LA PROFECÍA DEL SEÑOR EN EL MONTE DE LOS OLIVOS EN
MATEO 24, 25
Capítulo
1
LOS DISCÍPULOS
JUDÍOS
INTRODUCCIÓN
En el discurso presentado en Mateo 24 y 25 el Señor revela, primeramente, el futuro de los discípulos Judíos; en segundo
lugar, el futuro de la profesión Cristiana; y, en tercer lugar, el futuro de todas las naciones probadas mediante el evangelio
del Reino antes que llegue el final, y Él mismo reine. Tales son las sencillas divisiones de los dos capítulos de este estudio,
y, así fue o será en realidad. El discurso se originó en la sabiduría del Señor a partir del hecho de que los discípulos dirigieron
Su atención al esplendor de los edificios del templo, del cual sus corazones no se habían aún independizado. Ellos creían
que Jesús era el Cristo y que ellos habían nacido de Dios, pero sus corazones estuvieron asociados con las esperanzas de Israel,
hasta el día en que Él ascendió al cielo (Hechos 1: 6-11), aunque el avance de ellos no fue pequeño cuando Él resucitó de
los muertos.
Por consiguiente, el Señor comienza con Sus discípulos tal como ellos eran en ese entonces. Ellos representan también,
en forma adecuada, a aquellos que van a seguir en el día postrero cuando la obra de reunir la compañía Cristiana para la gloria
celestial se haya completado, y Dios comience a preparar a Su pueblo en la tierra para el reino del Hijo del hombre que regresa.
Este es, también, el orden histórico. Ninguna otra división del tema principal podía ser satisfactoria. Con relación a esto,
los discípulos fueron contemplados no sólo generalmente a través de todo el Evangelio, sino evidentemente cuando Él envió
a los doce en Mateo 10: "Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas
perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado." (Mateo 10: 5-7). Esto
fue reemplazado por el testimonio Cristiano, tal como veremos de forma aún más marcada en el discurso del monte de los Olivos,
pero es claro a partir del versículo 23 que esta misión Judía continuará nuevamente antes del fin, "no acabaréis de recorrer
todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre." (Mateo 10:23). El Cristianismo es un paréntesis.
En Mateo 23, el Señor dice a las multitudes y a Sus discípulos, "En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y
los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque
dicen, y no hacen." (Mateo 23: 2, 3). Claramente los discípulos no son contemplados aquí como Cristianos, sino como Judíos,
y esto es confirmado por el lenguaje directo del versículo 34 hasta el final del capítulo. No obstante lo triste que debe
ser la retribución, un cambio ocurrirá al pueblo antes de Su regreso. "He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque
os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor." (Mateo 23: 38, 39).
De este modo, el arrepentimiento de un remanente del pueblo de Israel preparará el terreno para Su regreso; algunos sufriendo
hasta la muerte por causa de Su nombre, otros preservados para dar la bienvenida al Hijo del Hombre cuando Él venga. Nosotros
leemos mucho acerca de ambas cosas en los Salmos y en los Profetas, así como en el Apocalipsis.
La primera parte del discurso con sus varias secciones siguen, adecuadamente, a continuación en Mateo 24: 1-44.
EL TEMPLO DESTRUÍDO
"Cuando Jesús salió del templo y se
iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto
os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada." (Mateo 24: 1, 2).
El Mesías rechazado pronuncia sentencia: una sentencia muy solemne de escuchar para los Judíos creyentes quienes consideraban,
justamente, el templo como el testimonio externo, o público, del único Dios verdadero y Su adoración en la tierra. Este templo
había sido destruido antes, después que los hijos de David que reinaron apostataron y lo hicieron sede de los ídolos Gentiles.
Pero, ¿no había habido allí un regreso en gracia (no de Israel, es verdad, sino) de un remanente Judío desde Babilonia para
reedificar la ciudad y el templo y esperar al Mesías? ¡Cuán lamentable! ahora, Aquel que ellos creían que era el ungido Hijo
de David, lo condenaba a otra demolición que no debería tardar, cuando no el primero (Babilonia) sino el último poder mundial
Gentil (Roma) la ejecutaría. Su destrucción no fue a causa de los ídolos, sino debido a que los Judíos fueron los primeros
en rechazar, y luego mediante los Gentiles, en crucificar a su Jehová-Mesías. Estas eran dos acusaciones que Isaías había
predicho, mucho tiempo atrás, contra el pueblo escogido (Isaías 40-48 y 49-57).
¿CUANDO SERÁ DESTRUÍDO EL TEMPLO? ¿CUÁLES
SON LAS SEÑALES DE LA VENIDA DEL SEÑOR?
"Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán
estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.
Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras;
mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra
nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de
dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.
Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán,
y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin,
éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces
vendrá el fin." (Mateo 24: 3:14).
De Marcos 13:3 aprendemos que Pedro, Jacobo, Juan y Andrés fueron los que preguntaron de este modo, ¿cuándo serán estas
cosas? es decir, la destrucción del templo; y ¿qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? En el evangelio de Lucas
(Lucas 21) nosotros encontramos la primera de estas preguntas plenamente respondida. Encontramos allí el derribo de la ciudad
con el templo, y a Jerusalén hollada por los Gentiles hasta que el tiempo de ellos se cumpla, prolongándose aún desde el saqueo
de Jerusalén por Tito, y esto muy claramente separado de la venida del Hijo del Hombre cuando la redención del remanente Judío
piadoso se acerque. Aquí en Mateo, la respuesta en cuanto a la ruina inminente, ya presentada en la parábola de la fiesta
de bodas (Mateo 22:7) es pasada por alto y el Señor pasa a la segunda pregunta que reúne la señal de Su venida y del fin del
siglo (o, fin de la edad). La profecía no es de solución aislada.
Es importante notar el error en la Versión Inglesa King James de la Biblia al confundir el fin "del siglo" (o, de la
edad) con el fin 'del mundo.' (Mateo 24:3)* La edad venidera de mil años y más es después de la edad (del siglo) que aún es,
y antes de la escena eterna. Aun los discípulos, preocupados, hasta el momento, con esperanzas y prejuicios Judíos, y completamente
sin comprensión acerca de las nuevas y celestiales asociaciones del Cristianismo, lo sabían mejor. Es claro, en el Griego,
que ellos no dijeron 'del mundo', sino "de la edad"; y el Señor, en Mateo 13: 38, 40, los había prevenido ampliamente contra
semejante confusión. El campo, o lugar de siembra, era "el mundo", el juicio sobre la cizaña y la presentación del trigo sería
al final "del siglo" (o, de la edad). La nueva edad, el Milenio, se caracterizará por el reino del Rey en justicia cuando
el reino del Padre venga en lo alto y el Hijo del Hombre aquí abajo, cuando Su voluntad será hecha en la tierra como en el
cielo.
{* N. del T.: El mismo error
se ha de notar en varias versiones en Castellano de la Santa Biblia, a saber: Biblia de Jerusalén, Versión Nacar-Colunga,
Nueva Versión Internacional, Reina-Valera Revisión 1989, Reina-Valera 1909.
La Versión Reina-Valera Revisión
1977, de Editorial Clie, reza: "...Dinos, ¿cuándo sucederán estas cosas, y cuál será la señal de tu venida, y del final de
esta época?", Lit. del acabamiento del siglo, entendiendo por siglo la época que va dese Jesucristo hasta el final de los tiempos.}
El Señor presenta, primeramente, un bosquejo general de la ruina que está por sobrevenir. La mejora moral, la verdad
predominante, la paz para la humanidad, eran, hasta el momento, sueños engañosos contra los cuales ellos deberían estar en
guardia. El rechazo de Él abriría la puerta a muchos falsos pretendientes para conducir a muchos a desviarse. Se oiría acerca
de guerras y sus rumores. Sólo cuando Él toma Su gran poder y reina podía ser de otra manera, tal como Isaías predice. Sus
discípulos no debían turbarse ni engañarse. Tales cosas malas deben suceder porque el Rey fue rechazado, y aún no es el fin.
Pues en lugar de aprender que nunca más habrá guerra cuando Él venga en Su reino, aprenden que nación se alzará contra nación,
y reino contra reino; y no sólo esto, sino que habrá sufrimientos providenciales, tales como hambres y pestes y terremotos
en diversos lugares. Con todo, todo esto será el principio de dolores. En este tiempo, Sus discípulos serían objeto de persecuciones,
traicionados y aun muertos por todos los Gentiles a causa de Su nombre. Peor aún, muchos tropezarían, y la traición, y el
aborrecimiento mutuos, se darían entre ellos. Muchos falsos profetas se levantarían y engañarían a muchos, y a causa de la
multiplicación de la maldad, el amor de muchos se enfriaría. Mas el que perseverare hasta el fin será salvo.
El Señor, en estos versículos, está contemplando a personas con expectativas Judías, y probadas por la oposición Judía
y la incredulidad con el aborrecimiento de todas las naciones. A aquel que perseverare se le da especial seguridad. El Libertador
vendrá a su debido tiempo, pero no hay ni una palabra acerca de la Iglesia, ni aun del evangelio en su profundidad. Con todo,
"será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin."
(Mateo 24:14). Se trata de un testimonio, y no sin fruto, en todas partes, sin una palabra de resultado adicional. El cambio
para los muertos o para los vivos, para el cielo y para la tierra, está reservado para aquel que es digno, en su venida -
para el Cristo rechazado.
Ahora bien, el hecho notable y evidente es que el Señor tiene aquí ante Él a discípulos Judíos en los primeros días,
con la contraparte de ellos antes del fin, pero sin referencia a la luz y privilegio Cristianos que entrarían. Y, en el libro
de los Hechos de los Apóstoles y en la Epístola de Santiago, tenemos una prueba suficientemente clara de que hubo en Jerusalén
una pertinacia en este respecto que ha impactado a menudo a los lectores Cristianos, como siendo extraña, no sólo después
que se cumplió el gran Pentecostés, sino hasta la víspera de la destrucción de la ciudad y el santuario.
Un poco tiempo antes, la Epístola a los Hebreos presentó la advertencia y prueba finales de Dios de que, para los Cristianos,
el sistema Judío era ahora nulo e inválido. Uno puede aprender, de esta manera, cómo el Señor proporciona instrucción para
discípulos Judíos antes que venga el fin. Todavía, hasta ahora, todo es general, pero desde el versículo 15 se nos presenta
mucho que es preciso, Él mismo refiriéndose al último capítulo de Daniel.
LA GRAN TRIBULACIÓN Y LA VENIDA DEL
SEÑOR (versículos 15-31)
"Por tanto, cuando veáis la ABOMINACION DE LA DESOLACION, de que se habló por medio del profeta Daniel, colocada en
el lugar santo (el que lea, que entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; el que esté en la azotea,
no baje a sacar las cosas de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa. Pero, ¡ay de las que estén
encintas y de las que estén criando en aquellos días! Orad para que vuestra huida no suceda en invierno, ni en día de reposo,
porque habrá entonces una gran tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio del mundo hasta ahora, ni acontecerá
jamás. Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.
Entonces si alguno os dice: "Mirad, aquí está el Cristo", o "Allí está", no le creáis. Porque se levantarán
falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos.
Ved que os lo he dicho de antemano. Por tanto, si os dicen: "Mirad, El está en el desierto", no vayáis; o "Mirad, El
está en las habitaciones interiores", no les creáis. Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta
el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre. Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres. Pero inmediatamente
después de la tribulación de esos días, EL SOL SE OSCURECERA, LA LUNA NO DARA SU LUZ, LAS ESTRELLAS CAERAN del cielo y las
potencias de los cielos serán sacudidas. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre; y entonces todas las
tribus de la tierra harán duelo, y verán al HIJO DEL HOMBRE QUE VIENE SOBRE LAS NUBES DEL CIELO con poder y gran gloria. Y
El enviará a sus ángeles con UNA GRAN TROMPETA y REUNIRAN a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo de los cielos
hasta el otro." (Mateo 24: 15-31).
LA ABOMINACIÓN DE LA DESOLACIÓN, HISTÓRICA
Y FUTURA
Aprendemos aquí acerca de la horrible señal de la iniquidad Judía - una alianza culpable y fatal con los Gentiles,
tal como Daniel advirtió. Esto necesita una mayor atención; pues esto también había sido hecho por orden de Antíoco Epífanes
mucho antes del primer advenimiento del Mesías. Un ídolo fue levantado, en ese entonces, en el lugar santo, lo cual trajo
desolación sobre todos aquellos que actuaban o se sometían, así como manifestó la intransigente oposición de los Macabeos.
Esto fue predicho plena y claramente en Daniel 11:31, así como el heroísmo piadoso que rechazó la abominación sigue a continuación.
Por esta razón es más distinguible de la futura apostasía similar, pero mayor. Porque
todo se ha cumplido hasta el versículo 35, donde un espacio en blanco está, indudablemente, implícito, conduciendo hasta "el
tiempo del fin" que tenemos aquí también en Mateo. Entonces aparece "el rey" del último tiempo, no "el rey del norte" como
Antíoco Epífanes había sido en su día, menos aún "el rey del sur" (Egipto), sino uno distinto de ambos. Pues en el tiempo
del fin, el rey del sur contenderá con él, y el rey del norte se levantará contra él (Daniel 11:40). Él es así el objeto de
hostilidad para ambos, y tiene por su esfera "la tierra gloriosa" la cual está, físicamente, entre esos dos poderes del futuro.
Pero él es también, más ampliamente, el gran enemigo religioso de Jehová y Su Cristo; pues al reinar sobre Israel,
él se establecerá a sí mismo como Dios en el templo de Dios. Porque este es el "hombre de pecado" a quien el apóstol retrata
en 2 Tesalonicenses 2, citando o aplicando las palabras de Daniel. Y a esta futura abominación de desolación (o, abominación
desoladora) el Señor se refiere en Daniel 12:11, con la cual está relacionada la fecha de 1.290 días, y un suplemento de 45
días más, antes que venga el tiempo bienaventurado que la fe de Israel de aquel entonces espera. Luego, el propio profeta
reposará y se levantará para recibir su heredad (Daniel 12:13) y el Hijo del Hombre reinará, no sólo sobre Israel, sino sobre
todos los pueblos, naciones y lenguas: Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y Su reino no será destruido. (Daniel
7:14).
El Señor hace de este acto público de apostasía la señal para una huida inmediata. Es muy familiar el hecho de que
algunos modernos y antiguos han interpretado esto como correspondiendo a Cestius Gallus o a Tito; pero cualquiera de los dos
está fuera de la cuestión. Porque ni uno ni el otro levantaron un ídolo en el lugar santo; y así como uno de ellos dio un
amplio espacio de tiempo para huir sin la precipitación ordenada aquí, así el otro no proporcionó ninguno. Porque la ciudad
fue rodeada y saqueada; y el vencedor (lejos de levantar un ídolo) procuró en vano salvar el templo de las llamas de completa
ruina. El error surgió del hecho de no ver que el diseño divino fue presentarnos la captura Romana de Jerusalén y sus resultados
en Lucas 21: 20-24. Pero aquí el Señor pasa por sobre estos resultados en el lugar correspondiente de los Evangelios de Mateo
y Marcos, y se extiende solamente sobre la iniquidad y tribulación inigualadas de los días futuros, de las cuales se dice
expresamente, que van a ser seguidas, inmediatamente, por Su venida en las nubes con gran poder y gloria, cerrando la malvada
edad (o, siglo) del hombre y abriendo el día de Jehová por tanto tiempo deseado. Lucas omite esta crisis espantosa.
Así como la señal para huir es inequívoca, del mismo modo son contemplados aquellos discípulos por el Señor: "entonces
los que estén en Judea, huyan a los montes." (Mateo 24:16). En nuestro futuro esto no podría ser para Cristianos, quienes,
como sabemos a partir de otras Escrituras, habían sido trasladados antes al cielo. Pero Dios, al desaparecer ellos, obra en
las almas por medio de Su Palabra y Espíritu, para tener, también, un pueblo terrenal, pero primera y especialmente entre
los Judíos, la mayoría de cuales son engañados, en aquel entonces, por el Anticristo. El remanente piadoso Judío está, de
esta forma, en consideración; y el Señor indica aquí que el peligro de ellos es tan inmediato que no hay espacio para descender
desde la azotea para entrar en la casa y tomar algo de propiedad de ellos: ellos deben huir inmediatamente. Por otra parte,
si uno está en el campo, que no vuelva atrás, ni siquiera para tomar su capa. Conmovía al Señor el pensar acerca de mujeres
en una crisis semejante, impedidas personalmente o por sus bebes. Y Él insta a orar para que la huida no sea en el rigor
del invierno o para deshonra del día de reposo. ¿Puede algún Cristiano inteligente dejar de ver de qué manera están aquí en
consideración Judíos piadosos? Desde "el lugar santo" en el versículo 15 hasta el "día de reposo" en el versículo 20, todo
señala a discípulos en aquella forma de relación, en esa época futura, y en aquella área limitada.
