PREGUNTAS BÍBLICAS

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DEUTERONOMIO 26 - LA CANASTA DE LAS PRIMICIAS
MATEO 11:11 - EL MÁS PEQUEÑO EN EL REINO DE LOS CIELOS MAYOR ES QUE ÉL
MATEO 11:25 - SABIOS, ENTENDIDOS, NIÑOS
MATEO 12:31 - "LA BLASFEMIA CONTRA EL ESPÍRITU"
MATEO 13:33 - ¿QUÉ ES LA LEVADURA?
MATEO 16:19 - "LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS"
MATEO 24: 40, 41 - ¿UNO TOMADO, OTRO DEJADO?
MATEO 24 Y 25 - SUS GRANDES LINEAS
LUCAS 16: 1-13: EL MAYORDOMO Y LAS RIQUEZAS INJUSTAS
JUAN 16: 7-11: "EL CONSOLADOR... CONVENCERÁ AL MUNDO
JUAN 20:17 - NO ME TOQUES...
HECHOS 2: 1-13 - LENGUAS REPARTIDAS COMO DE FUEGO
HECHOS 2: 17-21 - LA PROFECÍA DE JOEL
HECHOS 16 - EL BAUTISMO DE INFANTES (Lidia)
ROMANOS 1: 16, 17 - LA JUSTICIA DE DIOS
ROMANOS 11:26 - TODO ISRAEL SERÁ SALVO
GÁLATAS 5:4 - CAER DE LA GRACIA
EFESIOS 4:26 - "AIRAOS, PERO NO PEQUÉIS"
HEBREOS 9:28 - ¿ARREBATAMIENTO PARCIAL?
HEBREOS 10:26 - ¿SI PECÁREMOS VOLUNTARIAMENTE...?
HEBREOS 12:2 - "EL AUTOR Y CONSUMADOR DE LA FE"
1 JUAN 5: 16, 17 - EL PECADO DE MUERTE
APOCALIPSIS 1:20 ¿QUIÉNES SON LOS ÁNGELES DE LAS SIETE IGLESIAS
APOCALIPSIS 4 - LOS 24 ANCIANOS
¿Quiénes son los 144,000 mencionados en el libro del Apocalipsis 7:4?
DIOS ES UNO
EL ANTICRISTO
EL AYUNO
ELECCIÓN - PREDESTINACIÓN
EL SEÑOR JESÚS COMO "HIJO DEL HOMBRE"
EL TRIBUNAL DE CRISTO
¿EN QUÉ CONSISTE LA FE?
¿ESTÁN LOS CRISTIANOS BAJO UN PACTO?
HABLAR U ORAR POR EL ESPÍRITU SANTO
JUDAS Y LA CENA DEL SEÑOR
LA MORADA DEL ESPÍRITU SANTO:¿EN LA CRISTIANDAD O EN LA IGLESIA?
LA PALABRA "SALVACIÓN" EN LAS ESCRITURAS
LAS EXPRESIONES "ESTE SIGLO" Y "EL SIGLO VENIDERO"
LOS ANGELES ¿QUIÉNES SON?
LOS SANTOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO Y LA IGLESIA
¿Puede un creyente orar así: NO ESTÉS ENOJADO CONTRA NOSOTROS PARA SIEMPRE?
¿QUÉ SUCEDIÓ EN LA CRUZ CUANDO DIOS ABANDONÓ A JESÚS, TAL COMO ÉL DIJO?
REINO DE LOS CIELOS Y REINO DE DIOS
"UN SOLO CUERPO" Y "LA UNIDAD DEL ESPÍRITU"
VIVIFICADO Y SELLADO POR EL ESPÍRITU SANTO

 

"DIOS ES UNO"

 

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y  han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:

 

LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso

NC = Biblia Nácar-Colunga

RVR1865 = Versión Reina-Valera Revisión 1865 (Publicada por: Local Church Bible Publishers, P.O. Box 26024,  Lansing, MI 48909 USA)

VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza)

 

 

Pregunta: Unos creyentes exponen la dificultad que tienen para comprender la declaración de la Palabra "Dios es uno", y el hecho de que el Señor Jesús sea presentado a veces como Dios, Jehová, el Eterno, del Antiguo Testamento.

 

Respuesta: La Biblia nos enseña muchas verdades preciosas referen­tes a Dios, Su naturaleza, Sus perfecciones y Su Ser. Pero hay en Dios un misterio que no podemos penetrar: escapa a la más vasta y profunda inteligencia humana.

 

En todas partes de la sagrada Escritura la unidad de Dios es proclamada, en contraste con la pluralidad de las divini­dades paganas. "Hay un solo Dios", era la verdad de base para Israel. "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es" dijo el Espíritu Santo por medio de Moisés, y el Señor Jesús recordó aquellas palabras (Deuteronomio 6:4; Marcos 12:29). El Nuevo Testamento también afirma la unidad de Dios "No hay más que un Dios" (1ª. Corintios 8:4). "Porque hay un solo Dios" (1ª. Timoteo 2:5). Pero, en la manifestación de Dios al hombre como nos la presenta la Escritura, vemos que en esta unidad absoluta hay tres Personas distintas: el Padre, el Hijo o el Verbo, y el Espíritu Santo.

