"DIOS
ES UNO"
Todas las citas
bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión
Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
LBLA = La
Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation,
Usada con permiso
NC = Biblia
Nácar-Colunga
RVR1865 =
Versión Reina-Valera Revisión 1865 (Publicada por: Local Church Bible Publishers,
P.O. Box 26024, Lansing, MI 48909 USA)
VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B.
Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza)
Pregunta: Unos creyentes exponen la dificultad que
tienen para comprender la declaración de la Palabra "Dios es uno", y
el hecho de que el Señor Jesús sea presentado a veces como Dios, Jehová, el
Eterno, del Antiguo Testamento.
Respuesta: La Biblia nos enseña muchas verdades preciosas
referentes
a Dios, Su naturaleza, Sus perfecciones y Su Ser. Pero hay en Dios un misterio
que no podemos penetrar: escapa a la más vasta y profunda inteligencia humana.
En todas
partes de la sagrada Escritura la unidad de Dios es proclamada, en contraste
con la pluralidad de las divinidades paganas. "Hay un solo Dios",
era la verdad de base para Israel. "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios,
Jehová uno es" dijo el Espíritu Santo por medio de Moisés, y el Señor
Jesús recordó aquellas palabras (Deuteronomio 6:4; Marcos 12:29). El Nuevo
Testamento también afirma la unidad de Dios "No hay más que un Dios"
(1ª. Corintios 8:4). "Porque hay un solo Dios" (1ª. Timoteo 2:5).
Pero, en la manifestación de Dios al hombre como nos la presenta la Escritura, vemos
que en esta unidad absoluta hay tres Personas distintas: el Padre, el Hijo o el
Verbo, y el Espíritu Santo.
Estas
tres Personas divinas aparecen en el
bautismo del Señor. El HIJO que se hizo hombre,
se presenta al bautismo de Juan, diciendo: "así conviene que
cumplamos toda justicia." Y después que fue bautizado, luego que los
cielos le fueron abiertos, el ESPÍRITU DE DIOS que descendió como paloma, y vino
sobre Él, y la vox del PADRE se hizo oír desde los cielos: "Este es mi
Hijo amado, en quien tengo complacencia." (Mateo 3: 13-17). El bautismo cristiano, según el mandamiento del
Señor Jesús después de Su resurrección, se administra "en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo" (Mateo 28:19; véase
también la VM, nota "f"). En la bendición apostólica, vemos también
reunidas las tres Personas divinas: "La gracia del Señor Jesucristo,
el amor de Dios, y la comunión
del Espíritu Santo sean con todos
vosotros" (2ª. Corintios 13:14). Y estas tres Personas adorables se unen en
la dispensación de las bendiciones divinas a los fieles. Por ejemplo, en el capítulo
14 de
Juan, el HIJO conduce al PADRE:
"Yo soy", dice Jesús, "el camino, y la verdad,
y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí."
(Juan 14:6). El ESPÍRITU SANTO, el Consolador, pone a los creyentes en comunión
con el PADRE y con el HIJO. El Señor Jesús dijo:
"yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre: el Espíritu
de verdad... el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el
Padre enviará en mi nombre."
(Juan 14: 16,
26), y declaró también:
"Pero
cuando venga el Consolador, a quien yo os
enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará
testimonio de mí." (Juan 15:26). Leemos también en 1ª. Pedro 1:2: "Elegidos según la presciencia
de Dios Padre en santificación del Espíritu,
para obedecer y ser rociados
con la sangre de Jesucristo." Otros
muchos pasajes nos presentan al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, tres
Personas distintas, en actividad para la obra de la redención de los pecadores
y la bendición de los salvados.
De modo que, como se ha dicho, el Padre es
Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios, y no son tres dioses, sino un
sólo Dios. Es un misterio
insondable que el hombre no puede explicar, y que la fe debe aceptar con toda
sencillez, como siendo revelado por Dios. Lo encontramos ya desde el primer
versículo de la Biblia: "En el principio creo Dios", o "Elohim"
(fórmula plural de "El"), es decir, "los dioses creó'",
frase gramaticalmente ilógica, estando el sujeto en plural y el verbo en
singular. Después, en el versículo 26 de este primer capítulo del Génesis,
leemos: ''Hagamos al hombre"; y en el capítulo 3, versículo 22:
"He aquí el hombre es como uno de nosotros"
(compárese también con
Génesis 11:7). En el libro del profeta Isaías, el Señor dice: "¿A quién enviaré?
