EL
TRIBUNAL DE CRISTO
Todas
las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras
versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.
Paul Wilson
13ª Parte
de: TÉRMINOS PROFÉTICOS
En anteriores
publicaciones nosotros hemos recorrido la línea del tiempo desde el comienzo de los "tiempos de los gentiles",
alrededor del año 606 a.C., hasta el estado eterno, — los "cielos nuevos y tierra nueva". Ahora, con
la ayuda del Señor, volveremos atrás y mencionaremos algunos asuntos que fueron omitidos o pasados por alto
con sólo una breve mención.
Anteriormente
nosotros consideramos nuestra esperanza bienaventurada, — la expectativa de oír pronto esa voz de mando en el
aire y ser arrebatados con todos los redimidos para ir al encuentro de nuestro Señor en el aire. Aquel bienaventurado
momento está ahora unos meses más cerca de lo que estaba en aquel entonces. "Ahora está más
cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos". (Romanos 13: 11). Después de considerar
la venida del Señor por los suyos nosotros seguimos el desarrollo futuro de las cosas en la tierra, pero ahora dirijamos
nuestros pensamientos al cielo y al "tribunal de Cristo."
"Porque es
necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho
mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo". 2ª epístola del apóstol Pablo a los Corintios,
capítulo 5, versículo 10.
" Porque
todos compareceremos ante el tribunal de Cristo (tribunal de Dios – traducción de JND)… De manera que
cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí". (Epístola del apóstol Pablo a los Romanos,
capítulo 14, versículos 10-12).
El lenguaje es
claro y concluyente. Todo debe ser manifestado ante el tribunal de Cristo. El hombre es una criatura responsable y debe dar
cuenta a su Creador de todo lo que él hace. Sin embargo, no todos serán manifestados en el mismo tiempo o lugar.
Cristo, a quien se ha encomendado todo juicio (Evangelio según Juan, capítulo 5, versículos 22 y 27),
"juzgará a los vivos y a los muertos" (2ª epístola del apóstol Pablo a Timoteo, capítulo
4, versículo 1), pero no al mismo tiempo, ni los creyentes serán manifestados ante Él junto con los incrédulos.
La escena en la
cual comparecerán ( serán manifestados) los salvados será el cielo. (2ª epístola a los Corintios
5: 10).
Las naciones (los
gentiles) que estén vivas serán juzgadas en la tierra (Evangelio según Mateo, capítulo 25, versículos
31-46), cuando Él venga a reinar.
Los inicuos muertos
van a ser resucitados para comparecer ante el gran trono blanco al final del Milenio. (Apocalipsis 20: 11-15).
Muchas personas
han pensado erróneamente que habrá solamente un tribunal, y que todas las personas, salvas y no salvas comparecerán
en el juzgado en un día de juicio final. Tal error está relacionado a menudo con la idea igualmente falsa de
que en aquel entonces y sólo entonces las personas sabrán quiénes son salvos y quiénes no lo son.
Ahora bien, la Palabra de Dios no enseña que habrá un juicio general, sino que, por el contrario, ella diferencia
cuidadosamente entre los diversos juicios.
En el tribunal
de Cristo en el cielo sólo los creyentes van a comparecer, y no van a estar allí para averiguar si son salvos
o no. Eso habrá sido resuelto mucho tiempo antes. Tampoco van a estar allí para ser juzgados sino más
bien para ser "manifestados", es decir, para que todas sus obras sean revisadas. Ahora bien, esto no contradice
en lo más mínimo aquel bienaventurado versículo en el evangelio según Juan, capítulo 5,
versículo 24.
Leemos, "De
cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación
(literal, “no vendrá a juicio”), mas ha pasado de muerte a vida".
El creyente en
Cristo nunca será juzgado. Para él, el juicio por sus pecados ha pasado y ha desaparecido. Su bienaventurado
Sustituto llevó sus pecados y el juicio debido a ellos en la cruz.
Nosotros podemos
estar firmes en la segura Palabra de Dios con respecto a la perfecta seguridad del creyente ante Dios. Sin embargo, también
es cierto que todos los que son salvos van a tener cada acto hecho en el cuerpo expuesto en la luz ante Aquel que juzgará
de manera justa.
Nosotros debemos
recordar también que cuando el Señor venga a buscar a los creyentes, todos seremos transformados. Recibiremos
cuerpos de gloria para que cuando comparezcamos ante el tribunal de Cristo seamos "semejantes a Él". ¿Qué
juicio podría haber para aquellos que ya han sido glorificados y llevados allí por el Señor mismo que
vino a buscarnos?
Un amado hermano
en Cristo que está ahora con el Señor solía decir: «Es como una familia en la que todos los hijos
han ido a la universidad. Por fin llega el verano y todos los hijos regresan al hogar para una feliz reunión. Cada
uno es bienvenido al hogar y todos disfrutan del padre, de la madre, de los hermanos y hermanas, y del hogar; pero después
de unos días el padre de familia llama a los hijos uno por uno para que presenten sus informes y puedan revisar los
resultados de su trabajo, para ver a qué se dedicaron durante el tiempo mientras estaban fuera en la escuela. Entonces
todo es revisado para recibir la aprobación o desaprobación del padre.»
