosa y conmovedora del evangelio de la gracia, a saber, la historia del hijo perdido y recibido (Lucas 15) es la que precede a la historia del mayordomo malo? Los fariseos, que en el capítulo quince de Lucas representan la imagen del hijo mayor, son aquí reprendidos en la persona del hombre rico. ¿Acaso no será el hijo pródigo recibido de regreso a los brazos de un Padre, precisamente el mismo que comprenderá que él debe su todo al amor de un Padre? ¿acaso no es el evangelio, las buenas nuevas, "habéis sido comprados por precio"? Pero entonces ustedes han sido comprados: "no sois vuestros". (1ª Corintios 6: 19, 20).

 

Expresado de otra forma. Ustedes se acuerdan que cuando Dios sacó a Su pueblo de Egipto Faraón quiso llegar a un acuerdo, — obviamente mediante ese acuerdo quiso mantener al pueblo como sus esclavos. Él hace tres ofertas separadas a Moisés cada una de las cuales habría impedido que la salvación fuera, según el pensamiento de Dios, salvación en absoluto. El primer acuerdo propuesto fue que adoraran en la tierra".

 

"Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra." (Éxodo 8: 25).

 

Y sin embargo el mundo pregunta ¿por qué necesitan ustedes salir de él? Ustedes tienen derecho a opinar, pero ¿por qué ser tan extremos? ¿Por qué andar una distancia de tres días de camino en el desierto? (Éxodo 8: 26, 27). ¿Por qué separarse de aquello en lo que ustedes fueron criados y de personas tan buena como ustedes? ¡Ah, ellos no saben lo que implica ese desplazamiento de tres días, y que la muerte y resurrección de Cristo los colocan a ustedes donde no son más del mundo de lo que es Él! Egipto, — Egipto lujoso, civilizado, satisfecho de sí mismo, idólatra, — ¡y el desierto! ¡Qué contraste! Sin embargo, sólo en el desierto ustedes pueden ofrecer sacrificios a Dios.

 

Luego él intenta otra estratagema —

 

Y él les dijo: "Id, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Mas quién y quién son los que han de ir?"

 

"A lo que respondió Moisés: Con nuestros jóvenes y con nuestros ancianos iremos; con nuestros hijos y con nuestras hijas, con nuestros rebaños y con nuestras vacadas iremos; porque hemos de celebrar una fiesta solemne a Jehová". (Éxodo 10: 8, 9 – VM).

 

"Y él les dijo: ¡Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? ¡Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro! No será así; id ahora vosotros los varones, y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis." (Éxodo 10: 10, 11).

 

Obviamente, mediante sus pequeños él los tenía asegurados, — una seguridad perfectamente buena de que ellos no se irían muy lejos. Y todavía es así. Cuántos son traídos de regreso al mundo mediante los hijos que ellos no llevaron consigo fuera del mundo.

 

Queda una última esperanza para Faraón —

 

"Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros". (Éxodo 10: 24).

 

«Deja tus posesiones», él dice: ¡y cuántos abandonan sus posesiones! Ellos mismos son salvos; pero sus negocios, sus ocupaciones, estas cosas no son todavía cosas sagradas, son cosas seculares:  y ¿qué tienen que ver estas cosas con la salvación del alma? Pero Dios dice: «No: sáquenlos a todos de Egipto: ustedes, sus familias, sus bienes, todos han de ser Míos».

 

Y de hecho, todo debe ser Suyo si queremos conservarlo nosotros mismos, porque nosotros mismos no podemos hacerlo. El hombre de quien salió el demonio es la ilustración que nuestro Señor presenta acerca del hecho de que a una casa vacía nunca le faltará un inquilino. Barrer y adornar, y todo eso, no mantendrá alejado al diablo, pero tal vez hará que él sea más vehemente después de la ocupación. Nada salvará de ello excepto que la casa esté ocupada positivamente por otro que no la abandonará ni necesitará abandonarla. De modo que debemos llevar a Cristo a todo; o mediante aquello en lo que Él no está descubriremos que sólo hemos hecho espacio para otro, — a aquel que se opone a Cristo. (Mateo 12: 43-45; Lucas 11: 24-26). La parábola tiene aplicación de muchas maneras y en muchos grados, tanto para aquellos que son pueblo de Cristo como para aquellos que no lo son. Nuestros ratos de ocio no son ociosos. Nuestras ocupaciones inútiles tienen un uso, — si no para Cristo, entonces contra Él. Nuestros así llamados entretenimientos pueden no ser más que un despilfarro de energía y semillas de distracción. Estamos en un mundo donde por todas partes estamos expuestos a influencias del carácter más sutil; donde la corrupción y la decadencia son naturales; y donde todo lo que no está impregnado de vida divina se convierte rápidamente en objeto de decadencia y muerte. Para una guarnición militar asediada un día festivo puede ser fatal. Aquí no podemos tener lomos sin ceñir,  o que la armadura no esté ajustada. No basta con resistir en el día malo, sino que, habiendo hecho todo, aun así ustedes deben estar firmes. (Efesios 6: 10-18). Así que si ustedes dejan a Cristo a la puerta de la contaduría, ustedes tendrán que contender solos, o darle lugar al diablo dentro de la contaduría. No, Cristo debe ser un Salvador constante en cada detalle de nuestro andar y de nuestros modos de hacer las cosas.

