ENSEÑANZAS TÍPICAS DEL LIBRO DEL ÉXODO (Edward Dennett)

26.- EL SACERDOCIO (Éxodo 28)

ÍNDICE DEL CONTENIDO
ÉXODO 1
ÉXODO 2
ÉXODO 3 Y 4
ÉXODO 5 Y 6
ÉXODO 7 - 11
ÉXODO 12
ÉXODO 13
ÉXODO 14
ÉXODO 15:1-21
ÉXODO 15:22-27
ÉXODO 16
ÉXODO 17
ÉXODO 18
ÉXODO 19 y 20
ÉXODO 21 - 23
ÉXODO 24
ÉXODO 25:1-9
ÉXODO 25:10-22
ÉXODO 25:23-30
ÉXODO 25:31-40
ÉXODO 26:1-14
ÉXODO 26:15-30
ÉXODO 26:31-37
ÉXODO 27:1-8
ÉXODO 27:9-19
ÉXODO 28
ÉXODO 29:1-35
ÉXODO 29:38-46
ÉXODO 30:1-10
ÉXODO 30:11-16
ÉXODO 30:17-21
ÉXODO 30:22-38
ÉXODO 31
ÉXODO 32-34
ÉXODO 35-40

 

EL SACERDOCIO

 

 

Éxodo 28

 

 

Enseñanzas Típicas del Libro del Éxodo

Edward Dennett

 

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y  han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:

 

LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.

VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).

        

 

Antes de entrar a considerar este asunto, sería bueno recordar el punto al que hemos llegado. Con la excepción del altar del incienso y de la fuente, el tabernáculo, con sus enseres (utensilios) sagrados, está ahora completo. Comenzando con el arca del pacto, a continuación se describió la mesa de los panes de la proposición y el candelero. El tabernáculo (las cortinas de obra primorosa), la tienda, o cubierta, (las cortinas de pelo de cabra), y, a continuación, las cubiertas de pieles de carnero teñidas de rojo, y de pieles de tejones. Después vino la descripción de las tablas del tabernáculo, y de qué manera debían ser erigidas, y la división entre el lugar santísimo y el lugar santo mediante el velo, y 'la cortina para la puerta del tabernáculo'; es decir, la entrada desde afuera al lugar santo. Luego se dispuso el lugar en que debían colocarse los enseres (utensilios) sagrados: el arca, con el propiciatorio y sus "querubines de gloria" (Hebreos 9:5), fue colocada en el lugar santísimo, y la mesa y el candelero ocupaban el lugar santo. A continuación, el altar de bronce fue prescrito, y por último, el atrio del tabernáculo.

Hasta ahora, todo lo presentado es una manifestación de Dios, o, como se le denomina a menudo, un símbolo de exhibición; es decir, revela, en tipo o figura, algo de Dios en Cristo. Es Dios, por decirlo así, saliendo a encontrar a Su pueblo. A partir de entonces, el orden se invierte. No se trata ahora del asunto de Dios saliendo, sino de ir a Dios. Todo lo que sigue a continuación, por tanto, concierne al acceso a Su presencia; y, por consiguiente, todos los enseres que han sido omitidos son símbolos de aproximación; es decir, son enseres necesarios para acercarse a Dios. Pero antes que entremos a considerarlos hay una pausa, y se nos detalla la designación y consagración del sacerdocio. La razón de esto es que deben estar designadas las personas para acercarse antes de que los enseres puedan ser usados. Hay, por tanto, un orden divino en esta aparente confusión. Dios ha salido, en tipo y figura, a encontrar a Su pueblo; Él indica, entonces, a aquellos que han de ser apartados para Su servicio en el santuario —los que van a disfrutar del privilegio especial de acceder a Él; y por ultimo, son presentados los enseres (o utensilios), etc., que necesitarían en su sagrada tarea en la casa de Dios. Este arreglo nos ayudará también a comprender la introducción del mandamiento concerniente a la provisión para el aceite del candelero que está al final de Éxodo 27.