LA GRAN TRIBULACIÓN
De esta manera, lo que viene a continuación es la tribulación. (versículos 21, 22). "En el mundo tendréis tribulación"
(Juan 16:33 - VM) es aplicable, en cuanto a principio, al Cristiano: pero no se insiste sobre ninguna tribulación específica
para él; él debería esperarla siempre. "Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución."
(2 Timoteo 3:12). Pero la tribulación sin paralelo para Israel es durante los últimos tres años y medio desde el establecimiento
de la abominación de la desolación (o, abominación desoladora) en el santuario. Es un trato judicial de Dios mediante los
enemigos de ellos debido a su audaz apostasía, y no tiene ningún punto de contacto con el Cristiano, excepto que los Cristianos
meramente nominales lo comparten plenamente. Los Gentiles, como tales, participan de ello; de modo que leemos en Apocalipsis
7 acerca de "la gran tribulación", de la cual sale una multitud de fieles que han lavado sus ropas, y las han emblanquecido
en la sangre del Cordero. Porque los Judíos y los Gentiles serán visitados así en el día postrero, en sus respectivas medidas,
cuando los Cristianos ya no estén más aquí sino en el cielo con Cristo. Pero esos días serán acortados por causa de los escogidos:
de otra manera ninguna carne podría salvarse (Mateo 24:22 - VM): porque el Señor habla aquí de discípulos Judíos preservados
en la tierra para Su reino, y no de Cristianos que soportan el sufrimiento, y reinan con Él cuando sean transformados en Su
venida, lo cual ni siquiera se supone en este asunto.
No menos claras son las indicaciones en los versículos 23-26. Ellas suponen peligros y engaños Judíos de la especie
más difícil, pero de ninguna manera semejante a los que los Cristianos están expuestos. Pues nosotros sabemos que cuando el
Señor Jesús venga por nosotros, nosotros seremos transformados, muertos o vivos, y seremos tomados para encontrarnos con Él
en el aire. Esto está declarado tan claramente en la primera Epístola a los Tesalonicenses, la cual fue escrita para corregir
el error en la asamblea de los Tesalonicenses, quienes recién se reunían al nombre del Señor, que es difícil de concebir que
un Cristiano no esté al corriente de ello. De ahí que si hubiese alguien que le dijese que el Cristo está aquí o allí, en
Roma o en Londres, él lo rechazaría, y trataría al supuesto como un falso Cristo, y al heraldo como un falso profeta; tampoco
grandes señales y prodigios pesarían en apoyo de una contradicción tan flagrante de la Palabra del Señor. Pero los creyentes
Judíos, que no tienen tal promesa, necesitaban, y necesitarán, la advertencia del Señor para guardarse de la trampa. Por consiguiente,
si ellos dicen, 'Él está en el desierto o en los aposentos' ellos no debían creer ni a uno ni a otro. "Porque como el relámpago
que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre." (Mateo 24: 27). El
apóstol Juan no habla de Su venida como que Él viene a tomarnos a Él mismo, sino como el Esposo que viene a por Su esposa.
Pero el relámpago describe de forma adecuada Su presencia judicial para los discípulos Judíos acosados por enemigos Judíos
y Gentiles, animados con rabia y odio Satánicos. Y esto está plenamente confirmado por la figura adjunta: "dondequiera que
estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas" (Mateo 24:28), que son los rápidos instrumentos de venganza divina
sobre la presa muerta que debería haber sido un testigo viviente para Dios. ¡Qué contraste con Su venida y nuestra reunión
con Él! que es el motivo bienaventurado para librar a los engañados Tesalonicenses de ser atribulados por la falsa afirmación
de que Su día estaba allí (tal como lo leemos en 2 Tesalonicenses 2: 1, 2).
LA APARICIÓN DEL SEÑOR
El Señor declara, entonces, que "inmediatamente después de la tribulación de aquellos días" (Mateo 24:29) habría una
subversión total del orden gubernamental arriba, el sol, la luna, las estrellas, "las potencias de los cielos serán conmovidas",
señales físicas del gran cambio en desarrollo para la tierra. "Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo."
(Mateo 24:30) Su aparición allí en lo alto es la señal de su venida a establecer Su reino y a juzgar a los vivos. "y entonces
lamentarán todas las tribus de la tierra" (porque el contexto parece favorecer esta traducción): un resultado jamás expresado
acerca de Su venida a trasladarnos al cielo. "Y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran
gloria." Pero Él actúa sobre, y por medio de, más que hombres, Él tiene Sus ángeles; y "enviará sus ángeles con gran voz de
trompeta, y juntarán a sus escogidos" (Mateo 24:31), significando aquí mediante esta expresión a los de Israel así como a
los de Judá que están escritos en el libro, "desde un extremo del cielo hasta el otro." Podemos comparar esto con las muchas
referencias en los Salmos y los Profetas, especialmente en Isaías.
UN PARÉNTESIS ACERCA DE LA INTERPRETACIÓN
DE LA BIBLIA
Para interpretar la Escritura nosotros necesitamos un poder y una sabiduría por sobre la nuestra. No podemos comprender
forzando la cerradura: se necesita la llave, y la gracia da esta llave en Cristo, como algo enseñado por la Palabra y el Espíritu
de Dios. Si usted tiene a Cristo por fe, usted ya tiene la llave. Aplíquelo a Él en fe a la Biblia, y el Espíritu Santo lo
capacita a usted para comprenderla. No se trata de tener una mente superior o una gran erudición; - pues muchos hombres eruditos
han sido muy necios en sus errores. El santo sencillo que no conoce más allá de su lengua nativa puede comprender la Biblia,
si él se somete, con sencillez verdadera, al Señor y tiene confianza en Su amor. Esto es producido por el Espíritu de Dios:
esto, y sólo esto, hace que los hombres se humillen, dando, además, confianza en Dios y en Su palabra, llevándose los objetos
que oscurecen, dirigen erradamente, o dominan su propia mente.
Acepte el consejo de un amigo: lea cuidadosamente las Escrituras pero con fe, y usted comprenderá lo que es infinitamente
mejor que cualquier cosa que se encuentre en los diversos esquemas del hombre. Es exactamente lo mismo tanto con respecto
a la interpretación de la profecía, como en lo referente a la doctrina. Ningún hombre debería convencer al Cristiano de que
una parte de la palabra de Dios está sellada y la otra está abierta. En un tiempo fue así. Cuando Daniel recibió, antiguamente,
esas mismas comunicaciones a las cuales el Señor dirige al lector, se le dijo que sellara el libro (Daniel 12:9); cuando Juan
fue llamado a tener las mismas comunicaciones y aún mayores, se le dijo que no sellara el libro (Apocalipsis 22:10). Quizás
usted ha visto la diferencia, y la razón de ella. El principio yace aquí: los santos Judíos no podían entrar en el significado
verdadero y pleno del futuro hasta que Cristo viniese, o, al menos, hasta que el fin llegue. Porque entonces, efectivamente,
cuando los últimos días de esta era (o, este siglo) hayan llegado, el remanente piadoso comprenderá. El malo no entenderá.
Usted no puede separar la condición moral de la verdadera inteligencia de la palabra de Dios. Pero el Cristiano no sólo ya
tiene a Cristo, sino al Espíritu en virtud de la redención; y de ahí que él es llamado y calificado para escudriñar todas
las cosas, sí, las cosas profundas de Dios. Ellas están ahora plena y finalmente reveladas.
Cuando la gracia de Dios da fe y el deseo de hacer la voluntad de Dios, entonces las almas llegan a ser capaces de
comprender tanto la doctrina como la profecía. Ellas aprenden que todo el pensamiento revelado de Dios se centra en Cristo,
y no en el primer hombre. Cuando usted no se inclina a encontrar en la profecía a América o a Inglaterra, el cólera, una epidemia,
o su propia época; cuando usted ha sido libertado por gracia de todas esas predisposiciones, entonces, con Él como el objeto
del alma, usted tiene una condición moral adecuada; porque tales ideas absorbentes de los hombres ya no lo gobiernan ni lo
ciegan. De ahí que el único camino para comprender cualquier parte de la Biblia sea sólo abandonar, por gracia, nuestra propia
voluntad y nuestros propios deseos, por Cristo; entonces nosotros podemos hacer frente a cualquier cosa. No tenemos ya temor
de lo que Dios tiene para revelar; ni tampoco tratamos de leer algo propio en la Biblia, estando satisfechos, entonces, con
entender el significado de Dios en ella. Que este sea ahora, verdaderamente, el deseo y esfuerzo de nuestras almas.
EL DÍA DE REPOSO Y EL DÍA DEL SEÑOR
¿No ha sido claramente demostrado que, hasta ahora, el Señor habla de discípulos conectados con el templo, y Judea,
y Jerusalén, pero no de Cristianos? Tomen estas pruebas adicionales de ello. Él
dice, "Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo." (Mateo 24:20). El día del Señor es nuestro día,
el primer día de la semana. El Judío guarda correcta y adecuadamente los días de reposo (Sabbath) de Jehová. En cuanto a esto,
hay idiomas en Europa más correctos del que nosotros oímos hablar comúnmente a nuestro alrededor. El idioma del Papa, el Italiano,
mantiene la justa distinción; habla siempre del Sábado como el día de reposo (Sabbath), y del Domingo (dies Dominicus) como
el día del Señor. ¡Qué curioso que esto sea así, donde tan densas tinieblas reinan en casi todo lo demás!
En nuestro propio país, y por largo tiempo, ha habido una gran cantidad de confusión en cuanto al día de reposo (Sábado)
y el día del Señor (Domingo). Que nadie se ofenda ante esta observación, pues su verdad es cierta y de importancia. El día
del Señor no se diferencia del día de reposo por un menor grado de santidad o por dejar libres a los Cristianos para que hagan
su voluntad en aquel día, sino por llamarlos a hacer siempre la voluntad del Señor en una completa separación para Su gloria,
los servicios santos de alabanza divina en obras de fe y en trabajos de amor. En resumen, el día del Señor (Domingo) se diferencia
esencialmente del día de reposo (Sábado) en que es un día de gracia, no de ley, y el día de la nueva creación, no de la antigua.
La consecuencia de ver esto mostrará diferencias muy importantes, efectivamente, en el corazón y en la práctica.
Supongan que un cristiano tuviera fuerza para caminar 30 kilómetros en el día del Señor, y para predicar el evangelio
seis o siete veces, ¿sería él culpable de transgredir la voluntad de Dios? Es de esperar que ninguna persona en este lugar
de reunión, se atreviera a pensarlo así; con todo, si realmente estuviera bajo la ley del día de reposo, ¿qué puede absolver
de las obligaciones de aquel día? Todos los que están bajo la ley están obligados dentro de límites definidos. ¿Son los Judíos
libres de utilizar el día de reposo en un trabajo indefinido aun para lo que ustedes saben que es para los propósitos activos
de bondad? Nosotros debemos obedecer en nuestra relación.
Queda admitido que el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo; pero, ¿son también los discípulos Judíos señores
del día de reposo? Usted no puede hacer libremente lo que usted considera siempre ser tan bueno: los Judíos están bajo normas
estrictas en cuanto a aquel día. Si el día de reposo fuese su día, se requiere que usted lo guarde como tal. Pero como usted,
un Cristiano, tiene que ver con el día del Señor, procure comprender su significado, y ser fiel a ello. Indudablemente el
día del Señor es un día consagrado a la adoración y a la obra del Señor. No es el último día de una semana laboriosa, un día
de descanso que usted comparte con su buey o su asno. Es un día que está dedicado al Señor Jesús, especialmente para comunión
con los Suyos en este mundo. Entonces, tampoco hay pecado en la labor más extenuante por las almas; por el contrario, semejante
labor en el Señor es buena y bienaventurada dondequiera se halle, si Él guía en esto, (y nosotros necesitamos esto),
Pero a los discípulos Judíos contemplados aquí se les dice que oren para que el tiempo de su huida precipitada no
sea en invierno o en día de reposo; pues el primer caso supondría un serio impedimento debido a su inclemencia, y en el otro
caso ellos no podrían ir más allá de lo que se permite andar en un día de reposo. Pero ¿cómo podría esto afectarnos
a nosotros como Cristianos? Aun si fuimos Judíos, nosotros ya no estamos bajo tales restricciones. El Señor no está hablando
de Cristianos, sino de futuros discípulos Judíos, sometidos a la ley y sus rituales, y animados por esperanzas Judías.
DISCÍPULOS JUDÍOS ESCOGIDOS
Se dice, además, "porque habrá entonces grande tribulación, cual no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora,
ni nunca más habrá. Y si no se abreviasen aquellos días, ninguna carne podría salvarse." (Mateo 24: 21, 22 - VM). Todo
esto es lo suficientemente claro. No es una cuestión de cosas celestiales sino de Su reino. Ellos procuraban vivir aquí y
ser súbditos del reinado bienaventurado y la gloria bendita cuando el Señor venga. Se trata de gloria en la tierra, no en
el cielo. "Mas por causa de los escogidos, aquellos días serán abreviados." (Mateo 24:22 - VM).
"Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán
falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun
a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en
los aposentos, no lo creáis." (Mateo 24: 23-26). Es claro y cierto que los escogidos son aquí Judíos. Es improbable que un
Cristiano sea engañado, ni por un instante, por semejantes rumores. Pero es un hecho que el Señor supone que esto es un peligro
considerable para tales discípulos como son estos aquí. De hecho, siendo Judíos (no Cristianos), ellos podrían ser engañados
por el clamor de que Él estaba aquí o allí en la tierra; mientras que ningún Cristiano que espera al Hijo de Dios desde el
cielo podría estar en peligro. Con todo, los discípulos Judíos estaban expuestos a ello. Porque esperando, como ellos estaban,
la venida del Señor a la tierra, ellos sabían que Sus pies se afirmarán en aquel día sobre el monte de los Olivos. (Zacarías
14:4). Entonces, ellos podrían ser engañados de este modo. No así el Cristiano. Él sabe que va a estar con el Señor en el
cielo, siendo tomado para esto fuera de este mundo en el aire, para encontrarse con el Señor en lo alto. Pero los engaños
que están en consideración están dirigidos solamente para los que esperan encontrarse con el Señor en la tierra. Hasta aquí,
la escena completa consiste de las instrucciones del Señor a discípulos relacionados con Jerusalén y Judea, y no tiene absolutamente
nada que ver con los Cristianos esperando unirse al Señor arriba.
Aquí está, nuevamente, la razón por la que aun discípulos Judíos no oirían. "Porque así como el relámpago sale del
oriente y se muestra hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre." (Mateo 24: 27 - RVA). Algunos comentadores
han aplicado esto a la conquista Romana. Pero el ejército de Tito no vino del oriente, como se dice aquí que el relámpago
lo hace, ni se mostró hasta el occidente: exactamente lo opuesto a ello sería una figura más adecuada, si se hubiese deseado
dar a entender que el pasaje se refiere a los Romanos. El Señor nos ha guardado tan claramente contra las malas interpretaciones
de los hombres. La venida del Hijo del Hombre será bastante diferente y sorprenderá a los hombres como lo hace el relámpago.
No será cuestión de ir de acá para allá para buscarle a Él.
Entonces, el Señor ha dado estos firmes puntos de referencia en la profecía, los cuales impiden que seamos arrastrados
por cada viento de teoría. Nosotros podemos ver claramente lo que el Espíritu ha puesto ante nosotros. Tampoco ha sido pasado
conscientemente por alto ninguna cosa material, o alguna violencia hecha a una palabra. No hay otro deseo
sino que dar una impresión clara, distintiva, y positiva, del pensamiento del Señor dado a conocer en Sus propias palabras.
Los discípulos proporcionan la ocasión, en lo principal, para otros semejantes que estarán, como ellos mismos, en Judea al
final de la edad.
EL CUERPO MUERTO
Luego se dice, "Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas." (Mateo 24:28). Aplique
usted esto a la iglesia o al Cristiano y, ¿qué piensa usted de ello? ¿Es la iglesia el "cuerpo muerto"? Nosotros hemos oído
algo aún más terrible. No han escaseado los hombres que dicen que el cuerpo muerto es ¡el Señor! Tales son los resultados
de tratar de interpretar la profecía sobre un terreno falso. Desde tempranos días, los Padres Griegos y Latinos de la iglesia
enseñaron estas ideas extrañas e incluso profanas; y muchos han seguido en la huella de ellos hasta los tiempos modernos.
Ciertamente estas vulgaridades deberían ser juzgadas como irreverentes, así como groseramente equivocadas. ¿Puede algún Cristiano
inteligente negar que se trata de una interpretación temeraria e indigna, sin importar de qué manera (según este esquema)
ellos tomen "el cuerpo muerto", sea aplicándolo a la iglesia o al Señor? La iglesia unida a Cristo por el Espíritu Santo en
Su cuerpo (σώμα): es un privilegio asombroso y una verdad bienaventurada; pero ¿es la iglesia un cuerpo
muerto (πτώμα)? No, ciertamente; es Su cuerpo vivo, la plenitud de Aquel que lo llena todo en todo.