 

¡Qué importante es estar justo aquí! No se trata de una mera cuestión de detalles específicos; pues para Él es un asunto de verdad de corazón que afecta cada detalle, — de hecho, todo el carácter y la complexión de nuestras vidas. Así que ustedes no deben considerar extraño el hecho de que el asunto del ganado esté relacionado con un asunto más profundo de la salvación misma, — no considerando la salvación meramente como algo que proviene de la ira y la condenación, sino también de la salvación del pecado que las introduce. Esten ustedes persuadidos de ello, amados amigos, persuadidos de que sólo así podemos encontrar, en todo el poder de ella, lo que la salvación es.

 

Hemos estado considerando esto desde el punto de vista de la responsabilidad. Ciertamente es bueno considerarlo también desde el punto de vista de la salvación. Hasta que ustedes no estén liberados por completo en estos tres aspectos no podrán estar felizmente con Dios, ni siquiera seguros. Obviamente yo no estoy hablando acerca de llegar al cielo: ustedes pueden estar seguros en ese aspecto. Pero cualquier cosa que ustedes tienen que no es de Cristo, que es del mundo, los arrastrará de regreso al mundo. ¿Pueden ustedes ir a sus tareas y cerrarle la puerta y Él no lo siente, y ustedes no lo sienten? ¿Pueden decirle: «Señor, el domingo es tuyo y el lunes es mío»; o, «Señor, ahí está tu décima parte y estas nueve son mías», — ¿y sentirse perfectamente satisfechos de que todo está bien con Él? Es mejor retenerlo todo que darlo de esa manera; porque la cantidad dada sólo impide que nos demos cuenta de dónde estamos.

 

En este gran mundo de congoja y de mal, Cristo tiene intereses muy presentes en Su corazón, — cuán presentes tal vez ninguno de nosotros tiene una noción de ello. Las almas yacen en tinieblas, almas a quienes Su Palabra les daría luz, y en esclavitud almas a quienes Él les traería liberación. Él nos dice: «Yo cuento con mi pueblo para hacer esto». ¿Cómo podemos nosotros responderle por esta confianza que Él ha depositado en nosotros? ¿Diremos: «Señor, hemos tenido que seguir el ritmo de nuestros vecinos, proveer para el futuro, hacer muchas cosas que considerábamos más importantes»? ¿O diremos: «Señor, eres tan grande, tan elevado, tan poderoso, ¡seguramente no puedes necesitar nuestra ayuda en un asunto como éste? O, Señor, eres tan misericordioso que estamos seguros de que aceptarás cualquier cosa que podamos traer. ¿No supondríamos que eres un Amo duro si quisieras que te trajéramos mucho»? Qué lamentable, ¿qué diremos? ¿No deberíamos más bien confesar con corazones quebrantados cuán poco Le hemos valorado?

 

La "doctrina de Balaam" prospera a causa de la insensibilidad del pueblo de Dios. No nos imaginemos que porque denunciamos el carácter mercenario de lo que está actualmente en auge a todo nuestro alrededor que nosotros no podemos tener participación alguna en la defensa de lo que denunciamos. La situación es muy diferente. Si nosotros tenemos o damos motivo a quienes se burlan de los defensores de la 'religión tacaña', les estamos brindando el apoyo más eficaz posible.

 

Amados, he hablado desde mi corazón y debo orar para que ustedes sean pacientes conmigo. ¿Quién que mira a su alrededor con un corazón para Cristo, sobre todas las abominaciones practicadas en Su nombre, sólo debe ser llevado a preguntar: ¿Acaso no brotó todo este mal del fracaso de Su pueblo, de aquellos que Le amaban de corazón? Y además, ¿hasta qué punto estamos quizás ahora nosotros, sin sospecharlo, ayudando a combatir los mismos males que deploramos? ¿acaso no oramos para que Él escudriñe nuestros corazones, y luego rehuiremos que sean escudriñados? Si el escudriñamiento no detecta nada, no debemos temerle. Si nos muestra un mal imprevisto es bueno darnos cuenta de que el juicio veraz del mal es siempre la verdadera bendición para nuestras almas. Es indudable que nos costará algo andar por lo que es siempre un camino angosto, — una carrera, una contienda, un llamado a la energía y la abnegación. Pero ah, amados, más nos costará, mucho más, que Cristo camine como un extraño para nosotros, porque nuestros caminos y los de Él no concuerden.

 

Pero la puerta para regresar está abierta, amados. Él nunca la ha cerrado. Lo único que tanto falta ahora es integridad sincera. Son muy pocos los que no tienen algún rincón secreto en su corazón que no quisieran haber sido buscados por Él. Ese rincón debe ser escudriñado, porque Él debe ser un Salvador a Su manera; y si nosotros no lo tuviéramos, poco podríamos haber comprendido la plenitud y realidad de Su salvación. Él no solamente salva de la ira, — Él salva del pecado. Es en sujeción a Su yugo que nosotros encontramos descanso. (Mateo 11: 28-30).

 

Dios nos lo conceda por amor de Su nombre incluso ahora.

 

F. W. Grant

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Febrero 2024

 

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:

VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).

Título original en inglés:
Establishments, and a Money Basis, by F. W. Grant
Traducido con permiso
Publicado por:
www.STEMPublishing.com
Les@STEMPublishing.com

Versión Inglesa
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