El aceite, como ya se ha explicado, es un tipo del Espíritu Santo. A los hijos de Israel se les manda, por medio de Moisés, traer el aceite, y así se les vincula formalmente (en figura) con (y están representados así) la luz del candelero que debía ser ordenado por Aarón y sus hijos desde la tarde hasta la mañana delante de Jehová. En otras palabras, se definen las personas (aunque esta verdad será declarada más claramente cuando lleguemos al dinero de la expiación) para las cuales los sacerdotes han de actuar antes de que los sacerdotes fuesen designados. Se verá así que cada detalle, y la posición de cada versículo, así como también el orden de los asuntos, llevan el sello de la sabiduría y la significancia divina. Estando todo arreglado de este modo, los sacerdotes han de ser apartados para su santo oficio.

 

"Harás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón y a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aarón." (Éxodo 28:1).

 

Dos o tres observaciones preliminares conducirán a nuestro entendimiento acerca de este tema. La necesidad de la designación de sacerdotes radica en el hecho de que los que componían el pueblo eran pecadores, y como tales, en la medida que no había aún ninguna provisión para limpiarles de la culpa del pecado, no tenían derecho a entrar a la presencia de Dios. El hombre tal como es no puede, no se atreve, a ir delante de Dios. El objeto del oficio sacerdotal era, por tanto, servir como sacerdotes de Dios (versículo 1); pero para servir como sacerdotes de Dios a favor del pueblo (Hebreos 5: 1, 2). En esta dispensación (N. del T.: época de la gracia, paréntesis celestial), no existe tal cosa como algunos del pueblo de Dios actuando como sacerdotes a favor de los demás en esta manera especial. Todos los creyentes son ahora sacerdotes (véase 1ª. Pedro 2: 5, 9); todos por igual disfrutan de la libertad de acceso al Lugar Santísimo. (Hebreos 10). Por tanto, Aarón es un tipo de Cristo —un tipo de Cristo cuando él está solo; pero cuando se asocia a sus hijos, él junto a ellos es un tipo de la Iglesia como familia sacerdotal; pero, a la vez, de la Iglesia en asociación con Cristo. Esta distinción aparecerá muy claramente en el capítulo siguiente. Es de suma importancia tener claridad acerca de este asunto, porque, a través de la ignorancia o la indiferencia a la verdad, miles de creyentes profesantes han retrocedido, y miles más están retrocediendo, al terreno Judío, sobre el cual ellos aceptan la existencia de un orden especial de hombres que pretenden poseer, al igual que Aarón y sus hijos, el privilegio particular de acceder a Dios a favor de sus semejantes. La afirmación de tal pretensión es atacar el fundamento mismo del Cristianismo, en la medida que niega la eficacia perpetua del sacrificio único de Cristo. Aarón, entonces, recuérdese, es un tipo de Cristo; pero si es contemplado junto con sus hijos, entonces se presentan los privilegios de la Iglesia, en asociación con Cristo como familia sacerdotal. La elección de Aarón y sus hijos fue de pura gracia. Una calificación esencial para el cargo era la designación divina (Hebreos 5:4); pero Aarón no fue escogido sobre el terreno de algún mérito en él mismo; fue, en este asunto, simplemente el objeto del divino y soberano favor. No tenía derecho alguno, en absoluto, ante Dios para semejante honor; pero Dios se lo dio en el ejercicio de Su prerrogativa divina.

 

Este capítulo contiene dos cosas —la vestidura sacerdotal, y el oficio sacerdotal. Los dos se entremezclan, pero la vestidura es lo primero que se presenta para ser considerada.

 

"Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura. Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón, para consagrarle para que sea mi sacerdote. Las vestiduras que harán son estas: el pectoral, el efod, el manto, la túnica bordada, la mitra y el cinturón. Hagan, pues, las vestiduras sagradas para Aarón tu hermano, y para sus hijos, para que sean mis sacerdotes. Tomarán oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, y harán el efod de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, de obra primorosa. Tendrá dos hombreras que se junten a sus dos extremos, y así se juntará. Y su cinto de obra primorosa que estará sobre él, será de la misma obra, parte del mismo; de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido." (Éxodo 28: 2-8).