 

Estas tres Personas divinas aparecen en el bautismo del Señor. El HIJO que se hizo hombre, se presenta al bautis­mo de Juan, diciendo: "así conviene que cumplamos toda justicia." Y después que fue bautizado, luego que los cielos le fueron abiertos, el ESPÍRITU DE DIOS que descendió como paloma, y vino sobre Él, y la vox del PADRE se hizo oír desde los cielos: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia." (Mateo 3: 13-17). El bautismo cristiano, según el mandamiento del Se­ñor Jesús después de Su resurrección, se administra "en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mateo 28:19; véase también la VM, nota "f"). En la bendición apostó­lica, vemos también reunidas las tres Personas divinas: "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros" (2ª. Corintios 13:14). Y estas tres Personas adorables se unen en la dispen­sación de las bendiciones divinas a los fieles. Por ejemplo, en el capítulo 14 de Juan, el HIJO conduce al PADRE: "Yo soy", dice Jesús, "el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí." (Juan 14:6). El ESPÍRITU SANTO, el Consolador, pone a los creyentes en comunión con el PADRE y con el HIJO. El Señor Jesús dijo: "yo rogaré al Padre, y os dará otro Consola­dor, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad... el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre." (Juan 14: 16, 26), y declaró también: "Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí." (Juan 15:26). Leemos también en 1ª. Pedro 1:2: "Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo." Otros muchos pasajes nos presentan al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, tres Personas distintas, en actividad para la obra de la redención de los pecadores y la bendición de los salvados.

 

De modo que, como se ha dicho, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios, y no son tres dioses, sino un sólo Dios. Es un misterio insondable que el hombre no pue­de explicar, y que la fe debe aceptar con toda sencillez, como siendo revelado por Dios. Lo encontramos ya desde el primer versículo de la Biblia: "En el principio creo Dios", o "Elohim" (fórmula plural de "El"), es decir, "los dioses creó'", frase gramaticalmente ilógica, estando el sujeto en plural y el verbo en singular. Después, en el versículo 26 de este primer capítulo del Génesis, leemos: ''Hagamos al hombre"; y en el capítulo 3, versículo 22: "He aquí el hombre es como uno de nosotros" (compárese también con Génesis 11:7). En el libro del profeta Isaías, el Señor dice: "¿A quién enviaré? ¿y quién irá por nosotros?" (Isaías 6:8 – VM). Estas palabras, ¿no indican varias personas que toman consejo entre sí, piensan y obran de común acuerdo? También vemos en Hebreos 10 el consejo de Dios, Su voluntad (versículo 7), al Hijo que se presenta para cumplirla (versículo 9), y el Espíritu Santo dando testimonio (versículo 15).

 

Independientemente de las Escrituras que acabamos de ci­tar, y que establecen la pluralidad de las Personas en la uni­dad de la esencia divina, la Palabra de Dios establece la di­vinidad de Cristo y del Espíritu Santo de manera clara y positiva. Les atribuye el nombre, las perfecciones y las obras de Dios.

 

Examinemos pues los pasajes que establecen la divinidad del Hijo, y veremos, en contestación a esta pregunta, cómo el Señor es presentado como siendo el Dios creador, el Eterno, Jehová de los ejércitos, misterio insondable para nosotros, pero que nos mueve a la adoración y a la alabanza.

 

El evangelio de Juan declara, hablando del Señor Jesús: "En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios." (Juan 1:1 – LBLA). Y los versículos que siguen nos enseñan que la Palabra, o el Verbo, es el Hijo unigénito, Jesu­cristo (versículos 14, 17, 18). Jesús es llamado "Emmanuel, que traducido es: DIOS con nosotros." (Mateo 1:23). Su nombre significa Jehová o el ETERNO SALVADOR. El ángel le dijo a José: "Llamarás su nombre JESÚS (forma griega del hebreo Joshua), porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21). Él es Cristo, "el cual es DIOS sobre todas las cosas, bendito por los siglos." (Romanos 9:5). Es DIOS manifestado en carne (1ª. Timoteo 3:16). Notemos también en Hebreos 1:8: "Mas del Hijo dice: tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo". Otros pasajes declaran que el Hijo es 'el resplandor de la gloria de Dios y la misma imagen de su sustancia', "la imagen del Dios invisible" (Hebreos 1:3; Colosenses 1:15). "En él", dice también el apóstol Pablo, "habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad." (Colosenses 2:9). El apóstol Juan nos dice también de Cristo: "Este es el verdadero Dios, y la vida eterna." (1ª. Juan 5:20). El Señor Jesús, Jehová de los ejér­citos, el Rey a quien vio Isaías, y cuya gloria y santidad pro­claman los serafines, es el Señor, pues dice el evangelio: "Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él." (Juan 12:41; Isaías 6: 1-7). Cuando vino a este mundo, es JEHOVÁ, NUESTRO DIOS (Isaías 40:3; compárese con Juan 1:23, y Lucas 3: 4-6); y cuando vuelva, será "la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" (Tito 2:13).

