"LAS LLAVES DEL REINO
DE LOS CIELOS"
(Mateo 16:19)
Pregunta:
¿Qué quiere decir
el Señor cuando le declara a Pedro: "Te daré las llaves del reino de los cielos"? (Mateo
16:19).
Respuesta: Antes de
contestar esta pregunta, creemos necesario hacer algunas observaciones sobre las expresiones "reino de los cielos" y "reino
de Dios". El término "reino de los cielos" se halla exclusivamente en el evangelio según Mateo, el cual nos presenta mayormente
al Señor como el Mesías, Cristo, y el reino como siendo un acontecimiento futuro, venidero. El motivo de ello es que "el reino
de Dios" se hallaba forzosamente sobre la tierra cuando el Hijo de Dios andaba en ella, es decir cuando Dios mismo estaba
entre los hombres: y es evidente que el Reino no podía ser "el reino de los cielos" antes del rechazamiento y de la ascensión del Señor, pues, considerado como
un hecho o estado de cosas, el "reino de los cielos" fue introducido en este mundo solamente después de la ascensión
del Señor; es la presentación, el despliegue del reino de Dios bajo
su carácter celestial, como consecuencia del rechazamiento del rey por Israel
y por el mundo. Desaparecen las dificultades si comprendemos bien esta distinción, y vemos el porqué, por ejemplo, el Señor
no dice en Mateo 12:28: "ha llegado a vosotros el reino de los cielos", sino "ha llegado el reino de Dios", como también en Mateo 21:43 dice "el reino de Dios será quitado
de vosotros". Mientras el reino de Dios estaba con ellos, en la persona del Señor, podía serles quitado, mas no existía
aún como reino de los cielos.
Las llaves tipifican la autoridad para abrir las puertas del reino. Pedro
las abrió predicando la Palabra primero a los Judíos, el día de Pentecostés (Hechos 2), y luego a los
Gentiles en casa de Cornelio (Hechos 10).
El Señor le había dicho a Simón Pedro: "sobre esta roca edificaré mi
iglesia… Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos;
y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos." (Mateo 16: 18-19). No le dijo que le daría las llaves "del
cielo", o "de la casa de Dios", o de "la Iglesia", sino las llaves "del reino de los cielos". Hemos de distinguir entre los cielos y el
reino de los cielos, pues son expresiones muy distintas. Las llaves
del reino de los cielos le fueron dadas a Pedro para que abriera las puertas del mismo; no hay necesidad de decir que Pedro no había recibido el poder de abrir el cielo a nadie. La misión que le fue confiada
era para la tierra, y
vemos cómo la realiza en el libro de los Hechos. En el cap. 2 del libro de los Hechos, Pedro abre la puerta a los Judíos, quienes, por haber rechazado a su Mesías, se hallaban destituidos
de sus derechos al Reino. En el capítulo 10 del mismo libro, Pedro introduce a los Gentiles o naciones en la persona
de Cornelio, de sus parientes y amigos. De modo que el Señor le había dado dos llaves:
una para Israel y otra para las naciones, y Pedro hace uso de ellas.
En un sentido, la segunda parte del versículo 19 de Mateo 16 ("y todo
lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos"), no
se relaciona con la primera, e introduce un pensamiento completamente nuevo. Las llaves sirven para abrir o cerrar, pero no
atan, ni desatan, ni sirven para edificar la asamblea. El mundo cristiano habla de las
llaves de San Pedro, del poder
de las llaves, pero la Palabra de Dios no dice tal cosa. Es verdad
que la segunda parte de este versículo 19 implica el poder o la autoridad, pero es en relación con la administración del Reino
sobre la tierra. Tenemos de ello un solemne ejemplo en el caso de Ananías y Safira en el capítulo 5 de los Hechos. En virtud
de la autoridad que le fue conferida, el apóstol ata sobre aquel desgraciado matrimonio el pecado que ambos cometieron
y la intervención de Pedro es inmediatamente ratificada en el cielo: uno y otro, murieron.
Esta autoridad fue conferida a la Asamblea, a los 'dos o tres reunidos
al Nombre del Señor' (Mateo 18:18). Aquellos dos o tres, "reunidos . . . con el poder de nuestro Señor Jesucristo", tienen
autoridad para atar y desatar, y su acción, que, sin embargo, tiene autoridad solamente para
la tierra, es ratificada en el cielo. La asamblea tiene la responsabilidad de 'quitar
al perverso' de en medio de sí misma (1 Corintios 5: 4-13).
Traducido
de "Le Messager Evangélique"
Revista
"VIDA CRISTIANA", Año 1960, No. 43.-