 

Había seis vestiduras sagradas en total (versículo 4), o, si añadimos la lámina de oro fino colocada sobre la mitra (versículo 36), estas constituían las vestiduras para honra y hermosura. El efod está en primer lugar porque era, preminentemente, la vestidura sacerdotal. Estaba hecha de cuatro materiales —azul, púrpura, carmesí (o escarlata), y lino fino torcido, los cuales han sido tan frecuentemente considerados, con el añadido del oro (versículo 5). El oro es mencionado en primer lugar, y significa lo que es divino. No obstante, si tomamos el oro como un emblema de la justicia divina, significará que este es el terreno sobre el que Cristo, como Sacerdote, ejerce Su oficio; que Su intercesión es según dicha justicia delante de Dios, y, por tanto, de necesidad prevalente. En los cuatro materiales restantes están: el carácter celestial de Cristo (azul), Sus glorias como Hijo del Hombre e Hijo de David (púrpura y carmesí), y Su pureza inmaculada (lino fino torcido), como santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores. Dos cosas se enseñan mediante ello. Primero, que Cristo actúa por nosotros como Sacerdote en todo lo que Él es como divino y humano, como el Dios-hombre. Todo el valor de Su persona entra en el ejercicio de Su oficio —el oro hablando de lo que Él es como divino, y los varios colores hablando de Sus perfecciones y dignidades como hombre. El apóstol combina estas dos cosas en la epístola a los Hebreos: "Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios," etc. (Hebreos 4:14). Él es Jesús, y Él es el Hijo de Dios. Es esta verdad muy preciosa la que se muestra, en tipo, en los materiales del efod. ¡De qué manera engrandece nuestras concepciones del valor de Su obra por nosotros como Sacerdote el hecho de recordar lo que Él es en Sí mismo, y que somos sostenidos así en Su intercesión por todo lo que Él es como Jesús, y como el Hijo de Dios!

En segundo lugar, estos materiales revelan el carácter de Su sacerdocio. Hay glorias reales retratadas, así como también Su naturaleza y carácter esenciales. Él será, en efecto, un Sacerdote en Su trono. ("Sí, edificará el Templo de Jehová, y llevará sobre sí la gloria; y se sentará y reinará sobre su trono, siendo Sacerdote sobre su trono; y el consejo de la paz estará entre los dos." Zacarías 6:13 - VM). Él ejerce ahora Su oficio a favor de los creyentes según el modelo Aarónico en el gran día de la expiación dentro del velo; pero la expresión plena de Su oficio sacerdotal para Israel se verá en Su carácter de Melquisedec. (Salmo 110; Hebreos 7). El efod de Aarón hablaba de estas glorias venideras, que se mostrarán cuando Cristo será tanto Rey de justicia como Rey de paz. Por tanto, estrictamente hablando, la vestidura es emblemática de Cristo como Sacerdote para Israel, aunque Aarón no entró nunca en el lugar santísimo en el carácter que dicha vestidura exhibía; ya que el fracaso entró a través de Nadab y Abiú, y, como consecuencia, a él se le prohibió entrar a la presencia de Dios, excepto una vez al año, y además, no en las vestiduras para honra y hermosura. (Levítico capítulos 10 y 16). Pero Cristo ocupará todo lo que tipificaban esas vestiduras, y entonces se verá, por vez primera, plenamente cumplido el pensamiento de Dios acerca del sacerdocio a favor de Su pueblo.