¿y quién irá por nosotros?" (Isaías 6:8 – VM). Estas palabras, ¿no indican
varias personas que toman consejo entre sí, piensan y obran de común acuerdo?
También vemos en Hebreos 10 el consejo de Dios, Su voluntad (versículo
7), al Hijo que se presenta para
cumplirla (versículo 9), y el Espíritu Santo dando testimonio (versículo
15).
Independientemente de las Escrituras que
acabamos de citar, y que establecen la pluralidad de las Personas en la unidad
de la esencia divina, la Palabra de Dios establece la divinidad de Cristo y
del Espíritu Santo de manera clara y positiva. Les atribuye el nombre, las
perfecciones y las obras de Dios.
Examinemos pues los pasajes que establecen la divinidad
del Hijo, y veremos, en contestación a esta pregunta, cómo el Señor es
presentado como siendo el Dios creador, el Eterno, Jehová de los ejércitos,
misterio insondable para nosotros, pero que nos mueve a la adoración y a la
alabanza.
El evangelio de Juan declara, hablando del
Señor Jesús: "En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con
Dios, y el Verbo era Dios." (Juan 1:1 – LBLA). Y los versículos que siguen
nos enseñan que la Palabra, o el Verbo, es el Hijo unigénito, Jesucristo (versículos
14, 17, 18). Jesús es llamado "Emmanuel, que traducido es: DIOS con
nosotros." (Mateo 1:23). Su nombre significa Jehová o el ETERNO SALVADOR.
El ángel le dijo a José: "Llamarás su nombre JESÚS (forma griega del
hebreo Joshua), porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo
1:21). Él es Cristo, "el cual es DIOS sobre todas las cosas, bendito por
los siglos." (Romanos 9:5). Es DIOS manifestado en carne (1ª. Timoteo 3:16).
Notemos también en Hebreos 1:8: "Mas del Hijo dice: tu trono, oh Dios, por
el siglo del siglo". Otros pasajes declaran que el Hijo es 'el resplandor
de la gloria de Dios y la misma imagen de su sustancia', "la imagen del
Dios invisible" (Hebreos 1:3; Colosenses 1:15). "En él", dice
también el apóstol Pablo, "habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad."
(Colosenses 2:9). El apóstol Juan nos dice también de Cristo: "Este es el
verdadero Dios, y la vida eterna." (1ª. Juan 5:20). El Señor Jesús, Jehová
de los ejércitos, el Rey a quien vio Isaías, y cuya gloria y santidad proclaman
los serafines, es el Señor, pues dice el evangelio: "Isaías dijo
esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él." (Juan 12:41; Isaías 6: 1-7).
Cuando vino a este mundo, es JEHOVÁ, NUESTRO DIOS (Isaías 40:3; compárese con Juan
1:23, y Lucas 3: 4-6); y cuando vuelva, será "la manifestación gloriosa de
nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" (Tito 2:13).
Es de suma
importancia retener todos estos pasajes que dan al Señor Jesús el nombre de
DIOS, porque muchos hombres se lo niegan. Otras muchas porciones de la Palabra
de Dios demuestran la divinidad y la existencia eterna e inmutable de Cristo,
atribuyéndole los títulos que sólo pertenecen a Dios. Vemos por ejemplo que al
hablar Jehová a Moisés, le dio la revelación de su Ser inmutable diciendo:
"YO SOY EL QUE SOY"; y el Señor Jesús, hablando a los Judíos, dijo:
"Antes que Abraham fuese, YO SOY." (Éxodo 3:14; Juan 8:58). También
vemos, en Isaías 44:6, que el Rey de Israel, su Redentor, es Jehová de los
ejércitos: "Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los
ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios."
