LAS
SETENTA SEMANAS DE DANIEL 9
Todas
las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles (" ") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960.
Paul Wilson
18ª Parte
de: TÉRMINOS PROFÉTICOS
De la lectura
del libro del profeta Jeremías Daniel se enteró que la cautividad de los judíos en Babilonia iba a durar
sólo setenta años. Esos años estaban a punto de haber transcurrido y cuando Daniel se encontraba muy
próximo al regreso de ellos a su propia tierra, él fue llevado a confesar el pecado de ellos por el cual habían
sido enviados a la cautividad, y a orar por el regreso y la bendición de ellos. Él no se atribuía ningún
mérito sino que contaba con la misericordia de Dios. Dios respondió con una maravillosa revelación de
un período de tiempo concerniente a aquel mismo pueblo, — el pueblo de Daniel. Esta nueva revelación abarcaba
no sólo setenta años, como la cautividad de ellos en Babilonia, sino "setenta semanas". Este es, evidentemente,
un período de tiempo diferente, pero investiguemos qué se entiende por la palabra "semanas". En el
lenguaje común una semana es un período de tiempo compuesto de siete días, pero ese ciertamente no puede
ser el significado en este pasaje. Nada parecido a las cosas predichas en la profecía sucedió en setenta semanas
reales ni en muchas veces ese número de semanas.
Al buscar la correcta
comprensión de esta profecía primero debemos tener claridad acerca de lo que significan las setenta semanas.
Eruditos hebreos nos dicen que la palabra en el original no es literalmente "semanas" sino simplemente "setenta
sietes". Se trata de una palabra que describe algo dividido en siete partes. En realidad son semanas de años;
es decir, son setenta períodos de siete años. Esto era bastante comprensible para Daniel o para cualquier judío
ya que estaban acostumbrados a pensar en términos de ‘sietes’ cuando se trataba de años. Nosotros,
por otra parte, pensamos en decenas y hablamos de décadas, pero los judíos pensaban en términos de sietes.
Ellos debían dejar reposar su tierra cada séptimo año. (Libro del Éxodo, capítulo 23 versículo
11).
Ahora bien, sobre
esta base y sabiendo que "setenta sietes" o 490 años estaban determinados sobre el pueblo judío en
los consejos y propósitos de Dios para que sucedieran ciertas cosas, nosotros podemos continuar. Entonces, ¿cuándo
terminan estos 490 años? Leamos en el versículo 24 de Daniel 9.
"Setenta
semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner
fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y
ungir al Santo de los santos (o “Lugar Santísimo)".
Entonces, claramente
esto tiene que ver, en su cumplimiento final, con la limpieza de los judíos de sus pecados e iniquidad y la introducción
de la justicia perdurable, — algo que ni ellos ni el mundo han visto todavía. Nosotros que somos salvos sabemos
que nuestros pecados son perdonados en virtud de la muerte del Señor Jesús en la cruz, y sabemos que Él
es nuestra justicia; pero nadie diría que esta profecía se ha cumplido todavía. Dice además que
"la visión y la profecía" concerniente a los judíos serán selladas. Ciertamente mucho
de lo que Dios ha hablado con respecto a esto aún no se ha cumplido. Y la última afirmación del versículo
24 de Daniel 9 en la versión española Reina-Valera 1960, "Santo de los santos" (Hebreo, “códesh”),
sería entendida por cualquier judío como el "Lugar Santísimo" en el templo. Todas estas cosas
quedan para que se cumplan y sólo se puede esperar este cumplimiento cuando el Señor Jesús, como el verdadero
Mesías, venga a reinar, introduciendo el Milenio. Nosotros vemos así que toda esta bendición iba a ser
introducida al final de los 490 años, y ella no ha llegado todavía. Tengamos esto en cuenta y luego pasaremos
a ver cuánto ya ha ocurrido, lo que queda por ser hecho, y lo que está causando la tardanza en el cumplimiento
final.
“Sabe, pues,
y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe,
habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos”.
Daniel 9: 25).
En este versículo
tenemos el punto de partida de las "setenta semanas", o 490 años, —"la salida de la orden para
restaurar y edificar a Jerusalén". Siempre facilita las cosas el hecho de estudiar las profecías cuando
conocemos con certeza el punto de partida. En este caso se trata de cierto decreto gubernamental para reedificar la ciudad
de Jerusalén. En el primer capítulo del libro de Esdras había un decreto promulgado por Ciro, rey de
Persia, para edificar el templo en Jerusalén, pero nada se decía acerca de la ciudad misma. Sin duda, Dios dispuso
que Ciro diera la orden de reedificar el templo; de hecho, Dios había profetizado acerca de Ciro, incluso llamándolo
por su nombre, más de 100 años antes que él naciera (véanse Isaías 44: 28; Isaías
45: 1-4). Pero este decreto de Ciro no es el punto de partida de nuestra profecía.