 

El cinto del efod, fue bordado con los mismos materiales que el efod. Por tanto, nuestra atención es dirigida a la significancia del cinto mismo. En la Escritura es constantemente típico del servicio. Un hermoso ejemplo de esto se encuentra en Lucas —en las palabras de nuestro Señor mismo. Él dice, "Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles." (Lucas 12:37). El cinto del efod significará, entonces, el servicio de Cristo como Sacerdote, el servicio que nos presta delante de Dios en esta capacidad. Un Siervo —el Siervo perfecto— deleitándose siempre cuando estuvo en este mundo en hacer la voluntad de Su Padre, Él en Su amor y gracia, aunque ha sido glorificado, permanece aún como Siervo. Ha ido al cielo para presentarse ahora en la presencia de Dios por nosotros. (Hebreos 9:24). Es en este carácter que Él mantiene una infatigable intercesión a favor nuestro, mediante la cual asegura para nosotros esas continuas ministraciones de misericordia y gracia —misericordia para con nuestra debilidad, y gracia para nuestro socorro cuando somos tentados— que necesitamos como un pueblo pasando a través del desierto. Es de lo más consolador levantar nuestros ojos, y contemplar a Cristo investido con Su cinto sacerdotal, ya que mediante ello se nos asegura que Él nos salvará a través de todo el camino, nos llevará a salvo a través del desierto, y nos introducirá en el reposo de Dios, porque Él vive siempre para interceder por nosotros. (Hebreos 7:25). ¡Y de qué manera ello nos revela las profundidades de Su propio corazón! Moisés se quejó ante Jehová de que la carga de Israel —la carga de conducirles en sus andanzas— era demasiado pesado para él. Pero el Señor Jesús, como nuestro gran Sumo Sacerdote, jamás se cansa, a pesar de los continuos fracasos e incredulidad, y el retroceder a Egipto en el corazón, de Su pueblo. Él es siempre infatigable y no descansa en Su servicio, porque Su amor es inagotable. ¡Bendito sea Su Nombre!

 

Tenemos, a continuación, las piedras de ónice y el pectoral.

 

"Y tomarás dos piedras de ónice, y grabarás en ellas los nombres de los hijos de Israel; seis de sus nombres en una piedra, y los otros seis nombres en la otra piedra, conforme al orden de nacimiento de ellos. De obra de grabador en piedra, como grabaduras de sello, harás grabar las dos piedras con los nombres de los hijos de Israel; les harás alrededor engastes de oro. Y pondrás las dos piedras sobre las hombreras del efod, para piedras memoriales a los hijos de Israel; y Aarón llevará los nombres de ellos delante de Jehová sobre sus dos hombros por memorial. Harás, pues, los engastes de oro, y dos cordones de oro fino, los cuales harás en forma de trenza; y fijarás los cordones de forma de trenza en los engastes. Harás asimismo el pectoral del juicio de obra primorosa, lo harás conforme a la obra del efod, de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido. Será cuadrado y doble, de un palmo de largo y un palmo de ancho; y lo llenarás de pedrería en cuatro hileras de piedras; una hilera de una piedra sárdica, un topacio y un carbunclo; la segunda hilera, una esmeralda, un zafiro y un diamante; la tercera hilera, un jacinto, una ágata y una amatista; la cuarta hilera, un berilo, un ónice y un jaspe. Todas estarán montadas en engastes de oro. Y las piedras serán según los nombres de los hijos de Israel, doce según sus nombres; como grabaduras de sello cada una con su nombre, serán según las doce tribus. Harás también en el pectoral cordones de hechura de trenzas de oro fino. Y harás en el pectoral dos anillos de oro, los cuales pondrás a los dos extremos del pectoral. Y fijarás los dos cordones de oro en los dos anillos a los dos extremos del pectoral; y pondrás los dos extremos de los dos cordones sobre los dos engastes, y los fijarás a las hombreras del efod en su parte delantera. Harás también dos anillos de oro, los cuales pondrás a los dos extremos del pectoral, en su orilla que está al lado del efod hacia adentro. Harás asimismo los dos anillos de oro, los cuales fijarás en la parte delantera de las dos hombreras del efod, hacia abajo, delante de su juntura sobre el cinto del efod. Y juntarán el pectoral por sus anillos a los dos anillos del efod con un cordón de azul, para que esté sobre el cinto del efod, y no se separe el pectoral del efod. Y llevará Aarón los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del juicio sobre su corazón, cuando entre en el santuario, por memorial delante de Jehová continuamente. Y pondrás en el pectoral del juicio Urim y Tumim, para que estén sobre el corazón de Aarón cuando entre delante de Jehová; y llevará siempre Aarón el juicio de los hijos de Israel sobre su corazón delante de Jehová." (Éxodo 28: 9-30).