Y Jesús, al presentarse a Juan en su gloria, como el anciano de gran edad y, al
mismo tiempo, como el Hijo del Hombre, dice a Su discípulo, caído como muerto a
Sus pies: "No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo (o, el
VIVIENTE – NC)." (Apocalipsis 1:17). El VIVIENTE, aquel que tiene la vida
en Sí mismo y que da la vida, es también un título dado a Jehová: "pozo
del Viviente que me ve." (Génesis 16:14). "Jehová es el Dios
verdadero; él es Dios vivo." (Jeremías 10:10). Jesucristo es inmutable,
nos dice el apóstol: "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los
siglos." (Hebreos 13:8). La inmutabilidad sólo le pertenece a Dios. Todo
cambia y pasa: Él sigue siendo lo que fue y lo que es. Notemos bien ahora que,
en esta misma epístola a los Hebreos, el Salmo 102 que trata de la
inmutabilidad de Dios, es aplicada al Señor Jesús. "Tú, Señor, en el
principio fundaste la tierra; y los cielos son obras de tus manos: Ellos
perecerán, mas tú eres PERMANENTE; y todos ellos envejecerse han como
vestidura; Y como un manto los envolverás, y serán mudados: tú empero eres EL
MISMO, y tus años nunca se acabarán." (Hebreos 1: 10-12; RVR1865).
Tal es la
grandeza divina de Jesús. En varias porciones que hemos citado, Él es revelado
como Aquel que creó todas las cosas y las sustenta o hace subsistir con la
palabra de Su poder (Juan 1:3; Colosenses 1: 16-17; Hebreos 1:3). ¿Quién puede
crear, sino el Todopoderoso?, y ¿quién posee la omnipotencia, sino sólo Dios?
Una criatura, quienquiera que sea, no puede producir o crear algo, partiendo de
la nada. Por consiguiente, Cristo es Dios, ya que creó los mundos, y es el
Todopoderoso. Es el título que toma en el Apocalipsis. "Yo soy el Alfa y
la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de
venir, el Todopoderoso." (Apocalipsis 1:8). Y estas palabras se aplican
al Señor Jesús, sin duda alguna, pues Él mismo, al final de este libro,
dice: "He aquí yo vengo pronto… Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y
el fin, el primero y el último." (Apocalipsis 22: 12-13 y 21-6). Notemos
también que estos calificativos suponen la existencia eterna del Señor. Él es
Aquel que vive por los siglos de los siglos (Apocalipsis 1: 17-18).
Era esta misma
omnipotencia divina que caracterizaba a Cristo cuando estaba sobre la tierra.
De igual modo que, al primer día de la creación, dijo "Sea la luz: y fue
la luz", podía, por una palabra, calmar el viento y el mar: "Calla,
enmudece... y se hizo grande bonanza." (Marcos 4:39). "Quiero, sé
limpio", decía al leproso, y quedó limpio de la lepra (Marcos 1: 41-42).
Bastaba Su palabra todopoderosa para que los muertos resucitaran: "Joven,
a ti te digo, levántate", o "¡Lázaro, ven fuera!" (Lucas 7: 14-15;
Juan 11: 43-44). Era porque tenía en Sí mismo este poder divino que podía
decir: "Destruid este templo (Su cuerpo), y en tres días lo levantaré."
(Juan 2:19), y por esta omnipotencia, que le pertenece a Dios solamente, y que Él
posee, resucitará a los justos y a los injustos (Juan 5:25-29).
Es porque Él es
Dios que podía perdonar los pecados (Marcos 2: 7-10), y porque es Dios, pudo
obrar la salvación, porque Jehová ha dicho: "Yo, yo Jehová; y fuera de mí
no hay quien salve." (Isaías 43:11). Y el apóstol Pedro proclama, hablando
de Jesús: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo
el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." (Hechos 4:12).
Este Nombre glorioso es el de Jesús o Jeshua, Jehová Salvador. Y es Él, el
Salvador Todopoderoso, el cual volverá de los cielos, y que "transformará
el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la
gloria suya, por el poder por el cual puede también sujetar a sí mismo todas
las cosas." (Filipenses 3:21).
Retengamos
firmemente la enseñanza de la Palabra de Dios referente a la divinidad de
nuestro adorable Salvador. "El que no honra al Hijo, no honra al Padre que
le envió." (Juan 5:23). Y "si alguno me sirviere, mi Padre le honrará
(Juan 12:26). Tomás le dijo a Jesús: "¡Señor mío y Dios mío!" (Juan
20:28).
A.
L.
Revista "VIDA CRISTIANA",
Año 1963, No. 65.-
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