Tampoco el Señor es considerado como un cuerpo muerto o meramente vivo, sino como la Cabeza resucitada y glorificada. ¡Decir
que el Señor es un cuerpo muerto! ¿Acerca de qué estaban, o están, soñando?
Todo el esfuerzo está sobre un terreno falso. No se puede obtener un significado consistente del pasaje cuando es interpretado
como refiriéndose a la iglesia. En el momento en que usted lo atribuye al pueblo Judío, el pasaje llega a ser sorprendentemente
verdadero. Porque la masa de los Judíos será apóstata en aquel entonces; y las águilas, o buitres, que se reúnen son figuras
de los juicios divinos ejecutados sobre el pueblo culpable* mediante las naciones hostiles de la tierra. Cualesquiera que
puedan ser los instrumentos, ellos son juicios de Dios ejecutados en ese momento. Si los Cristianos fuesen el cuerpo muerto,
ellos deben ser los objetos del juicio, porque las águilas, figuras de los que ejecutan juicio, se juntarán allí. Pero esta
no es, en absoluto, la relación de la venida del Señor con el Cristiano. Tampoco pueden ser algunos Cristianos águilas o instrumentos
de venganza divina, como tampoco pueden ser cuerpo muerto, sin abandonar toda la verdad y todo el carácter de su llamamiento.
Los santos transformados subirán, indudablemente, al encuentro del Señor; pero ¿va a ser Él, entonces, el cuerpo muerto, y
son los que componen la iglesia las águilas? En un esquema semejante, existe sólo la opción de un mal menor o mayor que otro;
y es así, generalmente, en el caso de una interpretación errónea.
{* Vemos aquí un ejemplo de
la importancia de dividir correctamente la palabra; porque el deán Alford, mediante el descuido de esto, sostiene que el cumplimiento
final es 'sobre todo el mundo, porque eso es ahora el πτώμα.'
Esto es confundir la parte Judía con la Cristiandad y los Gentiles, presentados más tarde y separadamente en el discurso.
En cada caso, asimismo, el juicio respectivo es de un carácter diferente, y es aplicado y descrito, obviamente, de forma distinta.}
Aplíquelo al objeto que el Señor tenía en consideración, y la aspereza desaparece. Esta es la prueba de la verdad escritural:
dondequiera los hombres enfaticen una interpretación falsa, el testimonio general de la Escritura es confundido y dislocado
o contradicho por ello.
LA ÚLTIMA CRISIS DE JERUSALÉN (CON
EL ÉNFASIS DE CADA EVANGELIO)
Entonces el Señor añade, "E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna
no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas." (Mateo 24:29).
Aquí es donde la opinión popular, defendida
por el deán Alford y otros, sitúa el principio del discurso del Señor donde Él habla personalmente de Su regreso. Esto, sin
embargo, no sólo es destruir la fuerza de la expresión "inmediatamente después de la tribulación de aquellos días" con la
que comienza el versículo, sino que rompe la conexión con la verdadera transición a los últimos días en el versículo 14, el
cual introduce detalles precisos de aquella época en su orden; y, parecería que estos detalles están sincronizados con la
predicación del evangelio del Reino en toda la tierra habitable como un testimonio a todas las naciones en la historia general,
"y entonces vendrá el fin." (Mateo 24:14). A partir de entonces se trata de lo que sucede en el templo, en Judea, y de los
asuntos estrictamente Judíos al final de la edad (o, del siglo). Esto es demostrado claramente mediante la referencia a Daniel
12:11. Puesto que el profeta nos dice allí que "desde el tiempo en que fuere quitado el holocausto continuo, es a saber,
para poner allí la abominación desoladora [o la abominación que desuela], habrá mil doscientos y noventa días" (Daniel
12:11 - VM), con un suplemento en el versículo 12 de cuarenta y cinco días más para
completar la llegada del tiempo bienaventurado. Ahora bien, independientemente de que los hombres cuenten como les plazca,
es decir, 1.335 años en lugar de días, desde el sitio de Tito, ellos no obtendrán nada parecido.
El punto de partida es errado, y todas las formas de rectificación son vanas. Se trata realmente de la futura última
crisis en, y alrededor, de Jerusalén, aunque parece que el evangelio del Reino continúa siendo predicado al mismo tiempo afuera
por Judíos piadosos sobre la tierra, siendo literales los días que aparecen en el escrito del profeta al igual que aquí en
el versículo 22. Lo que más ha desorientado es el hecho de confundir el lenguaje y la verdad muy diferentes en Mateo 24:15,
etc. y Marcos 13:14, etc. (ambos nos presentan lo que es enteramente futuro) con los de Lucas 21: 20-24, que presenta algo
que está completamente en el pasado, excepto el hecho de Jerusalén siendo hollada por los Gentiles mientras duren los tiempos
de los Gentiles, etc. Aquí en Lucas se trata, inequívoca y exclusivamente, del saqueo Romano y las consecuencias hasta el
día de hoy; mientras que la referencia futura de Lucas comienza con el versículo 25 en adelante. Es un error mezclar este
episodio Romano en el tercer Evangelio con la definición deliberadamente diferente en el primer y en el segundo Evangelios
los cuales omiten esto, y convergen, entonces, sólo en el futuro. Ellos hablan de la abominación de desolación (o, abominación
desoladora), y la tribulación sin igual, acerca de la cual Lucas guarda silencio. Pero Lucas nos habla acerca de los Romanos
sitiando Jerusalén, y su desolación, de lo cual Mateo y Marcos no dicen una sola palabra; tal como él no habla de la tribulación
sin paralelo, sino sólo de días de venganza, y gran angustia sobre la tierra e ira para este pueblo. Los otros evangelistas
guardan completo silencio acerca de la matanza extrema llevada a cabo por el ejército Romano, y la cautividad de ellos a todas
las naciones; con el prolongado hecho notable de que Jerusalén sería hollada por los Gentiles hasta que sus tiempos finalicen,
así como aún no han finalizado. Todo esto es cuidadosamente presentado en Lucas en exacta consistencia con el diseño del Espíritu
en su Evangelio, así como los otros dos lo omiten, y se dedican a los horrores sin precedentes del futuro que Lucas omite.
Pero los tres se ocupan de la escena final, pero Lucas no dice "inmediatamente después de la tribulación etc.", (Mateo
24:29) como, de hecho, él no ha aludido a ello en lo más mínimo, sino que uniéndose a los otros dos acerca de las señales
en el sol, la luna, y las estrellas, aunque, como de costumbre, reparando en el estado moral más allá de los otros. A continuación
todos hablan de la venida del Hijo del Hombre, de la forma que él lo escribe, en una nube con poder y gran gloria (Lucas 21:27);
y sólo él añade, "Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está
cerca." (Lucas 21:28). ¿Puede algún Cristiano tener tantos prejuicios como para no ver que no son los santos celestiales los
que están aquí en consideración? Puesto que nosotros ya tenemos redención en Él por Su sangre, el perdón de nuestros pecados;
mientras que los que están representados aquí tienen aún que gozar de ella en Su reino.
La presentación de Lucas es de mayor valor al presentarnos la verdadera fuerza de "no pasará esta generación hasta
que todo esto acontezca" entre ellos (Lucas 21:32), el fin de la supremacía Gentil sobre Israel y Jerusalén. El deseo de limitar
"esta generación", tal como se emplea aquí, a la destrucción de la ciudad de ellos por los Romanos es, así, ciertamente impedido.
Además, en la consumación del siglo (de la edad) el Imperio Romano resurgido no estará contra los Judíos apóstatas, sino más
bien estará del lado del Anticristo o rey contumaz de Palestina, cuando el Rey del Norte vendrá contra él como una tempestad,
con carros y gente de a caballo, y muchas naves, en el tiempo del fin (o, al cabo del tiempo) (Daniel 11:40). Pero cada uno
perecerá sucesiva y horriblemente bajo el Señor de Señores y Rey de Reyes. El futuro (y estos versículos hablan sorprendentemente
del futuro, más allá de cualquier duda justa) demuestra aún más conclusivamente, para cualquiera que esté familiarizado con
los profetas, la imposibilidad de interpretar que las águilas con los ejércitos Romanos del pasado, o alguna fantasía aún más infantil acerca de que ellas simbolizan la iglesia o los Cristianos en el futuro,
o el resultado (lo que implica algo aún más ofensivo) de que el cuerpo muerto representa al Señor de gloria.
LOS ACONTECIMIENTOS QUE RODEAN SU APARICIÓN
"Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra."
(Mateo 24:30). El Hijo del Hombre apareciendo en el cielo es, yo supongo, la señal de Su venida a hacer valer Sus reivindicaciones
en la tierra. No se trata aquí de creyentes yendo con gozo a encontrar al Señor, sino de tribus en la tierra o, por lo menos,
de la tierra que está lamentándose cuando Él aparezca. "Y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con
poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde
un extremo del cielo hasta el otro." (Mateo 24: 30, 31). Aquí, también, se da una luz de la trascendental importancia para
decidir que la venida del Hijo del Hombre tiene en perspectiva a la tierra, a los Judíos (o a la humanidad en general), y
de ninguna manera para recibir a los santos celestiales para asociarlos con Él en la casa del Padre.
Porque, más allá de la controversia, Él es visto viniendo en las nubes del cielo antes de que Él envíe a Sus ángeles
a juntar a Sus escogidos, quienes están aquí en consideración, de los cuatro vientos. Ahora bien, es un asunto de revelación
positiva por medio del Apóstol Pablo (Colosenses 3:4) de que "Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros
también seréis manifestados con él en gloria." No se trata del momento cuando nosotros somos transformados y tomados para
encontrarnos con Él en el aire, sino que somos manifestados con Él en gloria. Los santos celestiales ya están con Él cuando
Él viene judicialmente como Hijo del Hombre; porque este es Su cargo dado como tal (Juan 5:27: "y también le dio autoridad
de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre"), para ejecutar juicio. Ellos ya están con Él, no son trasladados en ese
momento, los que son llamados escogidos y fieles, y, por tanto, estos no son ángeles (quienes no son "llamados" y de quienes
tampoco se dice que son "fieles") sino "santos." (Apocalipsis 17:14).
Aprendemos, de hecho, de Apocalipsis 19:14 que los ejércitos que están en el cielo le seguían a Él sobre caballos blancos
vestidos de lino finísimo, representando este símbolo la justicia de los santos como había sido interpretado poco antes; mientras
que se había dicho que las vestiduras angélicas son de lino limpio y resplandeciente (Apocalipsis 15:6). Los ancianos, quienes
representan a los santos como cabezas del sacerdocio real, son vistos en lo alto desde Apocalipsis 4 hasta Apocalipsis 19.
Ellos aparecen primeramente aquí en calidad de esposa para las bodas del Cordero en lo alto, y luego, acompañándole a Él como
ejércitos cuando Él sale del cielo para juzgar y pelear en justicia. De ahí que es contrario a la Escritura pensar que nosotros
podamos estar en la tierra y verle aparecer a Él como el glorioso Hijo del Hombre. Por el contrario, nosotros seremos manifestados
junto con Él en ese entonces, cuando Él se manifieste en gloria.
El Señor ya lo había dado a entender antes de que Pablo escribiera 1 y 2 Tesalonicenses, 1 Corintios 15 y Colosenses
1, 2. Sólo que, aunque se habló de ello, fue mucho después que Pablo había partido para estar con Cristo que Juan 14 fue escrito,
y aun mucho después de Apocalipsis 4 al 19. Estas Escrituras revelan que Cristo ciertamente vendrá a transformar y trasladar
a lo alto a los santos celestiales; tal como Enoc (Judas 14) y Zacarías (14.5) dicen que ellos vendrán con Él: una verdad
repetida por el apóstol en 1 Tesalonicenses 3:13 y 4:14. Luego, en 1 Tesalonicenses 4: 15 al 17, él continúa en una nueva
revelación para explicar que esto será cuando Él venga a por ellos, por Su descenso desde el cielo con voz de mando que los
reunirá en un momento a Él mismo. Claramente, entonces, "los escogidos" de Mateo 24:31, reunidos, por consiguiente, después
que el Señor aparezca, no son celestiales, sino más bien Su pueblo restaurado, el núcleo del Israel piadoso, estando esto
en harmonía con el contexto.
SUS ECOGIDOS
Muchos ponen gran énfasis en la reunión de "Sus escogidos." No se apresuren, amigos míos. Puede ser que la palabra
"escogidos" no signifique necesariamente Cristianos. Si uno habla acerca de escogidos ahora, ello es así; pero, ¿no tenía
Dios "escogidos" celestiales antes de que hubiese Cristianos? Y luego que estos sean tomados al cielo, ¿acaso no habrá escogidos
en la tierra? ¿Iba el Señor a hacer un lugar desierto y entonces llamar a eso paz? ¿Estaba Dios impedido de mostrar misericordia,
debido a que Su gracia nos hubiera dado a nosotros y a los santos del Antiguo Testamento nuestros respetivos lugares en el
cielo? Hubo también Gentiles escogidos en los días patriarcales y después también. Tomen a Job como uno de ellos, y a sus
amigos, sin duda, de igual manera; ¿no fueron ellos hombres escogidos? Melquisedec, Jetro, y otros, ¿acaso no fueron ellos
escogidos? ¿Necesita uno enumerar a los escogidos de Israel en el pasado? Nosotros encontramos, claramente, Gentiles escogidos
así como Judíos y Cristianos. Cuando leemos acerca del Cristianismo, entonces el término "escogidos" debe ser explicado de
este modo; si leemos acerca de un estado Judío, entonces la frase se aplica a una elección Judía; y así también con las naciones.
Nosotros debemos ser gobernados por el contexto. Como el Señor está hablando aquí simplemente acerca de Israel, el sentido
no debería ser ambiguo. Cuando nosotros tenemos nombrados a "Sus escogidos", Él se refiere a los escogidos de los descritos,
es decir, de Israel. Esto no es, en absoluto, introducir normas arbitrarias. ¿No es este, de hecho, un principio muy claro
y necesario de exposición?
El Señor, en todo el contexto, está hablando acerca de Israel y sus esperanzas. Por consiguiente, la expresión "sus
escogidos" debe ser interpretada según el objeto en perspectiva. Estos escogidos van a ser reunidos "desde un extremo del
cielo hasta el otro", sin embargo, no para estar en el cielo sino en la tierra. (Comparen con Isaías 27; 65; Romanos 11: 5,
7, 28).
LA PARÁBOLA DE LA HIGUERA
"De la higuera aprended la parábola." (Mateo 24:32). La higuera es un símbolo bien conocido de Israel como nación.
Esto confirma lo que ya se ha dicho. En el Evangelio de Lucas, donde el Señor tiene en perspectiva a los Gentiles así como
a los Judíos, Él emplea este mismo símbolo, pero notablemente ampliado. Él dice, "la higuera y todos los árboles." (Lucas
21:29). En Mateo no se habla de estos últimos, porque esta parte considera sólo al Judío; pero en Lucas Él se refiere al Gentil
así como al Judío: de ahí que Él añade, "y todos los árboles."
"De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará
esta generación hasta que todo esto acontezca." (Mateo 24: 32-34). Presten atención a la frase "todas estas cosas" - es decir,
desde los primeros alborotos hasta los últimos, y al Hijo del Hombre viniendo en las nubes del cielo con poder y gran gloria.
Claramente aquí la expresión "esta generación" no puede significar, algo que algunos le imputan, un mero período de treinta
años, o la duración de la vida de un hombre. La frase significa, lo que significa frecuentemente en la Escritura, una línea
caracterizada por ciertas muestras morales enteramente independientes de la longitud del tiempo. De ahí que encontramos, muy
particularmente en los Salmos, este uso de la palabra "generación." Un texto es suficiente para demostrarlo de la manera más
convincente. En el Salmo 12:7, leemos "Tú, Jehová, los guardarás; De esta generación los preservarás para siempre." Se supone
que "esta generación" va a continuar, y es una generación mala, una generación que no tiene fe, una generación terca y rechazadora
de Cristo. "Esta generación", o la raza no creyente de los Judíos no va a pasar hasta que todas estas cosas hayan sucedido.
Así, la misma generación que crucificó al Señor de Gloria continúa todavía, y lo hará, hasta que Él venga nuevamente en las
nubes del cielo.
Algunos de ustedes han leído, probablemente, en una respetable Revista, un artículo de no poca notoriedad que se jacta
de que los Judíos del día actual son realmente lo que ellos eran en los días de nuestro Salvador - una raza noble y generosa
(¡aunque ellos cometieron ese error!), comparándolos con sus rudos ancestros en los días Moisés, etc.. ¡Es lamentable el juicio
del hombre! ¡Qué confesión acerca de que "esta generación" no ha pasado! Ellos son aún la raza soberbia, justa en su propia estima, rechazadora de Cristo, tal
como lo fueron en ese entonces.