 

Están, en primer lugar, las dos piedras de ónice, con los nombres de los hijos de Israel, seis tribus en cada una, grabados sobre ellas, engarzadas en engastes de oro, y colocadas sobre las hombreras del efod, etc. El hecho de que esta descripción se relaciona, en figura, al ejercicio del oficio sacerdotal, resulta claro a partir de la declaración de que "Aarón llevará los nombres de ellos delante de Jehová sobre sus dos hombros por memorial." (versículo 12). Las piedras de ónice eran gemas —piedras preciosas, figurativas delas excelencias de Cristo, y combinando esta verdad con el hecho de que estaban engarzadas en oro, nos presentará dos cosas; primero, que los nombres de Su pueblo aparecen sobre los hombros del Sacerdote en toda Su belleza y excelencia, y, como siendo simbolizado por el oro, que están engarzados en justicia divina. El hombro es el emblema de la fuerza. (Véase Isaías 9:6; Isaías 22:22, etc.). Cristo, por tanto, como es retratado aquí, sostiene a Su pueblo en la presencia de Dios en toda Su fuerza omnipotente; y tiene el derecho de hacerlo, viendo que ellos están colocados sobre Sus hombros en justicia divina e investidos con todo el resplandor de Su propia hermosura. ¡Qué consuelo para nosotros en la conciencia de nuestra absoluta debilidad! Aquel que sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder, nos mantiene delante de Dios; y, mientras nos mantiene en alto en Su presencia, Dios nos contempla como teniendo un derecho innegable a estar sobre los hombros, y nos ve circundados por toda la excelencia, del Sumo Sacerdote. Nuestro memorial está así delante de Él continuamente; ya que Cristo no puede estar en la presencia de Dios sin que se vean nuestros nombres sobre Sus hombros. Observen también que los engastes de oro en los cuales estaban engarzadas las piedras de ónice, estaban fijos por dos cadenillas de oro puro trenzadas (versículo 14 – LBLA), atándolos sobre Sus hombros en justicia divina.

 

El pectoral sigue a continuación. Sus materiales se correspondían con los del efod. (versículo 15). Su forma era la de un cuadrado, y en él estaban montadas cuatro hileras de piedras preciosas; y sobre estas piedras estaban grabados, igualmente, los nombres de los hijos de Israel según sus doce tribus, etc. La enseñanza típica será, entonces, del mismo carácter —notando, no obstante, la diferencia entre los hombros y el pecho.

(1) Aarón llevaba, en aquel entonces, los nombres de los hijos de Israel sobre su corazón, así como también sobre sus hombros. El pecho es simbólico de los afectos. Por tanto, ello enseña, por una parte, que si Cristo sostiene a Su pueblo delante de Dios mediante fuerza eterna, por la otra, Él también los lleva sobre Su corazón en amor eterno. Fuerza eterna y amor eterno unidos en la presentación de los creyentes delante de Dios por el Sacerdote. ¡Sobre el corazón de Cristo! ¿Y quién sondeará sus profundidades? Si pensamos acerca del poder, recordamos Sus palabras, "nadie las arrebatará de mi mano." (Juan 10:28). Si nuestro pensamiento es acerca del amor, se nos recuerda el desafío del apóstol, "¿Quién nos separará del amor de Cristo?" (Romanos 8:35). Y estos dos —fuerza y amor — y estos dos como estando unidos en Cristo— se ocupan de presentarnos delante de Dios. Él nos ha fijado sobre Sus hombros —llevando nuestro peso— con Su propia fuerza todopoderosa, y nos ha asegurado sobre Su corazón con Su imperecedero e insondable amor. Esto nos ayudará a comprender un poco la eficacia de Su intercesión, basada, tal como lo está, sobre la eficacia de Su sacrificio a nuestro favor.