 

Es de suma importancia retener todos estos pasajes que dan al Señor Jesús el nombre de DIOS, porque muchos hombres se lo niegan. Otras muchas porciones de la Palabra de Dios demues­tran la divinidad y la existencia eterna e inmutable de Cristo, atribuyéndole los títulos que sólo pertenecen a Dios. Vemos por ejemplo que al hablar Jehová a Moisés, le dio la revela­ción de su Ser inmutable diciendo: "YO SOY EL QUE SOY"; y el Señor Jesús, hablando a los Judíos, dijo: "Antes que Abraham fuese, YO SOY." (Éxodo 3:14; Juan 8:58). También vemos, en Isaías 44:6, que el Rey de Israel, su Redentor, es Jehová de los ejércitos: "Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios." Y Jesús, al presentarse a Juan en su gloria, como el anciano de gran edad y, al mismo tiempo, como el Hijo del Hombre, dice a Su discípulo, caído como muerto a Sus pies: "No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo (o, el VIVIENTE – NC)." (Apocalipsis 1:17). El VIVIENTE, aquel que tiene la vida en Sí mismo y que da la vida, es tam­bién un título dado a Jehová: "pozo del Viviente que me ve." (Génesis 16:14). "Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo." (Jeremías 10:10). Jesucristo es inmutable, nos dice el após­tol: "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos." (Hebreos 13:8). La inmutabilidad sólo le pertenece a Dios. Todo cambia y pasa: Él sigue siendo lo que fue y lo que es. Notemos bien ahora que, en esta misma epístola a los He­breos, el Salmo 102 que trata de la inmutabilidad de Dios, es aplicada al Señor Jesús. "Tú, Señor, en el principio fundaste la tierra; y los cielos son obras de tus manos: Ellos perecerán, mas tú eres PERMANENTE; y todos ellos envejecerse han como vestidura; Y como un manto los envolverás, y serán mudados: tú empero eres EL MISMO, y tus años nunca se acabarán." (Hebreos 1: 10-12; RVR1865).

 

Tal es la grandeza divina de Jesús. En varias porciones que hemos citado, Él es revelado como Aquel que creó todas las cosas y las sustenta o hace subsistir con la palabra de Su poder (Juan 1:3; Colosenses 1: 16-17; Hebreos 1:3). ¿Quién pue­de crear, sino el Todopoderoso?, y ¿quién posee la omnipo­tencia, sino sólo Dios? Una criatura, quienquiera que sea, no puede producir o crear algo, partiendo de la nada. Por consiguiente, Cristo es Dios, ya que creó los mundos, y es el Todopoderoso. Es el título que toma en el Apocalipsis. "Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso." (Apocalipsis 1:8). Y estas palabras se aplican al Señor Jesús, sin duda al­guna, pues Él mismo, al final de este libro, dice: "He aquí yo vengo pronto… Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último." (Apocalipsis 22: 12-13 y 21-6). Notemos también que estos calificativos suponen la existencia eterna del Señor. Él es Aquel que vive por los siglos de los siglos (Apocalipsis 1: 17-18).

 

Era esta misma omnipotencia divina que caracterizaba a Cristo cuando estaba sobre la tierra. De igual modo que, al primer día de la creación, dijo "Sea la luz: y fue la luz", podía, por una palabra, calmar el viento y el mar: "Calla, enmudece... y se hizo grande bonanza." (Marcos 4:39). "Quiero, sé limpio", decía al leproso, y quedó limpio de la lepra (Marcos 1: 41-42). Bastaba Su palabra todopoderosa para que los muertos resucitaran: "Joven, a ti te digo, leván­tate", o "¡Lázaro, ven fuera!" (Lucas 7: 14-15; Juan 11: 43-44). Era porque tenía en Sí mismo este poder divino que podía decir: "Destruid este templo (Su cuerpo), y en tres días lo levantaré." (Juan 2:19), y por esta omnipotencia, que le pertenece a Dios solamente, y que Él posee, resucitará a los justos y a los injustos (Juan 5:25-29).

 

Es porque Él es Dios que podía perdonar los pecados (Marcos 2: 7-10), y porque es Dios, pudo obrar la salvación, porque Jehová ha dicho: "Yo, yo Jehová; y fuera de mí no hay quien salve." (Isaías 43:11). Y el apóstol Pedro proclama, hablando de Jesús: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." (Hechos 4:12). Este Nombre glorioso es el de Jesús o Jeshua, Jehová Salvador. Y es Él, el Salvador Todopoderoso, el cual volverá de los cielos, y que "transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder por el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas." (Filipenses 3:21).

 

Retengamos firmemente la enseñanza de la Palabra de Dios referente a la divinidad de nuestro adorable Salvador. "El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió." (Juan 5:23). Y "si alguno me sirviere, mi Padre le honrará (Juan 12:26). Tomás le dijo a Jesús: "¡Señor mío y Dios mío!" (Juan 20:28).

 

A. L.

 

Revista "VIDA CRISTIANA", Año 1963, No. 65.-

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