Pero la gracia de Dios los renovará, una "generación venidera." El Señor juzgará, por fin, a los incrédulos, tratando
justamente con ellos después de Su inmensa paciencia, pero libertando, en Su gracia, un remanente piadoso. El Mesías tiene
reservadas grandes cosas para Israel. Habrá esta doble acción, efectivamente, en que la mayoría de ellos llenarán la copa
de iniquidad que comenzaron sus padres; y el remanente llegará a ser la simiente santa, el Israel del día milenial. Él se
refiere a los primeros cuando dice, "De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo
y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino
sólo mi Padre." (Mateo 24: 34-36).
LOS DÍAS DE NOÉ
La siguiente comparación (Mateo 24: 37-41) no es con la higuera o con cualquier otra cosa tomada del mundo físico.
Se toma una figura de los tratos de Dios en el Antiguo Testamento. "Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo
del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta
el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la
venida del Hijo del Hombre. Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán
moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada." Si los santos celestiales hubiesen estado en consideración,
Enoc habría sido el tipo adecuado; pero como el Señor se refiere a santos, no tomados a lo alto, sino llevados a través de
las aguas del juicio para la tierra, Él escoge justamente a Noé como el modelo para el remanente que esté en la tierra.
Nuevamente, en lugar de ser una matanza indiscriminada o una cautividad semejante a la que los Romanos ejecutaron sobre
los Judíos, hay un contraste directo con esto. Hay aquí una discriminación infalible; un hombre tomado y otro dejado; una
mujer tomada y otra dejada. El Señor tratará con perfecto discernimiento en casa caso: los Romanos no lo hicieron así, ni
ningún ejército que tomase alguna vez una ciudad. Notoria o necesariamente, escasamente hay un pensamiento, en aquel tiempo,
acerca de la selección para excluir, o tiempo libre para ello. La norma es un total derramamiento de sangre, y, a menudo,
la esclavitud. Fue así especialmente cuando Tito saqueó la ciudad. Del mismo modo, ¡lamentablemente!, puede ser hasta el día
de hoy. Pero cuando el Señor venga en juicio de los vivos, será completamente de otro modo. Uno, ya sea hombre o mujer, es
tomado para juicio, uno es dejado para bendición en la tierra.
CONCLUSIÓN
El Señor da por finalizada esta parte de la profecía diciendo, "Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir
vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría
minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis." (Mateo
24: 42-44). Finaliza allí la porción de la profecía que se refiere a los Judíos. Esta comenzó refiriéndose al remanente Judío,
porque eso es lo que eran realmente los discípulos hasta ese momento, aunque eran creyentes. Cristo se ocupó de ellos tal
como ellos eran; aunque nosotros sabemos que, posteriormente, llegaron a ser Cristianos. Pasaron, entonces, a una nueva relación.
Ellos ya tenían fe en Él; pero, en lugar de que Él reinara y los bendijera en la tierra, otro orden de cosas se estableció
en conexión con Su ascensión al cielo. De ahí que los mismos discípulos se unieron a una nueva forma de relación con Dios,
cuyo poder era el Espíritu Santo que fue enviado. Se les enseñó a no esperar más la restauración del reino por parte del Señor
como su esperanza adecuada, sino, al contrario, que el Señor vendría a tomarlos a Él mismo, y llevarlos a la casa del Padre
en el cielo (Juan 14:3). Esta es la esperanza Cristiana; esto es lo que ellos esperan. El Señor los llama a salir de todo
lo que hay en la tierra a Él mismo. Ellos habían estado esperando que el Señor los estableciera en la tierra hasta el día
cuando el Señor Jesús subió para enviar el Espíritu Santo.
Entra así el Cristianismo, como si un puente levadizo hubiera descendido para ser cruzado y les hubiera dejado entrar
en una cosa enteramente nueva. Los discípulos, al comienzo, estaban a un lado del puente pero al final, ellos estarían en
el otro lado. El puente levadizo desciende, y la cosa nueva, la iglesia, pasa sobre él. Es el llamamiento de los Cristianos
fuera del mundo, de aquellos llamados en un cuerpo, esperando hasta que Cristo venga a recibirlos a Él mismo y a llevarlos
donde Él está. El Señor Jesús, habiendo consumado la redención, se ha sentado primeramente en el cielo. De este modo, los
discípulos llegan a ser celestiales (1 Corintios 15:48 - "Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial,
tales también los celestiales.") y son transformados espiritualmente (2 Corintios 3:18 - " Por tanto, nosotros todos, mirando
a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como
por el Espíritu del Señor."). Finalmente, a Su venida, el Señor Jesús los tomará completamente fuera de su entorno natural,
con un cuerpo transformado conforme a Su propio cuerpo glorioso. El estado de cosas en la tierra desde la redención, hasta
que el venga a tomarnos para estar con Él en lo alto, es verdaderamente bien llamado Cristianismo.
No se niega que los santos de tiempos antiguos, antes de que entrara el Cristianismo, tendrán parte en la resurrección,
cuando ellos resplandezcan también a semejanza de Cristo. Sólo que, en el entretanto, hay una gran diferencia. Nosotros somos
traídos, desde Su cruz, a salvación con nuevas relaciones en unión con Él mismo; y el Espíritu Santo da un poder nuevo e incomparablemente
grande a aquellos que son reunidos ahora a Su nombre. Es posible que Abraham, Isaac, y Jacob fueran más fieles que muchos,
quizás más fieles que la mayoría de nosotros. Nosotros mismos no podemos tomar un terreno más elevado; pero nos gloriamos
en Dios y en lo que Dios nos ha dado. Esto introduce realmente la gracia y la verdad, lo que hace que nuestra infidelidad
sea más manifiesta; porque mientras mayores sean los privilegios Cristianos, más estrictamente es medida nuestra infidelidad.
Pero la esperanza no nos avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que nos ha sido dado.
Es muy sorprendente el hecho de que "el Hijo del Hombre" es dejado aquí a un lado, solo para ser retomado en la tercera
sección, donde todas las naciones son examinadas. Puesto que se demostrará que la cláusula conteniendo ese título en la porción
Cristiana de esta profecía (Mateo 25:13 - " Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir"*) es espuria, falsa. De igual
manera, en Daniel 7, vemos que este título es utilizado cuando Él viene a tratar con los poderes Gentiles, con el último en
particular, para la liberación del pueblo Judío.
{* N. del T.: tal como aparece
en las versiones de la Biblia en Español: RVR1865, RVR1909, RVR60, RVR1977, RVR1995, VM}
Capítulo
2
LA PROFESIÓN
CRISTIANA
Mateo 24:45 a 25:30
INTRODUCCIÓN
Desde este punto, el Señor comienza a abrir una cosa nueva, a saber, aquello
en que los discípulos iban a entrar. Este era, evidentemente, el orden adecuado. El Señor había comenzado como ellos eran,
y luego Él los conduce a lo que ellos iban a llegar a ser prontamente, con las nuevas relaciones con Cristo muerto y resucitado,
cuando un nuevo poder les sería dado por el Espíritu Santo. Como una señal de esto, ustedes verán que el Señor deja a un lado
toda alusión a Judea, y cualquier referencia al templo, los profetas, y el día de reposo. El
Señor se extiende ahora en parábolas de una naturaleza general y amplia, que serían igualmente verdaderas tanto en Timbuctú
(Mali, África), como en Jerusalén - no importa dónde. Ellas pertenecen al Cristianismo. Por lo que Cristo murió y resucitó
no es uno de los limitados sistemas de los hombres, ni de sus amplias asociaciones mundanas. El Cristianismo es exclusivo
de nada salvo el pecado; es la expresión práctica de Cristo, no sólo en gracia y verdad sino en la práctica resultante. El
Señor señala claramente esta apertura en principios de naturaleza moral más amplios, los cuales abarcan a todos los discípulos
Cristianos, dondequiera que ellos pudieran encontrarse en este mundo, y en cualquier época hasta que Él venga. De ahí que encontramos tres parábolas que se aplican a esto.
LA PRIMERA PARÁBOLA
La primera parábola es la del siervo prudente contrastado con el malo. Se trata del servicio fiel en la casa, el deber
del más elevado y el deber del más bajo, no se trata de una actividad inteligente con variedad de habilidad espiritual en
cada uno para negociar con los bienes de su señor como se nos presenta en la parábola de los Talentos (Mateo 25). La forma
es muy sorprendente. Tenemos, visto como uno sola, una profesión llevada a cabo y finalizando de manera muy diferente; y esto
en relación con el Señor, no con Israel como antes. "¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre
su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo
así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda
en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo
en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será
el lloro y el crujir de dientes." (Mateo 24: 45-51).
Con la nación el caso era otro. En el Judaísmo hubo una enorme masa incrédula en tiempos anteriores, cayendo en idolatría
y toda clase de iniquidad, y de ahí la persecución de los hermanos fieles. Pero una de las marcas características de la Cristiandad
es que todos profesan a Cristo, ya sea verdadera o falsamente; y, por tanto, es presentada aquí, sorprendentemente, como un
todo. El Señor dice, en la parábola, que pondrá al siervo fiel y prudente sobre todos Sus bienes. Bienaventurado aquel siervo
a quien el Señor halle haciendo así. Es la responsabilidad de todos en la casa. De ahí que Él continúa diciendo, "Pero si
aquel siervo malo" etc. Ellos son, de esta forma, unidos sorprendentemente. ¿Qué es lo que produce su ruina? El siervo malo
dice, "Mi señor tarda en venir." Su venida no es una mera idea: al hombre le agrada tener sus nociones; y nadie es mejor para
ellas. Pero Él se refiere a lo que es profundo y real, la indiferencia de corazón a la venida del Maestro. El siervo malo
dice en su corazón, "Mi señor tarda en venir." Él cree lo que desea, y lo que él desea es que el Señor retarde Su venida.
EL EFECTO DE LA VENIDA DEL SEÑOR MAL
ENTENDIDA
Es muy conmovedor ver que el Señor trata al corazón que posterga Su regreso como siendo lo que conduce a la suposición
adentro y a la laxitud afuera. Aquel siervo malo cuando dice en su corazón (porque es así), "Mi señor tarda en venir", comenzará,
también, a golpear a sus consiervos, y comerá y beberá con los borrachos. ¡Qué contraste con Cristo, y que negación práctica
de Él! Ello condujo al profesante al mundo en opresión auto-exaltadora, y en permisiva intimidad con el profano y el inmoral.
Por tanto, él es designado, cuando el Señor venga, a tener su parte con los hipócritas. El Señor no lo trata como un Judío
o un Griego, sino conforme a su responsabilidad.
¡Cuán distinto es con el siervo fiel y prudente! Él espera y anhela que el Señor regrese porque ama a Aquel que nos
amó primero. De ahí que la esperanza en la venida de Cristo es completamente distinta de la profecía. Una persona puede ser
grandemente versada en la palabra profética, y, sin embargo, esta misma persona puede carecer completamente
de esa esperanza; uno podría tener el corazón lleno con la esperanza, y desconocer por completo la profecía. Nadie podría
despreciar correctamente esas solemnes advertencias de lo que se desencadenará inesperadamente sobre el mundo. Pero, junto
con creer en Cristo para vida y redención, con la adoración y servicio y andar consiguientes, el Cristiano necesita y es llamado
a esperar al Hijo de Dios viniendo del cielo. Ahora bien, si usted ama a alguien, ciertamente usted se deleita al verle. La
ausencia de la persona amada es dura para usted. Puede haber las más sabias razones para la demora, pero la tardanza pone
a prueba su paciencia; y la esperanza del rápido regreso de aquel que usted ama es el más grande gozo para el corazón.
El Señor da este sentimiento, y lo fortalece, hacia Él mismo. La esperanza apropiada del Cristiano no es el Reino sino
Cristo. Admitimos que esta esperanza puede ser obstaculizada en el corazón mediante la influencia de nociones proféticas;
sin embargo, existe en el corazón de todo verdadero Cristiano un deseo genuino por la venida de Cristo. Pero cuando el alma
no está en paz por medio de un pleno evangelio, uno tiene temor. Aquellos que les presentan un evangelio incierto son responsables
por ello; pues los que mantienen así a las almas en el temor, hacen el daño más grande a la gracia de Dios. Uno no habla de
aquellos que falsifican completamente a Cristo o Su obra, sino de los que lo predican parcialmente, quienes temen presentar
el pleno valor del sacrificio de Cristo, en la perfecta liberación que la muerte y resurrección han forjado para el creyente.
El resultado de este defecto al predicar es que los Cristianos tienden a alarmarse en lugar de regocijarse ante la inmediata
venida de Cristo.
Estos Cristianos no reconocen que la aceptación de Cristo es la aceptación de un Cristiano; ellos no han aprendido
la verdad de que el Señor, mediante Su muerte, no sólo ha borrado sus pecados, sino que ha condenado completamente la naturaleza
pecaminosa de ellos; y esto para que ellos anden ahora en el Espíritu, y que esto sea seguido por una conformidad perfecta
a la imagen de Cristo en resurrección en Su venida ("Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque Dios hizo lo
que era imposible para la ley, por cuanto ella era débil por la carne: Habiendo enviado a su propio Hijo en semejanza de carne
de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justa exigencia de la ley fuese cumplida en nosotros
que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu." Romanos 8: 1-4 - RVA; "Y si el Espíritu de aquel que resucitó
a Jesús de entre los muertos mora en vosotros, el que resucitó a Cristo de entre los muertos también dará vida a vuestros
cuerpos mortales mediante su Espíritu que mora en vosotros." Romanos 8:11 - RVA; "Sabemos que a los que antes conoció, también
los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo; a fin de que él sea el primogénito entre muchos hermanos."
Romanos 8:29 - RVA).
¿Quién puede exagerar lo que Cristo ha hecho a favor del creyente? Si usted descansa sobre Su redención, todas las
dificultades hacia Dios son quitadas. Entonces no queda nada sino la necesidad diaria de un juicio propio para cada inconsistencia,
el deber de servirle ahora, y el deleite de estar con Él y verle en el futuro, y también de adorar tanto ahora como para siempre
por gracia. Él ha hecho todo lo necesario para llevarnos a cada uno de nosotros a Dios, sacándonos de todo mal. ¿Cómo puede
un creyente no regocijarse en esto y en Él? Por consiguiente, todos los Cristianos, dondequiera que estén o quienesquiera
que sean, tienen derecho de tener gozo y deleite, aunque para muchos, tristemente, esto está oscurecido, en el prospecto de
Su venida.
A pesar de todas sus imperfectas nociones, es cierto que todos los Cristianos aman a Cristo aquí, y, en principio,
lo esperan también. Es posible que decir esto no agrade a algunos celosos amigos premilenaristas; pero, ciertamente, esta
esperanza pertenece a cada corazón Cristiano. ¿Dudaría usted de esto acerca de S. Rutherford?* ¿o del ya fallecido S. Waldegrave?**
Con todo, el sistema de este último en su 'Milenarismo Moderno' era salvajemente no escritural. Pues él creía que el régimen
de la Primera Resurrección había terminado, y que nosotros estamos ahora en el espacio pequeño, antes de que Cristo se siente
sobre el gran trono blanco y él hizo que ¡esto fuera Su venida, cuando el cielo y la tierra hayan huido!
[* N. del T.: Samuel Rutherford
(1600? - 1661) fue un teólogo Presbiteriano escocés que sufrió persecución y exilio durante los turbulentos años del siglo
17 en el Reino Unido.]
[** N. del T.: Samuel Waldegrave
(1817 - 1869) fue Obispo de Carslile desde 1860 hasta su muerte. Combatió firmemente la tendencia de un grupo eclesiástico
ritualista anglicano que, según él, trataban de convertir el ministro Cristiano en un 'sacerdote que presenta sacrificios.' Fue el octavo Conde Waldegrave.]
Existen opiniones proféticas que estorban; pero como la nueva naturaleza tiende hacia Cristo, del mismo modo ella anhela
en día cuando estaremos para siempre con el Señor. Esperar a Cristo supone esperar Su venida; pero si esto es colocado en
formas precisas y proposiciones lógicas, fácilmente ello puede resultar en daño. Si el objetivo es demostrar que muchos Cristianos
no esperan la venida de Cristo, aparecen abundantes motivos para trabajar. Pero, por otra parte, si usted es semejante a un
niño, Dios da suficiente evidencia de que aquellos que son de Cristo, a pesar de los obstáculos esperan y, en el fondo, anhelan
Su venida.