(2) Los nombres de los hijos de Israel estaban grabados sobre las piedras preciosas. La escena del ejercicio del sacerdocio, según el pensamiento de Dios, y verdaderamente así en el caso de Cristo, si no en el de Aarón, era en la inmediata presencia de Dios —delante del fulgor pleno de la santidad de Su trono. Ahora bien, la acción de la luz sobre las piedras preciosas tiene el efecto de exponer sus variadas y múltiples hermosuras. Por eso, como se observó en relación con las piedras de ónice, los nombres del pueblo de Dios, como siendo llevado sobre el corazón del sacerdote, resplandecen en todo el lustre y la belleza rutilantes de las piedras sobre las que están grabados. Esto simboliza el hecho de que los creyentes están delante de Dios en toda la aceptación de Cristo. Cuando Dios contempla al gran Sumo Sacerdote, ve a Su pueblo sobre Su corazón, así como también sobre Sus hombros, adornado con toda la belleza de Aquel sobre quien Su ojo reposa siempre con perfecto deleite. O, considerándolo desde otro aspecto, se podría decir que Cristo presenta a Su pueblo a Dios, en el ejercicio de Su sacerdocio, como Él mismo. De este modo, Él establece en Su intercesión Sus propios derechos ante Dios a favor de ellos. ¡Y con qué gozo Él los presenta así delante de Dios! Puesto que son aquellos por los que Él ha muerto, y a quienes ha limpiado con Su propia sangre muy preciosa, aquellos a los que Él ha hecho los objetos de Su amor, y a quienes llevará a estar, finalmente, con Él para siempre; y Él pide por ellos delante de Dios según toda la fuerza de estos lazos, según, como se observó anteriormente, todos los derechos que Él mismo, a causa de la obra que Él llevó a cabo en la cruz, tiene sobre el corazón de Dios.

(3) El pectoral se fijaba al efod mediante cordones de hechura de trenzas de oro fino, y "un cordón de azul", y anillos de oro. Deducimos, entonces, que el pectoral no puede ser despegado del efod. Está ligado inseparablemente con el oficio sacerdotal de Cristo. Está asegurado al efod —la vestidura sacerdotal— mediante cordones de oro, en justicia divina, justicia divina adecuada a la naturaleza de Dios, por tanto, por todo lo que Cristo es como siendo divino. Es también una relación eterna, tal como está tipificada por los anillos —no teniendo el anillo un final (por ser un círculo), y por eso, como se vio cuando se consideró la estructura del tabernáculo, siendo un emblema de eternidad. Como Sacerdote, Cristo jamás nos puede fallar. Si una vez Él ha asumido nuestra causa, Él jamás se deshará de ella. Ciertamente esta verdad fortalecerá nuestros corazones en tiempos de prueba o debilidad. Podemos desanimarnos, pero si alzamos nuestros ojos podemos regocijarnos en el pensamiento que nuestro lugar sobre el corazón y los hombros de Cristo jamás se puede perder. Hay temporadas cuando muchos creyentes sienten como si no pudiesen entrar a la presencia de Dios, o lograr que Él les oiga —indudablemente a través del fracaso, o frialdad de corazón, o debilidad espiritual. Estas cosas no se han de pasar por alto; pero, ciertamente, el hecho de recordar que si no podemos orar personalmente, Cristo jamás deja de sostenernos en Su intercesión prevalente, y que estamos ligados inseparablemente sobre Su corazón y sobre Sus hombros, demostrará ser un antídoto contra las tentaciones de Satanás en tales períodos. No, más aún, ello disipará pronto nuestra oscuridad y frialdad de corazón, porque nos conducirá a quitar la vista de sobre nosotros mismos, y esperar todo de Él, y de Su ministerio continuo por nosotros en la presencia de Dios. Como otro ha dicho, «Él nos presenta, como aquello que tiene sobre Su corazón. No puede estar ante Dios sin hacerlo; y todo lo que demande el ruego y el deseo del corazón de Cristo tiene que hacer explícito el favor de Dios, operando en explicitar ese favor sobre nosotros. La luz y el favor del santuario —como morando Dios allí— no pueden resplandecer sobre Él sin resplandecer sobre nosotros, y eso es como un objeto presentado por Él para ello.»