Cuando el Señor
llame a los suyos ninguno será dejado atrás. ¡Qué gloriosa y feliz será esa reunión,
— estar con nuestro Señor y con todos los redimidos en la casa de nuestro Padre! ¿Acaso vamos nosotros
a temer en aquel entonces la manifestación que seguirá poco después? No, no la temeremos; la desearemos.
En aquel entonces todo será sacado a la luz y nosotros así lo querremos. Entonces no habrá carne alguna
en nosotros. Veremos todo como Cristo lo ve. Ningún motivo oculto deformará nuestro juicio en aquel día.
En la actualidad, motivos ocultos, casi desconocidos para nosotros mismos, proyectan una luz extraña sobre lo que hacemos.
En aquel entonces todo será perfectamente transparente. ¡Bendito sea Dios! Él concede ahora el privilegio
de llegar a su presencia y de juzgarnos a nosotros mismos allí. Aunque eso lo hacemos sólo débil y parcialmente,
nosotros conocemos algo de la felicidad de exponer las cosas ante Dios. "Bienaventurado el hombre… en cuyo espíritu
no hay engaño”. (Salmo 32: 2).
Que procuremos
estar más en un estado de franqueza y transparencia ante Dios. Y, no obstante, nosotros no podemos confiar en nuestros
corazones engañosos, y tenemos que decir junto con el salmista: "¿Quién podrá entender sus
propios errores? límpiame de los pecados encubiertos". Salmo 19: 12 - VM.
Incluso el apóstol
Pablo, que procuraba mantener siempre una conciencia libre de ofensas para con Dios y el hombre, y podía decir que
de nada tenía mala conciencia (1ª Corintios 4: 4), es decir, que no era consciente de nada malo, añade
rápidamente que el hecho de no ser consciente de nada malo no lo justificaba. El Señor sería su juez.
¿Acaso no hemos comprobado todos nosotros, incluso en esta vida, que estábamos equivocados en nuestro juicio
acerca de ciertas cosas? A veces hemos pensado que teníamos razón sólo para descubrir más tarde
que estábamos equivocados, — influidos tal vez por algún deseo secreto. ¿Acaso no veremos muchas
cosas de manera diferente en aquel entonces, cuando comprendamos plenamente y veamos todo como Dios lo ve?
Cuando en esa
gloria resplandeciente comparezcamos delante de Él, con todo pensamiento suelto desaparecido, toda influencia terrenal
eliminada y todos los deseos carnales desterrados, nosotros veremos como nunca la superabundante gracia de Dios. Al ver en
Su luz lo que nosotros éramos, magnificaremos a Aquel que abundó para con nosotros en toda sabiduría
y amor. Obviamente nosotros veremos lo que nos perdimos por andar "como hombres" y complaciéndonos a nosotros
mismos cuando estábamos "en el cuerpo" en la tierra. Descubriremos lo que perdimos por no ser fieles a Él
en los días en que tuvimos oportunidad, pero todos esos descubrimientos no harán sino despertar alabanzas a
Aquel que tan fielmente nos amó y cuidó de nosotros a pesar de lo que éramos.
En aquel día
maravilloso comprenderemos muchas cosas que no percibimos ahora. Cuando veamos cuán cerca estuvimos a veces de caer,
y cómo Él en Su gracia intervino y nos impidió dar otro paso, Le alabaremos y Le adoraremos. Algunas
de las angustias y dificultades en nuestra senda serán entendidas en aquel entonces como siendo Sus misericordiosos
modos de prevenir y restaurar.
Entonces, después
del tribunal de Cristo, la Iglesia será presentada a Cristo como Su esposa. Entonces se dirá: "Han llegado
las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado". Apocalipsis 19: 7.
La expresión,
“y su esposa se ha preparado” se refiere probablemente al tribunal de Cristo donde cada cosa será sacada
a la luz y aclarada para siempre. La gloriosa esposa no tendrá la más mínima cosa oculta que estropee
su perfecta armonía e intimidad con su adorable Esposo.
Querido hermano
cristiano, procuremos vivir con más transparencia ante Dios ahora, — juzgar todo en Su presencia, — y vivir
teniendo a la vista aquel día en que todo hecho será expuesto ante el tribunal de Cristo. Ciertamente estos
pensamientos son saludables para nosotros ahora.
Pero cuando el
apóstol Pablo pensaba en el juicio, su mente se volvía hacia aquellos que no eran salvos, y que tendrán
que comparecer ante Cristo para ser juzgados. Entonces, el hecho de pensar en el "temor del Señor" y en la
condenación de los perdidos, — esto lo llevó a advertir y a persuadir a los hombres". (2ª Corintios
5: 11). Que también nosotros advirtamos a los que no son salvos que huyan de la ira venidera.
Paul Wilson
Traducido del
Inglés al Español por: B.R.C.O.- Noviembre 2024.
Otras
versiones de La Biblia usadas en esta traducción:
JND
= Una traducción del Antiguo Testamento (1890) y del Nuevo Testamento (1884) por John Nelson Darby, versículos
traducidos del inglés al español por: B.R.C.O.
VM
= Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas
- 1166 PERROY, Suiza).