Permitan, solamente, que los hijos de Dios se deshagan de esas nubes de vapores nocivos e insalubres que se elevan
constantemente entre el Señor y ellos. Que ellos abriguen en sus almas la esperanza que Él les dio. Si ustedes introducen
primeramente un milenio, es difícil ver claramente la venida de Cristo; ello va a actuar, necesariamente, como un velo que
oscurece la esperanza de aquel día. Puede que esto no destruya la esperanza, sin embargo, uno no puede sino esperar Su venida
en una manera imperfecta. Si ustedes introducen primeramente una gran tribulación, esto rebaja también la perspectiva y debilita
grandemente la esperanza; esto lo ocupa a uno con los males a medida que van surgiendo, produce un efecto deprimente, y llena
el corazón con aquella turbación judicial y la sombra de desolación. Esos son los errores de los teóricos. Uno de esos errores
colocan una esperanza equivocada entre usted y la venida del Señor, encendiendo, en el entretanto, una expectativa incorrecta
al esperar aquel día. El otro caso produce una especie de pesadilla espiritual, un sentimiento opresivo al pensar que usted
debe pasar por una crisis tan terrible.
Esté usted seguro, mi hermano, que las Escrituras nos libertan tanto del sueño como de la pesadilla. Ellas facultan
al creyente a esperar a Cristo tan sencillamente como un niño, estando perfectamente seguro de que la Palabra de Dios es tan
verdadera, así como nuestra esperanza es bienaventurada. Habrá un reino glorioso de Dios; pero el Señor Jesús lo introducirá
en Su venida. La gran tribulación va a venir, sin duda, pero no para el Cristiano. Cuando es un asunto que incumbe al Judío
usted lo puede entender bien: pues ¿por qué la más grande tribulación viene sobre él? Debido a la idolatría; ¡sí! debido a
que la Bestia y el Anticristo son adorados. Para él se trata de una retribución moral, con la cual el Cristiano no tiene nada
que ver directamente. El juicio predicho cae sobre las naciones apóstatas y los Judíos. Aquellos llamados a ser testigos de
Jehová y Su Cristo caerán, finalmente, en la terrible trampa de permitir que la abominación sea colocada en el santuario de
Dios.
¿Qué relación hay entre esto y el Cristiano que espera a Cristo? La profecía del Señor descarta aquí toda ilusión a
cualquier cosa peculiar a Israel. Su venida será, ciertamente, para el juicio solemne de todos quienes pervierten la gracia
y se complacen en la injusticia, recibiendo una sentencia mucho más severa, debido a que el evangelio revela a Dios perfectamente
en luz y amor, de lo cual ellos abusaron para la licencia carnal. En cuanto a esto los Padres de la iglesia enseñaron falsedad
e impiedad.
LA SEGUNDA PARÁBOLA (Las 10 Vírgenes)
Entonces viene la parábola de las diez Vírgenes. Ella es esencial para liberar al Cristiano del pensamiento de que
la primera parte de esta profecía es acerca de él: semejante idea pervierte completamente su juicio. Puesto que ella presenta
claramente, como hemos visto, al pueblo Judío. Nosotros tenemos aquí una comparación futura del reino de los cielos.
"Entonces, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio
[esposo]. Cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Cuando las insensatas tomaron sus lámparas, no tomaron consigo
aceite; pero las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y como tardaba el novio [el esposo],
todas cabecearon y se quedaron dormidas. A la media noche se oyó gritar: "¡He aquí el novio! [esposo] ¡Salid a recibirle!"
Entonces, todas aquellas vírgenes se levantaron y alistaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: "Dadnos
de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan." Pero las prudentes respondieron diciendo: "No, no sea que nos falte
a nosotras y a vosotras; id, más bien, a los vendedores y comprad para vosotras mismas." Mientras ellas iban para comprar,
llegó el novio [esposo]; y las preparadas entraron con él a la boda, y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras
vírgenes diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!" Pero él respondiendo dijo: "De cierto os digo que no os conozco." Velad,
pues, porque no sabéis ni el día ni la hora." (Mateo 25:1-13 - RVA).
Pero tenemos que ver también, en nuestro día, con otro error opuesto, un error que aleja la parábola de las Vírgenes
de su adecuada aplicación al Cristiano. Podemos afirmar, por el contrario, que ella no tiene nada que ver directamente con
el remanente Judío; quienes, puesto que no son llamados a encontrarse con el Esposo, no podían tener aceite en sus vasijas,
y, finalmente, no se verán expuestos a la tentación de dormirse. Los Judíos deberían permanecer donde ellos están, o solamente
deberían huir para escapar del hecho de ser muertos al rechazar la idolatría. Y aquellos que sobrevivan, para la aparición
del Señor y para su propia liberación, recibirán el Espíritu Santo solamente después que Él aparezca. Todo está en contraste
con la posición Cristiana. Pero muchos de los que habían sido discípulos Judíos llegaron a ser Cristianos, en el verdadero
sentido del término, tal como Pedro utiliza la palabra en su Primera Epístola, y Lucas en los Hechos. Entonces, en esta parábola,
el Señor muestra que el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes. Todas ellas salieron a dar testimonio de Cristo
así como la antorcha debía dar luz. Ellas debían resplandecer en el mundo. Cada virgen tomando su lámpara, ellas salieron
a recibir al Esposo.
Ahora bien, esto es característico del Cristiano. El Israelita no se separaba del mundo del cual él era la cabeza.
El Cristiano sale a recibir a Cristo, quien ha ido al cielo. Si él hubiera sido un Judío, él deja atrás sus antiguas asociaciones
y esperanzas. De nuevo, si el mayor de los grandes en el mundo Gentil, o si el de la condición más pobre, abandona igualmente
su antigua oscuridad o su antigua grandeza, él olvida, de buena gana, todo lo que es del mundo. Él es llamado a salir fuera
de toda trampa que pueda detener, o fascinar, el corazón del hombre. Él tiene un nuevo objeto, un objeto totalmente absorbente,
en Cristo; y Cristo en gozo y bienaventuranza celestial. No es el Juez viniendo a tratar con el impío. Si el Cristiano sale
a encontrar al Esposo, ¿trae adecuadamente una parábola semejante una imagen de terror? Él sabe bien que el mismo Jesús que
es el Esposo será el Juez; él sabe bien que Jesús suprimirá a todos aquellos que se opongan a Él; pero Él no es el Juez y
el Esposo para las mismas personas, de la misma forma que Él no será ambas cosas al mismo preciso momento. ¿Dónde estaría
el sentido de semejante confusión? El Señor introduce deliberadamente la figura resplandeciente del Esposo a Cristianos que
Le están esperando.
Pero hay otros elementos de importancia. Hay aquí personas verdaderas y falsas. Ellas no son presentadas como un objeto:
por consiguiente, la idea de esposa* no es el objetivo aquí expresado. Cuando hablamos acerca de Cristianos, reales o profesantes,
nosotros no fijamos nuestra mente sobre la unidad; nosotros pensamos en individuos que salen. Él estaba a punto de presentar
la profesión Cristiana, y por eso presenta a vírgenes insensatas así como a prudentes. Es Cristo considerando a Cristianos
profesando al Señor verdadera o falsamente, no como la esposa de Cristo. Los Cristianos están caracterizados aquí como renunciando
a todo objeto en la tierra para recibir al Esposo. Incluso el Judío, atado como él estaba a la religión antigua (y ellos tenían
una religión que podía jactarse de una antigüedad ante la cual todas las demás palidecían), cuando llega a ser un Cristiano,
deja todo para salir a Él con gozo, tal como leemos en Hebreos 13:13, "llevando su vituperio."
{* No obstante, es un hecho
extraño que dos manuscritos unciales (DX), ocho cursivos, varias versiones antiguas, incluyendo la Itala y la Vulgata, y los
padres de la iglesia Griegos y Latinos, respalden este añadido, y representen a las vírgenes como yendo a recibir al 'Esposo
y a la esposa.' Ello es, obviamente, una mera anotación al margen. Si una esposa hubiese sido nombrada, ello habría quitado
mérito al perfecto final de la parábola, y habría introducido confusión, ya que Cristianos, reales o sólo de nombre, son representados
por las diez que salen a recibir al Señor.}
Usted tiene aquí el mismo gran principio. Así como el Cristiano, incluso el que una vez fue Judío, fue llamado a dejar
atrás todas las cosas viejas, así las Vírgenes salieron a recibir al Esposo. Cinco de ellas eran prudentes, y cinco insensatas.
Las que eran insensatas tomaron sus lámparas pero no tomaron aceite con ellas; pero las prudentes tomaron aceite en sus vasijas
juntamente con sus lámparas.
¿Es verdad que el remanente Judío, al fin del siglo, podría tener aceite en sus vasijas? Ellos nunca tendrán semejante
unción hasta que el Señor Jesús venga y derrame el Espíritu sobre ellos. Puesto que es bien sabido que el aceite significa,
simbólicamente, el poder del Espíritu Santo. No se trata meramente del lavamiento por medio del Espíritu, no obstante lo vital
que ello es; pues, sin duda, el remanente Judío tendrá esto. Ellos serán limpiados realmente por la Palabra en el corazón.
Los discípulos Judíos hallados al fin de la edad no reciben el derramamiento del Espíritu hasta que el Señor aparezca; ellos
esperan aquel día. Es sólo cuando el reino venga que el poder del Espíritu Santo será para ellos. Cuando ellos se conviertan,
le darán la bienvenida a Él en su corazón, diciendo, «Bendito es Aquel que viene en el nombre de Jehová.» Ellos pasarán a
través de un serio proceso interior después; como se nos dice, cuando ellos vean al Señor Jesús, ellos se lamentarán "como
quien se lamenta a causa de un hijo único." (Zacarías 12:10 - VM). Ellos tienen un manantial abierto en Jerusalén,
para el pecado y la inmundicia; pero se dará el poder del Espíritu Santo sólo después que ellos hayan visto al Señor. Existe
esta diferencia con el Cristiano, el cual recibe el aceite, o unción, del Santo mientras el Señor no es visible y está en
lo alto. El remanente Judío lo recibirá solamente cuando el Señor regrese.
Nuevamente, en ningún momento hay en ellos lo que nosotros vemos en estas Vírgenes, una clase de personas que salieron
a recibir al Esposo. Los discípulos Judíos no desaparecerán de Jerusalén hasta que el ídolo sea levantado y la tribulación
esté cercana. Entonces ellos huyen del poder del enemigo, y de las consecuencias de parte de Dios. Se trata de una huida del
azote doloroso en retribución y juicio por la iniquidad del pueblo. Esto no es salir a recibir al Esposo en gozosa esperanza.
El Cristiano tiene completamente otro curso y otra esperanza. Sea que haya luz o esté oscuro, el Cristiano sale a recibir
al Esposo. ¿Cuál es la esperanza original del Cristiano? Es nuestro objeto y llamamiento revelado en el cielo y desde el cielo.
Aquel objeto es Cristo, el Bendito cuya gracia ha sido demostrada, y cuya venida uno espera: de ahí que uno sale a recibir
al Esposo. El remanente Judío no lo hace; ellos esperan ver la venida del Señor para librarlos sometiendo a sus enemigos.
Como Cristo ascendió, así los Cristianos esperan ser tomados fuera del mundo; el santo Judío espera que el Señor venga judicialmente
al mundo. Es una clase de expectativa totalmente diferente. La parábola habla solamente del Cristiano, y de ninguna manera
se refiere al remanente Judío.
Nosotros veremos otras pruebas de esto. Se dice que las prudentes tomaron aceite en sus vasijas: las insensatas no.
Esto hace frente a otro error. Se ha supuesto que las vírgenes insensatas significan Cristianos que no son premilenaristas.
Esto da un valor muy indebido a las correctas nociones de la profecía. Asentimos enteramente el pensamiento de que quienes
esperan que el Señor venga antes que reine están correctos en su juicio. Los que colocan el milenio antes de la venida del
Señor están equivocados. Pero, ¿cómo puede uno simpatizar con aquellos que desaíran a los Cristianos
que no han sido enseñados como usted y yo? Estos son engaños autocomplacientes, y son manifestaciones vacías que llevan escrita
sobre ellas la marca de una secta o escuela. Las mejores bendiciones que nosotros tenemos son las que Dios confiere
sobre Sus hijos, sobre el cuerpo de Cristo, en otras palabras, sobre todos en quienes mora el Espíritu Santo, quienes reposan
sobre Cristo y la redención. Estas son las personas de las cuales se habla aquí. El Espíritu Santo es un manantial divino
para sostener el testimonio, así como un poder divino para entender la Palabra de Dios, y para la comunión con el Padre y
con el Hijo.
Las vírgenes insensatas jamás tuvieron aceite en sus vasijas. Algunos preguntan cómo podían ellas tener sus lámparas
encendidas. La respuesta es fácil. Ellos podían encender la lámpara: no hay misterio acerca de eso. Las vírgenes insensatas
no eran reales Cristianos. El Cristiano más débil, al igual que el más fuerte, tiene el aceite. El apóstol Juan lo dice así,
no a los padres, ni a los jóvenes, sino a los pequeñitos, los hijitos. Él dice a los más débiles que ellos tienen la unción
del Santo (1 Juan 2:20). Pues los que no tenían aceite no podían ser Cristianos, en cualquier sentido real, pleno, o divino,
del nombre. De aquí que un mal más profundo esté en consideración que el hecho de negar que el milenio va a ser después de
la segunda venida de Cristo o antes de ella. El corazón era un extraño para la gracia del Señor: una cosa de más trascendental
importancia que las nociones correctas acerca de la palabra de profecía.
Si usted tiene a Cristo, si usted conoce la sangre del rociamiento, si usted reposa en un Salvador crucificado y resucitado,
usted tiene, ciertamente, el aceite en su vasija. Usted no es una de las vírgenes insensatas. La insensatez de ellas consistía
en una carencia mucho más profunda que un correcto o un errado esquema de profecía. Las insensatas vivían un vida de ligereza
religiosa, no necesariamente de hipocresía sino de autoengaño, ignorando a Dios y Su gracia; y, por consiguiente, no teniendo
el Espíritu de Cristo, ninguna de ellas era de Él. Las vírgenes insensatas no tienen el Espíritu Santo morando en ellas; eso
es lo que el Señor da a entender acerca de ellas y así las trata.
Nosotros pensamos, a menudo, acerca de los Cristianos primitivos con sus grandes ventajas; vemos que muchas de las
Escrituras son aplicables a ellos y que nosotros conseguimos sólo el principio de estas. Pero se nos llama a poner nuestra
atención en el hecho de que hay otras Escrituras que son aplicables ahora más enfáticamente a nosotros. Hay, de este modo,
lo que uno puede llamar una compensación divina. Nosotros podemos tomar sólo el espíritu general de lo que se dijo a los Corintios.
Por ejemplo, ellos tenían entre ellos lenguas y otros poderes milagrosos. Está claro que nosotros no los tenemos y que sólo
unos entusiastas pretenden tenerlos. ¡Lamentablemente! dondequiera que haya pretensiones de tener tales dones, la falsedad
de ellos es prontamente descubierta.
El hecho es que a Dios, por las razones más sabias, no le ha placido continuar estos poderes milagrosos. La presente
condición de la iglesia haría que fuera una imposibilidad moral que Dios concediera actualmente estas virtudes milagrosas.
Porque si el Señor los restaurase ahora, uno puede preguntar, ¿Dónde? Muchas personas comenzarían consigo mismas. Si el Señor
fuese a conferir estos poderes sobre las varias sectas de la Cristiandad, ello sería poner Su sello sobre lo que Su palabra
dice que es errado como si todo estuviera correcto, ¿Cómo podría Él contradecirse
a Sí mismo? ¿Cómo podría Él sancionar de este modo los fragmentos quebrantados de Su casa o poner honor sobre su condición
caída? Sin esto nosotros estamos prestos para satisfacernos a nosotros mismos; somos demasiado propensos a pensar más elevadamente
de nosotros mismos de lo que deberíamos: y el Señor no nos ayudará a que lo seamos más.
Pero Él ha dejado lo que es infinitamente mejor; Él continúa todo lo que corresponde a Cristo y que es bueno para el
alma en cada verdadera necesidad. Él ha no ha quitado nada de lo que es necesario para la edificación. Él todavía da paz y
gozo al creer. Ahora, así como antaño, Él pone este poder interno en la iglesia; pero Él la marcó, desde tiempos antiguos,
con una firma resplandeciente ante el mundo. Los que esperan la restauración de estos poderes no están conscientes de aquello
que conviene a nuestra condición caída. Es moralmente más importante para un Cristiano conocer lo que la iglesia fue al principio
y lo que ella es ahora, afligiéndose ante Dios por la diferencia. ¿Qué compasión debería haber con el Cristiano que no se
aflige debido al estado de la iglesia? Es bueno tener gozo en el Señor; pero nosotros deberíamos humillarnos acerca de nosotros
mismos y la iglesia. ¿No deberíamos nosotros, por causa del Señor, sentir profundamente esta condición de ruina?