(4) Aarón llevaba el juicio del pueblo en relación con el Urim y Tumim. Estos estaban puestos en el pectoral del juicio. (Éxodo 28: 29, 30). Urim y Tumim significan probablemente 'luces' y 'perfecciones'. «Necesitamos estos dos para obtener bendición. Si estuviéramos delante de Dios, tal como somos, deberíamos atraer el juicio, o perder el efecto de esta luz y perfección de Dios, quedándonos nada.  Pero,  como Cristo ha llevado nuestro juicio según estos, nuestra presentación a Dios es conforme a la perfección de Dios mismo —ya que nuestro juicio ha sido llevado; pero entonces nuestra posición, guía, luz, e inteligencia espiritual son según a estas mismas luz y perfección divinas. Ya que el sumo sacerdote preguntaba y tenía respuestas de parte de Dios según el Urim y Tumim. Este es un privilegio bienaventurado.» Todas estas cosas, en efecto, no hacen más que enseñar cuán perfectamente Cristo, como Sacerdote, actúa y cuida de Su pueblo.

 

El manto del efod es descrito a continuación.

 

"Harás el manto del efod todo de azul; y en medio de él por arriba habrá una abertura, la cual tendrá un borde alrededor de obra tejida, como el cuello de un coselete (una orla tejida), para que no se rompa. Y en sus orlas harás granadas de azul, púrpura y carmesí alrededor, y entre ellas campanillas de oro alrededor. Una campanilla de oro y una granada, otra campanilla de oro y otra granada, en toda la orla del manto alrededor. Y estará sobre Aarón cuando ministre; y se oirá su sonido cuando él entre en el santuario delante de Jehová y cuando salga, para que no muera." (Éxodo 28: 31-35).

 

El manto del efod era todo de azul —indicativo de lo que es celestial, bosquejando el carácter celestial del Sacerdote, y puede ser, a la vez, la escena del ejercicio de Sus funciones, o más bien, de que Su carácter era el adecuado para el lugar. Así, en la epístola a los Hebreos, se habla de Él no sólo como santo, inocente, inmaculado, y apartado de los pecadores, sino también como "hecho más excelso que los cielos." (Hebreos 7:26 – VM). Se debía tener cuidado para que el manto no se rompiese (Éxodo 28:32), ya que lo que es celestial en carácter debe ser, necesariamente, indivisible en su perfección. En la parte inferior del manto debía haber granadas de azul, y de púrpura, y de carmesí, y campanillas de oro en alternancia; y se declara que el objetivo es que esté sobre Aarón cuando ministre: "y se oirá su sonido cuando él entre en el santuario delante de Jehová y cuando salga, para que no muera." (versículo 35). La significancia simbólica de estas dos cosas se señala claramente; es el fruto y el testimonio del Espíritu. Y por eso, el momento "cuando él entre" y "cuando salga", marcan dos períodos distintos. Hablando ahora de Cristo, del cual Aarón no era más que la figura, Él entró cuando ascendió a lo alto, y se escuchó el sonido en el día de Pentecostés en el testimonio que el Espíritu de Dios levantó en aquel entonces por boca de los apóstoles. Hubo también fruto relacionado con aquel testimonio—fruto del Espíritu en el andar y en la vida de aquellos que fueron convertidos por medio del testimonio (Véase Hechos 2). Lo mismo sucederá cuando Él salga, y ambas cosas emanan de Cristo en Su carácter celestial. Pero ello une los dos períodos. Pedro clamó a la multitud, que se había reunido asombrada ante el testimonio del Espíritu, "Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños;" etc. (Hechos 2: 16, 17). Lo que estaba sucediendo delante de sus ojos asombrados no era sino una muestra de aquello, aunque de diferente carácter, que se presenciará cuando el Sacerdote salga con bendición para Israel. (N. del T.: el autor se refiere aquí al comienzo del milenio). El significado de los colores de las granadas se puede aprender en esta última relación. El fruto del Espíritu es celestial en carácter, y, por consiguiente, "azul" es el primer color. Pero están también el "púrpura", y el "carmesí", debido a que estarán asociados, en aquel entonces, con las glorias del reino de Cristo; sí, con las glorias que Él heredará como Hijo del Hombre y como Hijo de David. Los dos períodos —entrar, y salir— pueden responder así a la lluvia temprana y a la tardía, a lo menos en asociación con Israel. (Oseas 6: 1-3).