En el séptimo
capítulo del libro de Esdras "Artajerjes rey de Persia" (conocido en la historia como Artajerjes Longimano)
promulgó otro decreto, pero dicho decreto se refería también al templo de Jerusalén. Tenía
que ver con el transporte de la plata y el oro y los utensilios a Jerusalén para el servicio de la casa de Dios. Así
que este tampoco es, entonces, el punto de partida de nuestra profecía.
Vayamos ahora
al libro de Nehemías donde encontraremos nuestro punto de partida para las "setenta semanas". En el capítulo
2 la fecha es presentada como "el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes". Este es el mismo
rey que promulgó el decreto de Esdras 7, pero en Esdras ello sucedió en el séptimo año de su reinado,
y en Nehemías en el vigésimo año. (Nehemías 2: 1). En aquel año Nehemías hizo una
petición al rey para que lo enviara a Judá y a la ciudad de los sepulcros de sus padres, — Jerusalén-
a fin de que él pudiera edificarla. Después de eso, Nehemías pidió cartas para poder conseguir
los materiales necesarios para el palacio y el muro de la ciudad, etc. Luego él dijo, “Y me lo concedió
el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí". Este es muy claramente el tiempo al que se
refiere Daniel capítulo 9. Se trata de una orden gubernamental oficial para la edificación de la ciudad y el
muro que según los eruditos es en el año 445 a.C. Ahora bien, tenga usted en cuenta que Daniel recibió
esta visión en el "año tercero de Ciro rey de Persia", alrededor del año 538 a.C. o 93 años
antes que sucediera. Se llama a prestar atención a este hecho debido al intento de los incrédulos de demostrar
que Daniel escribió historia y no profecía. Ciertamente a ellos les gustaría pensar así, porque
la notable exactitud del cumplimiento de sus profecías los señala con el dedo de Dios y ellos mismos se condenan.
Daniel fue ciertamente un profeta; el Señor mismo lo llamó así. (Mateo 24: 15).
Desde este punto
de partida en el año 445 a.C., las "setenta semanas" se dividen en tres partes:
7 semanas o 49
años
62 semanas o 434
años
1 semana o 7 años
70 semanas
o 490 años
Los primeros 49
años están separados de los demás debido probablemente a las pruebas especiales que padeció el
remanente judío durante esos años en la edificación del muro y la ciudad. Para obtener información
acerca de los "tiempos angustiosos" de los que habla Daniel 9: 25, que fueron vividos en la edificación del
muro, lea usted el libro de Nehemías, el cual es el último registro histórico del Antiguo Testamento.
Dios hizo especial mención de las dificultades de los que trabajaban en aquellos días haciendo una sección
especial de la profecía para aquel tiempo, — "siete semanas".
Desde el fin de
esas primeras "siete semanas", o cuarenta y nueve años, iba a haber "sesenta y dos semanas", o
434 años más, "hasta el Mesías Príncipe". Hay aquí una clara profecía
de la venida del Señor Jesucristo, pero la profecía no afirma el punto exacto en Su senda a la que hace referencia.
Algunos competentes eruditos han pensado que las 69 semanas llegan hasta el día en que el Señor Jesús
entró en Jerusalén montado en el pollino. En aquel momento Él fue presentado formalmente a Israel como
su Mesías, y luego fue rechazado, y a los pocos días fue crucificado. Algunos estudiosos de la cronología
incluso han calculado que desde aquel día mencionado en Nehemías 2, cuando se promulgó el decreto para
edificar Jerusalén, hasta el día en que el Señor Jesús entró cabalgando en Jerusalén
como su Mesías, transcurrieron 483 años hasta el día mismo. Eso puede ser cierto. Una cosa es segura,
la Palabra de Dios siempre se cumplirá al pie de la letra.
¡Oh, si
sólo Jerusalén hubiera reconocido a su Mesías cuando Les fue presentado! Pero ellos no conocieron el
tiempo de su visitación. (Lucas 19: 44). En aquel día cuando Él les fue presentado faltaban sólo
siete años de los 490 para que Él introdujera la final bendición, pero lamentablemente ellos dijeron:
"¡Fuera, fuera, crucifícale!". (Evangelio según Juan, Capítulo 19 versículo 15).
Paul Wilson
Traducido del
Inglés al Español por: B.R.C.O.- Diciembre 2024.