Ustedes observarán que en la parábola el Señor señala el fracaso a partir del llamamiento original. "Y tardándose el
esposo, cabecearon todas y se durmieron." (Mateo 25:5). ¡Qué estado de alejamiento como resultado del olvido del retorno del
Señor! Se trataba de una insensibilidad general y total hacia la esperanza. Cuando se sintieron soñolientas ellas se volvieron,
casualmente, aquí o allá para reposar. Ya no era verdad que ellas salían a recibir al Esposo. Las prudentes que tenían aceite
se durmieron al igual que las insensatas que no tenían nada.
Pero pongan ustedes atención a otra cosa. Es medianoche, y se oyó un clamor, "!Aquí viene el esposo; salid a recibirle!"
(Mateo 25:6). ¿Se ha cumplido esto? Esto se ha cumplido en cierta medida o, más bien, se está cumpliendo ahora. Se trata de
un clamor expresado, por decirlo así, por la gracia divina. No apareció ninguna señal, ninguna advertencia externa, no se
vio el cumplimiento de ninguna profecía, en cuanto al remanente Judío en el capítulo 24. Dios obra en nosotros en forma invisible
por medio de Su Palabra y Su Espíritu. El Señor interviene para interrumpir el prolongado estado de sopor de la Cristiandad,
y esto no es sólo para las prudentes, sino para las insensatas.
¿Acaso no ha habido épocas cuando los hombres se impresionaban ante el temor de que el día del juicio estuviera llegando,
cuando ellos se rendían al doloroso pánico al grito de que 'el fin del mundo' estaba cercano? En el año 600 d.C. ellos estaban
seguros que dicho acontecimiento se produciría en ese entonces. Pero pasó el tiempo y el fin del mundo no llegó. Ellos cayeron
nuevamente en estado de sopor. Luego, en el año 1.000 d.C. (¡el número 1.000 era, ciertamente, el número fatal!), hubo una
alarma aún mayor a través de toda la Cristiandad occidental; y el clero sacó ventaja de esto, y logró que la nobleza y el
pueblo dieran sus objetos de oro y plata, tierras y posesiones, para edificar grandes catedrales y casas religiosas, algunas
de las cuales, como se sabe muy bien, existen hasta el presente. Este temor pasó, y el fin del mundo no llegó. Siguió a continuación,
efectivamente, un largo sopor.
Además, ha habido desde entonces despertares parciales en varias épocas, pero ellos fueron del mismo carácter. En el
período de la gran rebelión, cuando los Puritanos llegaron al poder en Inglaterra (N. del T.: en el año 1649, bajo el liderazgo
de Oliver Cromwell), hubo un remezón momentáneo en este país; y se levantaron hombres audaces que trataron de establecer la
Quinta Monarquía, o el poder presente en el mundo en el nombre del Señor Jesús. Movimientos semejantes a este tuvieron lugar
en varias épocas; pero, ¿dónde estuvo el hecho de salir a recibir al Esposo? No hubo ni siquiera una semejanza de eso.
En épocas pasadas, entonces, hubo alarma, algunas veces hasta el grado extremo; y este estado es representado en el
bien conocido himno medieval "Dies Irae", la expresión extrema del terror Católico. Tal era el sentimiento en la edad media.
Desde entonces, en estos últimos tiempos, los fanáticos Protestantes trataron de obtener el poder en sus manos. Pero esto
significa apoderarse de la tierra en el presente y no renunciar a todo para recibir a Cristo.
El hecho trascendental es que dos características espirituales muy distintas de las opiniones antiguas, o medievales,
o modernas, separan la verdad del error en cuanto a esto. ¿No debemos nosotros humillarnos debido al mal que ha sido hecho
en la Cristiandad? ¿No hemos de tomar, de forma práctica, nuestra posición acerca de lo que era la voluntad del Señor desde
el principio? Si el Señor llamó al principio a todos los Cristianos a salir a recibirle, ellos deberían acariciar siempre
esto como su llamamiento y gozo de corazón. La consecuencia de un avivamiento de la esperanza Cristiana de encontrarse con
el Señor, es una reanudación de la posición original, que era la de salir a recibir al Esposo. ¿Cómo podrían los creyentes
continuar, honestamente, en lo que ellos saben que es falso y que no es escritural si ellos esperan que el Señor regrese cualquier
día de estos? De este modo, el efecto práctico es inmediato e inmenso donde el corazón y la conciencia son fieles a Él.
Las vírgenes insensatas vienen, atemorizadas, a las prudentes, diciendo, "Dadnos de vuestro aceite" (Mateo 25:8); pero
está más allá del poder del Cristiano, y las prudentes les dicen "id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas."
(Mateo 25:9). Existe Uno que vende* pero gratuitamente, sin dinero y sin precio: comprar, aun de un apóstol, es fatal. El
clamor fue dado para revivir la esperanza, así como tuvo el efecto de hacer volver a la actitud original, y únicamente correcta,
de los santos hacia Cristo. Era suficiente separar a las prudentes como las únicas que estaban preparadas para actuar en consecuencia.
Era demasiado tarde para las insensatas: ¿quién les podía dar lo que ellas necesitaban?
{* ¿Cuál está más lejos de la
verdad? - ¿La noción de Crisóstomo de que los que venden son los pobres, siendo esta la ocasión indirecta para el bien para
los que andan en amor; o la de Alford, quien deduce de ello 'un medio', tomando esto como un argumento suficiente para justificar
un ministerio designado y remunerado?}
¿Cuál es el significado de toda la reciente agitación? Personas celosas en cuanto a las formas
religiosas, que no conocen realmente lo que es el Cristianismo. Son las vírgenes insensatas buscando el aceite, no dejando
piedra sin remover para obtener lo que ellas no tienen, la única cosa necesaria - siguiendo cada camino excepto el camino
correcto. Existe sólo un medio de obtener aceite: ello puede ser solamente a través de Cristo mismo, sin dinero y sin precio.
Yo recuerdo la época cuando hubo hombres que, llevando el nombre de ministros del Señor, ocupaban su tiempo pescando, cazando,
disparando, y bailando. Clérigos unidos, sin vergüenza alguna, en mundanal placer. Usted raramente oye ahora acerca de cosas
semejantes: el engaño de Oxford ha alterado la forma.** Hombres de la misma clase aparecen, hoy en día, muy recatados: ellos
están, en general, ocupados en todas partes acerca de la religión. ¿Creen ustedes que ellos son mejores que los hombres que
solían cazar y bailar? Ellos tienen celo; pero, ¿es este celo conforme al conocimiento? ¿Se trata de Cristo, o acaso no se
trata de lo que ellos llaman la iglesia, pero sin Él? La forma engaña a la mayoría.
[** N. del T.: El autor
se refiere al denominado "Movimiento de Oxford". El Movimiento de Oxford fue una afiliación de la "High Church" Anglicana, la mayoría de los miembros eran
de la Universidad de Oxford, quienes querían que la Iglesia de Inglaterra se sometiera a la autoridad del Papa. También fue
conocido como el “Tractarian Movement” luego de una serie de publicaciones en “Tracts for the Times”
(1833-1841), los Tractarians también fueron llamados Puseyites según el nombre de uno de sus líderes, Edward Bouverie
Pusey, Profesor de Regius de Hebreo en la Iglesia Cristiana de Oxford. Otros prominentes Tractarianos incluían a John Henry
Newman, un profesor del Colegio Oriel de Oxford y vicario de la Iglesia de la Universidad Santa Maria la Virgen, John Keble,
Henry Edward Manning, Richard Hurrell Froude, Gerard Manley Hopkins, Robert Wilberforce, Isaac Williams y Sir William Palmer.]
Consideremos todo tipo de capelo o maquinaria eclesiásticos modernos, ¿cambia esto el estado de las personas o supone
una verdadera renovación? El embellecimiento de edificios eclesiásticos, los fantásticos ropajes de los clérigos, los gustos
modernos para la música de la iglesia, las procesiones, los rangos, todo esto muestra, simplemente, que las vírgenes insensatas
están trabajando. Ellas no están en un estado adecuado para encontrarse con el Señor, y ellas mismas lo temen. Ellas están
turbadas por el rumor acerca de lo que ellas no conocen. Entonces, la consecuencia de este clamor de medianoche es que una
doble actividad se está efectuando. Pues el Señor está despertando a aquellos que Le conocen, y son prudentes por medio de
Su gracia, para que salgan a recibir al Esposo. No obstante, las demás son, si acaso indirectamente, afectadas no menos poderosamente
por el clamor y sus efectos, los cuales no surgen sobre la naturaleza y la tierra.
Completamente ignorantes de la gracia de Dios, ellas están tratando de compensar mediante lo que se denomina 'formalidad'.
Ellas no saben que están lejos de Dios, ¡sí!, muertas en delitos y pecados: su confianza supersticiosa en la regeneración
bautismal las enceguece. Por eso ellas piensan, o confían, que siendo 'formales' ellas pueden, de algún modo, ser justas al
final. ¿Qué engaño puede ser más vano? Si ustedes preguntan, a los que están representados por estas vírgenes insensatas, si sus pecados han sido borrados, y si son salvos por gracia, ellos toman esto como
una presunción. Son tan ignorantes acerca del real poder y privilegio de la redención, como lo son el pagano o el Judío. Ellos
no tienen la certeza, enseñada por el Espíritu, de que el Hijo del Hombre descendió para salvar a los perdidos. Si existe
una cosa tal como una salvación actual, la ocupación de ellos desaparece, evidentemente. Ni la gracia ni la verdad admiten
esta apariencia religiosa prepotente, bulliciosa, y vana. Como pecadores, nosotros necesitamos un Salvador, y una salvación
divina; como santos, busquemos una consagración calmada, pero completa, al nombre, palabra, y obra del Señor Jesús. Pero el
hombre prefiere sus propias obras; y, para ganar el mundo, él encuentra que las representaciones escénicas de hechos o formas
Cristianas actúan más sobre las masas, y atraen a los livianos, a los sentimentales, a los desesperados, e incluso a los profanos.
Hay individuos que en medio de semejante religión histriónica pueden procurar, con una cierta medida del evangelio, ganar
almas; sin embargo, ellos someten al propio Cristo a la iglesia. Pero el movimiento, como en todo, es sólo la actividad de
las vírgenes insensatas, que no tienen el aceite y tratan en vano de obtenerlo de la mejor manera en que ellas lo pueden hacer.
Finalmente, el Esposo viene, y "las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta." (Mateo
25:10).
Después vienen las vírgenes insensatas. Ellas claman ahora, pero lo hacen con horror y desesperación. La energía religiosa
de ellas es vista, en general, como siendo la del viejo hombre. Ellas claman en agonía, "!Señor, señor, ábrenos!" Pero el
Señor de paz, el Dador de vida y gloria, tiene sólo estas palabras para ellas, "no os conozco." (Mateo 25:11). No se imaginen
que esto se lo dice a creyentes verdaderos pero imperfectos. ¡No! Se dice acerca de las vírgenes insensatas que no tenían
aceite; de aquellos que llevaban el nombre de Cristo, pero no tenían el Espíritu de Cristo. De ellos, y para ellos, se declaró
que el Señor no los conocía. Él dice, "Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora." (Mateo 25:13 - RVA).
En este último versículo citado (Mateo 25:13), no hay justificación (autoridad) para incluir la expresión que algunas
versiones de la Biblia presentan, a saber, 'en que el Hijo del Hombre ha de venir.'* Ustedes han oído los nombres de Griesbach,
Scholz, Lachmann, y Tischendorf; del deán Alford, del Dr. Scrivener, del Dr. Tregelles, de Westcott y Hort, en este país (Inglaterra).
No se trata, en lo más mínimo, de un pensamiento particular, puesto que todos los críticos bíblicos dignos de ser llamados
así, están de acuerdo en omitir esta expresión, tal como lo requieren los mejores manuscritos originales que existen actualmente.
La cláusula fue añadida por copistas que quisieron introducir aquí el sentido del Juez que viene, tomándola de Mateo 24:42.
Pero esto es bastante incongruente con lo que Él expone aquí, que es el deleite del encuentro, ¡sí!, el salir a recibirle
a Él, el Esposo. El hombre, como tal, debe ser juzgado; todas las tribus culpables se lamentarán delante del Hijo del Hombre.
Pero el llamamiento y la esperanza del Cristiano están llenas de otras y gozosas expectativas: y esto, a pesar de la infidelidad
de ellos durante la noche mientras Él tardaba, puesto que todas cabecearon y se durmieron.
{* N. del T.: dicha expresión
no autorizada aparece en las siguientes versiones de la Biblia en Español, a saber: Reina-Valera 1865, Reina-Valera 1909,
Reina-Valera 1960, Reina-Valera 1977, Reina-Valera 1995, Versión Moderna, entre otras. No incluyen esta expresión las siguientes
Biblias en Español: Biblia Textual, Reina-Valera
1989, Biblia Torres-Amat, Biblia de Jerusalén, La Biblia de las Américas, Nueva Biblia de los Hispanos, Nueva Versión Internacional,
Traducción de la Septuaginta al Español, Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español de Francisco Lacueva, entre otras.}
La parábola intermedia es una semejanza del reino de los cielos. Solamente allí se encuentra una perspectiva histórica,
o dispensacional, del estado de cosas entre quienes profesan ser de Cristo en la tierra mientras Él está en lo alto. Por consiguiente,
es tratada allí la constante expectativa de aquellos que tomaron el lugar de entrar en los intereses de Su amor, con el problema,
al final, de los que fueron "insensatos" y no tenían parte en la unción del Espíritu; pues sólo esto podía capacitar a alguien
a estar 'preparado' para entrar con Cristo a la fiesta de bodas. La palabra "entonces" de la comparación ("Entonces, el reino
de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio." Mateo 25:1 - RVA), cuando
el juicio es ejecutado sobre el siervo malo del capítulo 24, nos lleva hasta las vírgenes insensatas excluidas y repudiadas
por Él: una completa reprobación a la extraña noción de que ellas podían representar a santos. De hecho, la teoría, si es
que merece recibir este nombre, de que algún miembro del cuerpo de Cristo será dejado atrás cuando Él venga a tomar a los
Suyos a Sí mismo (Juan 14: 1-3) y trasladarlos a la casa del Padre, no sólo no tiene ninguna base como siendo opuesta al más
claro testimonio de la Escritura, sino que es completamente indigna de una mente espiritual. Piensen en el cuerpo de Cristo
¡sin un oído o un ojo, sin un dedo de la mano o uno del píe! ¡La esposa del Cordero mutilada y deformada en la gloria!
Pero es aún peor esa forma de especulación que supone que personas que poseen vida eterna, que poseen el conocimiento
de la comunión con el Padre y con el Hijo, y la comunión con ellos, con todo, son condenadas a ser atormentadas en las llamas
del Hades durante los mil años del reinado de Cristo y de los santos glorificados. Y, ¿por qué? Debido a que no fueron sumergidas,
como Cristianos profesantes, en las aguas del bautismo, y ¡no fueron lo suficientemente inteligentes como para aceptar el
premileniarismo! Porque, quién no sabe que hay miles de santos que no son ni premilenaristas, ni han sido sumergidos, sin
embargo, son más inteligentes, consagrados, y espirituales que multitudes de tales Anabaptistas, aun si ellos aceptan plenamente
el premilenarismo? ¡No! "los que son de Cristo, en su venida." (1 Corintios 15:23) serán resucitados para compartir el reino
cuando Él reine y para estar con Él antes del reino, durante él, y después de él, teniendo Su presencia y amor en una gloria
más profunda y elevada, y no algunos de los que se vanaglorian acerca de esta o aquella marca externa, o de una verdad bastante
subordinada a lo que ellos tienen o aman. El esquema que niega esta certeza revelada en Juan 17:24, Romanos 5:17, 1 Tesalonicenses
4:17 (última cláusula), y Apocalipsis 22:5, no sólo es anti-Escritural sino repulsiva, ¡sí! es destructiva de todo sano juicio
y de los mejores afectos.
LA TERCERA PARÁBOLA (Los Talentos)
En la tercera parábola (la de los talentos) no se trata de la responsabilidad colectiva tan sorprendentemente descrita
en la primera, ni de la esperanza celestial separando de otros objetos y uniendo a la venida del Esposo, sino una clase de
complemento sobre ello. "Porque es el caso como de un hombre que yéndose al extranjero, llamó a sus propios
siervos, y les entregó sus bienes: dando a uno cinco talentos, a otro dos, y a otro uno; a cada uno conforme a su capacidad;
y luego partió. Entonces el que había recibido los cinco talentos, fué y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo
el que había recibido los dos, ganó otros dos. Pero el que había recibido uno, fué, y cavando en la tierra, escondió
el dinero de su señor. Después de mucho tiempo, vino el señor de aquellos siervos y los llamó a cuentas. Presentándose, pues,
el que había recibido los cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste;
he aquí, he ganado, además de ellos, otros cinco talentos. Su señor le dijo: ¡Muy bien, siervo bueno y fiel! en
lo que es poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor. También el que había recibido los dos talentos,
presentóse, y dijo: Señor, dos talentos me entregaste; he aquí, he ganado, además de ellos, otros dos talentos. Su señor le
dijo a él: ¡Muy bien, siervo bueno y fiel! en lo que es poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo
de tu señor. Pero llegándose también el que había recibido un solo talento, dijo: Señor, yo te conocía que eres hombre
exigente, que siegas donde no sembraste, y recoges donde no esparciste; por eso tuve miedo, y fui y escondí tu talento en
la tierra: he aquí, tienes lo tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: ¡Siervo malvado y perezoso! sabías que siego donde
no sembré, y cosecho donde no esparcí: por lo mismo debías haber entregado mi dinero a los cambistas, para que en mi venida
yo recibiera lo mío con el logro. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene los diez talentos; porque a todo aquel
que tiene, le será dado, y tendrá abundancia; pero al que no tiene, aun aquello que tiene le será quitado. Y al siervo inútil
echadle a las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes." (Mateo 25:14-30, VM).