 

Después está la lámina de oro fino.

 

"Harás además una lámina de oro fino, y grabarás en ella como grabadura de sello, SANTIDAD A JEHOVÁ. Y la pondrás con un cordón de azul, y estará sobre la mitra; por la parte delantera de la mitra estará. Y estará sobre la frente de Aarón, y llevará Aarón las faltas cometidas en todas las cosas santas, que los hijos de Israel hubieren consagrado en todas sus santas ofrendas; y sobre su frente estará continuamente, para que obtengan gracia delante de Jehová." (Éxodo 28: 36-38).

 

Esta es la provisión de gracia que Dios ha hecho para las imperfecciones y contaminaciones de nuestros servicios y nuestra adoración. Él puede aceptar sólo lo que es idóneo para Su naturaleza. Todo lo que se Le ofrece, por tanto, debe llevar el sello de la santidad. Siendo esto así, si se nos deja a nosotros mismos, a pesar que somos limpiados y llevados a una relación con Él, y teniendo el derecho de aproximarnos, nuestras ofrendas jamás podrían ser aceptadas. Pero Él ha satisfecho nuestra necesidad. Cristo, como el sacerdote, lleva la iniquidad de nuestras faltas cometidas en las cosas sagradas; y Él es santidad a Jehová, de modo que nuestra adoración, presentada por medio de Él, es aceptable a Dios. ¡Bendita consolación, ya que sin esta provisión estaríamos excluidos de la presencia de Dios! De ahí que al apóstol habla no sólo de la sangre y del velo rasgado, sino también del Sumo Sacerdote sobre la casa de Dios. (Hebreos 10).

 

La instrucción en cuanto a la túnica de lino sigue a continuación.

 

"Y bordarás una túnica de lino, y harás una mitra de lino; harás también un cinto de obra de recamador." (Éxodo 28:39).

 

El lino fino, como siempre, es un tipo de la pureza personal, y, como siendo aplicado a Cristo, de pureza personal, absoluta; y el hecho de que dicha túnica sea bordada nos habla de que, como tal, Él se adornaba de toda gracia. Por tanto, todas las vestiduras por igual hablan de Cristo; aunque, recuérdese, ellas eran sombras de los bienes venideros, y no la imagen misma de las cosas. (Hebreos 10:1). Siempre es necesaria esta precaución cuando se considera los tipos y figuras.

Se debería declarar, una vez más, que estas vestiduras para honra y hermosura no se usaron nunca dentro del velo. Este hecho hace que sean más aplicables a nuestra posición; ya que si Aarón, vestido así, hubiese disfrutado del acceso al lugar santísimo, ello habría sido la señal de la plena aceptación del pueblo a quienes él representaba. Nosotros somos acepto en el Amado; y Cristo, glorificado, ministra en el santuario verdadero como el Sumo Sacerdote de Su pueblo, y, por consiguiente, nos coloca en el disfrute de todas las bendiciones prefiguradas aquí. Esto se puede deducir de la epístola a los Hebreos, y nos explica la razón del por qué Cristo es presentado allí en todos los aspectos como un contraste con lo que, en la antigua dispensación, Le había prefigurado, sea en Su persona, Su oficio, o Su obra.

 

Los atavíos de los hijos de Aarón junto con él (Éxodo 28: 40-43) está mas adecuadamente relacionada con el tema del capítulo siguiente, a saber, la consagración de los sacerdotes.

 

Edward Dennett

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Diciembre 2012.-

Título original en inglés:
TYPICAL TEACHINGS OF EXODUS - The Priesthood (Exodus 28) , by Edward Dennett
Traducido con permiso

Versión Inglesa
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