LOS ANGELES ¿QUIÉNES SON?
Los ángeles son seres celestiales; este nombre
que significa 'mensajero' les ha sido otorgado porque, muy a menudo, Dios se ha valido de ellos para llevar a los hombres
un mensaje suyo. "Espíritus ministradores", cumplen ciertas funciones que Dios les confía "a favor de los que serán herederos
de la salvación" (Hebreos 1:14).
Siendo criaturas de Dios, los ángeles se
mantienen en Su presencia, celebrando Su grandeza y Su santidad (Isaías 6: 2 y 3), dispuestos a obedecerle. Para el cumplimiento
de las misiones que Él les confía, Dios los envía sobre la tierra (Citemos entre otros muchos pasajes: Génesis 19: 1, 15;
32: 1 y 2; Daniel 6:22; 8:16; 9:21; 10: 4-21; Lucas 1: 11-20, 26-38; Hechos 5: 19 y 20; 12: 7-11).
Pasajes como 1 Pedro 1: 11 y 12; Lucas 15:
10; 1 Corintios 11:10, y Efesios 3:10 nos dicen qué interés tienen los ángeles en la realización de los designios de Dios
para con los hombres.
Estas pocas porciones de la Palabra de Dios
-- las cuales no podemos reproducir por falta de sitio, pero cuya detenida lectura recomendamos encarecidamente
-- bastan para hacernos comprender algo de la importancia del papel que desempeñan los ángeles en el universo y para con los
hombres. ¿Sería, acaso, motivo suficiente para dirigirnos a ellos y rendirles culto bajo cualquier forma que sea? Falsos doctores
querían inducir a los cristianos en Colosas a que lo hicieran; para que estén alerta contra dicho peligro, el apóstol Pablo
escribió a estos creyentes: "Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en
lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el
cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios." (Colosenses 2: 18-19).
Después que le fueron reveladas las cosas mencionadas en el Apocalipsis, el apóstol Juan escribe: "Yo Juan soy el que oyó
y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.
Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras
de este libro. Adora a Dios." (Apocalipsis 22: 8 y 9).
Así pues, son clarísimas las enseñanzas de
la Palabra de Dios: no hay que dar culto a los ángeles, ni adorarles. Al contrario, un ángel mismo dice a un creyente: «¡ADORA
A DIOS, guárdate de hacerlo con un ángel!» Los cristianos de origen judío estaban propensos a dejarse llevar al culto de los
ángeles; en efecto, tenían en gran aprecio la ley y todo el orden de cosas que ella había instituido, y habían recibido la
ley "por disposición de ángeles" (Hechos 7:53; ver Gálatas 3:19). Era, pues, fácil para los falsos doctores atraerse a estos
cristianos presentándoles el culto de los ángeles como cosa agradable a Dios. Todo eso les hacía volver atrás y perder de
vista el verdadero carácter del cristianismo. Siempre es astucia de Satanás y de sus ministros (Colosenses 2: 3, 13-15) presentar
cosas que, algunas veces, no son malas en sí, pero que de hecho nos apartan de Cristo. Por eso el apóstol Pablo exhortaba
a los Colosenses a asirse firmemente de la Cabeza, es decir de Cristo (Colosenses 2: 18-19).
Por otra parte, Dios se dirige de modo especial
a estos creyentes de entre los judíos en la Epístola a los Hebreos: les querían empañar la visión de Cristo, por lo tanto,
el Hijo de Dios les es presentado en toda la epístola. El apóstol pasa allí revista a todo cuanto había caracterizado el período
de la ley demostrando al mismo tiempo cuán superior es lo que posee ahora el creyente en Cristo. Es la epístola de las "cosas
mejores": mejor esperanza, mejor pacto, mejores promesas, mejores sacrificios, mejores bienes, patria mejor, mejor resurrección.
Sí, verdaderamente, "Dios proveía alguna cosa mejor para nosotros" (ver Hebreos 7:19, 22; 8:6; 9:23; 10:34; 11: 16, 35, 40).
Desde el principio de dicha epístola, es
el "Hijo" quien es colocado delante de estos creyentes de origen judío: Sus glorias en creación y en redención nos son presentadas
en los versículos 2 y 3 del capítulo 1, y a continuación, Su superioridad sobre los ángeles. En los versículos 4-14,
tenemos siete citas del Antiguo Testamento que demuestran dicha superioridad; por lo tanto, es por los propios escritos del
pueblo de Israel que Dios (valiéndose del Apóstol) hace resaltar a esos creyentes que ahora vemos a Jesús, "hecho un poco
menor que los ángeles, . . . coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte." (Hebreos 2:9) es muy superior
a éstos. Todo este pasaje hace resaltar la grandeza de Aquel que es el Hijo eterno, el creador de los mundos, y que "habiendo
efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos." (Hebreos 1: 3, 4).¡A Él sea toda la gloria!
¡Bendito sea Dios por el servicio que prestan
sus ángeles de su parte a favor nuestro! ¡Pero que nada aparte nuestros corazones (ni siquiera los ángeles, u otros mediadores)
del único Tema que el Padre quiere presentarnos sin cesar: la persona de su Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo!
S.
d. D.
Revista
"VIDA CRISTIANA", Año 1953, No. 5.-