Aquí es el Señor obrando mediante diversidad de dones; y tal como Él es soberano, igualmente la confianza en Él es
lo que separa al siervo "bueno y fiel" del malvado y perezoso, tal como en Mateo 24: 45-51 fue un asunto de fidelidad prudente
y sabia. El celo conforme a aquella confianza fue seguida por bendición y fruto. Tenemos aquí señaladas la variedad y la responsabilidad
individual en la fe, en contraste con la incredulidad y la ceguera hacia la gracia. Cuando nosotros conocemos a Cristo, y
el inútil profesa esto, se trata de una profunda maldad, y, en general, y nadie hay peor que aquel Cristiano profesante. Cuando
falta la confianza en Él, todo está mal, aunque esto puede ser demostrado en el temor de utilizar lo que Él ha dado para beneficio.
Si él hubiera conocido verdaderamente al Señor, le habría servido con alegría, especialmente cuando tenía un don de poder;
pero él no Le conocía como enviado de Dios, y fue juzgado conforme a su desconfianza, y a la falsedad, a las cuales la incredulidad
se rinde fácilmente. La incredulidad recibe lo que ella misma dice, según lo que el corazón malo sugiere cuando escucha la
mentira de Satanás. Y el Señor trata con el malvado tal como su calumnia merecía. Mientras que aquellos que trabajaron con
confianza en Su gracia, entran en el gozo de su Señor, es decir, aquellos que no serían consignados a las tinieblas de afuera,
con todos sus horrores y miseria, a causa de desconfiar en Él. La dicha con Cristo trasciende las recompensas, aunque esto
tiene, también, su lugar de importancia.
Con relación a esto, la Parábola de las Diez Minas en Lucas 19: 12-27 es aquí muy instructiva. Ella es peculiar a su
Evangelio y es presentada antes de la última visita a Jerusalén; mientras que la de los Talentos fue cuando la visita estaba
llegando a su fin. En Lucas hay el mismo don confiado a cada uno de los siervos,
y su responsabilidad y su uso correcto, hasta ese momento, estaba fuertemente en evidencia, y la recompensa del Reino es tener
autoridad sobre tantas ciudades, y no la entrada en el gozo de su Señor. ¡Pero cuán profundo es el error de colocar un honor
exterior por encima del hecho de compartir el gozo del Señor con Él mismo! El bueno y el fiel recibirán eso también, estando
ambos en el Reino.
Si el siervo fiel y prudente, contrastado
con "aquel siervo malo" presenta el lugar general en la casa, fiel o lo contrario, la parábola de los Talentos nos muestra
a quienes negocian con los bienes de Cristo, y esa bendición en esta obra enciende la confianza en Él y Su gracia.-
Capítulo
3
LA PORCIÓN
GENTIL
Mateo 25: 31-46
Esta es la tercera y última sección de la palabra profética del Señor. Ninguna parte de ella ha sido menos comprendida;
con todo, ella está claramente definida como distinta de las otras dos por dos marcas internas que deberían haber traído convicción
a todo creyente. Pero tal ha sido el devenir de la Escritura; no es que la Palabra de Dios fracase en sencillez de discurso
y certeza de significado, sino que se deba a que contraría la voluntad del hombre, quien, por consiguiente, procura interpretarla
conforme a sus propios pensamientos. Toda Escritura es para nosotros y, siendo de Dios, es igualmente provechosa para el hombre;
pero no todo es acerca de nosotros, y nosotros sólo podemos aprender con seguridad a partir de ella misma cuando tomamos en
cuenta a quien ella está hablando.
Entonces:
1.- Nosotros hemos tenido un remanente Judío creyente, pero sin los plenos privilegios de los Cristianos, cuando el
Señor se dirige a quienes los representaban en ese entonces, hasta el fin de la edad (fin del siglo). Luego Él aparece como
el Hijo del Hombre, y en aquel día liberta no sólo a los tales, sino a los escogidos de la nación, a todo el Israel que será
salvo inmediatamente después de una tribulación sin paralelo.
2.- Luego (sin ningún vestigio de alusión a Judá, a la ciudad, al templo, o a cualquiera asociación local o temporal)
el discurso se ocupa lo que se aplica directa y exclusivamente a la profesión Cristiana, sana o defectuosa, en las tres parábolas
intermedias que fueron, por lo tanto, formuladas en términos completamente generales. Aquí, le expresión "el Hijo del Hombre"
desaparece conforme al abrumador testimonio de los mejores Manuscritos, Versiones, y citas tempranas para Mateo 25:13.
3.- Por consiguiente, quedaba sólo hablar y oír acerca de los Gentiles.
Puesto que todo lector o investigador está al tanto de que la mayoría de la humanidad, consagrada a los ídolos e imposturas,
han resistido, hasta el día de hoy, el testimonio Cristiano. Pero el Señor había presentado, en la primera parte, la notable
insinuación de que "este evangelio del reino será predicado en toda la tierra habitada,* para testimonio a todas las naciones;
y entonces vendrá el fin." (Mateo 24:14 - VM). Él nos da a conocer el fruto de esta predicación llevada a cabo, obviamente,
por Judíos creyentes de aquel día, tal como lo insinúa el lugar donde esta revelación se ubica, justo antes de que el fin
llegue.
De ahí que la última sección tenga su peculiaridad adecuada, la cual la distingue de ambas secciones anteriores, perteneciéndole
dicha peculiaridad sola y característicamente a dicha sección. Porque el terreno específico para la decisión del Rey gira
sobre una predicación de las buenas nuevas del reino que vino solamente por medio de Sus hermanos (Judíos convertidos, evidentemente)
antes de "el fin", y se muestra aquí que ello resulta en que algunas naciones dan oído al mensaje mientras que otras lo desprecian.
Por consiguiente, esta sección es única en sus circunstancias como un todo; aunque ningún principio que no pueda ser justificado
a partir de otras Escrituras está implícito en ella.
{* Aun aquellos que tratan de
limitar "la tierra habitable" (Mateo 24:14 - VM) al Imperio Romano, están obligados a abandonar aquí dicha limitación; puesto
que ellos admiten que, en ese mismo momento, la Bestia y el Falso Profeta ya lo habrán desterrado de allí. Nosotros podemos
comprender el término utilizado por los Romanos en su soberbia de poder, y citado de este modo en la Escritura como en los
historiadores profanos, y utilizado ligeramente por los oradores en Hechos 17:6 "Y no hallándolos, arrastraron a Jasón y a
ciertos hermanos ante los magistrados de la ciudad, gritando: ¡Estos hombres que han trastornado e! mundo habitado,
han venido acá también." (VM); Hechos 24:5 "Porque hemos hallado ser este hombre una peste, y levantador de insurrecciones
entre todos los judíos por todo el mundo habitado, y jefe de la secta de los Nazarenos." (VM). Pero no es posible confinar
más esto en Hechos 17:31; Romanos 10:18; Hebreos 1:6; Apocalipsis 3:10; 15:14, que en Mateo 24:14 "Y este evangelio del reino
será predicado en toda la tierra habitada, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin." (VM). Comparen,
también, Mateo 4:8 "Otra vez, le lleva el diablo a un monte muy alto, y le muestra todos los reinos del mundo y a gloria de
ellos." (VM), con Lucas 4:5 "Y subiéndole en un monte alto, le mostró todos los reinos de la tierra habitada, en un
momento de tiempo." (VM).}
"Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de
gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas
de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los de su derecha:
Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y
me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo,
y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán
diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero,
y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
Y respondiendo el Rey, les dirá: De
cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
Entonces dirá también a los de la izquierda:
Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer;
tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en
la cárcel, y no me visitasteis.
Entonces también ellos le responderán
diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?
Entonces les responderá diciendo: De
cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo
eterno, y los justos a la vida eterna." (Mateo 25: 31-46).
El Hijo del Hombre ya habrá venido. Sus juicios de guerra han finalizado, como parece, no solamente los que Él ejecutó
por la aparición de Su presencia (2 Tesalonicenses 1:8), sino cuando Él mismo se coloca a la cabeza de Su pueblo, como en
Isaías 63, Ezequiel 38 y 39, Miqueas 6, y Zacarías 14.
JUICIO DE LAS NACIONES
El "Rey" (hallado solamente aquí) entra ahora en sesión judicial sentado sobre Su trono, ante el cual todas las naciones
deben aparecer; puesto que, en ese entonces, todos los pueblos, todas las naciones y lenguas, tendrán que servirle a Él. Es
parte de aquel juicio de los vivos y de la tierra habitable llevado a cabo por el Hombre resucitado a quien Dios designó,
tal como el apóstol proclamó a los Atenienses (Hechos 17). El juicio de los hombres que estén vivos en la tierra, en medio
de su vida ocupada y egoísta (por no decir, sórdida y pecadora), fue muy recalcada por el Señor y los apóstoles, tal como
también es enfatizada ampliamente en la profecía del Antiguo y Nuevo Testamento; pero se ha sido para la fe viva, aun la de
los santos en la Cristiandad, igualmente para los nacionalistas y no-conformistas. Sin embargo, aun los credos religiosos
Cristianos lo confiesan, independientemente de lo poco que ello era realizado cuando estos credos fueron escritos, y que desde
entonces se realicen, incluso, cada vez menos. Tal como los Judíos dejaron que el juicio de los muertos se escurriera, del
mismo modo la Cristiandad olvida, prácticamente, el juicio de los vivos. Tenemos esto aplicado judicialmente por el Hijo del
Hombre cuando Él entra en el ejercicio de Su reino mundial. De ahí que se trata de un asunto acerca de los hombres en general,
no de Judíos, y, obviamente, no de Cristianos (pues ya hemos tenido a ambos en las otras secciones), sino de "todas las naciones",
cuando el Señor venga y se siente en el trono de Su gloria, como se detalla aquí.
Se trata del más pleno y más claro contraste con el juicio delante del "gran trono blanco"; puesto que en ese entonces,
la tierra y el cielo huyen de Su presencia, y ningún lugar se encuentra para ellos (Apocalipsis 20:11). Y "los muertos", grandes y pequeños, están de pie ante el trono. Allí "los muertos" (de ningunos otros se habla)
son juzgados conforme a sus obras del registro de todo lo hecho en el cuerpo, siendo esto sellado por el libro de la vida
mediante su silencio. Esto no es la venida del Hijo del Hombre a reinar sobre la tierra (como en nuestra escena); porque las
naciones son destruidas, y la tierra e incluso los cielos, huyen. Por el contrario, nuestra escena muestra al Hijo del Hombre
que ha llegado a la tierra, y a todas las naciones reunidas delante de Él. Están aquí todos los vivos, a quienes el término
"naciones" se podría aplicar solamente; allí, frente al gran trono blanco, no sólo se habla de muertos, sino de los malos
que han muerto, puesto que los justos habían sido resucitados mucho antes, con ocasión de la primera resurrección.
El carácter de la prueba aplicada concuerda con todas las naciones vivas en ese entonces. No hay un escrutinio semejante
al que se refiere Romanos 2, el cual tiene lugar cuando Dios juzgará los secretos de los hombre mediante Cristo Jesús, como
será delante del gran trono blanco. Allí será que todos los que han pecado sin ley, sin ley también perecerán; y todos los
que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; y aún más terrible será la condenación de aquellos que rechazaron el
evangelio, o, incluso, aquellos que descuidaron una salvación tan grande, como otras Escrituras declaran. Pero se trata aquí
de un sencillo y único asunto, el cual es aplicable sólo a esa generación que esté viva de todas las naciones: ¿cómo trataron
ustedes a los mensajeros cuando ellos predicaban este evangelio del reino antes de que llegara el fin? Él ya había llegado,
evidentemente. La prueba era un hecho público innegable; pero demostraba si es que ellos tenían o no, fe en el Rey que venía.
Los que honraron a los heraldos del reino, mostraron su fe por sus obras, y del mismo modo los que los despreciaron manifestaron
su incredulidad. La prueba no sólo era justa sino en gracia. Y "el Rey" se pronunció en conformidad. La forma era nueva, así
como las circunstancias lo eran, pero el fundamento es el mismo para todos los objetos de la misericordia de Dios por una
parte, y para los objetos de ira, por la otra. Fue así antes del diluvio, y será así cuando el Hijo del Hombre en Su trono
de gloria tratará con todas las naciones. "Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a
Dios crea que él existe y que es galardonador de los que le buscan." (Hebreos 11:6 - RVA).
Así será con los bienaventurados de esas naciones. Su conducta para con los que predicaron la venida del reino evidenció
su fe, y la gracia del Rey aceptó, para asombro de ellos, lo que ellos hicieron a Sus hermanos, aun al más pequeño, como algo
hecho a Él mismo. Las pruebas y sufrimientos de estos "hermanos" proporcionaron a los Gentiles ocasión para la fe que obra
por el amor, o para la ausencia total de ella. Fue así que Rahab la ramera fue justificada mediante obras cuando recibió a
los mensajeros; pero su fe es destacada cuidadosamente por el apóstol Pablo; de hecho, sin fe sus obras habrían sido malas
obras. Pero ella juzgó correctamente que Jehová y Su pueblo estaban por sobre el rey y el país; y este fue un punto de inflexión
para ella, no sólo para ese entonces, sino para la eternidad. Del mismo modo fue con las ovejas; y lo opuesto, y triste, no
fue menos verdadero para los cabritos.
Pero hay otro elemento que es pasado por alto por aquellos que confunden Mateo 25: 31-46 (El juicio de las naciones)
con Apocalipsis 20: 11-15 (El juicio del gran trono blanco). En el juicio de los muertos (Apocalipsis 20: 11-15) se habla
solamente de una clase de hombres, a saber, de los muertos que no participaron de la resurrección de los justos. De manera
que sólo los injustos aparecen; y ellos son juzgados conforme a sus obras llevadas a cabo en toda su vida. No sólo aparecen
aquí (en Mateo 25: 31-46) las ovejas y los cabritos, sino los hermanos del Rey, una tercera clase y una clase altamente honrada;
ninguno de ellos está muerto o resucitado, sino que todos están vivos. ¿Se puede concebir un contraste más sorprendente? La
opinión tradicional no es nada más que un ignorante, aunque involuntario, desprecio de esta Escritura, la cual muchos Cristianos
no creen realmente en sencillez y, por lo tanto, no pueden entender. El estado de resurrección debe excluir lo que encontramos
en este pasaje. Con el juicio de los vivos, y en particular de "todas las naciones", todo aquí es harmonioso. Él viene al
final "del siglo" (edad); Él no viene al "fin del mundo." En ese entonces no habrá mundo al que venir. Se ha ido, para aparecer
después completamente nuevo por la eternidad.
La decisión es definitiva, lo que condujo a muchos a restar importancia a las marcadas diferencias, y a mezclarlas
con el final de Apocalipsis 20, que también es definitiva. Pero una de ellas fue al comienzo del reinado de mil años, y la
otra cuando este reinado termina, cuando no podría haber ninguna venida del Señor para sorprender a un mundo despreocupado,
tal como Él mismo enseña, sino que la tierra y los cielos habían huido. Interpretar las dos (sí, ¡y las tres!) como siendo
lo mismo es perder, en efecto, cada una de estas grandes y solemnes revelaciones, si es que no se pierden todas.
Obsérvese que los justos, aunque tenían fe en el reino y, por tanto, trataron a sus predicadores como convenía a la
verdad, eran, evidentemente, muy poco instruidos. Puesto que nosotros vemos cuán poca de su inteligencia se elevó por sobre
la de los incrédulos compatriotas. Pero el corazón de ellos era justo por gracia, tal como el Rey lo sabía perfectamente,
quien, desde el comienzo separó a estos a la derecha y a los otros a la izquierda. Él permitió que esta ignorancia saliera
a la luz para que Él pudiese dar a todos una lección que jamás debía olvidarse. Esto es completamente compatible con los justos
ya que ellos estaban vivos en sus cuerpos naturales. Pero, ¿es tal falta de inteligencia consistente con la condición de resurrección?
