Olor
de Cristo, o de hombre
Wilson-Smith, John
Todas
las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles (" ") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RV60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras
versiones mediante abreviaciones que
pueden ser consultadas al final del escrito.
"Para
Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden", dijo el apóstol Pablo en
2ª Corintios 2: 15. El hombre no podría presentar una expresión más elevada del verdadero cristianismo.
Aquel maravilloso olor exhalaba su fragancia sobre todos; y el santo y el pecador sentían su influencia celestial,
no obstante cuán poco lo apreciaran. Pero dicho olor se elevaba a Dios en su perfecto aroma y Le hablaba del encanto
de aquella vida que se caracterizaba continuamente por aquellas cosas que agradaban al Padre. (Juan 8: 29).
Y este era, por
gracia, el olor que este consagrado siervo del Señor expresaba mientras el aroma ascendía al cielo: un "grato
olor de Cristo". ¿Podría algún testimonio ser más dulce, más rico o más fragante
para Dios? ¡Qué reproducción de aquella hermosa vida que resplandeció en su perfección moral
sin una sola interrupción desde el pesebre hasta la cruz! ¡Cuán dulce el olor de esa vida para Dios!
Toda cualidad
digna de justa estima se centró en esa vida y fue exhibida por ella. ¿Es estimable la verdad? Ella estaba allí.
Justicia, amor, humildad, paciencia, compasión, altruismo, todo lo que Dios como hombre podía mostrar fue visto
en esa vida. ¡Qué combinación de perfecciones morales había allí, y allí como en
ninguna otra parte! De ahí la gloria única y exclusiva de "Jesucristo Hombre".
Sólo Él
era el verdadero pan que descendió del cielo (Juan 6: 33, 51), el único Hombre que "no conoció pecado"
(2ª Corintios 5: 21) , pero que por ese mismo motivo estaba en condiciones para dar Su vida en expiación por otros.
Bien pudo Pablo preguntar en esta misma conexión: "Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?"
(2ª Corintios 2: 16) , pero también pudo dar la respuesta: "Nuestra suficiencia es de Dios." (2ª
Corintios 3: 5 – VM). Porque, aparte de eso, ¿qué podría haber sino fracaso?
Consideren ustedes
a Pedro en el evangelio según Mateo capítulo 16 donde después de haber él confesado bajo la enseñanza
del Padre, que Jesús es "el Hijo del Dios viviente", y de haber sido declarado "bienaventurado"
por esa confesión, poco después se opuso a las palabras de su Maestro cuando aseveraba Su muerte venidera. "Señor,
ten compasión de ti", él dijo, "en ninguna manera esto te acontezca". (Mateo 16: 13-23).
Poco conocía
Pedro el significado de sus propias palabras. Ellas significaban la negación de la cruz y todo lo que emanaba de ella,
el cumplimiento de aquello por lo cual el Hijo del Dios viviente se había encarnado, de modo que Él pudiese
ir a la muerte para la gloria de Dios y la bendición de los pobres pecadores. ¡Qué terrible error por
parte de Pedro!
No es de extrañar
que el Señor lo reprendiera con tan terrible severidad: "¡Quítate de delante de mí, Satanás!;
me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres". ¡Pedro exhaló
olor de hombre! Su ofensa fue directamente de Satanás aunque motivada por la amabilidad de naturaleza y sus mal dirigidos
sentimientos de afecto.
Esta es la prueba
y el elemento fundamental hasta el final. La cruz es el suplicio; y los tres idiomas principales que formularon su acusación
(hebreo, griego y latín) sólo delatan la combinada y concentrada enemistad del hombre, religiosa, forense o
científica; el hombre en todos los estados concebibles en su oposición a aquel despliegue esencial de luz en
las tinieblas, del bien en medio del mal, y de Dios en gracia salvadora hacia un mundo de pecado. Gracias a Dios por siempre
porque ningún olor de hombre pudo impedir que el bendito Señor fuera a la "muerte de cruz" demostrando
con certeza que la vergüenza de esa cruz, profunda como ella era, no fue un elemento disuasorio para llevar a cabo la
voluntad que Él había venido a cumplir.
En el día
actual, con sus terribles seducciones de intrigas y engaños mundanos, debe ser buscado el poder moral de la cruz, y
debe ser evitado y temido el olor de hombre. "Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo". (Gálatas 6: 14).
Wilson-Smith, John
Traducido del inglés por:
B.R.C.O. – Mayo 2024
Otras
versiones de La Biblia usadas en esta traducción:
VM
= Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas
- 1166 PERROY, Suiza).