Cuando venga lo perfecto (y ello viene, ciertamente, en la resurrección de los justos), lo que es en parte se acabará (1 Corintios
13:10). Esto no era todavía, en absoluto, el estado de estas ovejas, es decir, los Gentiles justos; y el Rey sólo les comunica
ante Su trono, lo que se supone que todo Cristiano conoce ahora, con una vasta mayor cantidad, bastante más allá que ellos.
Con todo, el reino estaba preparado para estos, así como, generalmente, para los justos, desde la fundación del mundo.
Noten, asimismo, que se dice que el fuego eterno al cual los Gentiles incrédulos de aquella época son consignados,
ha sido "preparado para el diablo y sus ángeles" (Mateo 25:41), no para los cabritos,
excepto los que se adecuaban ellos mismos a él debido a sus malos caminos. Comparen también con Romanos 9:22. El diablo y
sus ángeles no habían sido echados aún en el lago de fuego. Esto será sólo después del último esfuerzo de Satanás al final
del milenio, tal como nos dice Apocalipsis 20:10. Pero aquí, los cabritos tienen ahora su porción, tal como la Bestia y el
Falso Profeta la tuvieron un poco antes que ellos, tal como leemos en Apocalipsis 19:20, y esto ocurre también mientras aún
están vivos.
Premilenaristas como Alfrod, Birks, y casi todos, están casi tan confundidos como los postmilenaristas. La causa es
evidente: se trata del error antiguo y general que relaciona el escrutinio de "todas las naciones" de nuestro capítulo con
el juicio de "los muertos" en Apocalipsis 20:11, etc. La resurrección no es, ni podía ser, predicada acerca de "las naciones"
por una parte; mientras que, se trata de la declaración positiva y esencial, por la otra. Cuando estas dos cosas se mezclan,
reina la vaguedad, y ello ¡cuán lamentable! impide distinguir la verdad de forma irreparable.
Se debe tener en mente que hechos estupendos habían recién acontecido antes de que todas las naciones se reuniesen
aquí, hechos ignorados por la mayoría, sin embargo, trascendentales para comprender la posición. Las vastas huestes del occidente
habrán sido destruidas de un golpe desde lo alto cuando la Bestia y el Falso Profeta encuentren su funesto destino. Poco después,
las hordas orientales conducidas por el Asirio mencionado por los profetas (el rey del norte de Daniel) se habrán disipado
como el tamo. Edom se habrá encontrado su juicio final (Isaías 63); y también
Gog con sus numerosos aliados (Ezequiel 38 y 39). Los Judíos y la Cristiandad, ya habrán sido juzgados, tal como lo vemos
en este discurso. De ahí que "todas la naciones" llamadas aquí se componen de lo que queda después de estas ejecuciones de
juicio; y, debido a la naturaleza del caso, deben ser, necesariamente, hombres vivos quienes, últimamente, habían sido colocados
completamente bajo la responsabilidad de haber oído "este evangelio del reino" predicado por Judíos temerosos de Dios, a quienes
el Señor habrá enviado para ese expreso propósito antes de que llegue el fin.
Esto solamente explica el criterio peculiar mediante el cual "los justos" fueron separados de sus iguales incrédulos.
Fue Su gracia la que bendijo a los que recibieron estas buenas nuevas; y ellos oyen ahora acerca de su bendita porción de
labios del Rey. Ellos estaban tan asombrados de saber acerca de Su estimación de la fe de ellos obrando por amor, como los
endurecidos lo estaban de saber que en su incredulidad iban a afrontar su horrible fin. No tenemos más fundamentos para creer
que tanto las ovejas como los cabritos escucharon alguna vez el pleno evangelio de Dios tal como era predicado por los testigos
Cristianos, del que tenemos para creer que los propios Judíos convertidos lo conocieron tal como nosotros lo conocemos ahora.
Nosotros debemos dejar espacio para los modos de obrar soberanos de Dios, tratando variadamente en Su sabiduría tanto con
el futuro como con el pasado. Pero cada alma pecadora debe tener fe para vida eterna; y la fe viene por un informe, y el informe
viene mediante la Palabra de Dios. Sólo así puede, cualquier hombre caído, ser traído a una relación viva con Él. La medida
ha diferido grandemente en diferentes épocas, como diferirá también en el futuro; pero el principio es el mismo. Esto es aplicable,
obviamente, sólo a quienes escuchan.
Podemos notar además, y particularmente, que no hay aquí la más mínima alusión al hecho de que la resurrección sea
para "los justos" o para los 'malditos'. En ambos casos ellos eran Gentiles viviendo en sus cuerpos naturales; puesto que
se dice expresamente acerca de ellos que son "todas las naciones" cuando fueron reunidos ante el glorioso trono del Hijo del
Hombre. No se trata, como en Apocalipsis 20: 11-15, de pecadores impenitentes de toda época y nación, y de la humanidad como
existía en el mundo antediluviano antes de que existiera alguna nación. Todos estos habían muerto, y fueron resucitados ahora
en la resurrección de los injustos, para ser juzgados cada uno conforme a sus obras. En Mateo 25: 31, etc., todos les Gentiles
que están allí, hallan que su destino es determinado por la forma en que ellos trataron a los hermanos del Rey, los mensajeros
de "este evangelio del reino."
Él había dicho que este evangelio del
reino sería predicado "en toda la tierra habitada, para testimonio a todas las naciones." (Mateo 24:14 - VM). Y sale ahora
a la luz el solemne asunto. Algunos habían mostrado, no meramente benevolencia, o abnegación, o excelencia moral en cualquier
grado formal, sino amor en variadas formas a los siervos que predicaron, en el nombre del Rey, la misma verdad que Él había
predicado al principio de Su ministerio público. Pero fue una fe que obró en el amor de ellos. Si el Rey y Su reino venidero
hubiesen sido nada más que un mito a sus ojos, ellos habrían, al menos, ignorado a Sus mensajeros considerándolos como unos
impostores. Ellos creyeron, contra toda apariencia, que el mensaje era de Dios y, por lo tanto, trataron a sus predicadores
con bondad; y van a gozar los resultados de gracia. Los antiguos y los modernos rebajan, pervierten, y destruyen la fuerza
verdadera de las palabras de Cristo tomando esto como siendo una bondad hacia los "pobres". De este modo, Crisóstomo, por
ejemplo, uno de los mejores de los Padres de la iglesia, hace que esta falta de dar a los pobres sea el mal fatal, aun en
las parábolas que presentan a la Cristiandad, con más apariencia allí, obviamente, pero por todas partes equivocada. Incluso
no fue un bien que se había hecho a las ovejas, sino específicamente a " a uno de estos mis hermanos más pequeños." (Mateo
25:40).
El rey habla así de la diferencia de las dos clases de personas en el único terreno correcto que se podía aplicar a
"todas las naciones" que están, en ese entonces, delante de Su trono, después de que tal predicación los hubiera alcanzado,
por gracia, antes del fin. Ahora había llegado: la nueva edad ha comenzado. El rey había hecho lo que nadie más podía hacer,
puesto que Él los separó a todos y, como es evidente, los separó individualmente con discernimiento infalible. En lugar de
que ellos le dieran cuenta a Él, Él les refiere la razón por la que Él coloca a algunos a Su derecha y a algunos a la izquierda.
Él establece el terreno para llevar a cabo esto con una majestad y un carácter conmovedor y, sin embargo, justo, adecuado
y peculiar a Él mismo, el Rey de reyes y Señor de señores. Con todo, giraba sobre la fe para que pudiera ser conforme a la
gracia, o giraba ¡lamentablemente! sobre la incredulidad donde no había gracia, sino sólo el yo. Por eso Él dijo a los sorprendidos
justos, "en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños [cualquiera que hubiera sido la obra palpable hecha
a Sus despreciados y sufrientes mensajeros], a mí lo hicisteis." (Mateo 25:40). Por otra parte, cuán terrible era para los
injustos oír, en respuesta al más apresurado resumen de ellos, "en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco
a mí lo hicisteis." (Mateo 25:45). Con todo, ello era completamente justo.
De este modo, en realidad, todo reposa en Cristo, aunque Su gracia aprovecha al máximo lo que a los demás podría parecer
poco. Pero el punto se pierde cuando las circunstancias especiales de estos Gentiles son ignoradas, y los hombres generalizan,
inconscientes del principio. Tomen las notas de Alfon acerca del significado de la expresión "mis hermanos" como una muestra
(y él está lejos de ser el menos inteligente): «No necesariamente los santos con Él
en gloria - aunque primariamente aquellos - sino cualquiera que pertenezca a la gran familia humana (!). Puede ser que muchos
de los que son juzgados aquí, no hayan tenido jamás la oportunidad de hacer estas cosas a los santos de Cristo, adecuadamente
llamados así (!!).» Pero Dios tuvo cuidado aquí que la predicación les alcanzara; y que las circunstancias de sus mensajeros
diera la oportunidad a todos los Gentiles reunidos aquí para esta manifestación de fe y amor, pero también de total indiferencia,
por decir lo menos. La fe obrando por el amor en una clase de personas, y el completo desinterés de la otra clase, exponía,
respectivamente, la aptitud o la ineptitud de ellos, para heredar el reino. En todos los casos referidos a los santos, las
evidencias son las obras, el instrumento es la fe en la Palabra, el terreno es la obra de Cristo, y la fuente es la gracia
de Dios.
Es bueno observar, también, que el Rey no los llama hijos adoptados, tal como es la porción de los Cristianos (Gálatas
3:26), ni tampoco vemos al Espíritu Santo morando en ellos, lo cual es característico de los Cristianos, y estas dos cosas
tampoco pueden ser dichas de los santos del Antiguo Testamento. Él los llama "benditos" de Su Padre (Mateo 25:34), pero no añade del 'vuestro'; porque no era
privilegio de ellos saber esto, de la manera que sí es el nuestro. Él tampoco habla de las bendiciones en los lugares celestiales
conforme a los consejos de Dios para nosotros, para lo cual Él nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo (Efesios 1: 3, 4). Aun Bengel, como otros anteriormente
y desde entonces, hicieron esta extraña confusión. El Rey los convida a heredar el reino preparado para ellos desde la fundación del mundo (Mateo 25:34). Ellos son escogidos y nacidos
de Dios, como todos los santos deben ser; pero ellos no reinan más con Cristo en aquel día que, incluso, Sus "hermanos" de
entre los Judíos que sobrevivieron a esta última crisis antes del reino; mientras que los que habían sido muertos a causa
de Su nombre en aquel "tiempo del fin", serán resucitados para reinar con Él, como se muestra en Apocalipsis 20:4. Pero esos
salvados de los Gentiles, así como los salvados de Israel, tendrán un lugar de honor distintivo por sobre los que nazcan durante
el reino milenial, tal como podemos deducir de Apocalipsis 7 y 14. Así como los Judíos habrán conocido 'carne salvada' de
la tribulación que va a acontecer al pueblo rebelde (ver Mateo 24:22), del mismo modo los Gentiles escogidos salen de 'la
gran tribulación' en sus propios lugares: diferenciados de la iglesia, de la cual Él Señor declara que la guardará "de la
hora de prueba que ha de venir sobre todo el mundo habitado, para probar a los que habitan sobre la tierra." (Apocalipsis
3:10 - VM).
Si existiera el más mínimo valor en el 'consenso universal', sería difícil encontrar una muestra más clara que la interpretación
tradicional de las ovejas y los cabritos reunidos ante el Rey. ¿Existe siquiera un comentarista notorio que no deduzca de
ello lo que ellos denominan 'el mayor juicio de toda la humanidad' al fin del mundo? Los postmilenaristas son, por lo menos,
más consistentes que la mayoría de los premilenaristas, porque los primeros están completamente en error, mientras que los
últimos conocen suficiente verdad como para hacer que su sistema sea incoherente y ellos mismos quedan sin excusa. Procuremos
comprender qué es lo que significa la hipótesis. Si se admite que todos los muertos son resucitados de los sepulcros en ese
entonces, ¿cómo se aplica este criterio a los hombres antediluvianos? ¿Tuvieron ellos la oportunidad de recibir a los hermanos
del Rey en sus variadas pruebas, o de ser indiferentes a ellos para Su deshonra?
No se puede sostener la existencia de una misión semejante en tiempos antiguos ni por un momento. Noé predicó solo
para advertir en su día, la ruina que vendría mediante el diluvio; pero fue sólo a esa generación, y, de ninguna manera predicó
"este evangelio del reino." De nuevo, ¿cómo o dónde estaban Sus hermanos? Y, ¿cómo se puede demostrar esto en 'el mundo que
existe ahora' desde el diluvio? Jehová, a su debido tiempo, dio a Israel la ley; pero ella está tan lejos como es posible
del "evangelio del reino." ¿Cuándo entra, en esa época, la predicación de "este evangelio"? Ahora bien, la ley y los profetas
fueron hasta Juan (el Bautista), quien fue el primero en predicar que el reino de había acercado, porque el Mesías, el Rey,
estaba allí, y así predicó el Señor, y los Doce. Pero Su rechazo interrumpió esto, y la cruz lo postergó, dando, en el intertanto,
una forma nueva y misteriosa al reino durante Su ausencia en lo alto (Mateo 13) hasta que el corazón de Israel se vuelva al
Señor, diciendo, Bendito es el que viene en el nombre de Jehová. Un remanente justo retoma la Palabra antes de que llegue
el fin, remanente que el Señor convertirá y enviará, y la predica como un testimonio a todas las naciones, antes de que el
Hijo del Hombre aparezca para establecer el reino en poder.
Durante los muchos años que anteceden a esta extraordinaria misión a todo el mundo habitado, el terreno de la proclama,
tal como se declara en Romanos 2:12, es, generalmente, completamente diferente para la humanidad. Pues no hay acepción de
personas para con Dios, quien juzgará, en aquel entonces, los secretos de los hombres por medio de Jesucristo, algo que es
escasamente aplicable a esta escena. De ahí que, mientras que hay una resurrección de vida para los que (oyendo la palabra
de Jesús y creyendo a Dios que Le ha enviado) tienen vida, vida eterna, habrá también, finalmente, una resurrección de juicio
para aquellos que, no creyendo, produjeron sólo malas obras. Este es el juicio de Apocalipsis 20: 11, etc., donde todos habían
estado muertos pero habían sido resucitados y juzgados conforme a sus obras, y, por lo tanto, están perdidos. Pero es un contraste
evidente y total con la decisión del Rey acerca de los Gentiles vivos, a quienes Sus hermanos, es decir, los Judíos convertidos,
han de predicar antes del fin, y demostrarán ser justos o reprobados a partir de su conducta para con los portadores de "este
evangelio del reino." Claramente, la prueba empleada aquí se adapta sólo a los Gentiles que están vivos que habían tratado,
bien o mal, a Sus hermanos con quienes ellos son confrontados, debido a su fe o incredulidad en el Rey que se pronuncia sobre
ambos. El carácter es peculiar y está determinado necesariamente por la breve misión de "este evangelio del reino" antes del
fin. No se trataba, en ningún sentido, del fin del mundo (κόσμος, kosmos), sino del fin de la edad
(αἰών, aión), cuando el Rey no había venido aún a reinar a reinar sobre la tierra. Esta evaluación de todos los Gentiles es cuando
Él ya habrá venido en Su gloria, y se habrá sentado sobre Su trono. Será claro, de este modo, que Apocalipsis 20 concuerda
exactamente, en las dos resurrecciones, con el discurso del Señor en Juan 5: 21-29; mientras que Mateo 25: 31-46, aunque es
igualmente verdadero, difiere completamente de ambos.
Podemos ver un interesante vínculo entre Mateo 24:14 y Mateo 25:
40, 45. Sus "hermanos" eran aquellos que, en el tiempo del fin, llevaron "este
evangelio del reino" a todas las naciones, que son bendecidas o maldecidas por el decreto del Rey, conforme a la conducta
que ellas tuvieron hacia quienes llevaron, así y en ese entonces, la Palabra de Dios. No se trataba de hermanos del carácter
Cristiano intermedio, sino de Judíos convertidos llevando la Palabra a los Gentiles. Y como estos hermanos son honrados así
por el Rey, igualmente son bendecidos los Gentiles que recibieron y los trataron bien, habiendo venido ya el Hijo del Hombre
y estando reinando sobre ambos. Se trata de la edad que ha de venir, no del juicio de los muertos; y el terreno sobre el cual
depende la solemne decisión, no se adapta a ninguna época o circunstancias de los Gentiles, salvo la misión llena de acontecimientos
llevada a cabo por un futuro remanente de Judíos piadosos, quienes predican el evangelio del reino justo antes de que el Hijo
del Hombre venga a ponerlo en vigor.
William Kelly
(1820 - 1906)
Traducido del Inglés por: R.O.C.-
Traducción revisada
por: B. R. C. O.-
Título original en inglés: "Tle Lord's Prophecy
on Olivet in Matthew XXIV. XXV." by William Kelly
Versión Inglesa |
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